Ejemplos con consabida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La consabida picardía de la chicha causó tales estragos en Darwin que no pudo conciliar el sueño en toda la noche y debió hacer la investigación literalmente apoyado en sus auxiliares John Meehan y Scott Martens.
El primero solo contiene nueve reglas diferenciadas, encabezándose, al igual que los otros dos del grupo, con la consabida fórmula notificatoria sepan quantos esta carta vieren.
Luego uno después de otro hicieron entrar a sus apadrinados en la casa y escribir sobre una mesa de comedor una carta dirigida al juez, la consabida carta del suicida.
Presentaría, pues, una proposición al Congreso pidiendo las franquicias para el comercio y la navegación, solicitadas por sus amigos, una carretera para cada pueblo, enlazadas con la general, y la exención de pago de contribuciones pecuniarias y de sangre a toda la provincia, por el año próximo venidero, en virtud de los méritos de la consabida plaga y de otras muchas razones que él sabría exponer, de tal modo, que no solamente llevaran al ánimo de los diputados el convencimiento, sino también el espanto y la consternación.
En éstas y otras, y devorados por los comensales, amén de los pucheros bien atacados, dos docenas de pollos en salsa, media arroba de carne estofada y una calderada de arroz con leche, repartió entre ellos don Simón un mazo de puros del estanco, encargó a cada uno de los doce subalternos el mayor esmero en el cumplimiento de la comisión que se les había dado, los favoreció con un afectuoso apretón de manos, pagó la comida a los diez y ocho, y los piensos de otros tantos caballos, más algunas herraduras que hubo que poner a tres o cuatro de los últimos, y seguido de la consabida media docena de personajes que formaban su estado mayor, bajó al corral.
La música se había colocado en el avante del paseo y rompió a tocar la consabida marcha, aunque el buque estaba lejos de la ciudad.
Se daba un banquete en el nuevo edificio de las escuelas para inaugurarlo: a los tres o cuatro días se recibía el periódico de Lancia con la consabida carta publicando los brindis y los sonetos improvisados.
La aparición del primer número, que traía la consabida viñeta representando un adolescente peinado con la raya por el medio, y rodeado de una porción de latas de conservas a modo de libros, en actitud de leer, más bien de merendar, una de ellas, causó viva sensación en la villa.
Pues sí, Manueladijo el marido, en un día como éste, nosotros no podíamos prescindir de hacer a ustedes la consabida visita.
, hasta la muerte del desafiado, el cual lleva en el bolsillo del paletót la consabida declaración de.
¡Ved! Los mismos carpinteros que ayer improvisaban un tablado sobre las butacas de los Teatros para disponer aquellas mascaradas frenéticas de toda una noche, que terminaban siempre con la consabida , arreglan hoy en las Iglesias los Monumentos del Jueves-Santo: las mismas damas que diableaban hace un mes en el Teatro Real bajo un antifaz de seda, o mejor dicho, sin el antifaz que usan todo el año, se preparan hoy a pedir limosna para los niños de la Inclusa en las puertas de los templos: los tertulios de sus salones y de sus palcos, o los ginetes que en el Prado suelen acercarse a la portezuela de sus coches, son invitados, no a una , ni a una conferencia matinal en el tocador, ni a un día de campo en Aranjuez, sino a San Luis, a San Antonio de los Portugueses o a Santo Tomás, a que contribuyan con un pedacito de oro a dejar bien puesto el pabellón de las bellas postulantes: los más empedernidos Lovelaces obedecerán el Jueves a tan piadosa intimación, después de lo cual se plantarán en frente de las iglesias a ver entrar y salir a las mujeres, lo mismo a las casadas que a las solteras y a las viudas, pareciéndose en esto a aquel de quien se dijo:.
Toma mi duro, por si hay la consabida suscricioncita.
Y a renglón seguido la consabida palabrita de casamientodijo mirándole de lleno y observándole indeciso en la respuesta.
El comedor era interior, con tres ventanas al patio, su gran mesa y aparadores de nogal llenos de finísima loza de China, la consabida sillería de cuero claveteado, y en las paredes papel imitando roble, listones claveteados también, y los bodegones al óleo, no malos, con la invariable raja de sandía, el conejo muerto y unas ruedas de merluza que de tan bien pintadas parecía que olían mal.
Aproximóse al grupo el jinete, y repitió la consabida pregunta:.
-Ha dicho usted lo que no quiero recordar -dijo Paz, limpiándose la consabida lagrimita.
Díles a entender la hermosura de la gracía, y la fealdad del pecado, la eternidad consabida en uno y otro extremo de pena y gloria, con la duracion del alma, y otros puntos que juzgué por convenientes, los que oyeron con gusto: y tratándoles de reduccion, un ladino, llamado , me respondió lo mismo que ya me habia informado Ignacio, su compañero, por lo que conocí de cierto en estos deseo de reducirse.
Lo pasaba tan ricamente, comía de caliente ¡y con pan! en una taberna, pero a los pocos días quiso su desgracia que asomase por allí los bigotes uno de sus sayones, y otra vez a la cárcel, para que pudiera publicarse con fundamento la consabida gacetilla sobre el terrible Groguet y el inmenso servicio del cabo Fulano «y fuerza a sus órdenes».
El hombre de la capa desapareció de la esquina de las Campanas, pero ni Abascal ni los albañiles alcanzaron a borrar de la memoria del pueblo la consabida frasecilla: De esta capa, nadie escapa.
A la hora consabida, sentí que abrían la puerta de mi cuarto, fingí que roncaba.
Por toda contestación exclamó, con la tonada consabida:.
Y no tuvo la entrevista otro resultado, si no se cuenta como tal la puñalada que sintió en la consabida víscera el doctor con las últimas palabras de su hijo, cuyos dolores estaban quitándole a él la vida.
En la hoz estaba ya, y muy adentro, cuando le encontró el alguacil que le llevaba la carta consabida.
¡Cuidado si las tales olas son enemigas de artificios y mentiras! Dígalo si no la consabida compañera del rincón.
Dejéla memorias para él, que fueron recibidas por la intermediaria con un «resguardo» a mi favor de lo más fervoroso y pintoresco que se puede imaginar, y continuamos el médico y yo andando hacia la casa de don Pedro Nolasco, pero hablando mucho de don Sabas Peña, «una de las ruedas más importantes de la consabida máquina», al decir de Neluco Celis.
El primero en medio de los otros dos, metidas las manos en los bolsillos de sus anchos pantalones, tiradas hacia la espalda las solapas de la levita consabida, y el hongo muy calado sobre el cogote.
Si iba al café, aun sacrificando sus apetitos al gusto de los demás parroquianos, por evitar escenas como la consabida del sorbete, notaba que los mozos le servían más tarde y peor que a todo el mundo, porque en el centro de la tolerancia y de la despreocupación se juzga y se respeta a los hombres en razón directa de la excelencia del corte y calidad de sus vestidos.
La consabida mujer le salió al encuentro, después de haber tendido otra vez en el suelo su mantilla, y aceptó con cierta solemnidad la jarra y el vaso que el marinero le ofreció, enseguida colocó éste el pan y el queso sobre la mantilla, y sacó del bolsillo una navaja, calló de repente la concurrencia, lanzó el quinto gemido la mujer del ''glorificado'', relamiéronse con fruición sus tres hijos, y la que tenía la jarra llenó con admirable pulso, hasta los bordes, el primer vaso de aguardiente.
Y obsequiada ya de este modo la familia, el vaso, el pan y el queso comenzaron a circular por la reunión entre murmullos muy expresivos, oyéndose de vez en cuando aquí y allá, bien por la chillona voz de una mujer, bien por la ronca de un hombre, la frase consabida: «a la buena gloria del defunto».
El único que no preguntaba, y hasta ponía cara de fisga, era Jácome Fidalgo, alias Mansegura, cazador furtivo injerto en contrabandista y sabe Dios si algo más: ¡buen punto! Acababa el tal de mercar un rollo de alambre, para amañar sus jaulas de codorniz y perdiz, y con el rollo en la derecha, su chiquillo agarrado a la izquierda, la vetusta carabina terciada al hombro, contraída la cara en una mueca de escepticismo, aguardaba la sentencia relativa a la consabida endrómena.

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