Ejemplos con ordinario

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Qué solterón recalcitrante había de convencerse, en vista de las desdichas que sobre atrajeran sus personales manías y rarezas, o una serie de casualidades novelescas regidas por la mano del autor y no por el curso ordinario de las cosas humanas? tiene de hombre lo bastante para no ser una , en lo demás puede pasar por el de una clase entera, de las más numerosas, por desgracia, entre los hijos de Adán.
Tal era para Miranda el resultado físico: el moral era un anhelo de reposo y bienestar egoísta, esa regularidad del hábito, esa tiranía de la costumbre que se impone en la edad madura, y que mueve a tener como desdicha irreparable el que la comida o el sueño se retrasen media hora más de lo ordinario.
Su traje era modestísimo, casi pobre, y se limitaba a chaqueta, chaleco y pantalón negros, de paño ordinario, sobre todo lo cual vestía, quizás a causa de la estación, un sobretodo de paño más grueso y del mismo color.
Comprendí que me había conocido y que mis miradas la cohibían ¡Pobrecilla! Lo elegante no le quitaba lo ordinario, aquel no sé qué de pueblo, cierta timidez que se combina no sé cómo con el descaro, la conciencia de valer muy poco, pero muy poco, moral e intelectualmente, unida a la seguridad de esclavizar ¡ah, bribonas!, a los que valemos más que ellas digo, no me atrevo a afirmar que valgamos más, como no sea por la forma En resumidas cuentas, chico, está que.
La casa volvió a tomar su aspecto ordinario.
Aquella noche durmió con tranquilidad, y nada ocurrió que saliera del canon ordinario.
Viendo, pues, que, en efeto, no podía menearse, acordó de acogerse a su ordinario remedio, que era pensar en algún paso de sus libros, y trújole su locura a la memoria aquel de Valdovinos y del marqués de Mantua, cuando Carloto le dejó herido en la montiña, historia sabida de los niños, no ignorada de los mozos, celebrada y aun creída de los viejos, y, con todo esto, no más verdadera que los milagros de Mahoma.
No digo yo, Sancho replicó don Quijote, que sea forzoso a los caballeros andantes no comer otra cosa sino esas frutas que dices, sino que su más ordinario sustento debía de ser dellas, y de algunas yerbas que hallaban por los campos, que ellos conocían y yo también conozco.
Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes, a nadie le era necesario, para alcanzar su ordinario sustento, tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto.

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