Buscar Poemas con Patria


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 88 poemas con la palabra patria

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Luis Muñoz Rivera

himno

-- de Luis Muñoz Rivera --

Aceptareis, patriotas, inerte vuestra mano
la esclavitud abyecta, la servidumbre vil?
¿no veis cómo el tirano
azota a nuestro pueblo juzgándole servil?

la patria estaba muda; la patria estaba muerta;
el déspota la hería con bárbara crueldad:
la patria se despierta
y a nuestros brazos fía su sacra dignidad.

¿Vivir bajo la punta del látigo extranjero?
¿llorar en el oprobio y en la abyección gemir?
no, no: vibre el acero;
volemos, ciudadanos, volemos a morir.

¡Al arma, hijos del plata! cabezas de verdugos
exige nuestra tierra: herid sin compasión.
Así se rompen yugos
y donde fue la tribu se forja la nación.

Poema himno de Luis Muñoz Rivera con fondo de libro

Manuel Acuña

a la patria

-- de Manuel Acuña --

Composición recitada por una niña en tacubaya de los mártires, el 11 de septiembre de 1873.
Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.
Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.
¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.
Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.

Poema a la patria de Manuel Acuña con fondo de libro

Manuel Acuña

A la patria (Manuel Acuña)

-- de Manuel Acuña --

Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.

Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.

¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
Hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.

Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.

Poema A la patria (Manuel Acuña) de Manuel Acuña con fondo de libro

Clemente Althaus

Aniversario (Althaus)

-- de Clemente Althaus --

Sigue un día a otro día,
oh dulce patria, y el rubor los cuenta;
que, impune todavía
injuria tan sangrienta,
son dos años la edad de nuestra afrenta.
Como el hijo que llora
de la madre la pública mancilla,
bañe tu prole ahora
en llanto la mejilla,
al ver, patria, la mengua que te humilla.
No en brazos de Amor duerma
el buen peruano, ni descanse o ría,
estando tu honra enferma:
destierre la alegría
hasta que llegue de tu triunfo el día.
Tal día en fin cercano
contemplas, patria; que la armada ibera
ya surca el océano,
pidiendo tu ribera
do el escarmiento y el baldón la espera.
Oh Abril, oh Abril, tú viste
el ultraje del pérfido enemigo
y nuestro oprobio triste:
sé tú también testigo
de la justa venganza y del castigo.

14 De Abril de 1866.



Clemente Althaus

Noticias de la patria

-- de Clemente Althaus --

Es dulce a quien habita tierra ajena
nuevas sabe su país nativo,
que engaña de la ausencia la gran pena;
mas yo, que ausente de mi patria vivo,
consuelo ni alegría sentir suelo
con lo que a todos es grato y festivo.
Antes me oprime grave desconsuelo;
llanto vierten los ojos, hechos fuente,
y me lamento al poderoso cielo.
Pero ¿cómo alegrarme? ¿cómo ardiente
no derramar inconsolable lloro?
Si es fuerza siempre que la fama cuente
que el dulce patrio suelo a quien adoro,
y de quien sus miradas Dios aparta,
hijos pierde, virtud, honra y tesoro;
sin que jamás un punto de él se parta
la atroz Discordia, como siempre ayuna,
nunca de presas y de estragos harta.
Tal vez, por excusar tan importuna
pena, estar anhelé do no pudiera
de mi patria saber nueva ninguna.
¡Dichoso el hombre que la luz primera
ver alcanzó de la bondad divina
en tierra que en sosiego y paz prospera,
ni a sí propia se labra la rüina!



Ricardo Gutiérrez

Las dos almas

-- de Ricardo Gutiérrez --

Huérfana como el águila del cielo,
errante como el céfiro del alba,
triste como el destierro del proscrito,
sola como la flor de la montaña,
como el lucero
de la mañana,
así vivió tu alma sin mi alma,
así vivió mi alma sin tu alma.

Como el cuerpo y la sombra de su cuerpo
como el mar y la onda de sus aguas,
como el canto y el eco de su canto,
como el sol y la lumbre de su llama,
como los ojos
y la mirada
así se unió tu alma con la mía,
así se unió mi alma con tu alma.

Sobre la tierra de extranjeras olas,
bajo el cielo sublime de la patria,
en las risueñas horas de la dicha,
en la noche fatal de la desgracia,
como dos ruedas
como dos alas,
no se apartó tu alma de la mía,
no se apartó mi alma de tu alma.

Cuando el tremendo golpe de la muerte,
la misma tierra a nuestros cuerpos abra,
tu alma en sus alas alzará mi vida,
mi alma la tuya subirá en sus alas
hasta ese mundo
de la esperanza,
patria inmortal de tu alma y de la mía,
patria inmortal de mi alma y de tu alma.



Amado Nervo

perlas negras - yo también, cual los héroes medievales

-- de Amado Nervo --

Yo también, cual los héroes medievales
que viven con la vida de la fama,
luché por tres divinos ideales:
¡por mi dios, por mi patria y por mi dama!
hoy que dios ante mí su faz esconde,
que la patria me niega su ternura
de madre, y que a mi acento no responde
la voz angelical de la hermosura,
rendido bajo el peso del destino
esquivando el combate, siempre rudo,
heme puesto a la vera del camino,
resuelto a descansar sobre mi escudo.
Quizá mañana, con afán contrario,
ajustándome el casco y la loriga,
de nuevo iré tras el combate diario,
exclamando: ¡quién me ame que me siga!
...Mas hoy dejadme, aunque a la gloria pese,
dormir en paz sobre mi escudo roto;
dejad qu'en mi redor el ruido cese,
que la brisa noctívaga me bese
y el olvido me de su flor de loto...



Amado Nervo

cantos escolares. los niños mártires de chapultepec

-- de Amado Nervo --

Como renuevos cuyos aliños
un cierzo helado destruye en flor
así cayeron los héroes niños
ante las balas del invasor.
Fugaz como un sueño, el plazo
fue, de su infancia ideal;
mas los durmió en su regazo
la gloria, madre inmortal.
Pronto la patria querida
sus vidas necesitó,
y uno tras otro la vida
sonriendo le entregó.
En la risueña colina
del bosque, uno de otro en pos
cayeron, con la divina
majestad de un joven dios.
¿Quién, después que de tan pía
oblación contar oyó,
a la patria negaría
la sangre que ella le dio?
niñez que hallaste un calvario
de la vida en el albor:
que te sirva de sudario
la bandera tricolor.
Y que canten tus hazañas
cielo y tierra sin cesar,
el cóndor de las montañas
y las ondas de la mar...



Lope de Vega

Como es la patria celestial colonia

-- de Lope de Vega --

Como es la patria celestial colonia,
bien que el camino a los mortales agro,
ilustrísimo Conde, a quien consagro
los árboles de Apolo y de Tritonia,

fuiste contra la fiera Babilonia,
aunque cordero tierno por milagro,
nuevo, divino, heroico Meleagro
de la escocesa silva Caledonia.

Ya muerto, otro Mercurio te contemplo,
que tomando las arnas y la espada,
despojos de tu noble mausoleo,

en defensa de Cristo, y de su templo,
Julián y Babilonia derribada,
confiesen que ha vencido el Galileo.



Góngora

A Córdoba

-- de Góngora --

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran rio, gran rey de Andalucia,
de arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre gloriosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquella ruinas y despojos
que enriquece Genil y Darro baña
tu memoria no fue alimento mío,

¡nunca merezcan mis ausentes ojos
ver tus muros, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, oh patria, oh flor de España!



Luis Muñoz Rivera

patriota

-- de Luis Muñoz Rivera --

Con las ropas en bello desorden,
la frente marmórea de rizos poblada,
balbuciendo los trémulos labios
confusas palabras,
un niño dormía
soñando una patria.

Oh! ¡qué hermosa, riente y espléndida,
altiva y heroica, viril y gallarda
la veía surgir de las ondas
rugientes y bravas,
con su veste de espumas cubiertos
el torso de ninfa, las formas de estatua!

corrieron los años;
el niño, en su tierra, creció como un paria;
vio la fusta estallar implacable
del siervo en la espalda;
mirar pudo en el rostro del césar
sonrisas de lástima;
la sangre, rebelde,
subió a sus mejillas en brusca oleada;
y después... En sus noches de insomnio,
evocando a la ninfa soñada
¡qué mezquina, qué pobre, qué triste
solía mirarla!

¡ay! el sueño... ¡Qué dulce y alegre!
la verdad... ¡Qué desnuda y amarga!
por eso el mancebo
pensando en la patria,
sintió muchas veces sus ojos marchitos
llenarse de lágrimas.



Luis Muñoz Rivera

parias

-- de Luis Muñoz Rivera --

Allá van, recatando en la sombra
la faz macilenta,
en que el miedo, fantasma impalpable,
grabara sus huellas.

Ellos son: los que ayer, pregonando
con tonos vibrantes su amor a la idea,
nos hablaron de nobles anhelos,
de alientos viriles, de heroicas empresas.

Ora brama sin vallas ni diques
la furia del déspota,
y ellos callan, los fuertes, los puros,
y abaten y rasgan la hermosa bandera
que juraron en días mejores
mantener triunfadora y enhiesta.

¡Patria! ¡patria! tus hijos te olvidan,
tus hijos te niegan,
mientras lloras con llanto de fuego
y claman venganza tus crueles afrentas.

Cuando pasen las horas terribles;
cuando lleguen las horas serenas;
si borinquen soporta la injuria;
si borinquen perdona la ofensa;
los que yen con desprecio profundo
rugir desbordadas las iras del césar,
mirarán a la pobre borinquen
con honda tristeza.

¿Dónde irán los que sienten al rostro
en olas de sangre subir la vergüenza
¿a qué climas remotos y extraños
cual ave que pierde su nido y su selva
llevará, con angustia infinita, su canto el poeta?



Manuel Acuña

Hidalgo

-- de Manuel Acuña --

Sonaron las campanas de Dolores,
voz de alarma que el cielo estremecía,
y en medio de la noche surgió el día
de augusta libertad con los fulgores.

Temblaron de pavor los opresores
e Hidalgo audaz al porvenir veía,
y la patria, la patria que gemía,
vió sus espinas convertirse en flores.

¡Benditos los recuerdos venerados
de aquellos que cifraron sus desvelos
en morir por sellar la independencia;

aquellos que vencidos, no humillados,
encontraron el paso hasta los cielos
teniendo por camino su conciencia!



Manuel del Palacio

A un artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Partes, adiós! del Sena turbulento
Ó del Arno feliz por la ribera,
Dejas la patria que en tu edad primera
Madre amorosa te enseñó su acento.

Flotando quedan en el vago viento
Los ecos de tu voz dulce ó severa,
Y el alma que tu canto conmoviera
Lágrimas dá otra vez al sentimiento.

Tal es del genio la misión sublime;
De dichas y placer raudal fecundo,
Las glorias canta, y las miserias gime:

Lo quiere Dios en su saber profundo;
El mundo por el arte se redime,
Y el arte tiene como patria el mundo!



Manuel del Palacio

A un artista al abandonar su país

-- de Manuel del Palacio --

¿Partes? ¡adiós! Del Sena turbulento
O del Arno feliz por la ribera,
Dejas la patria que en tu edad primera
Madre amorosa te enseñó su acento.

Flotando quedan en el vago viento
Los ecos de tu voz dulce ó severa,
Y el alma que tu canto conmoviera
Lágrimas da otra vez al sentimiento.

Tal es del genio la misión sublime;
De dichas y placer raudal fecundo,
Las glorias canta, y las miserias gime:

Lo quiere Dios en su saber profundo;
El mundo por el arte se redime,
Y el arte tiene como patria el mundo!



Manuel del Palacio

Semblanzas: XI

-- de Manuel del Palacio --

La patria de Pelayo y de Favila
Fué la patria también de este sugeto;
Vino á Madrid, y hablando á lo paleto
En la gente de Astúrias se hizo fila.

Según en cierto círculo se estila
Buscó de una influencia el amuleto,
Y un Conde, cuya historia yo respeto,
Le bautizó de sabio siendo un lila.

Ministro y diplomático famoso
Fué luego en ocasiones diferentes,
Y en casi todas ellas hizo el oso.

Jamás para reir mostró sus dientes;
Pasa por hábil, y aunque no es gracioso
Se repiten sus dichos por las gentes.



Jorge Debravo

nocturno sin patria

-- de Jorge Debravo --

Yo no quiero un cuchillo en manos de la patria.
Ni un cuchillo ni un rifle para nadie:
la tierra es para todos,
como el aire.

Me gustaría tener manos enormes,
violentas y salvajes,
para arrancar fronteras una a una
y dejar de frontera solo el aire.

Que nadie tenga tierra
como tiene traje:
que todos tengan tierra
como tienen el aire.

Cogería las guerras de la punta
y no dejaría una en el paisaje
y abriría la tierra para todos
como si fuera el aire...

Que el aire no es de nadie, nadie, nadie...
Y todos tienen su parcela de aire.



Jorge Luis Borges

1972

-- de Jorge Luis Borges --

Temí que el porvenir (que ya declina)
sería un profundo corredor de espejos
indistintos, ociosos y menguantes,
una repetición de vanidades,
y en la penumbra que precede al sueño
rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,
que enviaran algo o alguien a mis días.
Lo hicieron. Es la patria. Mis mayores
la sirvieron con largas proscripciones,
con penurias, con hambre, con batallas,
aquí de nuevo está el hermoso riesgo.
No soy aquellas sombras tutelares
que honré con versos que no olvida el tiempo.
Estoy ciego. He cumplido los setenta;
no soy el oriental francisco borges
que murió con dos balas en el pecho,
entre las agonías de los hombres,
en el hedor de un hospital de sangre,
pero la patria, hoy profanada quiere
que con mi oscura pluma de gramático,
docta en las nimiedades académicas
y ajena a los trabajos de la espada,
congregue el gran rumor de la epopeya
y exija mi lugar. Lo estoy haciendo.



Emilio Bobadilla

Mi patria intelectual

-- de Emilio Bobadilla --

Campos de soledad, torvos poblados,
en otro tiempo, alegres y feraces,
y hoy mustios por la guerra y devorados
por bandadas de pájaros rapaces.

Baña el sol tus llanuras de cereales
que al soplo de la brisa se menean
y lejos, entre breñas y zarzales,
los pérfidos cañones centellean.

¡Oh Francia voluptuosa, culta y bella,
de la latina tradición baluarte,
tu suelo el invasor osado huella!

Soy del furor sanguífero enemigo;
amo las ciencias y venero el arte.
¡Mi patria intelectual, lloro contigo!



Pablo Neruda

soneto lxiii cien sonetos de amor (1959) tarde

-- de Pablo Neruda --

No sólo por las tierras desiertas donde la piedra salina
es como la única rosa, la flor por el mar enterrada,
anduve, sino por la orilla de ríos que cortan la nieve.
Las amargas alturas de las cordilleras conocen mis pasos.
Enmarañada, silbante región de mi patria salvaje,
lianas cuyo beso mortal se encadena en la selva,
lamento mojado del ave que surge lanzando sus escalofríos,
oh región de perdidos dolores y llanto inclemente!
no sólo son míos la piel venenosa del cobre
o el salitre extendido como estatua yacente y nevada,
sino la viña, el cerezo premiado por la primavera,
son míos, y yo pertenezco como átomo negro
a las áridas tierras y a la luz del otoño en las uvas,
a esta patria metálica elevada por torres de nieve.



Pablo Neruda

el monte y el río

-- de Pablo Neruda --

En mi patria hay un monte.
En mi patria hay un río.
Ven conmigo.
La noche al monte sube.
El hambre baja al río.
Ven conmigo.
Quiénes son los que sufren?
no sé, pero son míos.
Ven conmigo.
No sé, pero me llaman
y me dicen «sufrimos».
Ven conmigo.
Y me dicen: «tu pueblo,
tu pueblo desdichado,
entre el monte y el río,
con hambre y con dolores,
no quiere luchar solo,
te está esperando, amigo».
Oh tú, la que yo amo,
pequeña, grano rojo
de trigo,
será dura la lucha,
la vida será dura,
pero vendrás conmigo.



Pedro Bonifacio Palacios

A la Libertad

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Como del fondo mismo de los cielos
el sol eterno rutilante se alza,
como el seno turgente de una virgen
al fuego de la vida se dilata:
Así radiosa,
y así gallarda
se levantó del mar donde yacía
la exuberante tierra americana.
Como prende su túnica de raso
con su joya mejor, la soberana,
como entre todas las estrellas reina
el lucero magnífico del alba;
Así pulida,
y así gallarda
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, ¡surge mi patria!
Como buscan la luz y el aire libre
las macilentas hierbas subterráneas,
como ruedan tenaces y tranquilas
al anchuroso piélago, las aguas;
Así sedienta,
y así porfiada,
la triste humanidad se precipita
al pie de la bandera azul y blanca.
¡Allí van congregándose a la sombra,
para formar después una montaña!
¡Allí van adhiriéndose en el tiempo
partícula a partícula las razas!
Allí se funde,
y allí se amasa
el hombre, tal como surgió en la mente
del autor de los orbes y las almas.
Que así pulida,
y así gallarda
sobre todos los pueblos de su estirpe,
resplandor y joyel, ¡surgió mi patria!



Juan Antonio Pérez Bonalde

A un tirano

-- de Juan Antonio Pérez Bonalde --

¿Por qué la patria sumergida en llanto
por su preciosa libertad suspira?
¿Por qué infeliz, entre congojas, mira
roto en girones su estrellado manto?

¿Por qué en vez de ceñir el lauro santo,
ciñe la adelfa que tristeza inspira?
¿Por qué de gloria en su armoniosa lira
solo vibra la nota del quebranto?...

Es porque un día te confió su honra
la virgen Venezuelay su inocencia
de ignominia cubriste de deshonra!

¡Atrás, profanador! La frente impía
ve en el lodo á ocultar de tu conciencia,
y no avergüences más la patria mía



Juan Cruz Varela

A don Mariano Moreno

-- de Juan Cruz Varela --

Arrebató la Parca... (¡Parca fiera,
del joven más cabal vil homicida!)
Cortó el hilo dorado de una vida,
que su guadaña respetar debiera.

La negra envidia ¡cielo quien pudiera
una mano cortar tan fementida!
A la patria a inferido horrenda herida
que el rival más rival no la infiriera.

¡Oh tú! que amante de tu patria, aspiras
a hacer faustos sus hados, rinde honores
al joven héroe que ya el orbe aclama.

Si la espada le ha dado defensores
del cañón de su pluma ¡oh pluma!, admiras
vivo fuego brotar que los inflama.



Gabriel García Moreno

A la patria (García Moreno)

-- de Gabriel García Moreno --

Patria adorada, que el fatal destino
en fácil presa a la ambición condena;
donde en eterno, oscuro torbellino,
el huracán del mal se desenfrena:

¡ay! ¿para ti no guarda el Ser Divino
alguna aurora sin dolor serena,
alguna flor que adorne tu camino,
alguna estrella de esperanza llena?

Si dicha y paz propicio te reserva,
que su potente mano te liberte 1
del férreo yugo de ambición proterva;

o si no, que los rayos de la muerte
mi pecho hieran, antes que, vil sierva,
pueda infeliz encadenada verte.



Manuel Machado

Cantares

-- de Manuel Machado --

Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra,
un mozo moreno rasguea la guitarra...
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida, que ya está perdida,
y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?...
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte...
Cantares...
En ellos el alma del alma se vierte.

Cantares. Cantares de la patria mía,
quien dice cantares dice Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.



Manuel María de Arjona

A Cicerón

-- de Manuel María de Arjona --

Pende en el foro, triunfo de un malvado,
la cabeza de aquel que la ruina
evitó a Roma, muerto Catilina,
y padre de la patria fue aclamado.

La ve el pueblo en los Rostros conturbado,
y un mudo horror los ánimos domina;
en los Rostros, do aquella voz divina
fue de la libertad muro sagrado.

¡O Cicerón! si tantos beneficios
paga tu ingrata patria de esta suerte,
¿cómo espera magnánimos patricios?

Mas ¿qué importa el morir? Témante ¡o muerte!
los viles siervos del poder y vicios,
pero el sabio ¿qué tiene que temerte?



Rosalía de Castro

Era la última noche

-- de Rosalía de Castro --

I

Era la última noche,
La noche de las tristes despedidas,
Y apenas si una lágrima empañaba
Sus serenas pupilas.
Como el criado que deja
Al amo que le hostiga,
Arreglando su hatillo, murmuraba
Casi con la emoción de la alegría:

— ¡Llorar! ¿Por qué? Fortuna es que podamos
Abandonar nuestras humildes tierras;
El duro pan que nos negó la patria,
Por más que los extraños nos maltraten,
No ha de faltarnos en la patria ajena.

Y los hijos contentos se sonríen,
Y la esposa, aunque triste, se consuela
Con la firme esperanza
De que el que parte ha de volver por ella.
Pensar que han de partir, ese es el sueño
Que da fuerza en su angustia a los que quedan;



Julio Flórez

a colombia

-- de Julio Flórez --

Golpea el mar el casco del navío
que me aleja de ti, patria adorada.
Es medianoche; el cielo está sombrío;
negra la inmensidad alborotada.
Desde la yerta proa, la mirada
hundo en las grandes sombras del vacío;
mis húmedas pupilas no ven nada.
Qué ardiente el aire; el corazón qué frío.
Y pienso, oh patria, en tu aflicción, y pienso
en que ya no he de verte. Y un gemido
profundo exhalo entre el negror inmenso.
Un marino despierta... Se incorpora...
Aguza en las tinieblas el oído
y oigo que dice a media voz ¿quién llora?
julio flórez



Francisco de Quevedo

miré los muros de la patria mía

-- de Francisco de Quevedo --

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salime al campo, ví que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día
entré en mi casa, ví que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.



Francisco Sosa Escalante

A Allende

-- de Francisco Sosa Escalante --

Fué el amor! fué el amor! el sentimiento
Que enciende el corazón en llama pura,
El primero en hablarte con ternura
De la gloria, provocando tu ardimiento.

Despues la patria en funeral lamento
Dolióse de su negra desventura
Y fiera esclavitud, á tu bravura
Pidiendo el fin de su fatal tormento.

La patria y la beldad! los dos amores
Tu noble pecho juvenil llenaron
Con sus santos y divos resplandores;

Y corriste á la lid, y en tí miraron
Los bravos insurgentes de Dolores
El mejor capitan que ambicionaron.



Francisco Sosa Escalante

A Guerrero

-- de Francisco Sosa Escalante --

Si el grande Hidalgo el adalid primero
Fué de la patria en memorable día,
Y Morelos con génio y bizarría
La fama obtuvo de inmortal guerrero;

Si Bravo el generoso dió al ibero
Sublime ejemplo de nobleza pía,
¿Quién tu constancia superar podría
Allí en las horas de infortunio fiero?

Tú fuiste la vestal conservadora
Del fuego sacrosanto, en las regiones
Del Sur que Febo con su lumbre dora:

Salvaste de la patria los pendones
Hasta que vieron despuntar la aurora
De hermosa libertad los corazones.



Francisco Sosa Escalante

En la muerte de Francisco Gómez del Palacio

-- de Francisco Sosa Escalante --

De sacra libertad en los altares,
Constante y fuerte consagró su vida
De su patria al honor, que fué su egida
En las horas de dicha, en los pesares.

Patria y Ciencia por dioses tutelares
Tuvo su heróica fé, siempre encendida
En ese santo amor que no se olvida
A despecho del tiempo y sus azares.

El, de las leyes el recinto augusto
Con noble acento varonil llenaba,
En defensa del débil, de lo justo;

Y si la lira de marfil pulsaba
¡Qué tierno su cantar! ¡qué excelso gusto
En su verso magnifico mostraba!



Francisco Sosa Escalante

Xicotencatl

-- de Francisco Sosa Escalante --

La nieve de los años todavía
Estaba léjos de su altiva frente;
De sangre juvenil la lava ardiente
En su esforzado corazon corría:

Mas, prudente y sagaz, miró la impía
Invasion castellana, cual torrente
A arrebatar dispuesto en su corriente
La vida y honra de la patria un día.

Entónces dando su rencor á olvido
Se lanza con ardor á la pelea,
Al lado del azteca aborrecido.

Así con gloria su pendon pasea,
Y Xicotencatl al caer vencido,
En morir por la patria se recrea.



José Martí

al extranjero

-- de José Martí --

i
hoja tras hoja de papel consumo:
rasgos, consejos, iras, letras fieras
que parecen espadas: lo que escribo,
por compasión lo borro, porque el crimen,
el crimen es al fin de mis hermanos.
Huyo de mí, tiemblo del sol; quisiera
saber dónde hace el topo su guarida,
dónde oculta su escama la serpiente,
dónde sueltan la carga los traidores,
y dónde no hay honor, sino ceniza:
¡allí, mas sólo allí, decir pudiera
lo que dicen y viven!, ¡que mi patria
piensa en unirse al bárbaro extranjero!
ii
yo callaré, yo callaré: que nadie
sepa que vivo: que mi patria nunca
sepa que en soledad muero por ella:
si me llaman, iré: yo sólo vivo
porque espero a servirla: así, muriendo,
la sirvo yo mejor que husmeando el modo
de ponerla a los pies del extranjero.



José Martí

patria en las flores

-- de José Martí --

¿por qué os secáis, violetas generosas,
que me dio en hora amarga mano pía?
pues patria al alma dais, flores medrosas,
¡no os secaréis en la memoria mía!
3 de marzo
josé martí



Clemente Althaus

A la guerra

-- de Clemente Althaus --

No ya, no ya, cual las aciagas veces
en que hermanos armaste contra hermanos,
las almas afligidas estremeces
de los buenos peruanos.
De Sur a Norte, de Ocaso al Este,
armado se levanta el Perú entero,
como una sola e impaciente hueste,
como un solo guerrero.
Que no eres hoy el execrable horrendo
monstruo maldito cuyo nombre espanta:
hermosas apariencias revistiendo,
hoy eres justa y santa:
santa para la patria y quien derrame
su sangre y por tal madre dé la vida;
mas para el torpe Ibero eres infame
e injusta y maldecida.
Hoy doble faz ostentas: una bella,
otra feroz que el corazón aterra:
ésta conviertes a la mar, aquélla
conviertes a la tierra.
Una faz a mi patria alborozada
alto honor y victoria vaticina:
presagia la otra a la española armada
derrotada, oprobio, ruina.



Clemente Althaus

Liras

-- de Clemente Althaus --

La dulce final hora
de mi vivir anhelo, cual anhela
el rayo de la aurora
cansado centinela
que en larga noche solitario vela.
O cual la patria ansía
el desterrado, el puerto el marinero,
el fin del lento día
rendido jornalero,
la cara libertad el prisionero.
Fiero insomnio es mi vida,
largo viaje, durísima faena,
prisión aborrecida
en cruda tierra ajena,
mar borrascosa de peligros llena.
Mi llanto doloroso
la noche implora, el sueño, la llegada:
dadme, dadme el reposo,
dadme la patria amada,
la dulce libertad tan suspirada.



Adelardo López de Ayala

A Antonio

-- de Adelardo López de Ayala --

Grande llaman, Antonio, -¡qué simpleza!-
a los que mueren por la patria cara...
¿Ves qué manera tan inculta y rara
tiene la plebe de adquirir grandeza?

Mete por esos hierros la cabeza;
derriba la columna, rompe el ara;
si te falta valor, vuelve la cara;
que, de espaldas, asusta tu fiereza.

¡Murieron de arrojados e inexpertos!...
Y ¿han de estar por tan fútiles motivos,
de grandeza y honor siempre cubiertos?

¡Acaben los recuerdos aflictivos!
¿Qué importan las cenizas de los muertos
a quien vende la sangre de los vivos?



Alberti

EL ÁNGEL BUENO

-- de Alberti --

Vino el que yo quería
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
Luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.



Leandro Fernández de Moratín

soneto. la despedida

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Nací de honesta madre: diome el cielo
fácil ingenio en gracias afluente;
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud el paternal desvelo.
Con sabio estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente;
la corva scena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.
Dócil, veraz, de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.
Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas, a dios, ingrata patria mía.



Leandro Fernández de Moratín

soneto. a la memoria de d. juan meléndez valdés, poeta lírico español que murió desterrado en francia en el año 1817

-- de Leandro Fernández de Moratín --

A la memoria de d. Juan meléndez valdés, poeta lírico español que murió desterrado en francia en el año 1817
ninfas la lira es ésta que algún día
pulsó batilo en la ribera umbrosa
del tormes, cuya voz armoniosa
el curso de las ondas detenía.
Quede pendiente en esta selva fría,
del lauro mismo que la cipria diosa
mil veces desnudó cuando amorosa
la docta frente a su cantor ceñía.
Intacta y muda entre la pompa verde,
solo en sus fibras resonando el viento
el claro nombre de su dueño acuerde.
Ya que la patria, en el común lamento
feroz ignora la opinión que pierde
negando a sus cenizas monumento.



Leandro Fernández de Moratín

La despedida

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Nací de honesta madre: diome el Cielo
fácil ingenio en gracias, afluente:
dirigir supo el ánimo inocente
a la virtud, el paternal desvelo.

Con sabido estudio, infatigable anhelo,
pude adquirir coronas a mi frente:
la corva escena resonó en frecuente
aplauso, alzando de mi nombre el vuelo.

Dócil, veraz: de muchos ofendido,
de ninguno ofensor, las Musas bellas
mi pasión fueron, el honor mi guía.

Pero si así las leyes atropellas,
si para ti los méritos han sido
culpas; adiós, ingrata patria mía.



León Felipe

español español del éxodo y del llanto (1939)

-- de León Felipe --

Español del éxodo de ayer
y español del éxodo de hoy:
te salvarás como hombre,
pero no como español.
No tienes patria ni tribu. Si puedes,
hunde tus raíces y tus sueños
en la lluvia ecuménica del sol.
Y yérguete... ¡Yérguete!
que tal vez el hombre de este tiempo...
Es el hombre movible de la luz,
del éxodo y del viento.



Lope de Vega

cuando me paro a contemplar mi estado

-- de Lope de Vega --

Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.
Cuando miro los años que he pasado,
la divina razón puesta en olvido,
conozco que piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.
Entré por laberinto tan extraño,
fiando al débil hilo de la vida
el tarde conocido desengaño;
mas de tu luz mi escuridad vencida,
el monstro muerto de mi ciego engaño,
vuelve a la patria, la razón perdida.



Lope de Vega

Al doctor Francisco de Quintana

-- de Lope de Vega --

Nacieron en Madrid el docto Herrera;
Velasco, Eclesiastés; Márquez, Cirilo;
Francisco Sánchez, que, fecundo Nilo,
inunda el coro de la sacra esfera;

Montero, luz en monte, primavera;
Soria, Basilio; y, en florido estilo,
Hortensio Fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la invidia fiera.

Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva aurora,
porque si no los vence, los iguale.

Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria y la virtud decora.



Lope de Vega

Antonio, si los peces sumergidos

-- de Lope de Vega --

Antonio, si los peces sumergidos
en el centro del mar para escucharos
sacan las frentes a los aires claros,
y a vuestra viva voz prestan oídos,
los que vivieren de razón vestidos,
y más quien por la patria debe amaros,
a la dulzura de esos hechos raros
¿qué mucho que suspendan los sentidos?
Ya con el Niño Dios, Joséf segundo,
parecéis en los brazos, y Él se ofrece
en figura de amor. ¡Qué amor profundo!
Tanto se humilla, y tan os engrandece,
que porque parezcáis tan grande al mundo,
Dios tan pequeño junto a vos parece.



Lope de Vega

Cuando a las armas inclinó la mano

-- de Lope de Vega --

Cuando a las armas inclinó la mano
el capitán mejor, el más bienquisto,
que dio su nombre al polo de Calixto
desde el cabello juvenil al cano;

cuando en defensa de Filipo Hispano
y para aumento de la ley de Cristo,
las regiones antárticas le han visto,
alta la espada y el pendón cristiano;

celoso estaba de su pluma Apolo,
mas ya que desarmado la ejercita,
vuelto a su patria, es cisne dulce y solo.

Ya que la soledad y el campo habita,
con su pluma enriquece nuestro polo,
olvida a César y a Virgilio imita.



Lope de Vega

Divino labrador, honor de España

-- de Lope de Vega --

Divino labrador, honor de España,
que, a pesar de la bárbara fiereza,
trujistes en las manos la cabeza,
por no morir en la heredad extraña,
el ejército muerto, la montaña
de cuerpos, troncos, tanta fortaleza
admira, y da lugar a la riqueza
del vuestro, insigne por tan alta hazaña.
Muertos responden a quien habla muerto,
y la patria de tales ciudadanos
de muro a muro a ser sepulcro viene.
Dichosa Zaragoza por Lamberto,
que tiene su cabeza por sus manos,
y ella su cuerpo por cabeza tiene.



Lope de Vega

La nueva juventud gramaticanda

-- de Lope de Vega --

La nueva juventud gramaticanda
(llena de solecismos y quillotro,
que del Parnaso mal impuestos potros
dice que Apolo en sus borrenes anda)

por escribir como la patria manda
(elementos los unos de los otros),
de la suerte se burlan de nosotros
que suelen de un católico en Holanda.

Vos, que los escribís limpios y tersos
en vuestra docta y cándida poesía,
de toda peregrina voz diversos,

decid (si lo sabéis) ¿qué valentía
puede tener, leyendo ajenos versos,
copiar de noche y murmurar de día?



Lope de Vega

Las damas, los caballeros, las armas, los amores

-- de Lope de Vega --

Le donne, y cavalier, le arme, gli amori,
en dolces jogos, en placer contino,
fuggo per più non esser pellegrino,
ma su nel cielo infra e beati chori.

Dulce et decorum est pro patria mori,
sforzame, amor, fortuna, il mio destino,
ni es mucho en tanto mal ser adivino,
seguendo lire, e giovenil furori.

Satis beatus unicis Sabibis,
parlo in rime aspre, e di dolceza ignude
deste passado ben, que nunca fora.

No hay bien que en mal no se convierta y mude,
nec prata canis albicant pruinis,
la vira fugge, e non se arresta un hora.



Lope de Vega

Cuando me paro a contemplar mi estado (Lope de Vega)

-- de Lope de Vega --

Cuando me paro a contemplar mi estado,
y a ver los pasos por donde he venido,
me espanto de que un hombre tan perdido
a conocer su error haya llegado.

Cuando miro los años que he pasado,
la divina razón puesta en olvido,
conozco que piedad del cielo ha sido
no haberme en tanto mal precipitado.

Entré por laberinto tan extraño,
fiando al débil hilo de la vida
el tarde conocido desengaño;

mas de tu luz mi escuridad vencida,
el monstro muerto de mi ciego engaño,
vuelve a la patria, la razón perdida.



Lope de Vega

Era la alegre víspera del día

-- de Lope de Vega --

Era la alegre víspera del día
que la que sin igual nació en la tierra,
de la cárcel mortal y humana guerra,
para la patria celestial salía;

y era la edad en que más viva ardía
la nueva sangre que mi pecho encierra,
(cuando el consejo y la razón destierra
la vanidad que el apetito guía),

cuando Amor me enseñó la vez primera
de Luciana en su sol los ojos bellos
y me abrasó como si rayo fuera.

Dulce prisión y dulce arder por ellos;
sin duda que su fuego fue mi esfera,
que con verme morir descanso en ellos.



Góngora

amarrado al duro banco

-- de Góngora --

Amarrado al duro banco
de una galera turquesca,
ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra,
un forzado de dragut
en la playa de marbella
se quejaba al ronco son
del remo y de la cadena:
«¡oh sagrado mar de españa,
famosa playa serena,
teatro donde se han hecho
cien mil navales tragedias!,
»pues eres tú el mismo mar
que con tus crecientes besas
las murallas de mi patria,
coronadas y soberbias,
»tráeme nuevas de mi esposa,
y dime si han sido ciertas
las lágrimas y suspiros
que me dice por sus letras;
»porque si es verdad que llora
mi captiverio en tu arena,
bien puedes al mar del sur
vencer en lucientes perlas.
»Dame ya, sagrado mar,
a mis demandas respuesta,
que bien puedes, si es verdad
que las aguas tienen lengua,
»pero, pues no me respondes,
sin duda alguna que es muerta,
aunque no lo debe ser,
pues que vivo yo en su ausencia.
»¡Pues he vivido diez años
sin libertad y sin ella,
siempre al remo condenado
a nadie matarán penas!»
en esto se descubrieron
de la religión seis velas,
y el cómitre mandó usar
al forzado de su fuerza.



Góngora

A Juan Rufo, jurado de Córdoba

-- de Góngora --

Culto jurado, si mi bella dama,
en cuyo generoso mortal manto
arde, como en cristal de templo santo,
de un limpio amor la más ilustre llama,

tu musa inspira, vivirá tu fama
sin invidiar tu noble patria a Manto,
y ornarte ha, en premio de tu dulce canto,
no de verde laurel caduca rama,

sino de estrellas inmortal corona.
Haga, pues, tu dulcísimo instrumento
bellos efectos, pues la causa es bella,

que no habrá piedra, planta, ni persona,
que suspensa no siga el tierno acento,
siendo tuya la voz, y el canto della.



Góngora

A Don Luis de Vargas

-- de Góngora --

Tú (cuyo ilustre, entre una y otra almena
De la Imperial Ciudad, patrio edificio
Al Tajo mira en su húmido ejercicio
Pintar los campos y dorar la arena),

Descuelga de aquel lauro enhorabuena
Aquellas dos (ya mudas en su oficio),
Reliquias dulces del gentil Salicio,
Heroica lira, pastoral avena.

Llégalas, oh clarísimo mancebo,
Al docto pecho, a la süave boca,
Poniendo ley al mar, freno a los vientos;

Sucede en todo al castellano Febo
(Que ahora es gloria mucha y tierra poca),
En patria, en profesión, en instrumentos.



Luis Muñoz Rivera

las campanas

-- de Luis Muñoz Rivera --

Ya sé lo que dicen
las roncas campanas
cuando en recio y confuso desorden,
agitan con fuerza sus lenguas metálicas.

Anuncian dolientes
la hora del alba,
porque el astro que sube a los cielos
es astro que alumbra vergüenzas y lagrimas.

Al pueblo congregan
y escuchan con rabia
por las naves del templo sombrío
subir a la altura la humilde plegaria,

en tanto que a gritos
exige la patria
ancho muro de pechos viriles,
de pólvora en estruendos y choque de espadas.

Ya sé lo que dicen
las roncas campanas
cuando vibran en brusco desorden:
ya sé lo que dicen: ¡venganza! ¡venganza!



Manuel del Palacio

Alla Egregia Artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Sí, te conozco! De la patria vienes
Donde el arte inmortal hizo su asiento,
Y ternura, y pasión, y sentimiento
En el alma y la voz y el rostro tienes.

Ora finjas halagos ó desdenes,
Ora expreses placer, ora tormento,
¿Qué corazón no inundas de contento?
¿Qué ojos hay que de lágrimas no llenes?

¡De nuestro amor has hecho la conquista;
Por eso, si laureles ambicionas
Y pueblo que á tu yugo no resista,

No olvides que en la tierra que abandonas,
Siempre habrá para tí, sublime artista,
Llanto, aplausos, recuerdos y coronas!



Jaime Sabines

tlaltelolco - dentro de la revolución

-- de Jaime Sabines --

Dentro de la revolución.
El gobierno apadrina a los héroes.
El peso mexicano está firme
y el desarrollo del país es ascendente.
Siguen las tiras cómicas y los bandidos en la televisión.
Hemos demostrado al mundo que somos capaces,
respetuosos, hospitalarios, sensibles
(¡qué olimpiada maravillosa!),
y ahora vamos a seguir con el metro
porque el progreso no puede detenerse.

La mujeres, de rosa,
los hombres, de azul cielo,
desfilan los mexicanos en la unidad gloriosa
que constituye la patria de nuestros sueños.



Jaime Torres Bodet

regreso

-- de Jaime Torres Bodet --

I
vuelvo sin mí; pero al partir llevaba
en mí no sólo cuanto entonces era
sino también, recóndita y ligera,
esa patria interior que en nadie acaba.
Oigo gemir la aurora que te alaba,
músico litoral, viento en palmera,
y me asedia la enjuta primavera
que la razón, no el tiempo, presagiaba.
Entre el capullo que dejé y la impura
corola que hoy en cada rama advierto
pasaron lustros sin que abrieran rosas.
Viví sin ser... Y sólo me asegura,
entre tanta abstención, de que no he muerto
la fatiga de mí que hallo en las cosas.



Jorge Isaacs

En oscuro calabozo

-- de Jorge Isaacs --

En oscuro calabozo
Cuya reja al sol ocultan
Negros y altos murallones
Que las prisiones circundan;

En que sólo las cadenas
Que arrastro, el silencio turban
De esta soledad eterna
Donde ni el viento se escucha...

Muero sin ver tus montañas
¡Oh patria!, donde mi cuna
Se meció bajo los bosques
Que no cubrirán mi tumba.



Jorge Luis Borges

elegía de la patria

-- de Jorge Luis Borges --

De hierro, no de oro, fue la aurora.
La forjaron un puerto y un desierto,
unos cuantos señores y el abierto
ámbito elemental de ayer y ahora.
Vino después la guerra con el godo.
Siempre el valor y siempre la victoria.
El brasil y el tirano. Aquella historia
desenfrenada. El todo por el todo.
Cifras rojas de los aniversarios,
pompas del mármol, arduos monumentos,
pompas de la palabra, parlamentos,
centenarios y sesquicentenarios,
son la ceniza apenas, la soflama
de los vestigios de esa antigua llama.



Jorge Luis Borges

inscripción en cualquier sepulcro

-- de Jorge Luis Borges --

No arriesgue el mármol temerario
gárrulas transgresiones al todopoder del olvido,
enumerando con prolijidad
el nombre, la opinión, los acontecimientos, la patria.
Tanto abalorio bien adjudicado está a la tiniebla
y el mármol no hable lo que callan los hombres.
Lo esencial de la vida fenecida
la trémula esperanza,
el milagro implacable del dolor y el asombro del goce
siempre perdurará.
Ciegamente reclama duración el alma arbitraria
cuando la tiene asegurada en vidas ajenas,
cuando tú mismo eres el espejo y la réplica
de quienes no alcanzaron tu tiempo
y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra.



Jorge Luis Borges

en memoria de angélica

-- de Jorge Luis Borges --

¡cuántas posibles vidas se habrán ido
en esta pobre y diminuta muerte,
cuántas posibles vidas que la suerte
daría a la memoria o al olvido!
cuando yo muera morirá un pasado;
con esta flor un porvenir ha muerto
en las aguas que ignoran, un abierto
porvenir por los astros arrasado.
Yo, como ella, muero de infinitos
destinos que el azar no me depara;
busca mi sombra los gastados mitos
de una patria que siempre dio la cara.
Un breve mármol cuida su memoria;
sobre nosotros crece, atroz, la historia.



Jorge Luis Borges

a luis de camoens

-- de Jorge Luis Borges --

Sin lástima y sin ira el tiempo mella
las heroicas espadas. Pobre y triste
a tu patria nostálgica volviste,
oh capitán, para morir en ella
y con ella. En el mágico desierto
la flor de portugal se había perdido
y el áspero español, antes vencido,
amenazaba su costado abierto.
Quiero saber si aquende la ribera
última comprendiste humildemente
que todo lo perdido, el occidente
y el oriente, el acero y la bandera,
perduraría (ajeno a toda humana
mutación) en tu eneida lusitana.



Jorge Luis Borges

hilario ascasubi (1807 1875)

-- de Jorge Luis Borges --

(1807-1875)
alguna vez hubo una dicha. El hombre
aceptaba el amor y la batalla
con igual regocijo. La canalla
sentimental no había usurpado el nombre
del pueblo. En esa aurora, hoy ultrajada,
vivió ascasubi y se batió, cantando
entre los gauchos de la patria cuando
los llamó una divisa a la patriada.
Fue muchos hombres. Fue el cantor y el coro;
por el río del tiempo fue proteo.
Fue soldado en la azul montevideo
y en california, buscador de oro.
Fue suya la alegría de una espada
en la mañana. Hoy somos noche y nada.



Jorge Riechmann

verwisch die spuren

-- de Jorge Riechmann --

Me han hablado del poeta
que se arroja ácido a la cara durante los recitales
y escribe en el cielo preprogramado de california
con humo de aeroplanos
y me impresiona la calidad de esta ética laboral
tan a la altura
de nuestros tiempos de paleocapitalismo posmoderno:
todo por la patria
por el patrón
por el poder
por la poesía...
Pero me temo
que ni siquiera con tanto sacrificio
consigue durar más de diez segundos en los telediarios.
Prefiero
otra estrategia lateral, contraria:
escribir en la arena
y hablar en voz muy baja
para que tú me oigas.
Borrar las huellas.



Josefina Pla

todo comenzó en el espejo

-- de Josefina Pla --

Espejo

todo comenzó en el espejo.
En la palma indiferente del agua
la nube fingió islas, cimientos el arco iris.
Todo comenzó en el espejo.
En el cielo engañifa de la charca
la rama empolló el huevo de la luna;
cosió el pájaro un velo con costura perdida.

Todo comenzó en el espejo.
La estrella guiñó mintiendo al pez incauto;
la luna escribió música que no despertó a nadie.

Y en el espejo una mañana
reconoció el viajero su secreto fantasma,
se vio pómulo y sien,
pupilas de agua para siempre cautiva,
frente como una lápida de sí mismo.
Se vio por fuera, se olvidó por dentro.
Y comenzó a clasificarse
según color y pelo.

Y los amantes murieron por él dos y tres veces,
y los viejos gustaron anticipada la agonía,
y el hombre del color perdió patria y amigos,
y la belleza vendió a su esposo el sueño.

-Todo comenzó en el espejo-.



Emilio Bobadilla

Cosecha de cabezas

-- de Emilio Bobadilla --

Suena el clarín de guerra, y el labriego
por el fusil traidor trueca el arado,
y jura, por el odio exasperado,
la patria defender a sangre y fuego.

Pasan los trenes llenos de forraje,
de cañones, de víveres y balas,
y de su ardor la soldadesca en alas
ni siquiera se fija en el paisaje.

Huyen al bosque bueyes y caballos
revueltos con las locas muchedumbres;
hace callar la pólvora a los gallos;

hacínanse en los huertos las malezas,
y a la verde cosecha de legumbres
sucede la cosecha de cabezas...



Emilio Bobadilla

Kultura

-- de Emilio Bobadilla --

Sobre la Europa laboriosa y rica
tu militar torrente desataste
y prósperas ciudades arruinaste.
¿Semejante furor en ti se explica,

en ti, nación de pensadores hondos,
patria del pedagógico progreso?
¡Oh sanguinario, destructor regreso
de tus primeros pobladores blondos!

¿Adónde van con incendiarias teas
sembrando muerte y luto tus soldados,
tú que sembraste por doquier ideas?

El progreso es falacia: las tranquilas
horas incuban odio y disfrazados
de filósofos andan los gorilas...



Emilio Bobadilla

La fundición de la campana

-- de Emilio Bobadilla --

A la hendida campana que llama a los bautizos,
que llora en los entierros y en las bodas repica
con su voz cascajosa de viejos romadizos,
en aras de la patria la guerra sacrifica.

Del campanario donde las cigüeñas anidan,
pasa al horno y se funde sin lágrimas ni quejas
y las viejas del pueblo sollozando no olvidan
que ese bronce está hecho con sus almas añejas!

Su metálico acento dará al viento encendido
en lugar de plegarias, roncas detonaciones,
odio en vez de concordia, rencor en vez de olvido.

¡Paradojas absurdas de las lides humanas:
en la paz en campanas se truecan los cañones
y en la guerra se vuelven cañones las campanas!



Emilio Bobadilla

Milicias anónimas

-- de Emilio Bobadilla --

Anónimos soldados que moristeis
por odios y ambiciones batallando
y del hogar de súbito salisteis
vuestra familia en la orfandad dejando.

Del arma blanca al punjitivo ataque
sucumbisteis, cual corta las espigas
la hoz sin que la heroica muerte achaque
fuese a aplacar las furias enemigas.

¿Qué galardón la patria daros pudo
por vuestro arrojo, anónimas milicias,
en el combate horrísono y sañudo?

¿Qué fuisteis sino abono —esa es la guerra—,
abono de dolores e injusticias,
que nueva savia dieron a la tierra?



Emilio Bobadilla

Patriotismo (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

¡Soldado, empuña el arma! ¡Te cubrirás de gloria!
¡Sangre, tu noble sangre la patria está pidiendo!
Suena estridente el rojo clarín de la victoria
y los vivas apaga del cañón el estruendo.

Los laureles alfombran tu camino; la Fama
en torno tuyo teje magníficas visiones
y todo un pueblo en fiebre dionisiaco te aclama,
con hurras reemplazando la voz de los cañones!

Y todo es un relámpago de misterio y engaño:
libertad y justicia y empresas militares,
y allá va en su conquista quimérica el rebaño;

y el vate ditirámbico justifica el derroche...
¡Oh, pueblo que tu sangre haces correr a mares!
¡Para infundirte ánimo vas gritando en la noche!



Emilio Bobadilla

Presentimiento (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Derecho, dignidad y patria unidos,
con la tudesca máquina acabaron
y rotos —¡ellos rotos!— y vencidos
¡piedad casi de hinojos imploraron!

Y las águilas, ebrias de jactancias,
se desplomaron en su raudo vuelo.
¿Qué se hicieron las viejas arrogancias?
¡Con estrépito vino todo al suelo!

El Kaiser huye y busca un escondite
temiendo —es el que vence quien legisla—
las justas represalias del desquite...

¡Y acaso al verse en su destierro a solas,
presienta el aislamiento de una isla
perdida entre el tumulto de las olas...!



Julián del Casal

en el mar

-- de Julián del Casal --

Abierta al viento la turgente vela
y las rojas banderas desplegadas,
cruza el barco las ondas azuladas,
dejando atrás fosforescente estela.
El sol, como lumínica rodela,
aparece entre nubes nacaradas,
y el pez, bajo las ondas sosegadas,
como flecha de plata raudo vuela.
¿Volveré? ¡quién lo sabe! me acompaña
por el largo sendero recorrido
la muda soledad del frío polo.
¿Qué me importa vivir en tierra extraña
o en la patria infeliz en que he nacido
si en cualquier parte he de encontrarme solo?



Octavio Paz

tus ojos

-- de Octavio Paz --

Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
o toño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombrode un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo.



Pablo Neruda

soneto xxvi cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxvi
ni el color de las dunas terribles en iquique,
ni el estuario del río dulce de guatemala,
cambiaron tu perfil conquistado en el trigo,
tu estilo de uva grande, tu boca de guitarra.
Oh corazón, oh mía desde todo el silencio,
desde las cumbres donde reinó la enredadera
hasta las desoladas planicies del platino,
en toda patria pura te repitió la tierra.
Pero ni huraña mano de montes minerales,
ni nieve tibetana, ni piedra de polonia,
nada alteró tu forma de cereal viajero,
como si greda o trigo, guitarras o racimos
de chillán defendieran en ti su territorio
imponiendo el mandato de la luna silvestre.



Pablo Neruda

soneto xxviii cien sonetos de amor (1959) mañana

-- de Pablo Neruda --

Soneto xxviii
amor, de grano a grano, de planeta a planeta,
la red del viento con sus países sombríos,
la guerra con sus zapatos de sangre,
o bien el día y la noche de la espiga.
Por donde fuimos, islas o puentes o banderas,
violines del fugaz otoño acribillado,
repitió la alegría los labios de la copa,
el dolor nos detuvo con su lección de llanto.
En todas las repúblicas desarrollaba el viento
su pabellón impune, su glacial cabellera
y luego regresaba la flor a sus trabajos.
Pero en nosotros nunca se calcinó el otoño.
Y en nuestra patria inmóvil germinaba y crecía
el amor con los derechos del rocío.



Pablo Neruda

el amor del soldado

-- de Pablo Neruda --

El amor del soldado
en plena guerra te llevó la vida
a ser el amor del soldado.
Con tu pobre vestido de seda,
tus uñas de piedra falsa,
te tocó caminar por el fuego.
Ven acá, vagabunda,
ven a beber sobre mi pecho
rojo rocío.
No querías saber dónde andabas,
eras la compañera de baile,
no tenías partido ni patria.
Y ahora a mi lado caminando
ves que conmigo va la vida
y que detrás está la muerte.
Ya no puedes volver a bailar
con tu traje de seda en la sala.
Te vas a romper los zapatos,
pero vas a crecer en la marcha.
Tienes que andar sobre las espinas
dejando gotitas de sangre.
Bésame de nuevo, querida.
Limpia ese fusil, camarada.



Pablo Neruda

el joven monarca

-- de Pablo Neruda --

Como continuación de lo leído y precedente de lapágina que sigue debo encaminar mi estrella al territorioamoroso.
Patria limitada por dos largos brazos cálidos, de largapasión paralela, y un sitio de oros defendidos por sistema ymatemática ciencia guerrera. Sí, quiero casarme con lamás bella de mandalay, quiero encomendar mi envoltura terrestrea ese ruido de la mujer cocinando, a ese aleteo de falda y pie desnudoque se mueven y mezclan como viento y hojas.
Amor de niña de pie pequeño y gran cigarro, flores deámbar en el puro y cilíndrico peinado, y de andar enpeligro, como un lirio de pesada cabeza, de gruesa consistencia.
Y mi esposa a mi orilla, al lado de mi rumor tan venido de lejos, miesposa birmana, hija del rey.
Su enrollado cabello negro entonces beso, y su pie dulce y perpetuo: yacercada ya la noche, desencadenado su molino, escucho a mi tigre ylloro a mi ausente.



Pablo Neruda

regreso

-- de Pablo Neruda --

Hostiles cordilleras,
cielo duro,
extranjeros, ésta es,
ésta es mi patria,
aquí nací y aquí viven mis sueños.
El barco se desliza
por el azul, por todos los azules,
la costa es la más larga
línea de soledad del universo,
pasan y pasan las arenas blancas,
suben y bajan los montes desnudos,
y corre junto al mar la tierra sola,
dormida o muerta en paz ferruginosa.
Cuando cayeron las vegetaciones
y el dulce verde abandonó estas tierras
el sol las calcinó desde su altura,
la sal las abrasó desde sus piedras.
Desde entonces se desenterraron
las antiguas estrellas minerales:
allí yacen los huesos de la tierra,
compacto como piedra es el silencio.
Perdonad, extranjeros,
perdonad la medida desolada
de nuestra soledad,
y lo que damos en la lejanía.
Sin embargo,
aquí están las raíces de mi sueño,
ésta es la dura luz que amamos,
y de algún modo, con distante orgullo,
como en los minerales de la noche,
vive el honor en esta larga arena.



Pablo Neruda

i

-- de Pablo Neruda --

Odas y germinaciones
el sabor de tu boca y el color de tu piel,
piel, boca, fruta mía de estos días veloces,
dímelo, fueron sin cesar a tu lado
por años y por viajes y por lunas y soles
y tierra y llanto y lluvia y alegría
o sólo ahora, sólo
salen de tus raíces
como a la tierra seca el agua trae
germinaciones que no conocía
o a los labios del cántaro olvidado
sube en el agua el gusto de la tierra?
no sé, no me lo digas, no lo sabes.
Nadie sabe estas cosas.
Pero acercando todos mis sentidos
a la luz de tu piel, desapareces,
te fundes como el ácido
aroma de una fruta
y el calor de un camino,
el olor del maíz que se desgrana,
la madreselva de la tarde pura,
los nombres de la tierra polvorienta,
el perfume infinito de la patria:
magnolia y matorral, sangre y harina,
galope de caballos,
la luna polvorienta de la aldea,
el pan recién nacido:
ay todo de tu piel vuelve a mi boca,
vuelve a mi corazón, vuelve a mi cuerpo,
y vuelvo a ser contigo
la tierra que tú eres:
eres en mi profunda primavera:
vuelvo a saber en ti cómo germino.



Pablo Neruda

es verdad que sólo en australia

-- de Pablo Neruda --

Es verdad que sólo en australia
hay cocodrilos voluptuosos?
cómo se reparten el sol
en el naranjo las naranjas?
venía de una boca amarga
la dentadura de la sal?
es verdad que vuela de noche
sobre mi patria un cóndor negro?



Pablo Neruda

soneto xlvi cien sonetos de amor (1959) mediodía

-- de Pablo Neruda --

De las estrellas que admiré, mojadas
por ríos y rocíos diferentes,
yo no escogí sino la que yo amaba
y desde entonces duermo con la noche.
De la ola, una ola y otra ola,
verde mar, verde frío, rama verde,
yo no escogí sino una sola ola:
la ola indivisible de tu cuerpo.
Todas las gotas, todas las raíces,
todos los hilos de la luz vinieron,
me vinieron a ver tarde o temprano.
Yo quise para mí tu cabellera.
Y de todos los dones de mi patria
sólo escogí tu corazón salvaje.



Pablo Neruda

los jugadores

-- de Pablo Neruda --

Juegan, juegan.
Agachados, arrugados, decrépitos.
Este hombre torvo
junto a los mares de su patria, más lejana que el sol,
cantó bellas canciones.
Canción de la belleza de la tierra,
canción de la belleza de la amada,
canción, canción
que no precisa fin.
Este otro de la mano en la frente,
pálido como la última hoja de un árbol,
debe tener hijas rubias
de carne apretada,
granada,
rosada.
Juegan, juegan.
Los miro entre la vaga bruma del gas y el humo.
Y mirando estos hombres sé que la vida es triste.



Pedro Antonio de Alarcón

A la bandera del batallón de Ciudad Rodrigo

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Sombra y honor bajo tus pliegues dame,
santo pendón de Cristo y de Castilla!
Tu ley, que juro, hincada la rodilla,
en generoso ardor mi pecho inflame.

No más estérilmente se derrame
mi vida en torpe amor y vil mancilla...
Roja está de la patria la mejilla...
¡Despierte el corazón de su ocio infame!

De un naufragio entre lágrimas y errores
salva mi fe, que combatida muere
por enemigo viento y mar contrario...

Sé tú el manto que envuelva mis dolores,
mi tienda en el desierto; y si cayere
en la revuelta lid... ¡Sé mi sudario!



Rafael Carvajal

Impresión a la vista del mar

-- de Rafael Carvajal --

Infeliz y entregado al torbellino
de tristes pensamientos viome el cielo,
sin patria, sin amigos, sin consuelo
y postrado al rigor de mi destino.

Vagando, como suele, de contino,
quien la copa bebió de la amargura,
mi vista se extendió por la llanura,
que no tiene ni huella ni camino.

¡Era el mar! y su aspecto majestuoso
largo tiempo detúvome absorbido
en éxtasis profundo, misterioso.

¡Era el mar! que agitado por los vientos
mi suerte retrataba enfurecido
o, en su calma, mis tristes pensamientos.



Rafael María Baralt

A Alberto Lista

-- de Rafael María Baralt --

¡Bien haya la piedad que augusta ofrenda
de oliva y lauro a tu inmortal memoria
justiciera dedica y tu alma gloria
a las celestiales musas encomienda!

¡Que en la patria infeliz acaso encienda
espíritu vital tu clara historia
y trueque en oro nuestra vil escoria,
llama de honor, que de virtud sea prenda!

Mas no será; que envejecida España
varones como tú ya no concibe,
ni en fecunda labor produce un hombre.

Murió la ínclita edad, ni héroe, ni hazaña
la presente enaltece, y triste vive
sin amor y sin fe, sin Dios, sin nombre.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba