Ejemplos con mala

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Señora: reconozco que usted es mucho más lista que yo y que pone las cosas de manera que no acierto a responder, pero, como la respeto y la estimo, estoy seguro que usted, en su conciencia, reconoce que yo tengo razón y que usted defiende, con mucha habilidad, una mala causa.
Soy muy mala, pero a nadie he querido sino a ti.
¿Por qué hemos de escaparnos? Se escapan los que han hecho una cosa mala, y nosotros no la hemos hecho.
A la puerta del salón, vestido de librea, montaba la centinela Patón, un lacayo de labios bozales y ojos de cerdo, que nos tenía a mi padre y a mí mala voluntad y envidia no disimuladas.
No contenía el acta una mala protesta, ni él creía lo que se contaba de su elección sobre atropellos cometidos por sus auxiliares, pero tales cosas podrían decirse en el Congreso, de tal modo podrían presentarse los hechos, que al fin vacilaran los ánimos y se pusiera todo el mundo de parte del vencido, lo cual equivalía a echarle a él de allí y obligarle a volverse a su cosa, como un Juan particular, sin haber llegado a ser.
No ha reformado con una mala teja su antigua casita de la plaza, ni ha vuelto a poner en ésta los pies, y se comprende en un hombre de sus circunstancias, muerto el señor cura, don Justo, ¿qué otra persona quedaba allí con quien pudiera entenderse él?.
Era menester que se libertase de aquellas ansias agresivas, que cada día le hostigaban con redoblada tenacidad, o, de lo contrario, perdería en una mala hora la cabeza y haría una barbaridad.
¡Doña Moncha de mi alma, no diga eso! ¡Santísima Virgen de la Pastoriza, hay mucha gente mala, y si la oyen y dan en repetirlo! ¡Doña Moncha de mi vida, no me eche esa fama!.
Pero los cerrados ojos empezaron a poblar su densa lobreguez de puntos ígneos, que se agrandaban formando manchas de varios colores, y las manchas, después de flotar caprichosamente, se buscaban, se amalgamaban, y otra vez veía a aproximándose a él lentamente, con la cautela feroz de una mala bestia que fascina a su víctima.
Allí no podía existir gente mala.
Iba a casa de sus amos a contarles lo ocurrido, la mala voluntad de aquella gente, empeñada en amargar su existencia, y una hora después, ya más calmado por las buenas palabras de los señores, emprendió el camino hacia su casa.
¡Las vueltas que da el mundo en diez años! ¿Quién les hubiese dicho a ella y a sus hermanas, acostumbradas a vivir en su casa como reinas, que acabarían de aquel modo? ¡Señor! ¡Señor! ¡Libradnos de una mala persona!.
Batiste se detuvo, lamentando en su interior no llevar consigo ni una mala navaja, ni una hoz, pero sereno, tranquilo, irguiendo su cabeza redonda con la expresión imperiosa tan temida por su familia y cruzando sobre el pecho los forzudos brazos de antiguo mozo de molino.
Pero en honor de la verdad, debe decirse que la mala reputación de las Troyas consistía, más que nada, en su fama de chismosas, enredadoras, traviesas y despreocupadas.
Soy más mala que las peores mujeres de la tierra.
Esa gente es más mala que Satanás.

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