Ejemplos con misericordias

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Se rodeó de buenos ayudantes como Pere Oller y Antoni Canet, empezando la primera fase del coro con la sillería en cuyos medallones de los brazales y en las misericordias, es donde se concentran las más importantes esculturas.
Con tal motivo se celebró un concurso para darle un nombre o titulo a la estatua y fue así como los fieles votaron por el de Madre de las Misericordias , bajo esta nueva advocación el culto a la Virgen María, fue mucho mayor y fue necesario construirle un templete digno.
En uno de los costados de la iglesia se encuentra el Parque de Nuestra Señora de las Misericordias.
En el testero del crucero, en la parte de la nave del Evangelio, se encuentra el Crucificado de las Misericordias.
En ella se alberga la imagen del Santísimo Cristo de las Misericordias, una escultura anónima del siglo XVI, a la que también se le conoce con el nombre de El Cristo de Bambú y que es titular de la Cofradía de los Estudiantes que procesiona el Lunes Santo.
El coro románico está amueblado con sillería con misericordias de comienzos del siglo XIV.
En las misericordias se ofrece un repertorio ornamental de mascarones, todos de diferente diseño.
Tanto los tableros de los respaldos como los reposabrazos y misericordias están profusamente adornados con tallas que siguen programas iconográficos de símbolos de animales, mitología, alegorías, escenas cotidianas, etc.
¡Sabe Dios las misericordias que usted, a la calladita, habrá hecho en este mundo, con esta misma Mauricia tal vez! Y ahora me las quiere colgar a mí.
Juzgándome menos digna que antes de ser esposa de Cristo, he pensado en la infinita bondad de aquel Soberano Señor, padre de las misericordias, y he comprendido que, aun siendo yo indigna de todo, podía acudir a Él y refugiarme en su seno, segura de que no me rechazaría, de que me acogería amoroso, purificándome y santificándome con su gracia.
Parecióle buen consejo al corregidor y así entró a llamar al que le confesaba, y díjole que primero habian de desposar al jitano con Preciosa la jitana, y que despues se confesaria, y que se encomendase a Dios de todo corazon, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están mas secas las esperanzas.
—Señores, yo soy el licenciado Vidriera, pero no el que solia: soy ahora el licenciado Rueda: sucesos y desgracias que acontecen en el mundo por permision del cielo me quitaron el juicio, y las misericordias de Dios me le han vuelto: por las cosas que dicen que dije cuando loco, podeis considerar las que diré cuando cuerdo: yo soy graduado en leyes por Salamanca, adonde estudié con pobreza, y adonde llevé segundo en licencias, de do se puede inferir que mas la virtud que el favor me dió el grado que tengo: aquí he venido a este gran mar de la corte para abogar y ganar la vida, pero si no me dejais, habré venido a bogar y granjear la muerte: por amor de Dios, que no hagais que el seguirme sea perseguirme, y que lo que alcancé por loco, que es el sustento, lo pierda por cuerdo: lo que solíades preguntarme en las plazas, preguntádmelo ahora en mi casa, y veréis que el que os respondia bien de improviso, os responderá mejor de pensado.
¡Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me ha hecho! En fin, sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres.
¿Qué es lo que vuestra merced dice, señor? ¿Tenemos algo de nuevo? ¿Qué misericordias son éstas, o qué pecados de los hombres?.
Las misericordias respondió don Quijote, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados.
Y Dios debió acoger sin duda aquella oración, muda, es verdad, pero enérgica y vehemente, desde el trono de sus misericordias.
Parecióle buen consejo al corregidor, y así entró a llamar al que le confesaba, y díjole que primero habían de desposar al gitano con Preciosa, la gitana, y que después se confesaría, y que se encomendase a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas.
olvidadas vuestras grandezas y misericordias y cómo vinisteis al.
Las sospechas que llegan a hacerse unánimes y estables desacreditan a veces más que un hecho probado y ventilado, en cuyo caso el interesado, aunque culpable, ha podido emitir descargos, alegar disculpas, y sobre todo demostrar arrepentimiento y obtener así el perdon, que el Dios de las misericordias no guardó sólo para sí, sino que con su divino destello puso en el corazón del hombre, y al que elevó a precepto en su santo Evangelio.
La vi, sin que ella lo notara, más de dos veces, en la penumbra del carrejo, llevarse con desesperación ambas manos a la cabeza, y la oí invocar al mismo tiempo, en voz enronquecida y mal dominada, al «devino Dios de las misericordias grandes» y a «la Virgen Santísima de las Nieves, la su madre clemente y amorosa».
La gratitud congregó también a los hombres para rendir, en perpetua oración al Dios de las Misericordias, un tributo a la sangre vertida en el santo madero.
Conque, señorita de mi alma, parose hecho unas dulzuras en cuanto le alcancé, y pregunta va y respuesta viene entre los dos, con un cariño y una parcialidad de su parte, que la Virgen de las Misericordias se lo galardone tanto como yo se lo agradecí.
¡Santísima Virgen de las Misericordias, las gracias que yo di al Señor en cuanto pude enterarme de ello! Con las ansias de la alegría subí la escalera, y creyéndome tierra demasiado miserable para que se me contara entre las personas dignas de ser recibidas por usted, esforcé un poco la calidad del motivo de presentarme aquí, con el fin de que se me dejara entrar.
No perdáis tiempo, el día de la redención ha llegado, y el momento de las misericordias se acerca: dentro de breves horas compareceréis ante el trono del Altísimo, y vuestras obras van a ser juzgadas.
Busqué a Matica, prestóse gustoso a acompañarme a aquel acto, invitamos a otros amigos, unos porque conocieron vivo a Balduque, y todos porque tenían noticia de su trágica muerte, y de este modo, el humilde túmulo alzado en el centro de la iglesia, mientras las preces del coro y del altar se elevaban al Dios de las Misericordias, no se vio solo entre cuatro blandones funerarios.
Por entre las ásperas peñas de Monserrat, suma y grandeza del poder de Dios y milagrosa admiración de las excelencias de su divina Madre, donde se ven en divinos misterios, efectos de sus misericordias, pues sustenta en el aire la punta de un empinado monte, a quien han desamparado los demás, sin más ayuda que la que le da el cielo, que no es la de menos consideración el milagroso ysagrado templo, tan adornado de riquezas como de maravillas, tanto, son los milagros que hay en él, y el mayor de todos aquel verdadero retrato de la Serenísima Reina de los Ángeles y Señora nuestra después de haberla adorado, ofreciéndola el alma llena de devotos afectos, y mirado con atención aquellas grandiosas paredes, cubiertas de mortaja y muletas con otras infinitas insinias de su poder, subía Fabio, ilustre hijo de la noble villa de Madrid, lustre y adorno de su grandeza, pues con su excelente entendimiento y conocida nobleza, amable condicion y gallarda presencia, la adorna y enriquece tanto como cualquiera de sus valerosos fundadores, y de quien ella, corno madre, se precia mucho.
Yo te perdono, para que el Padre de las misericordias me perdone.
-También va una azucena de mi corona fúnebre, ella es una flor de mi sepulcro, no temas se marchite: el Señor de las misericordias la ha bendito con su eterno soplo y ya es una flor de la vida.
::¡Oh mi señor, olvidemos ahora nuestros sufrimientos! ¡Y enriquezca nuestra alma con el olvido el Dispensador de misericordias!.
Y si no, ¿cuál fue la causa de aquel rabioso odio de los fariseos contra Cristo, habiendo tantas razones para lo contrario? Porque si miramos su presencia, ¿cuál prenda más amable que aquella divina hermosura? ¿Cuál más poderosa para arrebatar los corazones? Si cualquiera belleza humana tiene jurisdicción sobre los albedríos y con blanda y apetecida violencia los sabe sujetar, ¿qué haría aquélla con tantas prerrogativas y dotes soberanos? ¿Qué haría, qué movería y qué no haría y qué no movería aquella incomprensible beldad, por cuyo hermoso rostro, como por un terso cristal, se estaban transparentando los rayos de la Divinidad? ¿Qué no movería aquel semblante, que sobre incomparables perfecciones en lo humano, señalaba iluminaciones de divino? Si el de Moisés, de sólo la conversación con Dios, era intolerable a la flaqueza de la vista humana, ¿qué sería el del mismo Dios humanado? Pues si vamos a las demás prendas, ¿cuál más amable que aquella celestial modestia, que aquella suavidad y blandura derramando misericordias en todos sus movimientos, aquella profunda humildad y mansedumbre, aquellas palabras de vida eterna y eterna sabiduría? Pues ¿cómo es posible que esto no les arrebatara las almas, que no fuesen enamorados y elevados tras él?.

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