Ejemplos con llenándome

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Llenándome de filosofía me agarré a la profunda sentencia de uno de los siete sabios de Grecia, Bias, que legó a la humanidad todo su saber en este consejo:.
En me aclimataba yo más que en , pues aunque en ninguno de los dos periódicos ganaba un real, en el primero tenía de director al bueno y cristianísimo Rodríguez Solís, que solía convidarme a comer en su modesta casa, llenándome el buche para un par de días.
- Dejo pasar muchas noches sin añadir una línea a la Segunda Parte de mis Memorias, porque el desconsuelo de haber perdido la Primera enfría mis entusiasmos de cronista y biógrafo, llenándome de crueles dudas respecto al futuro destino de lo que escribo.
La realidad me ha ido desencantando poco a poco y llenándome de hastío, del cual nace este mi aborrecimiento de la política, y el propósito firme de huir de ella en lo que me quedare de vida.
Está previsto, me llevarán a un hospital, y llenándome de medicinas el cuerpo, se empeñarán en que viva.
una madrugada tétrica disipando las sombras, llenándome.
Pos ese gachó, apenas coge un rayito de luz, ya está el hombre asesinándome con su mo de mirar y con su mo de mover el talle y llenándome la sala de suspiros.
Sentí vibrar y conmoverse dentro de mi algo que era como la luz y el estímulo de la vida, y mis flaquezas de mujer hicieron una de las suyas, llenándome los ojos de lágrimas y el pecho de sollozos, que a duras penas logré sofocar.
Llenándome de filosofía me agarré a la profunda sentencia de uno de los siete sabios de Grecia, Bias, que legó a la humanidad todo su saber en este consejo: Aprovecha la ocasión.
Sin embargo, me recibió con una piedra en cada mano, colérico en apariencia, llenándome de improperios y amenazándome con «darme de lazazos hasta que me corriera la sangre».
Yo le sentía, sentía su voz, un divino soplo entrando en mí y llenándome, yo le sentía penetrarme todo en la forma de una convicción consoladora, y mi fatigada conciencia admitía aquel sobrehumano aviso con la emoción grande, con la turbación piadosa que sólo pueden ser producidas por la directa voz de Dios diciendo: «estoy contigo».
Hubo una larga lucha entre mi orgullo y el dinero, pero al final ganó el dinero, dejé el periodismo y me fui a sentar, un día tras otro, en el mismo rincón del principio, inspirando lástima con mi espantosa cara y llenándome los bolsillos de monedas.

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