Ejemplos con tranquilos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Zuinglio respondió con otro folleto donde manifestaba que los anabaptistas destruirían el orden social si se les dejaba tranquilos.
Mientras que los restantes tramos son relativamente tranquilos, ideales para disfrutar los cambiantes paisajes que van desde la costa marítima a las zonas montañosas.
Tenían sangre distinta, vivían juntos y tranquilos, pero no eran iguales ni podían serlo.
Los tranquilos moluscos que veía ahora en el fondo de las aguas, agarrados a las peñas como botones obscuros, le parecían seres divinos guardadores en su estúpida quietud del misterio de la creación.
Para vivir tranquilos, se habían convertido todos en masa en el siglo XV.
Veían aún cómo entraba la avalancha de los hombres con casco en sus tranquilos pueblos: las casas cubiertas de llamas repentinamente, la soldadesca haciendo fuego sobre los que huían, las mujeres agonizando destrozadas bajo la aguda persistencia del ultraje carnal, los ancianos quemados vivos, los niños deshechos a sablazos en sus cunas, todos los sadismos de la bestia humana enardecida por el alcohol y la impunidad Algunos octogenarios contaban, llorando, cómo los soldados de un pueblo civilizado cortaban los pechos a las mujeres para clavarlos en las puertas, cómo paseaban a guisa de trofeo un recién nacido ensartado en una bayoneta, cómo fusilaban a los ancianos en el mismo sillón donde los tenía inmóviles su dolorosa vejez, torturándoles antes con burlescos suplicios.
Los tres artilleros estaban junto al cañón, tranquilos y flemáticos, llevándose una mano a los ojos para ver mejor el punto casi invisible que les señalaba su capitán.
La guerra daba a este puerto una actividad mucho más grande que la de los tiempos tranquilos.
Unas camareras de albos delantales cuidaban de la cocina y el aseo de este hogar flotante, compartiendo los peligros de los marineros rojos y tranquilos, exentos de las tentaciones que provoca el roce de la mujer.
Unos parecían desalentados, otros, furiosos por el retroceso que venían realizando desde el día anterior, los más, permanecían tranquilos, con la pasividad de la obediencia.
Los maridos podían dormir tranquilos en Sarrió.
Los que tenían quejas que formular iban a él, aun sabiendo que su influencia no alcanzaba a la administración, y después de escuchar sus consejos se retiraban más tranquilos, como si hubieran conseguido algo.
Lo que demuestra que los antiguos tiempos eran los buenos y que, para tranquilidad de todos, hay que volver a la época en que no había progreso y los hombres vivían tranquilos.
Parecía imposible que de los Luna, tan tranquilos y formalotes, hubiese podido salir una muchacha con redaños bastantes para escapar a ese Madrid, donde nunca había estado, juntándose con su hombre, sin miedo a Dios y a las gentes.
Para vivir tranquilos y sustentarse en una época de incultura, los poetas buscaban la sombra de la Iglesia y se cubrían con sus hábitos.
Su apocamiento de hombres sedentarios, tranquilos y seguros dentro de la catedral, admiraba las aventuras y los tormentos de aquel luchador.
No, si nos permiten vivir tranquilos, es porque esas potencias omnipotentes, con sus ambiciones y celos, guardan cierto equilibrio.
¿Cree usted que Suiza y Bélgica y otros países pequeños viven tranquilos enclavados entre grandes potencias porque poseen un ejército? Lo mismo existirían aunque no tuviesen un soldado.
¡Qué grande obra sería la de deshacer esta mescolanza que repugna, que envenena, que liberta el vicio de toda sanción social que le marque la frente como con una señal de infamia, y lo contenga, ya que no con el temor de Dios, con la vergüenza al menos y con el respeto humano, que familiariza con el escándalo hasta a las conciencias más rectas, y destruye la poderosa barrera de horror y de extrañeza que debe separar al bueno del escandaloso, y comenzando por hacer a este tolerable, acaba por hacerle pasar por imitable! ¡Qué grande obra haría quien con el mismo espíritu de caridad cristiana con que se fundan asilos para huérfanos y casas de refugio para doncellas en peligro, fundase para mujeres y hombres , en que sin riesgo alguno de mal ejemplo pudiese encontrar la juventud las justas, legítimas y aun necesarias distracciones propias de sus años, hallar sin desvergonzada levadura ese trato señoril y digno a la vez que alegre y placentero, que afina y suaviza las inclinaciones del hombre, fortalece y alecciona las de la mujer, y fomenta el trato mutuo y el mutuo conocimiento de que brotan castas simpatías, germen de puros y tranquilos amores, que sirven de base solidísima a matrimonios felices y meditados, de que nacen luego familias cristianas y ejemplares! Y la caridad, la caridad derivada del cielo, única santa y legítima, que todo lo ve con sus ojos de lince, que todo lo abarca con su actividad insaciable, que todo lo precave con su perspicacia amorosa, y no deja dolor sin alivio, ni pena sin consuelo, ni llaga sin remedio, ¿no se ha fijado nunca en esta úlcera ensangrentada? ¿Acaso es más digna de lástima la pobre labriega, la infeliz criada de servicio que el abandono precipita en un lodazal de escaleras abajo y salva la caridad en una casa de refugio, que la encopetada señorita, la rica heredera que un abandono distinto, sólo en la forma, precipita del mismo modo en otro lodazal de salones adentro? ¡Y pensar que no es tan difícil el remedio como a primera vista parece, que bastaría quizá que una mujer de prestigio y de energía, cerrando los oídos a indecorosos respetos humanos y a culpables condescendencias sociales, fundase, por el amor de Dios, un , lanzando a los cuatro vientos de la alta sociedad madrileña, por toda esquela de convite, esta estupenda noticia: La marquesa tal, o la duquesa cual, se queda todas las noches en casa, para las señoras honradas y los caballeros decentes !.
En fin, que si no los querían les dejaban tranquilos, que era todo lo que podían desear.
No hay que fiarse de ellos, y más si han sido tranquilos en su juventud, pues ya es sabido que el que no la hace a la entrada la hace a la salida.
¡Tramposa su madre! No estaba mal aplicado el calificativo, pero el cariño ciego, que le hacía adorar a su madre, rebelábase ante tal ofensa, le conmovía hasta el punto de que sus ojazos tranquilos y bondadosos se velasen con lagrimones de ira.
¡Bailad tranquilos, granujas alegres e insolentes, mirad la , burgueses bondadosos, reíd como gallinas cacareadoras, mujercillas que celebráis las contorsiones de los monigotes! Todos ignoráis que el volcán ruge a pocos pasos de vosotros, no sabéis que hay un hombre que prepara la más horrible de las tragedias, y mañana, cuando salga en los periódicos la extensa relación de lo ocurrido, no podréis imaginaros que la fiera en figura humana que mató al rival, a la novia y hasta a la mamá, si es que se decide a bajar, era el joven dulce y simpático que, pálido como un muerto, estaba hecho un poste cerca del cafetín.
Andrés y tía Pepilla vivieron todavía mucho tiempo tranquilos y contentos.
Y me imagino que eres mi esposa, que vivimos tranquilos y felices al lado de mis tías, en una casita muy linda y muy alegre, embellecida por tí, llena de flores y cantos de pájaros.
Papá les dijo que no, que estuvieran tranquilos, pero ellos no hicieron caso, y más de cien fueron a Jalapa, y se le presentaron al señor Obispo.
He visto a miles de caballos caminar tranquilos hacia la muerte, en las plazas de toros, sólo porque llevaban sobre los ojos un.
Poco a poco fue tomando el dolor de Segismundo acentos más tranquilos, y sentado a la cabecera del lecho mortuorio, habló con la santa de un asunto que necesariamente y por la fuerza de la realidad se imponía.
Suponíales muy tranquilos y de color de cera dentro de aquella caja que llevaba un tío cualquiera al hombro, como se lleva una escopeta.
Una mirada de sus ojos o media palabra de sus labios bastaba para que se marchasen tranquilos los cobardes y llenos de miedo los valientes.

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