Ejemplos con preguntándoles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para el resto de los establecimientos hoteleros, como era costumbre por esa época, se solía atraer a los posibles clientes preguntándoles en plena calle.
Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles, todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.
Según dijo, Durante cerca de un mes fui a ver gente del negocio de la música, preguntándoles si conocían esa melodía.
Saud simplemente pasó la propuesta al Ulema preguntándoles si un Consejo Nacional era una institución legítima en el Islam.
Así, por ejemplo, parece creer que sus invitados también son superhéroes y usualmente empieza sus entrevistas preguntándoles por sus superpoderes.
Actualmente se utiliza tanto La autodenuncia, en el que se realiza una encuesta a una muestra de población preguntándoles si han cometido algún delito y si este ha sido denunciado, como la victimización, que es un método similar pero en el que se pregunta es si se ha sido víctima de algún delito.
en region tan remota como Terranova han aprendido los salvages montañeses con la comunicación que tienen con los marineros bascongados, que van cada año por el pescado bacalao, que entre otras cosas preguntándoles en bascuence: nola zaude, como estás: responden graciosamente: Apaizac obeto, los clérigos mejor: sin saber ellos, qué cosa es clérigo, sino por haberlo oido.
Marge, luego, escribe una carta a los productores del programa preguntándoles por qué creaban tanta violencia.
No cabe duda alguna de que Cristóbal Ramos salió, ya anochecido, de su casa, y atravesando por la calle del Condestable vio tres labriegos que en sendas mulas venían en dirección contraria a la suya, y preguntándoles que a dó caminaban, repusieron que a la casa de la señora doña Perfecta, a llevarle varias primicias de frutos de las huertas y algún dinero de las rentas vencidas.
Preguntándoles Ricaredo en español que ¿qué navío era aquel? respondieron que era una nave que venia de la India de Portugal, cargada de especería, y con tantas perlas y diamantes, que valia mas de un millon de oro, y que con tormenta habia arribado a aquella parte, toda destruida y sin artillería, por haberla echado a la mar la gente enferma y casi muerta de sed y de hambre, y que aquellas dos galeras, que eran del cosario Arnaute Mamí, el dia ántes la habian rendido, sin haberse puesto en defensa, y que a lo que habian oido decir, por no poder pasar tanta riqueza a sus dos bajeles, la llevaban a jorro para meterla en el rio de Larache, que estaba allí cerca.
Viendo, pues, el visorrey que daban los dos señales de volverse a encontrar, se puso en medio, preguntándoles qué era la causa que les movía a hacer tan de improviso batalla.
Llamó el maese de campo a don Quijote, que ya se había presentado en la plaza, y junto con Tosilos habló a las dueñas, preguntándoles si consentían que volviese por su derecho don Quijote de la Mancha.
Preguntándoles, pues, los embajadores qué mal les habían hecho los Clusinos para venir así contra ellos, echándose a reirel rey, que se llamaba Breno: “Nos injuriandijo- los Clusinos, cuando es muy poco el terreno que pueden cultivar, con desear poseerlo en gran extensión, y no cedérnoslo a nosotros, que somos forasteros, muchos en número, y lo habemos menester.
Dijo, pues, a sus amigos que se apearan y caminasen a pie con él, y cuando ya estuvieron cerca, el que dirigía todo aquello, puesto al frente de la comparsa, y llevaba como distintivo una corona y un bastón, les salió al encuentro, preguntándoles dónde habían dejado a Demetrio y cuándo llegaría.
Habíase hecho ya tan célebre, que ocurrió lo siguiente: reunía e instruía Sila los mancebos de las principales familias para una carrera de caballos juvenil y sagrada, a la que llaman troya, y había nombrado dos caudillos, de los cuales los jóvenes admitieron al uno por respeto a su madre, pues era hijo de Metela, mujer de Sila, pero en cuanto al otro, que era Sexto, sobrino de Pompeyo, no permitieron que se les pusiera al frente ni quisieron seguirle, preguntándoles Sila a quién querían, todos a una voz dijeron que a Catón, y el mismo Sexto cedió el puesto contento, y se puso a sus órdenes, dando este testimonio a su mayor mérito.
Subió, pues, y en el acto del sacrificio, cuando el adivino le trajo las entrañas del buey, tomándolas con entrambas manos, las mostró a Arato y Demetrio Fario, inclinándose ora al uno y ora al otro, y preguntándoles qué veían en la víctima acerca de si se apoderaría de aquella eminencia o la restituiría a los Mesenios.
Preguntándoles que cosa habia comprendido de aquella.
Llamaron y una buena mujer les abrió la puerta preguntándoles que querían.
harta dificultad pudieron sosegarlos, preguntándoles la ocasión de su debate, a que.
preguntándoles qué buscaban, que parecían extraños en lo perdido.
Y como llegaron a Écija con las varas de los alguaciles de Córdoba, pensando que traían alguna gran comisión de la Corte, llegó la justicia de la ciudad a hacerles fiesta y a lisonjearlos con ofrecerles sus posadas, y ellos, valiéndose de la ocasión, admitieron las ofertas, con que fueron regalados como cuerpos de rey, y preguntándoles qué era el negocio que traían para Écija, el Cojuelo les respondió que era contra los médicos y boticarios, y visita general de beatas, y que a los médicos se les venía a vedar que después de matar un enfermo, no les valiese la mula por sagrado, y que, cuando no se saliese con esto, por lo menos, a los boticarios que errasen las purgas, que no pudiesen ser castigados si se retrajesen en los cementerios de las mulas de los médicos, que son las ancas, y que a las beatas se les venía a quitar el tomar tabaco, beber chocolate y comer gigote.
MALDONADO y su gente lo hallaron en uno de los aposentos de su casa, y con él a otros diez y siete moros, y, preguntándoles si sabían de ABEN-HUMEYA o del ZAGUER, dijeron que no los habían visto, y que, en cuanto a ellos, estaban reducidos a la obediencia del Rey D.
Doña Beatriz, que había oído las últimas palabras de la conversación, les ahorró sus dudas y escrúpulos preguntándoles de qué se trataba, a lo cual Mendo repuso, contestando palabra por palabra, como a Martina.
Miró a sus hermanos como preguntándoles quién podría ser a aquellas horas.
En el deleitoso retiro pasaba las tardes y las noches, revistando a sus hermosas, presenciando sus danzas y juegos, oyendo sus cánticos, preguntándoles por sus patrias lejanas y sintiendo un dolor recóndito cuando, al recuerdo, lágrimas involuntarias asomaban a los magníficos ojos de las concubinas.

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