Ejemplos con niñerías

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Scott es arrojado fuera del automóvil por hacer niñerías.
¡qué sé yo!, de niñerías, de ideas sin ton ni son que le bullen a usted en los cascos.
¡Nada de niñerías, capitán! Conmigo es inútil Pierde usted el tiempo.
Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia.
Tengo mis defectos, como todos los hombres, pero lo que usted cree ¡nunca! Yo no pienso jamás en esas niñerías.
No, no, dije, conozco bien a don Rosendo, y es hombre que aborrece las niñerías.
Es una broma, señor, no se ofenda Como no teníamos de qué platicar, se me ocurrieron estas niñerías por pasar el rato.
Parece mentira que los humanos demos tal valor a estas niñerías.
Vamos, vamos, déjate de niñerías.
Lopito, que tiene con ella alguna aventura pendiente, la llama, la pellizca también, dícele mil niñerías.
-¡Soberbia idea! ¿Conque vamos a buscar a esa muchachuela, mi futura esposa? ¡Qué preciosa ocurrencia! Verá ella si yo soy hombre que se deja burlar por niñerías de novicia.
Reprendióles mucho el ayo severa y ásperamente la estada, diciéndoles que los que iban a estudiar con tanta priesa como ellos, no se habian de detener una hora a mirar niñerías, cuanto mas dos dias, y que él formaria escrúpulo si los dejaba detener un solo punto, y que se partiesen luego, y si no, que sobre eso morena.
Leonora andaba a lo igual con sus criadas, y se entretenia en lo mismo que ellas, y aun dió con su simplicidad en hacer muñecas, y en otras niñerías que mostraban la llaneza de su condicion y la terneza de sus años: todo lo cual era de grandísima satisfaccion para el celoso marido, pareciéndole que habia acertado a escoger la vida mejor que se la supo imaginar, y que por ninguna via la industria ni la malicia humana podia perturbar su sosiego, y así solo se desvelaba en traer regalos a su esposa, y en acordarle le pidiese todos cuantos le viniesen al pensamiento, que de todos seria servida.
Mira, amiga respondió don Quijote: no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos pueden ni deben ser caballeros andantes: de todos ha de haber en el mundo, y, aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros, porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed, pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies, y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su mismo ser, y en todo trance y en toda ocasión los acometemos, sin mirar en niñerías, ni en las leyes de los desafíos, si lleva, o no lleva, más corta la lanza, o la espada, si trae sobre sí reliquias, o algún engaño encubierto, si se ha de partir y hacer tajadas el sol, o no, con otras ceremonias deste jaez, que se usan en los desafíos particulares de persona a persona, que tú no sabes y yo sí.
Mas Pedro, no reparando en niñerías, prosiguió su cuento diciendo:.
Mal cristiano eres, Sancho dijo, oyendo esto, don Quijote, porque nunca olvidas la injuria que una vez te han hecho, pues sábete que es de pechos nobles y generosos no hacer caso de niñerías.
Con esto, nos contábamos cien mil niñerías y acaecimientos de nuestros vecinos y conocidos, y a lo que más se entendía mi desenvoltura era a tomarle, casi por fuerza, una de sus bellas y blancas manos, y llegarla a mi boca, según daba lugar la estrecheza de una baja reja que nos dividía.
¿Qué niñerías son éstas, señor don Luis, o qué causas tan poderosas, que os hayan movido a venir desta manera, y en este traje, que dice tan mal con la calidad vuestra?.
Lo que me consuela es que esta dádiva no se le puede dar nombre de cohecho, porque ya tenía yo el gobierno cuando ella las envió, y está puesto en razón que los que reciben algún beneficio, aunque sea con niñerías, se muestren agradecidos.
Pero el generoso león, más comedido que arrogante, no haciendo caso de niñerías, ni de bravatas, después de haber mirado a una y otra parte, como se ha dicho, volvió las espaldas y enseñó sus traseras partes a don Quijote, y con gran flema y remanso se volvió a echar en la jaula.
No mire vuesa merced en niñerías, señor don Quijote, ni quiera llevar las cosas tan por el cabo que no se le halle.
A estas cinco causas, como capitales, se pueden agregar algunas otras que sean justas y razonables, y que obliguen a tomar las armas, pero tomarlas por niñerías y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso, cuanto más, que el tomar venganza injusta, que justa no puede haber alguna que lo sea, va derechamente contra la santa ley que profesamos, en la cual se nos manda que hagamos bien a nuestros enemigos y que amemos a los que nos aborrecen, mandamiento que, aunque parece algo dificultoso de cumplir, no lo es sino para aquellos que tienen menos de Dios que del mundo, y más de carne que de espíritu, porque Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir, siendo legislador nuestro, dijo que su yugo era suave y su carga liviana, y así, no nos había de mandar cosa que fuese imposible el cumplirla.
El vizcaíno, que así le vio venir contra él, bien entendió por su denuedo su coraje, y determinó de hacer lo mesmo que don Quijote, y así, le aguardó bien cubierto de su almohada, sin poder rodear la mula a una ni a otra parte, que ya, de puro cansada y no hecha a semejantes niñerías, no podía dar un paso.
porque cada uno dellos tenía uno o dos sabios, como de molde, que no solamente escribían sus hechos, sino que pintaban sus más mínimos pensamientos y niñerías, por más escondidas que fuesen, y no había de ser tan desdichado tan buen caballero, que le faltase a él lo que sobró a Platir y a otros semejantes.
Mal me conoce vuestra merced, sí, que aún no estoy en edad tan prolongada que me acoja a semejantes niñerías, pues, Dios loado, mi alma me tengo en las carnes, y todos mis dientes y muelas en la boca, amén de unos pocos que me han usurpado unos catarros, que en esta tierra de Aragón son tan ordinarios.
Y si no me acuerdo mal, he oído decir al cura de nuestro pueblo que no es de personas cristianas ni discretas mirar en estas niñerías, y aun vuesa merced mismo me lo dijo los días pasados, dándome a entender que eran tontos todos aquellos cristianos que miraban en agüeros.
No pensaba Zurita aceptar la proposición, pues aunque sus rentas eran lo escasas que sabemos, a él le bastaban, y la filosofía, además, no le permitía perder el tiempo en niñerías por el vil interés, pero fue a ver a la señora para decírselo todo en persona.
-Y vos -dijo el maldito- como ignorante, ¿pues no sabéis que la mitad de los que están aquí se condenan por la misericordia de los dioses? Y si no, mirad cuántos son los que, cuando hacen algo mal hecho y se lo reprehenden, pasan adelante y dicen: ´Los dioses son piadosos y no miran en niñerías, para eso es la misericordia de los dioses tanta’.
Frente de ambas iba sentada una negra aún joven, doncella y compañera desde su infancia de la que lloraba, la que por sus visajes, gracias y niñerías logró que a una legua de Cádiz las lágrimas de su ama llegaran a secarse, y que una sonrisa reemplazase los suspiros que antes salían de sus labios.
Afanarse, pues, mucho y trabajar por amor de burlas y niñerías, mucha.

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