Ejemplos con llenándolas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los leñadores procuraron almohadillar el impacto cavando zanjas y llenándolas con ramas.
Los ladrones planean matar a Alí Babá cuando éste duerma, pero de nuevo Morgiana descubre y frustra el plan, matando a los ladrones ocultos en las tinajas llenándolas de aceite hirviendo.
El viento soplaba con fuerza, en ráfagas violentas, las olas batían las rocas del Izarra produciendo un estruendo espantoso y llenándolas de espuma.
Apenas se enteraba de que ateos y masones sacaban los pies de las alforjas, preparaba él las suyas llenándolas de víveres y cartuchos.
Además, revolvía la cómoda de Julián, deshacía la cama brincando encima, y un día llegó al extremo de prender fuego a las botas de su profesor, llenándolas de fósforos encendidos.
Aguardando, pues, una revelación importante, quiso tomar aliento haciendo una pausa, y trató de solemnizar la revelación yendo a una alacena, que no estaba lejos, y sacando de ella una limeta de vino y dos cañas, que puso sobre la mesa, llenándolas hasta el borde.
Ese padre Corchón que se lo ha contado a usted, debe ser uno de esos frailes soeces que se gozan en turbar el ánimo de las personas sencillas, llenándolas de supersticiones y extraviando su entendimiento con errores estúpidos.
Recuerde el lector esos viejos que conocerá, un decrépito que persigue a las bellas, y se roza entre ellas como se arrastra un caracol entre las flores, llenándolas de baba, un viejo sin orden, sin casa, sin método.
Sácanles a todos las tripas y les limpian las entradas llenándolas después de paja y cosiéndoles el vientre.
Eligiósele cónsul, y notando que el pueblo exigía y esperaba de él hechos muy gloriosos, el combatir allí con Aníbal lo tenía como por anticuado y por cosa de viejos, y, en vez de esto, meditaba talar a la misma Cartago y al África, llenándolas súbitamente de armas y de tropas, y trasladar allá la guerra desde la Italia, procurando con todo empeño hacer adoptar al pueblo este pensamiento.
Al punto todos los marítimos se apresuraron a llevar conchas grandes vacías, y llenándolas de pedrerías de todos colores, preguntaron a Abdalah el Terrestre: ¿Dónde hay que llevarlas? El aludido contestó: ¡No tenéis más que seguirme y seguir a mi amigo Abdalah, vuestro hermano, que va a llevarme el cesto lleno con esas pedrerías, como acostumbra hacerlo! Luego se despidió del rey, y acompañado de su amigo, y seguido por todos los marítimos portadores de conchas llenas de pedrerías, salió del imperio marino y se remontó a la vista del cielo.
Jorge Arial, para los que le trataban de cerca, el hombre más feliz de cuantos saben contentarse con una acerada medianía y con la paz en el trabajo y en el amor de los sayos, y además era uno de los mortales más activos y que mejor saben estilar las horas, llenándolas de sustancia, de útiles quehaceres.
Ese padre Corchón que se lo ha contado a usted, debe ser uno de esos frailes soeces que se gozan en turbar el ánimo de las personas sencillas, llenándolas de supersticiones y extraviando su entendimiento con errores estúpidos.

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