Ejemplos con serenísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Carlos IV y Doña Luisa de Borbón y la jura del Serenísimo Señor Don Fernando, Príncipe de Asturias.
Noticia de la vida interior y elogio de las virtudes del Serenísimo Sr.
Fue miembro, según Chiarlone y Mallaina ,del Colegio y miembro de la Sociedad médica de la Real Hermandad de María santísima de la esperanza, establecida en Madrid y protegida por el serenísimo senor Infante.
Aún sufría dolores agudos en la parte posterior de su individuo, efecto de la violentísima puntera con que le arrojaron del real servicio a los pocos días de la caída de su protector el Serenísimo Regente, y el hombre se llevaba sin cesar la mano, idealmente, a la parte lastimada, discurriendo a qué faldones se agarraría para enderezar de nuevo su persona y procurarse un medio decoroso de vivir.
¡Ah, perros lambiones, gorrones y servilones! Antes era el Serenísimo un chupacirios y un motilón, y ahora es Rey de veras, honrado, caballero, valiente, y liberal de añadidura.
El mayor obsequio que pueden hacerme los que tan atentos se muestran, es llevar al Serenísimo señor Infante un aviso de mi parte.
pues oí decir que el Serenísimo D.
Y a propósito, me ha dicho usted que me lleva a presencia de ese señor Serenísimo, y a eso, ilustre Rapella, tengo que oponer una resistencia heroica, porque yo no he venido aquí a ver príncipes más o menos serenos, ni a ocuparme de nada que no sea el interés grande, para mí inmenso, que me ha traído a estas tierras.
Sí, sí, Serenísimo Señor, este joven sería feliz consagrando su vida y su talento a las tareas de la enseñanza en cualquier localidad de la nueva Monarquía.
-Gabrielillo: tengo que leerte una poesía latina que he compuesto en loor del serenísimo señor príncipe de la Paz, mi paisano, amigo y aun creo que pariente.
Así disputamos un buen rato, y al fin, entre ruegos y razones logré convencer al padre Celestino para que me llevara a presencia del serenísimo señor Godoy.
—De vuestra cristiandad y grandeza, serenísimo señor y hermano mio, no podíamos mi hermana y yo esperar menor bien del que a entrambos nos haceis: a ella en igualarla con vos, y a mí en ponerme en el número de vuestros criados.
Súpose cierto que venía por general desta liga el serenísimo don Juan de Austria, hermano natural de nuestro buen rey don Felipe.
Verá usted que lo mismo da un Ministerio que otro, y que cuando se habla de crisis, Su Alteza les interpela con serenísimo desdén en lenguaje riojano o ayacucho, que viene a ser lo mismo: «Ea, chiquios, si queréis disus, disus, y si no estaisus, como vus dé la gana».
El se acredita mejor con la vecindad y compañía que tiene que no los ojos de la cara, que éstos son vecinos de los piojos y caspa de la cabeza y de la cera de los oídos, cosa que dice claro la ventaja que les hace el serenísimo ojo, del culo.
Serenísimo, muy alto y muy poderoso Señor, preceda en Vuestros oídos esta advertencia a mi discurso, que de la benignidad de V.
Mi mente se despejó de sensaciones secundarias, yo sólo era un latido de corazón, un ojo lúcido y abierto al serenísimo interior.
A mi oreja ha llegado un rumor, salido, según creo, de la boca de Manuela Pez, y es que Teresita ya no está con el negro salvaje que la llevó a Francia, sino con un serenísimo Duque adinerado.
Divagó María Ignacia, divagó también Felicianita, reseñando las prácticas de su colegio, y Fajardo, a quien la esposa echaba miradas terribles reconviniéndole por su silencio, habló con afectado calor de los sistemas educativos, concluyendo por ensalzar como más excelente el que se seguía y observaba con el Serenísimo Príncipe don Alfonso.
Constan en el libro prolijas observaciones anotadas por Ulibarri y Morphy con discreta retórica, mas el bueno de don Isidro, enemigo de circunloquios, refería los hechos con realismo ingenuo, y así su prosa histórica nos da esta candorosa sinceridad: «El Serenísimo principe mi Señor se dispertó a las nuebe menos diez minutos se labo, bistió, rezando sus Oraciones, tomó chocolate, se le mobio el Vientre muy natural y abundante, a las diez menos cuarto principio la leccion de Religion.
me convendría, digo, que el Serenísimo Regente me designara al señor Ministro de Gracia y Justicia como acreedor a ostentar junto a mi nombre un título de Castilla, cosa en verdad no difícil, dada la antigüedad y nobleza de mi alcurnia, pues con revalidar alguno de los que pertenecieron a la casa de Centurión y que por incuria están preteridos, basta para llenar este vacío que hoy siento y que usted en su buen juicio apreciará.
Por lo pronto, quieto, aspirando el olor de las acacias en la fiesta de este Mayo serenísimo, deploró que la avenida se pareciese a tantas de París, de Roma, de Berlín.
Mariano Díaz de Centurión, colocado en esta casa, más que por sus méritos, que son bien escasos, por el lustre de su nombre y por el apoyo de usted y del serenísimo Regente, a mí, Sr.
La segunda es que el serenísimo Regente vendrá esta tarde a visitar a Su Majestad y Alteza.
—¿Y dónde te dejas lo serenísimo? —replicó el Ocioso.
-Aquel es el serenísimo infante don Fernando -respondió el Cojuelo-, que está por su hermano gobernando los estados de Flandes y es arzobispo de Toledo y cardenal de España, y ha dado al infierno las mayores entradas de franceses y holandeses que ha tenido jamás después que se representa en él la eternidad de Dios, aunque entren las de Jerjes y Darío, y pienso que ha de hacer dar grada a mujeres de las luteranas, calvinistas y protestantes que siguen la seta de sus maridos, tanto, que los más de los días vuelve el dinero al purgatorio.
-Serenísimo señor, castila excelso, dueño y árbitro de cielos y tierra, sabed que no es nuestra la culpa.
Entre capitanes, Godofre de Bullón, Jorge Castrioto, Rodrigo Díaz de Vivar, el gran Gonzalo Fernández, el primero de Santa Cruz y el pasmo de los turcos, el serenísimo señor don Juan de Austria, fueron espejos de virtud y templos de la piedad cristiana.
El benjamín hoy de la felicidad es, con evidencia de su esplendor, el heroico, invicto y serenísimo señor Cardenal Infante de España, don Fernando, nombre que pasa a blasón o corona nominal de tantos héroes.
El alfayate llamaba serenísimo señor al prelado, pero pedía lo suyo.

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