Ejemplos con mugiendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tiempo después, Sierra estudios, en la expansión sí se creó nuevo contenido, en el cual una de las búsquedas podía ser modificada para que un granjero apareciera vestido de vaca y mugiendo.
Viene mugiendo un automóvil del ejército, desocupado y enorme, a toda fuerza de su motor.
Los ruidos fuertes sacudían asimismo su inercia, y corrían entonces, mordiéndose la lengua y mugiendo, alrededor del patio.
Y el acompañó un buen trecho al doctor, mugiendo sus maldiciones y amenazas contra los contratistas que eran sus enemigos más inmediatos y contra los ricos de Bilbao siempre invisibles, divinidades maléficas que hacían sentir la fuerza de su poder en la montaña, sin mostrarse más que por la mediación de administradores y capataces, si explotaban la mina directamente, o de contratistas si creían más ventajoso para ellos ajustar el arranque del mineral.
Pesaba mucho: la palabra escapaba mugiendo de su boca torcida, como escapan los habitantes de una casa que se desploma.
El cansancio de la noche precedente, pasada en el baile del marqués de Butrón, le rindió bien pronto y durmióse al fin pensando en su madre, que le llevaba de la mano, como cuando era niño, al santuario de la Virgen de Regla, encaramado sobre un peñasco, dominando el mar que se confunde en el horizonte con el cielo, como si fuese imposible presentar dos imágenes distintas del infinito, y vuelve después, soberbio siempre y constante, a estrellarse contra las rocas de la costa, mugiendo como una desesperación eterna e impotente.
Retorciéndome los brazos, golpeándome la cabeza, mugiendo de desesperación, exclamé sin poder contener el grito de mi alma irritada:.
Cuando estas últimas palabras resonaron en el salón, un rumor de olas agitadas se oyó en las tribunas, olas de patriótico frenesí que fueron encrespándose y mugiendo poco a poco hasta llegar a un estruendo intolerable.
Mientras esto hacía el de a pie, el río seguía mugiendo, el viento rebramando, el agua cayendo, aunque no en tanta copia como antes, los truenos en todo su furor, y el caballero, sin apearse, envuelto en su capotón impermeable, que le cubría de pies a cabeza, inmóvil y negro como su cabalgadura, asemejábase a una estatua esculpida en carbón de piedra.
Y vimos en medio de la polvareda aparecer y venir hacia nosotros, a paso largo, un camello muy asustado que llegaba alargando el cuello y mugiendo desesperadamente.
Numerosos rebaños de ganado vacuno bajaban mugiendo a beber moviendo sus esquilas, y otros hatos de ovejas y cabras y tal cual piara de yeguas con sus potros juguetones venían también a templar su sed, triscando y botando, mezclando relinchos y balidos.
Un toro colorado pasa, dueño de la mañana, olfateando, mugiendo, destrozando por capricho lo que encuentra.
Un momento después, el tren partió, mugiendo y resoplando como un monstruo fatigado, con lo que la agitación calmó algún tanto en la plataforma colmada de viajeros.
¡Maldito sea! Pero la princesa, por su parte, le vió llegar a ella, y rugió cual una leona madre de leoncillos, y gruñendo, mugiendo y rápida como una ave de presa, lanzó su corcel Lahik contra su adversario.
Gemían los troncos al abrasarse, y las ígneas ondas batidas por el viento se tendían mugiendo furiosas, o agudas lenguas de ellas arrancadas iban en rápido vuelo a morir cual exhalaciones lejos del incendio, un diluvio de partículas brillantes se movía en la obscuridad, o entre la enorme columna de humo que remataba en una ancha copa compuesta de innumerables vellones que, ensanchándose lentamente en el espacio quebraban los rayos de la luna y le ocultaban por completo la divina faz.
Pesaba mucho: la palabra escapaba mugiendo de su boca torcida, como escapan los habitantes de una casa que se desploma.
Y cuando, despertado por la bulla que metían en el campo, los perros con sus aullidos y los peones con sus gritos, se apresuró el sol a saltar de la cama, envuelto todavía en los violetos jirones de su colcha de nubes deshechas, y asomó la cara en el horizonte, por todos lados, vio surgir de los pajonales y de los huecos, trozos de hacienda que corrían a juntarse en el rodeo, trotando las vacas, galopando, mugiendo, balando, corneándose, dando de cabezazos a los perros, trepándose unas encima de otros, parándose a veces un toro, para hacer volar con fiereza la tierra por el aire, llegando por fin todas, en largas filas, al rodeo, donde se mezclan, remolinean un rato, y poco a poco se sosiegan, juntándose por familias, buscando cada cual su sitio acostumbrado, esperando, tranquilas, bajo la custodia de los jinetes, lo que disponga el patrón.
Luego rompía la orquesta, colocada ad hoc sobre un templete, se disparaban cien cohetes a la vez, se abría el encierro y salía el toro mugiendo.
:::ven, mugiendo, que flota como triste presagio.

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