Ejemplos con despavoridas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A la misma noche todo va normal ya que no bajan nadie pero desde abajo tanto Meg como sus amigas escuchan a Peter y Lois haciendo el amor mientras estas horrorizadas oyen el momento en el que Peter llega al clímax, las chicas huyen despavoridas de la casa después de haber oído a los padres de Meg y ver a Chris espiarlas.
Y al soplo gigantesco de aquella tromba las indiadas huían despavoridas, abandonando sin combate, sin amago de resistencia siquiera, el robo y los cautivos que llevaban.
Esto hace que las víctimas huyan despavoridas.
Despavoridas huyeron hacia la cocina las chicas, las grandes y medianas, y yo temblé viendo la cara que traía mi don Juan, y observando los gritos y patadas que fueron su entrada y saludo en la patriarcal vivienda.
Las piezas de loza volaban por el aire y se estrellaban contra la pared, o en el cuerpo de las consternadas mujeres, que defendían su rostro con las manos, chillando furiosamente, los cascos de porcelana, los pedazos del pato, el salero, los tenedores, la ensalada, iban cayendo aquí y allá, y las amas y sobrinas huyeron despavoridas hacia el interior con lamentos de resignación más que de ira.
Don Gabino se santiguó, Centurión soltó un terno, se echaron a la calle despavoridas , ansiosas de alcanzar algo de la función, y humilló su cabeza y encogió su cuerpo como si quisiese meterse debajo del mostrador.
Al paso de los hombres por los corrales, huían despavoridas las gallinas, que ya requerían los palos de sus albergues.
Las gentes del pueblo, que al principio de la matanza se aproximaron con instintiva curiosidad y querencia insana del terror, huían ya despavoridas.
Las criadas, endomingadas, huían despavoridas al escuchar el vocerío, y pasaba la tribu al galope, dando furiosos saltos, con sus caretas horriblemente grotescas y esgrimiendo por encima de sus cabezas enormes navajas de madera pintada con manchas de bermellón en la corva hoja.
Las tres mujeronas que habían ido en busca de la delincuente, pasaban de la huerta al patio por la puertecilla verde, huyendo despavoridas y dando voces de pánico.
Y más cerca, divisamos las rojas llamas oscilando sobre las techumbres, y una multitud de mujeres despavoridas, ancianos y niños corrían por los campos huyendo con espanto de aquella maldición de los hombres, más terrible que las del cielo.
Brilla en esto ante sus ojos la llama del primer rayo y estalla sobre su misma cabeza un horroroso trueno: inmóviles y despavoridas ya no tienen más recurso que entrar en la fúnebre capilla, y sentarse sobre un montón de escombros arrinconados en uno de sus ángulos.
Cuando en Tierra Adentro aparece la viruela, los toldos se mudan de un lado al otro, huyendo las familias despavoridas a largas distancias de los lugares infestados.
Cuando las señoras hubieron escapado, despavoridas e indignadas, exigiendo el envío inmediato de su ropa y jurando no volver más a tal casa y contárselo a las amigas, Dolores, pálida, tranquila, se plantó ante el esposo.
Halláronle tendido en el suelo, juzgáronle asesinado, aturdiéronse, y, sin otras averiguaciones, corrieron despavoridas a casa de don Pedro Mortera.
Ahora el Maestro es un dictador de la fuerza, ahora el Maestro es un guerrero terrible, porque le robó el poder al Diablo, y las tinieblas espantadas huyen despavoridas.
Ahora, las olas embravecidas del mar Rojo lo miran aterradas, y las tinieblas llorando huyen despavoridas.
Pronto, despavoridas por el trueno, empapadas por la lluvia, atropelladas por la piedra, golpeadas, cayendo y levantándose, llegaron a campos desiertos y pobres, donde fueron presa de los pájaros hambrientos y del fuego destructor.
Ve como algunas siluetas humanas huyen despavoridas entre derrumbes y explosiones.
Nada detiene su invasión: después de incendiar la atmósfera llega a la cumbre de la montaña, y la montaña adquiere cárdenos resplandores de volcán, hace de la llanura un océano de fuego, espanta las sombras de la campiña, que van despavoridas a esconderse no se sabe dónde, entra en los patios, en los jardines, en los corredores mismos de las casas, relampaguea en los tejados, inflama las paredes, arranca vivos, sangrientos centelleos de las piedras del arroyo, y al revolcarse, despiadado y frenético, sobre la tierra desnuda, la tierra se estremece, abre su seno voluptuoso y exhala un tibio y prolongado soplo de lujuria.
Al paso de los hombres por los corrales, huían despavoridas las gallinas, que ya requerían los palos de sus albergues.
Era esa hora misteriosa y solemne en que por el Occidente huyen despavoridas.
Las zagalas, creyendo que se les había aparecido el duende de la casa de los Vargas, huyeron despavoridas, sin comprender cuán cruelmente habían herido con su conversación dos amantes corazones.
aves despavoridas que iban a guarecerse en sus nidos de la próxima tempestad, cuando desde mi.
Vagaban en los patios del edificio, como sombras despavoridas, algunas de las víctimas allí aprisionadas que habían podido salvar de la catástrofe, mientras que otras estaban ya enterradas bajo de sus escombros.
¡Con qué desesperados clamores se abrazaron a su cuello las pequeñas, cuando el tutor nombrado por el juez quiso llevarlas hasta el coche que esperaba a la puerta de la casa mortuoria! Aún le parecía oír sus lamentos y sus desgarradores gritos, al arrancarlas aquél por la fuerza de sus brazos, y ver todavía sus caritas convulsas y despavoridas asomadas a la portezuela del carruaje, llamándole frenéticas: —¡Gabriel!, no nos dejes, ¡ven, Gabriel!.
En algunos casos hubo también soltadura de palomitas que volaban despavoridas, huyendo del popular entusiasmo.
Las piezas de loza volaban por el aire y se estrellaban contra la pared, o en el cuerpo de las consternadas mujeres, que defendían su rostro con las manos, chillando furiosamente, los cascos de porcelana, los pedazos del pato, el salero, los tenedores, la ensalada, iban cayendo aquí y allá, y las amas y sobrinas huyeron despavoridas hacia el interior con lamentos de resignación más que de ira.
Despavoridas huyeron hacia la cocina las chicas, las grandes y medianas, y yo temblé viendo la cara que traía mi don Juan, y observando los gritos y patadas que fueron su entrada y saludo en la patriarcal vivienda.
Don Gabino se santiguó, Centurión soltó un terno, se echaron a la calle despavoridas las del partido, ansiosas de alcanzar algo de la función, y Sebo humilló su cabeza y encogió su cuerpo como si quisiese meterse debajo del mostrador.

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