Ejemplos con misericordiosa

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los yorubas la identificaron con Ochún porque esta orishá es la dueña del cobre, aparece en la desembocadura de un río, de tez bronceada, y entre los adornos de su vestimenta y atributos sobresale el oro y entre los criollos tuvo fama de caritativa y misericordiosa.
Como Madre Misericordiosa, oye las peticiones de quienes desean tener hijos.
En ellas Orestes es el mortal lleno de culpa al que purifican de su pecado por la gracia de los dioses, cuya misericordiosa justicia se muestra a todas las personas cuyo crimen sea mitigado por circunstancias atenuantes.
Otro aspecto muy significativo y original en su doctrina es el tratamiento que da a Santísima Trinidad, en la cual compara a Jesús con una madre sabia, amante y misericordiosa.
Frente a todos esos momentos, Grace luce apacible y misericordiosa, perdonando el accionar de todos bajo la excusa de que todos hacen los mejor que pueden bajo las circunstancias duras que se les presentan.
Los yorubas identificaron la Virgen con Ochún porque esta oricha es la dueña del cobre y tenía fama de caritativa y misericordiosa.
Él, un Febrer, iba a verse en medio de la calle si una mano misericordiosa no le daba apoyo.
Lo que deseaba era tropezar en el Congo con un hipopótamo, un león o cualquiera otra bestia misericordiosa, que, al desgarrarlo en pequeños pedazos, le librase del recuerdo de miss Craven la ingrata.
Sólo le restaba morir, pero la muerte misericordiosa acudía lentamente a su llamamiento.
Su barraca, deshabitada, sin una mano misericordiosa que echase un remiendo a la techumbre ni un puñado de barro a las grietas de las paredes, se iba hundiendo lentamente.
Y reía al decir esto con una risa misericordiosa, como si se sintiera elevado por encima de todas las miserias.
-¡Dulce y misericordiosa para todos! -murmuró Enrique, con sombrío acento- ¡para mí solo cruel y despiadada!.
¡Soy misericordiosa!.
¡Dios es misericordioso! ¡Nuestros sufrimientos vienen de habernos apartado de Dios! ¡La naturaleza es misericordiosa, es salud y alegría! Si nos enfermamos, es por habernos salido de la naturaleza.
Y Giafar, que tenía un alma misericordiosa y un corazón compasivo, se encaró con el califa, y le dijo: ¡Oh Emir de los Creyentes! ¡permite al pescador que saque otra papeleta! ¡Quizá la suerte le sea esta vez más propicia! ¡Y después de todo, no querrás que tu antiguo amo se aleje del río de tu liberalidad sin haber apagado su sed!.
La fiereza de Aquiles se deshace en lágrimas de misericordiosa ternura cuando Príamo se postra a sus plantas.
-Tiéndame usted su mano misericordiosa.
Y Doña Pura, ¡Oh que mujer digna y misericordiosa!, es un modelo de virtud.
frases de intercesión misericordiosa en pro del inquilino atrasado.
¡Tómate el trabajo de venir conmigo al jardín, y te enseñaré, ¡oh padre mío! la fortuna que te envía la suerte misericordiosa!.
Consistió el orgullo en no tener miedo de caer en la tentación y en atreverse a arrostrar los peligros, y consistió la caridad misericordiosa en admirarse del cambio repentino de aquella mujer pecadora, en compadecer el dolor agudo y tremendo que para la conversión la había apercibido, y en la irresistible simpatía de que se dejó vencer, yendo a tratar con ella de cosas del espíritu y a darle amistad pura y grato consuelo.
-¡Hijas de mi alma! -exclamó Josefa estrechando el abultado lío contra su pecho- ¡Hijas de mi alma, que ya no llorarán de frío, y van a dormir abrigadas y en blando como princesas, rogando a Dios cada noche por la reina de España, la reina de todas las reinas, misericordiosa como el sol, que a todos los alumbra y da su calor!.
-Ya saben ustedes que la reina está en Sevilla, y que después de la del cielo es la de España la reina más misericordiosa que ha habido ni habrá, así como, después de la de Dios, es Isabel II la providencia de España.
piedad misericordiosa sino de inefable ternura iluminó su.
-No iré, si no quieres, pero, madre mía, piensa en que mi pobre padre, tu noble y valeroso marido, no habría muerto, como murió, desangrado, en medio de un bosque, la noche de una acción, si alguna mano misericordiosa hubiese restañado la sangre de sus heridas.

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