Ejemplos con tranquilízate

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Tranquilízate! Esa infeliz no está en Madrid Ahora mismo me largo a respirar un rato a gusto, lejos de ti ¡fiera!Y sin esperar respuesta, se calzó y salió.
No, tú eres la que tienes que probar que lo has parido Pero no pienses locuras, y tranquilízate ahora, que mañana hablaremos.
Tranquilízate, escribirás la fórmula, harás tu , tendrá un gran éxito y ganaremos mucho dinero.
Tranquilízate, niña mía, porque he abandonado todo recurso imprudente y brutal.
-Tranquilízate, por Dios -le decía su esposa cubriéndolo, mientras los demás querían impedir que saliese del lecho.
-No vendrán: tranquilízate -dijo Bozmediano, algo contrariado por aquel recibimiento-.
-Tranquilízate -dijo Lázaro, viendo en el tono de su amiga los síntomas de un nuevo delirio-.
Pues tranquilízate completamente, me contestó, yo nada deseo, nada quiero más que tu amor tu amor tal cual le siento, tal cual yo le siento por ti, hermanos, siempre hermanos, dos y uno ¿no es cierto que es una felicidad que podamos amarnos de este modo?.
Y la madre, siempre inundada en lágrimas estrechándola en sus brazos, le respondía:Por el amor de Dios, hija mía, por la Purísima Concepción de María Santísima, por tu salud, por la de tu hija, que vive y está buena, cállate, tranquilízate.
Ahora, hija mía, tranquilízate poco a poco, da gracias a Dios por lo mucho que te quiere.
-¡Tranquilízate, abuelo mío! -dijo a Noirtier-.
Entonces Feliz-Bella fué a buscar a su amo y le dijo: ¡Oh mi señor! ¡Te ruego que vayas a suplicar a esa santa que en adelante se aposente en nuestra casa, pues su rostro, macerado en la piedad, iluminará nuestra morada! Feliz-Bello contestó: Tranquilízate.
Al oír estas palabras de su hijo, el rey exclamó: ¡El nombre de Alah sobre ti y alrededor de ti!, y ¡oh hijo mío! ¡El te guarde de los maleficios y la locura! ¡Ah, hijo mío! ¿Qué pesadilla has tenido para usar semejante lenguaje? ¿Qué manjares pesados comiste anoche para que la digestión ejerciera un influjo tan funesto en tu cerebro? ¡Por favor, hijo mío, tranquilízate! ¡No volveré en mi vida a contrariarte! ¡Y malditos sean el casamiento, y la hora del casamiento, y cuantos me vuelvan a hablar de casamiento! Entonces Kamaralzamán dijo a su padre: Tus palabras sobre mi cabeza, ¡oh padre mío! ¡Pero júrame antes con el gran juramento que no te has enterado de mi aventura de esta noche con la hermosa joven, que como te probaré, dejó en mí más de una huella de la acción compartida!.
Pero el visir le contestó: ¡Tranquilízate! ¡Por Alah! ¡Nada ha de sucederle allí! ¡Así se domará su arrogancia y se reducirá su orgullo!.
Tranquilízate, pues, y si quieres marcharte no te preocupes de lo demás, ¡que Alah, como dueño de todas las puertas, sabe abrir cuando le place todas las entradas! Y dichas estas palabras, el joyero Amín se despidió de Abalhassan, y se fué por su camino.
::¡Tranquilízate, ¡oh hermana mía! y mira los prodigios que va a realizar mi brazo!.
-¡Oh!, tranquilízate -respondió Alí sonriendo-.
-¡Oh!, tranquilízate.
Tranquilízate, hija mía, yo haré de manera que tu juventud no se pierda, porque si me amas como a un padre, yo te amo como a una hija.
»-Vamos, tranquilízate -prosiguió Cucumetto riendo-, un poco antes, un poco después, ya llegará tu turno.
Pero ella respondió: Tranquilízate, ¡oh hijo mío! no desconfío, ni mucho menos, de la victoria.
Y como Aziz se echase a llorar, le preguntó el príncipe: ¿Por qué lloras, hermano Aziz? Y éste dijo: ¡Oh hermano mío! ya sé que no puedo separarme de ti, pero ¡hace tanto tiempo que dejé a mi pobre madre! Y ahora, cuando llegue la caravana sin mí, ¿qué pensará mi madre al no verme entre los mercaderes? El príncipe dijo: ¡Tranquilízate, hermano Aziz! Volverás a tu tierra en cuanto quiera Alah, después de habernos facilitado los medios de conseguir nuestro objeto.
Después hizo un gran esfuerzo, y acabó por preguntarme: ¡Oh hijo de mi tío! ¿Olvidaste mi encargo? Y yo dije: ¡Tranquilízate, Aziza! Le he recitado la estrofa, y la ha conmovido hasta el límite de la emoción, de tal manera, que me ha recitado esta otra.
-Tranquilízate, mi alma -la dijo-: ¿qué puedes temer a mi lado?.
-Tranquilízate, que no se te arrojará a la calle para que te recoja la caridad pública.
-Tranquilízate, tus hijos están buenos, en un asilo, donde nada les falta, ni pan para sus estómagos, ni instrucción para sus entendimientos.
-Tranquilízate, hija mía, que nada malo puede sucedernos.
Tranquilízate tú ahora, María Vicenta, que, como estabas criando, puede arrebatársete la leche a la cabeza, y eso es muy serio.
Tranquilízate.

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