Ejemplos con serenos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Más serenos y apacibles, menos trágicos y apasionados son los cuadros rurales, en cuya riquísima serie descuellan dos verdaderas novelas primorosas y acabadas, aunque de cortas dimensiones:.
Pasábamos juntos dos o tres horas todos los días, bajo los arcos de la plaza en tiempo lluvioso, y los días serenos, de paseo en el parque o de excursión por las afueras, a coger flores y nidos, cazar grillos y pescar ranas.
Parecía que me había rejuvenecido, y es que cuando uno se figura que vuelven aquellos serenos días de la niñez, siente algo que hace revivir las ilusiones perdidas, como sienten nueva vida las flores marchitas al recibir de nuevo el rocío de la mañana.
A las once de la noche se vio Ojeda dentro de un automóvil camino de la estación del Norte, pasando por calles solitarias y dormidas, en las que empezaban a estacionarse los serenos.
Uno pedía que se hablara del barranco de la calle de Atrás, otro pedía que se colocase un farol cerca de su casa, otro que se le tirasen algunas pildoras al rematante de las bebidas, otro que los serenos no cantasen la hora porque esto le turbaba el sueño, etc.
Hasta las doce de la noche los serenos tenían orden de no apagar ningún farol.
El alcalde, el alguacil, los serenos cayeron sobre él, poniéndole al pecho los chuzos, el estoque y el sable.
Y así continuaron deslizándose los días serenos en la casa de don Rosendo, sólo turbados por los altibajos que la enfermedad de doña Paula sufría.
Muchos obreros guardaban el recuerdo de una anciana con el pelo blanco peinado en bandos, de anticuada distinción, que paseaba en los días serenos por cerca de la ría, apoyada en sus dos hijas, quejándose de las lluvias frecuentes de aquel país, de la atmósfera cargada de carbón y polvo de hierro, pensando en el sol de Levante, en los campos siempre verdes, en los naranjales caldeados por un viento ardoroso.
Currita, desfallecida y sin alientos, se agarraba ya a la verja de la iglesia de San José, pensó volver atrás, pensó seguir corriendo, pensó gritar pidiendo socorro, pensó morirse allí mismo Oyó entonces los pitos de los serenos, sintió abrirse algunas ventanas, vio correr por la acera de enfrente un hombre encapuchado, con el chuzo en ristre y el farol en lo alto.
Por la escalinata que da entrada a la portería salían los novicios a paseo, de tres en tres, con el rosario al ceñidor, el continente modesto, los ojos bajos, tomaban todos hacia la carretera, serenos y alegres, descubríanse al pasar ante la estatua de su fundador, con el cariñoso respeto con que se saluda a un padre, y repartíanse luego en distintas direcciones, por diversos caminos y senderos.
Los serenos que dormitaban en las esquinas, sentados cerca de su linterna, se levantaban al oir el paso de los caballos, saludaban, y se iban a lo largo de las aceras perezosos y distraídos.
Los serenos apagaban sus linternas, y grupos de mujeres y niños iban apresurados hacia el templo.
¿Y cómo se podía contar una cosa tan delicada dando berridos, al modo que cantan los serenos las horas, o como los pregones de las calles? Algo dijo que llevó al ánimo de don Evaristo el convencimiento de que su chulita se veía en un mal paso.
¡Ay! Dios, si me muero, y el pensamiento vive más allá de la muerte, estaré viendo toda la eternidad esta carita graciosa, con su expresión celestial, estos ojos serenos y risueños, esta cabellera oscura con ráfagas blancas que le hacen tanta gracia esta boca, que no habla sin que me duela el alma.
En el comedor continuaba la bulla, pero los ánimos estaban más serenos.
Y ¿podrá vuestra merced pasar en el campo las siestas del verano, los serenos del invierno, el aullido de los lobos? No, por cierto, que éste es ejercicio y oficio de hombres robustos, curtidos y criados para tal ministerio casi desde las fajas y mantillas.

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