Ejemplos con niño

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Por qué dice el amo de Platero que es igual que un niño?.
Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la calle de San José se fué al cielo.
Siempre que volvíamos ,- el niño tonto ,- estar sentado ,- a la puerta ,- mirar ,-.
La primavera ,- pensar ,- el niño tonto ,- al cielo.
echarse en la tierra llegarse poco a poco adormilarse igual que un niño.
y por dormirse mi niño, se duerme la arrulladora .
Luego se echa en la tierra tosca y, a la larga copla de madre, se adormila, igual que un niño.
Se dice: Este niño tiene muy pocos años , o este viejo tiene muchos años.
¡Qué disparate! El niño es el que tiene muchos años y el viejo el que tiene pocos años, poquísimos, quizás meses, quizás días, quizás horas, porque el tiempo pasado ya no existe.
Para mí, siempre serás un niño, aunque te hagan obispo de la ínsula Barataria.
Parece ser que mi padre, desde muy niño, componía versos y era muy dado a leer novelas y dramas.
Felicita, llorando, cada vez con desconsuelo más dulce, resignado e inconsciente, se adormeció como un niño.
Es decir: cuando la humanidad, tras de haber imaginado penetrar el sentido de la vida y la muerte y tener asido el orbe entre las manos, como un niño una pelota, volvió sobre sí y, con maravilla y espanto, descubrió que todo había sido ensueño e ilusión, que la vida no tiene sentido ni el orbe consiente que se le abarque, en aquel trance lastimoso, que fué algo así como una almoneda en donde se desbarató el hogar y menaje de los dioses, algunos individuos remataron a bajo precio tales y cuáles trastos de la almoneda, que, aunque apolillados y claudicantes, todavía duran y se utilizan, y otros individuos, muy contados, más propensos a la desesperanza y al tedio, volviéronse de espaldas al cielo, ya vacío y desalquilado, humillaron los ojos hacia el suelo, y aplicáronse a reunir por semejas hechos minúsculos, no de otra suerte que un desocupado, por pasatiempo o ansia de olvido, se emplea en coleccionar objetos inservibles, y así se fué formando cada una de las ciencias particulares: que no es otra cosa una ciencia sino colección, jamás completa, de sellos usados o cencerros de vaca.
Aquello no podía quedar así, ¡el niño en la cama y todo desarreglado! Había que acicalar al para su último viaje, vestirle de blanco, puro y resplandeciente como el alba, de la que llevaba el nombre.
Querían ver el niño, el pobre , y entrando en el , le contemplaron todavía en la cama, el embozo de la sábana hasta el cuello, marcando apenas el bulto de su cuerpo bajo la cubierta, con la cabeza rubia inerte sobre el almohadón.
Y al fin, dormíanse con el propósito de deshacer al día siguiente todo el mal causado, de ir por la mañana a ofrecerse a la familia, a llorar sobre el pobre niño, y entre las nieblas del sueño creían ver a Pascualet, blanco y luminoso como un ángel, mirando con ojos de reproche a los que tan duros habían sido con él y su familia.
El niño quedó abandonado en el camón del , revolviéndose con los ojos empañados por la enfermedad, y balando débilmente:.
Y el niño siempre igual, con una fiebre que devoraba su cuerpecillo cada vez más extenuado.
Y el pobre Batiste, con el pensamiento ocupado por tantas desgracias, barajando en su imaginación el niño enfermo, el caballo muerto, el hijo descalabrado y la hija con su reconcentrado pesar, llegó a los arrabales de la ciudad y pasó el puente de Serranos.
Su exterior grave delataba al niño que, acostumbrado a luchar con la miseria, es un hombre a la edad en que otros juegan.
¡Pero maldita! ¿no pensaba en dormir? No, no podía: aquel niño turbaba su sueño.
Al amanecer le vió Roseta en el camino, casi oculto tras el tronco de una morera, mirándola con zozobra, como un niño que teme la reprimenda y está arrepentido, dispuesto a huir al primer gesto de desagrado.
Lo dijo aproximándose a ella hasta lanzarle su aliento a la cara, brillándole los ojos como si por ellos se le saliera toda la verdad, y después de esto, arrepentido otra vez, miedoso, aterrado por sus palabras, echó a correr como un niño.
Los hacían entrar, los convidaban a beber y luego les iban hablando al oído con la cara ceñuda y el acento paternal y bondadoso, como quien aconseja a un niño que evite el peligro.
¡Nadie se aprovecharía de su trabajo! Y así estuvo hasta cerca del amanecer, cortando, aplastando con locos pataleos, jurando a gritos, rugiendo blasfemias, hasta que al fin el cansancio aplacó su furia, y se arrojó en un surco llorando como un niño, pensando que la tierra sería en adelante su cama eterna y su único oficio mendigar en los caminos.
Él, que no había llorado nunca, gimoteó como un niño.

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