Ejemplos con inclemencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su castillo, de silueta quimérica, permanente vigía, que algunos dicen templario, conserva abundantes restos de murallas almenadas, con su torre del homenaje deteriorada por los avatares bélicos y la inclemencia del tiempo, se eleva majestuosa sobre una mole rocosa, al borde de un impresionante precipicio.
La ceremonia ocurrió sin verse afectada por la inclemencia del huracán Beta que rondeó por las costas panameñas y costaricenses el día anterior a la primera palada del templo.
Se instalaron ascensores, se reparaon daños de la inclemencia del clima, entre otros proyectos.
Está muy adaptada a sobrevivir, ante condiciones estacionales de inclemencia, con sus estructuras y hábitos de nutrición.
Se denomina Spitz a un grupo de razas caninas que tienen como características comunes el poseer dos capas de pelo, la primera corta y lanosa, que los proteje de las inclemencia del tiempo, la segunda capa está formada por pelo largo, liso y despegado del cuerpo, cabeza con pelo corto que recuerda a la del zorro con orejas pequeñas y puntiagudas y la cola levantada, curvada y apoyada en la espalda.
Se dirigió a casa de la duquesa de Somavia, que había vuelto el día anterior a Pilares, huyendo de la inclemencia, melancolía y tedio de la aldea.
Nada me importan las pulmonías, ni los demás inconvenientes de la inclemencia del vecino Guadarrama.
Impaciente ya, resolvió don Pedro la marcha antes de que pasase la inclemencia del invierno, a fines de un marzo muy esquivo y desapacible.
A ruegos de Losada, nos enseñó todas las curiosidades artísticas que embellecen su mansión, así como el preciosísimo oratorio en que dice Misa los días que sus achaques o la inclemencia del tiempo le impiden salir.
Pero el andante caballero busque los rincones del mundo, éntrese en los más intricados laberintos, acometa a cada paso lo imposible, resista en los páramos despoblados los ardientes rayos del sol en la mitad del verano, y en el invierno la dura inclemencia de los vientos y de los yelos, no le asombren leones, ni le espanten vestiglos, ni atemoricen endriagos, que buscar éstos, acometer aquéllos y vencerlos a todos son sus principales y verdaderos ejercicios.
Y lo que a esto precedía, los pies de amigo, los encierros, los potros, las estancias a la inclemencia, en el verano al sol y en el invierno al frío, entre el barro y el hielo, era todavía más duro e insoportable, de manera que la esclavitud, en su comparación, era paz y alivio de miserias.
Pero ¿cuándo por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud ni guerra? ¿Cuándo, por él, ningún cristiano no aprendió oraciones, anduvo con sinfonía, se arrimó a báculo ni siguió a otro, como se ve cada día por falta de los de la cara, que expuestos a toda ventisca e inclemencia, de leer, de fornicar, de una purga, de una sangría, le dejan a un cristiano a buenas noches? Pruébenle al ojo del culo que ha muerto muchachos, caballos, perros, etc.
Salió Fernando a la calle, no pesaroso de la entrevista, pero con pocas esperanzas en los convenidos planes, y el corazón lacerado por la inclemencia de Águeda.
De trecho en trecho deteníase la fiera, herida también, para lamerse la sangre que iba vertiendo y arrancarse algunas flechas que todavía llevara clavadas en aquella piel curtida por la naturaleza y por la inclemencia del desierto.
Pero a medida que se acercaba al convento se le aclaraban las ideas: la inclemencia fría y severa que formaba el fondo del carácter del fraile se retrataba en el alma decaída del pretendiente ejerciendo todo aquel despotismo que la hacía irresistible, y el amargo desconsuelo que este pensar le infundía iba destruyendo en su ánimo a medida que se acercaba al convento, todas las esperanzas con que había salido.
Varios nidos de chajáes y cuervos, como columnas de paja, flotaban aú n sobre aquella agua cenagosa y sus infelices dueños habían ido a buscar paraje más adecuado a su naturaleza y más halagüeño, dejando abandonados en ellos a la inclemencia y orfandad los tiernos frutos de sus malogrados amores.
El hombre abandona el medio en que ha nacido por otro en que la vida le es más fácil y en que las condiciones de la existencia no se ejercitan en medio de las privaciones y de la inclemencia del tiempo, porque el hombre, ser racional, no prefiere la necesidad a la satisfacción, ni los tormentos que impone el hambre á la vida satisfecha.
El labrador trabaja de sol a sol en la heredad a la inclemencia del calor, del agua, del frío, y de los temporales incómodos, que alternan en el discurso del año.
¡Ay de los dos! Del mundo la inclemencia.
Y ahora sábete lector, por remate y fin de este capítulo, que no llegaron a seis los ramos puestos, pero que, ¡oh dolor de los dolores e inclemencia de las inclemencias!, de aquellos ignominiosos sambenitos, más de la mitad se alzaban en tierras del pobre Macabeo.
La traza de estos serranos era viva, ágil y suelta: su cuerpo enjuto, su fisonomía atezada y seca, porque su vida dura de cazadores y pastores les sujetaba a todas las asperezas e inclemencia de su clima, y las armas que usaban eran un gran cuchillo de monte a la cinta y su ballesta, en la cual eran muy certeros y temibles.
inclemencia.
Así llegó a verse la casona de los Robledal de los Infantes de la Barca, Ceballucos y la Portillera, con sus tillos de viejo castaño roídos a medias, y a medias descoyuntados al esfuerzo del roble de las vigas que se retorcía siempre como estómago con hambre, con sus recios paredones tiznados por el polvo de los tiempos y agrietados por las flaquezas de la vejez, con sus muebles tradicionales pasando uno a uno, y derrengados, a los vacíos desvanes, donde las ratas y las goteras iban acabando con ellos, así llegó a verse, en fin, aquella fortaleza, vencida por el invierno, que se complacía después en introducir por el asendereado ventanaje todas las iras de su inclemencia.
Se hallaba en la parte más elevada del ruinoso y antiguo puente, cuando una ráfaga de viento más fuerte que las otras y mezclada de una lluvia fuerte, arrebatándole el gran paraguas de las manos, la dejó expuesta a la inclemencia de los desencadenados elementos.
-¡Es decir que usted me abandona, que me deja entregado a la inclemencia de estas mujeres, para que me asesinen!.
-¡Ya la justicia de Dios no tiene rayos para matarte! -grita iracundo y trémulo el infeliz, al verse tratado con tal inclemencia.
¿Cuál, Clori, de las dos, pues la inclemencia.
«Allá -me decía-, la llanura abierta, los campos amenos, el sol radiante, los frutos, las flores, la égloga, el idilio de la vida, aquí, la bravura salvaje, la lobreguez de los abismos, el silencio mortal de los páramos, la inclemencia de la soledad, allí, el hombre, rey y señor de la tierra fértil, aquí, siervo infeliz, sabandija miserable de sus riscos escarpados y de sus moles infecundas.
¿Pues no le está pareciendo a este hombre, que lo echa de sabido, un desacato el pedirle la chamiza que necesito a la reina? Decía el memorial asina: «Señora, a los pies de vuestra real majestad se postra una infeliz anciana que va a quedar a la inclemencia del cielo por derrumbarse el techo de su casa.
Dejamos a Fernando en camino de su pueblo, más abatido con el peso de la última inclemencia de Águeda, que ufano con los frutos de su entrevista con el párroco de Valdecines.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba