Ejemplos con tranquilizó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el caso de Raulito me entero que la pareja no se llevaba bien y la madre, al sentir que venía el protector, se tranquilizó y al hijo se le fue la fiebre.
Pero cuando Ligia le dijo que Vinicio fue el que solicitó eso por boca de Petronio, Popea se tranquilizó, aunque desde ese momento odiaría a Ligia, y con una maléfica sonrisa, le dijo que ella se asegurarría que fuese esclava de Vinicio.
Con el nuevo gobernador la situación de Tabasco se tranquilizó bastante.
Se tranquilizó al oír los pasos de la vieja empleada que subía pesadamente la escalera.
Miró un instante con cierta zozobra el capitán a su amigo, pero al ver la serenidad de sus ojos, se tranquilizó, y dijo sonriendo:.
Esta última observación impresionó un poco a Clara, si no la tranquilizó por completo.
Su contestación me tranquilizó.
Una Virgen blanca, con filetes de oro en el manto, que presentaba el divino infante en una de las capillas de la nave, la tranquilizó algo.
Pero al mismo tiempo que recibía la noticia con un retraso lamentable, Lacour le tranquilizó con sus averiguaciones en el Ministerio de la Guerra.
¿Qué disposiciones terribles habría dictado Madariaga? La lectura de la primera parte tranquilizó a Karl y Elena.
Cuando Tòni, desde la cubierta del buque, le vió avanzar por el muelle a la mañana siguiente, tuvo tentaciones de esconderse ¡Doña Cinta, que le llamaba otra vez para interrogarle! Pero se tranquilizó al decirle el muchacho que venía por su voluntad a pasar unas horas en el.
Pero el alcalde tranquilizó a todos diciendo que el prefecto le daba facultad para no entregar más que a los viciosos, y que no habiendo en el lugar más que uno, que era Pablo, ése sería condenado al servicio de las armas.
Cecilia hizo un signo negativo, y se tranquilizó.
Me tranquilizó el ver que mis buenos inquilinos permanecen en la ciudad.
¿Qué iba a hacer, tosiendo y ahogándose a cada instante, en aquella tarea pesadísima de transportar maderos y acoplarlos? El enfermo le tranquilizó.
A su padre habló la señorita de la inquietud grave que en su vida se le ofrecía, y el buen señor la tranquilizó con estas razones: Dile a ese tonto que no se ponga en ridículo defendiendo un matrimonio que no hemos de consentir los liberales.
Este parecía, en efecto, abrigar intenciones perversas, porque el tío Frasquito percibía claramente del otro lado del tabique ruidos extraños que le desasosegaban, poniéndole nervioso, la puertecilla, sin embargo, no tenía rendija alguna traidora que diera paso a una mirada, y esto lo tranquilizó algún tanto.
Llegaban al ministerio de la Guerra, y allí Currita se tranquilizó más todavía, porque comenzaba a poblarse aquella soledad que la aterraba.
Al escuchar el saludo se tranquilizó de un modo y se inmutó de otro, porque al momento logró reconocer el que tan inopinadamente le cortaba el paso, el cual no era otro que el americano D.
Andrés la tranquilizó acerca de este punto.
Con esto se tranquilizó el joven comprendiendo que las miradas no eran más que la inspección médica de todos los días.
Si lo tranquilizó, no se sabe, pero ello es que se quedó dormida, y no despertó hasta las siete de la mañana.
Comunicó estos temores a su amiga, quien la tranquilizó sonriendo, y por fin le dijo que siendo su intención limpia, no importaba que se le saliese de la boca sin querer algún término sucio.
Fortunata le encontró más delgado, la calva parecía mayor, y sus miradas tenían cierto reposo que la tranquilizó.
La tos perruna de su tío la tranquilizó, diciéndole que no estaba sola.
Un rato hablaron, y como ella se mostrase recelosa de que el marido de la difunta fuese por allá y armara un escándalo, el farmacéutico la tranquilizó diciéndole: No tema usted nada.
Fadrique, el rescate de Clara, si bien le rechazó y le juzgó inútil ya, se tranquilizó, creyendo su propósito cumplido en cualquier evento, y considerándose desligada del mundo, sin nada que hacer en él sino atormentarse, y sin razón alguna para desear, estimar y conservar la vida.
Algo tranquilizó a Clara el verse libre de aquel malvado, pero al pensar que no había podido adquirir noticia alguna de lo que buscaba, al verse en aquel callejón estrecho y obscuro, donde no aparecían indicios de vivienda humana, al considerar que por un extremo podía aparecer un hombre y por el otro extremo otro, avanzando hacia el centro y cogiéndola entre los dos, fue tal su pavor, que estuvo a punto de caer al suelo sin sentido.
En aquel momento la palidez de Clara aumentó súbitamente porque creyó que sentía abrir la puerta de la escalera, pero Claudio la tranquilizó diciéndole que se equivocaba.
Doña Paulita, que ya tenía la palabra en la nariz para reprender a Clara, se conmovió al verla llorar, y la tranquilizó diciéndole:.

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