Ejemplos con llenándola

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Muchos de ellos han utilizado desde entonces, en mayor o en menor medida, su música y letras como forma de protesta social, llenándola con temas de contenido social y político como el anarquismo, el anticapitalismo, el antimilitarismo, el antifascismo, el inconformismo, las drogas la igualdad, la juventud o la libertad, grupos de este estilo son Boikot, Ska-P, Reincidentes o Celtas Cortos.
Orochimaru fue capaz de volver a despertar su sello en el Bosque de la Muerte, llenándola de dolor y acabando así la pelea, con lo que pudo escapar.
El segundo fue una vez la Tierra Dorada, un lugar de luz y pureza, hogar de la sagrada Trifuerza, hasta que Ganon corrompió la tierra con su malvado poder llenándola de oscuridad y desesperación.
La ciudad de Córdoba se encuentra en plena redefinición del papel del río Guadalquivir como elemento urbano, con el objetivo de integrar una parte de Córdoba, llenándola de contenido para que simbolice la nueva relación de la ciudad con el gran río.
Huyó doña Rebeca con su paso menudo y cauteloso, y la hija la siguió a grito herido llenándola de injurias.
Luego, los viejos sacaban de la faja una pipa rústica fabricada por ellos mismos, llenándola de tabaco de cultivado en la isla, hierba de acre olor.
Valls había sacado su pipa, llenándola de tabaco inglés, y expelía olorosas bocanadas.
El famoso prelado don Rodrigo escribe la crónica de España, llenándola de prodigios para mayor prosperidad de la Iglesia, y hace historia prácticamente, pasando más tiempo sobre su caballo de guerra que en su silla del coro.
Con el humo que se levantó en la celda llenándola toda, sintió picor en los ojos y salió como quien llora.
Durante la marcha del cortejo, cada vez que una cantora o una danzarina se separaba del grupo de los músicos y se acercaba a él para llegar frente al jorobado, Hassan Badreddin se echaba mano al bolsillo, y sacándola llena de oro, lo derramaba a puñados a su alrededor, y echaba más en la pandereta de la danzarina o de la cantora, llenándola de oro, con ademanes de sin igual donosura.
¡Ay Cristina! No me digas eso, que linda cosa era ir sentada en la popa de un coche, llenándola de parte a parte, dando rostro a quien y como y cuando quería.
-¿Que no te quiero? -replicó Martín, llenándola de caricias-.
-¡El maestro va a repicar! ¡El maestro va a repicar! -es la voz que con la rapidez del viento corre por la aldea, llenándola de alborozo.
plaza, llenándola toda de tan horrible escuridad que no vieron más el sol de la verdad.
En cuanto al vino, apenas podía se apoderaba de una botella y bebía, llenándola después con agua para que la falta no se advirtiese.
Al oír estas palabras, la pobre mujer, enloquecida salió de la escuela y corrió a su casa, llenándola con sus gritos de dolor.
Antes de salir para la escuela, preparó la canasta, llenándola bien con cartuchos, y, al salir de clase, corrió hacia su casa, que quedaba a una cuadra apenas, dejó los libros y, con la canasta al brazo volvió a situarse frente a la puerta de la escuela de donde iban saliendo despacio los muchachos.
En seguida, te pones a partir leña y a acarrear agua del pozo para cambiar la de la vasija, llenándola bien a fin de que no se reseque con el sol.
Presentaron al dicho médico un cuero de vino muy bueno, de cuyos amores el criado vivía con mucho desasosiego, y como no hallase modo para darle siquiera un beso le halló para sacar a quien dar muchos, si sus intentos llegaran al fin deseado, porque como el sobredicho cuero tuviese de aposento el que la cebada ocupaba -en el cual estaba el pozo-, se entró por ella con la herrada en el brazo, y llenándola de vino salió a tiempo que su amo entraba.
Él necesitaba escalar los peldaños que acababa de escalar Maricucha, él quería presentarse a ella llenándola del mismo estupor que ella le acababa de hacer sentir, y al pensar esto arrojó iracundo contra el suelo la lata de conservas, almacén de su poco lucrativa industria, y se alejó meditabundo y ensimismado, y huyendo de los camaradas que intentaban unírsele, fuese al Parque a pedirles, sin darse cuenta de lo que buscaba, inspiraciones a los grandes macizos de plantas y flores que embellecen el amplio paseo, y amparándose en una rinconada algo distante del lugar donde los automóviles hacían sonar sus sirenas, su rodar los carruajes y el tintinear de sus timbres los velocipedistas, tendiose sobre uno de los asientos de mármol artificial y sumergiose en una honda y triste meditación.
Todo esto la entonaba llenándola de una loca alegría.

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