Ejemplos con sobrinita

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Andrés Heredia perdió en la niñez a su padre, magistrado del Tribunal Supremo, que había tenido la flaqueza de casarse, ya viejo, con una sobrinita de diez y ocho años.
En particular mi sobrinita Rosa no puede ocultar que está chaladita la pobre.
Ningún mozo del pueblo ni de los contornos ha conseguido amansar a mi sobrinita Rosa más que usted Era una cabra montés, y usted la ha puesto blanda y amorosa como una gatita.
¿Y la sobrinita, no ha venido?me preguntó.
Cuando Severiana y su sobrinita salían, entraba Moreno-Isla, y Jacinta que le vio subir, se detuvo en el recibimiento.
a su sobrinita, que desea proteger a esas dos personas.
Verdad es que con esta trapisonda de la sobrinita.
y si entra mañana el nuevo Rey, como dicen, hemos de ir todos a verle, y yo con mi vestido nuevo y mi sobrinita agarrada del brazo ¿prenda?.
¿Óyeslo, hermana? Inés es mi sobrinita, y todo es para ella.
con su querida sobrinita Inés, que si no me engaño, le ha rezado ya algún padre nuestro a San Antonio para que esto se realice.
Celestino de mi alma, los Requejos lloran recordando a la difunta, los Requejos echan la baba mirando a su sobrinita, y no puede ser otra cosa sino que los Requejos han descubierto quiénes son los padres de Inés, los Requejos han comprendido que la muchacha es un tesoro, y ¡ay!, no me queda duda de que el Requejo mayor, ese poste vestido trae entre ceja y ceja el proyecto de casarse con Inés, obligándola a ello en cuanto la pille en su casa.
y al mismo tiempo el alma se me arrancaba en cuajarones al pensar en mi querida sobrinita, huérfana y abandonada.
-¿Y las señoras? Oí decir que una sobrinita de la señora marquesa.
o sobrinita de Su Excelencia, no estoy bien seguro, había venido de Madrid a acompañarlas.
Mi sobrinita y mi hermana tienen unas cosas.
En fin, Dios se ha acordado de ti, sobrinita.
-Pero aquí nos depara Dios a nuestra querida sobrinita, a esta rosa temprana, a esta señoritica que parece un ángel: ¡ay!, si no puede negar la pinta, si es a su madre.
¡La madre Leonor iba a ponerse poco contenta! Tener allí a la sobrinita.
¿Qué sabía de estas cosas la sobrinita? Esta era la cuestión.
Mientras la joven saboreaba aquellos manjares tributando un elogio a la cocinera a cada bocado, doña Águeda, satisfecha en lo más profundo de su vanidad, pasaba la mano pequeña y regordeta con dedos como chorizos llenos de sortijas, por el cabello ondeado entre rubio y castaño de la sobrinita de sus pecados, como ella decía.
«¡Si sabría ella lo que era el mundo! En cuanto a la sobrinita, era indudable que había que cortarle aquellos arranques de falsa piedad novelesca.
-Es guapa, pero orgullosa -decía la baronesa tronada, que tenía a su marido y a su hijo enamorados en vano de la sobrinita.
El tío Salvador, que había llegado de América en el mes de Abril había regalado entre otras muchas cosas a su sobrinita Lola un precioso loro.
-Entonces, entonces, tío -dijo la sobrinita no disimulando muy bien su alegría-, triunfará usted, triunfará la Iglesia de Jesucristo.
-Mira, sobrinita, esto es todo lo que poseo.
Juan, a quien amaba con delirio, hizo en su espíritu el más desastroso efecto, y la desgracia de su adorada sobrinita le tenía sin consuelo.
Su Eminencia, variando de ideas y propósitos con la estupenda nueva de la conversión, mostrábase en extremo tolerante, contento de aquel desenlace felicísimo, dos veces lisonjero por el triunfo de la Iglesia, y por la regeneración social de su adorada sobrinita.
- ¿Y la otra sobrinita, Salomé?.
¿Pero no sabe usted lo mejor? Ese perdulario, con visos de caballero disfrazado, es el que le birla la sobrinita a Gastón, ¡ja, ja!.
Dígame: ¿esa joven, la sobrinita de Gastón.

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