Ejemplos con mugidos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Oía los mugidos del río que pasaba a su izquierda, tocaba los jaramagos que brotaban entre las rendijas a su derecha, y sentía en el rostro el fango con que le salpicaban los caballos que le precedían, y el aire sutil y nauseabundo, como el de una caverna, que silbaba al pasar por aquel tubo retorcido y caprichoso.
Los tritones de su cortejo lanzaban por sus caracolas los mugidos atmosféricos que tronchan los mástiles como cañas.
El animal esperó a que el hombre llegara frente a él, y entonces dió principio a los mugidos con bravatas de cornadas.
Te he conocido con sólo oírte, Luisillodijo Iriondo con su voz bronca y discordante de hombre enronquecido por la continua humedad y obligado a hacerse oír entre los mugidos del viento y de las olas.
Cariñosa atención puso en aquellos mugidos, y hasta llegó a traducirlos libremente de este modo: Luci.
Aunque ya se preparaba para soltar los mugidos que le harían pasar por mudo, contestó en habla de cristiano a las expresiones afectuosas de la señora con medias.
No le intimidaban, sin embargo, a ella los mugidos del , incorporóse un poquito, y muy extrañada y ofendida, y con los claros ojos fijos siempre en el vacío, comenzó a decir con su suave vocecita algún tanto apurada:.
Vinieron luego las pequeñas infidelidades y los pequeños desencantos, sufridos sin reproche, perdonados sin restricción, que no lograron derribar el ídolo de aquella alma enamorada, manso río sin borrascas, arpa eolia en que hasta los mugidos del huracán se transformaban en suspiros Después vinieron las grandes ofensas, y a poco los terribles descubrimientos de vicios enormes, que brotaban como setas monstruosas bajo el aspecto de seductor de aquel esposo adorado, de inclinaciones depravadas, pasiones indómitas, costumbres disolutas e innumerables defectos, que nacían y vivían en su alma como en la carne podrida los gusanos asquerosos.
Uníanse en el jardín las carcajadas de Monina, que saltaba a la cuerda, con los mugidos del mar, que azotaba a la costa, como si en aquella naturaleza tan bella, tan en calma, tan espléndida, se armonizara lo inocente con lo terrible, el mar y el niño, la extrema debilidad y la extrema fiereza.
De los corrales salía un discordante concierto animal: relinchos de caballos, mugidos de vacas, cloquear de gallinas, balidos de corderos, ronquidos de cerdos, un despertar ruidoso de bestias que, al sentir la fresca caricia del alba cargada de acre perfume de vegetación, deseaban correr por los campos.
¡Dabas unos mugidos!, y de pronto te echabas a reír, ¡y se te escapaban unas palabritas!.
Al despertar el pueblo, al amanecer, se oyen los mugidos de los bueyes, luego, los alpargateros sacan su banco a la acera, y los carpinteros.
Oía los mugidos del río que pasaba a su izquierda, tocaba los jaramagos que brotaban entre las rendijas a su derecha, y sentía en el rostro el fango con que le salpicaban los caballos que le precedían, y el aire sutil y nauseabundo, como el de una caverna, que silbaba al pasar por aquel tubo retorcido y caprichoso.
Un rumor lejano de cantos, mugidos y gorjeos, se mezclaba a la calma solemne que reinaba entorno.

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