Ejemplos con piedra

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Parecía un santo de cartón piedra, recién salido de los moldes y acabadito de pintar.
El buey come hierba ahora como en la edad de piedra, y la rumia como entonces, sin haberle añadido complicaciones ni gustos nuevos.
Yo bien sé que los libros son la expresión de la sociedad, y que la sociedad sólo a medias es discípula de los libros, pero ¿quién negará que cada uno de ellos es leña echada en el fuego de la concupiscencia, incentivo del general descreimiento, piedra en que tropiezan las voluntades mal inclinadas, ocasión nueva de desaliento para las voluntades marchitas? Por eso es obligación ineludible en el escritor cristiano y de bien ordenado entendimiento, aplicar su ingenio a la reparación del edificio social, lidiando por la familia, que es su primera y necesaria base.
Pero en torno de esta creación singular se agrupan, como digno cortejo, todos con fisonomía propia y rebosando de vida: la vieja , sentenciosa consejera de Magdalena, el hidalgo don Lope, alma de oro con corteza de hierro, tan breve en palabras como largo en hechos, último vástago de aquellos indomables banderizos del siglo XV, y condenado en el nuestro a matar las solitarias horas sobre su de piedra, el estudiante, el indiano, la solterona Osmunda, providencial castigo de don Gonzalo, Carpio y Gorio, en quienes se cifra y compendia el carácter del campesino montañés con todos sus rodeos y suspicacia, y hasta los personajes de segundo orden, Chisquín, Toñazos, Polinar, Barriluco.
El mismo agradecimiento apenas ha llegado a rayar aquella piedra tosquísima.
Además de la espetera y medio bosque de leña y otros objetos propios del lugar, se veían allí una montura completa de caballo, dos escopetas, una carabina, un cuchillo de monte y un morral de caza, un banco de carpintero con todas las herramientas, dos ruedas de carro, a medio hacer, madera labrada para otras tantas, tres sacos llenos de grano, una gata con seis hijuelos recién nacidos, varias pieles de oso, una piedra de afilar, de una vara de diámetro, montada sobre su pilón correspondiente, y ¡qué sé yo cuántas cosas más! En ciertos pueblos se vive en la cocina durante el invierno, y el invierno duraba ocho meses en aquel pueblo.
Era de piedra amarillenta, y estaba cubierto de blasones, de musgo y de rendijas, el alero se caía, y los balcones se desmayaban.
Frente por frente de la puerta de entrada, hay en el muro una ménsula de madera de pino, sobre ella, una estatuilla, desdichada, de San José, en cartón piedra, al pie del santo, media docena de judías, media docena de garbanzos y un frasquito, con un líquido oliváceo y denso, y una etiqueta que dice:.
¿Qué te sucede, Apolonio?preguntó la duquesa, alarmada ante aquel hombre como de piedra.
¡Bien calculó el maligno Celemín lo que había de ocurrir, y cómo la caballeresca escena cambiaba de carácter y adquiría torpe sentido con sólo disponer los combatientes en la forma antedicha y rasgar oportunamente la trasera de unos gregüescos! Las más sublimes escenas de Shakespeare se hubieran descompuesto en esta piedra de toque.
He aquí el poema: un monstruo de esos que llaman gárgolas, porque vomitan la lluvia con un ruido peculiar, de donde viene la frase hacer gárgaras, digo que ese monstruo de piedra, que está en la cornisa de una catedral, se ha enamorado de la veleta, que figura una paloma, y que se asienta, ni que decir tiene, en lo más alto de la torre.
Este hombre desconcertante e inaudito, ¿es un humorista? ¿Es un genio lóbrego, en bruto, como la piedra diamante escondida en el seno de la tierra? ¿Es un loco? Y el buen Estudiantón se hacía un lío.
Pero, como usted es filósofo beligerante, y yo le quiero, y además me instruyo con usted y me sirve de piedra de toque, porque es usted el no de mi sí, o el sí de mi no, y los dos nos completamos, pues por eso me afano en hablar para que usted me entienda.
Se descendía desde el portal por unos escalones de piedra.
Según la estructura de la piedra, el curso y agresión de las aguas a unas las monda, redondea y suaviza, y a otras les saca ángulos, aristas y púas, hasta que un día, de pronto, cortan como cuchillos y penetran como puñales.
Pero empujada de un lado a otro, acabó rodando por los resbaladizos escalones, y su frente chocó contra una arista de la piedra.
Más allá de los puentes, al través de sus arcos de piedra, veíanse los rebaños de toros, con las patas encogidas, rumiando tranquilamente la hierba que les arrojaban los pastores, o andando perezosamente por el suelo abrasado, sintiendo la nostalgia de las frescas dehesas, plantándose fieramente cada vez que los chicuelos les silbaban desde los pretiles.
Los carros de los labriegos, con sus toldos claros, formaban un campamento en el centro del cauce, y a lo largo de la ribera de piedra, puestas en fila, estaban las bestias a la venta: mulas negras y coceadoras, con rojos caparazones y ancas brillantes agitadas por nerviosa inquietud, caballos de labor, fuertes pero tristes, cual siervos condenados a eterna fatiga, mirando con sus ojos vidriosos a todos los que pasaban, como si adivinasen al nuevo tirano, y pequeñas y vivarachas jacas, hiriendo el polvo con sus cascos, tirando del ronzal que las mantenía atadas al muro.
Dos horas después volvió a salir, y se sentó en el banco de piedra, entre el grupo de los parroquianos, para oír otra vez al maestro mientras llegaba la hora del mercado.
A los que se sentaban en el sillón de los tormentos pasábanles un pedazo de jabón de piedra por las mejillas, y frota que frota, hasta que levantaba espuma.
Y como el aseo es el lujo del pobre, se sentó en un banco de piedra, esperando que le llegara el turno para limpiarse de unas barbas de dos semanas, punzantes y duras como púas, que ennegrecían su cara.
Y la madre tenía que curar a alguno de los mayores aplicándole una pieza de dos cuartos bien apretada sobre el chichón levantado por una piedra traidora.
Debía ser la Virgen rodeada de ángeles: una obra del arte grosero y cándido de la Edad Media, algún voto de los tiempos de la conquista, pero unas generaciones picando la piedra para marcar mejor las figuras borradas por los años, y otras blanqueándola con escrúpulos de bárbara curiosidad, habían dejado la losa de tal modo que sólo se distinguía un bulto informe de mujer, la reina , que daba su nombre a la fuente: reina de los moros , como forzosamente han de serlo todas en los cuentos del campo.
En la cara del rectángulo de piedra fronterizo a la escalera destacábase un bajo relieve con figuras borrosas que era imposible adivinar bajo la capa de enjalbegado.
La fuente de la Reina era una balsa cuadrada, con muros de piedra roja, y teniendo su agua mucho más baja que el nivel del suelo.
Arriba, al final de la portada, abríase, como gigantesca flor cubierta de alambrado, el rosetón de colores que daba luz a la iglesia, y en la parte baja, en la base de las columnas adornadas con escudos de Aragón, la piedra estaba gastada, las aristas y los follajes borrosos por el frote de innumerables generaciones.
La puerta de los Apóstoles, vieja, rojiza, carcomida por los siglos, extendiendo sus roídas bellezas a la luz del sol, formaba un fondo digno del antiguo tribunal: era como un dosel de piedra fabricado para cobijar una institución de cinco siglos.
Rosarito vióse de súbito dominada por tan viva sensibilidad, que la escasa energía de su cuerpo no pudo corresponder a la excitación de su espíritu, y desfalleciendo, dejóse caer sobre una piedra que hacía las veces de asiento en aquellos amenos lugares.
Toma tan al pie de la letra las órdenes del Gobierno, que si le contrarían mucho aquí, será capaz de no dejar piedra sobre piedra en Orbajosa.

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