Ejemplos con preguntábamos
Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.
Fernando se emociona al recordar a Guy y aporta una anécdota que pinta el modo en que los actores participaban del juego: Estábamos con Guy en Salta para una función, y nos preguntábamos si vendría gente.
En su libro Female Rage: Unlocking Its Secrets, Claiming Its Power, Mary Valentis y Anne Devane señalan que cuando preguntábamos a las mujer cómo les parecía que era la ira femenina, siempre era Medusa, el monstruo mitológico con serpientes en la cabeza, lo que les venía a la mente.
¿Qué resulta contra ella? nos preguntábamos, o lo pensábamos, por no atrevernos a decirlo.
Así nos decía mamá cuando mis hermanas y yo le preguntábamos dónde había ido.
Así es que, en medio de la privanza y regalo en que vivíamos, se nos podía ahorcar con un cabello, y al despertar cada mañana, nos preguntábamos si había llegado ya la hora de bajar del machito.
-¿Qué hora es? -nos preguntábamos unos a otros, anhelando que un rayo de sol alumbrase el terreno en que íbamos a combatir.
Cuando le preguntábamos por qué cuando todos reíamos como insensatos o como chicuelos, él arrugaba el ceño y miraba fijamente el cielo raso, nos respondía sonriendo con cierta amargura.
Cuando oímos estas palabras del capitán, quedamos de todo punto estupefactos, y nos preguntábamos qué espantosa catástrofe iría a pasar, cuando de pronto nos sentimos levantados con barco y todo, y después hundidos bruscamente, mientras se alzaba del mar un grito más terrible que el trueno.
Preguntábamos hace poco tiempo a cierto anciano amigote nuestro sobre la edad que podría contar una respetable matrona de nuestro conocimiento, y el buen viejo, que gasta más agallas que un ballenato, nos dijo después de consultar su caja de polvillo:.
Cuando le preguntábamos a La Cerda si había alguna ópera que él considerase perfecta, digna de proponerse hoy por modelo, solía citarnos las de Wagner y también otras de compositores franceses, como Massenet, Bizet, etc.
Pero este rincón, a pesar de su extraordinaria suciedad, con su arco lobulado y un chorrito de agua escapando de la fuente bajo el farolón morisco, tenía tal fuerza poética, que muchas veces Arsenia y yo nos preguntábamos si al otro lado del groseramente tapiado arco no se encontraría el paraíso de Mahoma.
