Ejemplos con leyendo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Leyendo vidas de santos, y sobre todo de santas, se observa que los arrebatados fervores y movimientos místicos del alma coinciden con las edades críticas: la pubertad y la menopausia.
A diferencia de mis compañeros, yo continuaba leyendo y estudiando.
Según yo iba leyendo los borradores del Aligator, no pude menos de recordar al excelente don Amaranto de Fraile.
A ver si es estodijo a poco rato el periodista, leyendo al diputado lo que había escrito.
¡Oh, qué sabio es usted, Padre Alesón, y cómo se me aclaran las cosas más turbias oyéndole! Veo a Belarmino leyendo librotes y escribajeando papelorios lo más del día, y creía que esto no podía por menos de martirizarle los sesos y volverle más loco de lo que está.
Y entrando de nuevo en la estancia, arrodillose al lado del lecho mortuorio, sacó su breviario, y a la luz parpadeante de los blandones, fue leyendo en voz alta, compuesta y grave, las cláusulas melancólicas del oficio de difuntos.
Entretanto, el señor Joaquín, leyendo solo el periódico y paladeando solo el café, venía a echarle muy de menos, e íbase arraigando en su mente la idea de la boda.
Cerca de ésta tiene su pequeña cabaña, rodeada de rocas que él ha cubierto con musgo y flores: allí vive como un ermita o como un salvaje, trabajando durante el día, leyendo algunos libros en algunos ratos, de noche, y siempre combatido por una tristeza tenaz.
Gabriel, al llegar a este punto, soñaba leyendo los nombres obscuros de Cixila, Elipando y Wistremiro.
Por cada satisfacción que les proporcionaba un discurso de Manterola, sufrían disgustos de muerte leyendo las palabras de los revolucionarios, que asestaban fuertes golpes al pasado.
Nadie se escapa sin pagar, pero ¡ay! hace tiempo que no celebro, tú me ves a mediodía, cuando se cierra la catedral, leyendo mis Horas apresuradamente por el claustro, pendiente del reloj para bajar así que abren de nuevo el templo y vienen los forasteros a ver el Tesoro.
Se sentaban con aire de señores, rodeando al maestro, mientras por la galería opuesta paseaba el como un fantasma negro, leyendo su libro de horas y lanzando de vez en cuando una mirada triste sobre el grupo.
Después doña Luz siguió leyendo la carta.
En la soledad de su cuarto se pasaba horas y horas leyendo y escribiendo.
Decía su misa diaria, y casi siempre estaba encerrado en el caserón del marqués, que así le llamaban, donde andaba de continuo papeleando, esto es, bregando con libros y papeles, ora escribiendo, ora leyendo cosas que a nadie le importaban por allí.
La mamá y las niñas volvieron al comedor y dieron vuelta a la mesa, leyendo las tarjetas que acompañaban a los regalos.
Yo seguía leyendo, pero en ocasiones la doncella demandaba mi auxilio.
No me divierto, prefiero quedarme en casa, leyendo o conversando con ustedes.
Quiso resarcirse del breve paréntisis en su vida de amante, y esperó a Tónica en las calles, sosteniendo con ella largas pláticas que la hacían llegar tarde a casa de las parroquianas, enterándose con minuciosidad de las tardes que había pasado en melancólica calma leyendo novelas sentimentales, mientras Micaela, la fiel amiga, cocinaba, preparando la modesta merienda.
La mañana pasábala don Antonio conferenciando con los corredores en la trastienda, leyendo los despachos bursátiles de los periódicos, haciendo comentarios y sosteniendo disputas con ciertos amigos nuevos que formaban corro a la puerta del establecimiento y hablaban con calor de la alza y la baja, los enteros y los céntimos.
Me pasaba yo el día leyendo, escribiendo y cuidando del jardín.
¿Cuál será el hombre insensible que, por más que se haya prendado de la filosofía escéptica, leyendo v.
Los cementerios merecen también las atenciones de Flora, y se ponen tan lindos y perfumados estos días, que es un gusto pasarse allí la siesta leyendo novelas de amores o pensando en los medios de llegar a ser excelentísimo señor.
Santa Cruz llevó la lista al comedor, y la iba leyendo mientras comía, haciendo la cuenta de lo que a cada cual tocaba.
Estaban leyendo el resultado de la votación.
Al fin, tras laboriosa discusión, prevaleció este criterio, como verá el que siga leyendo.
Poco después, mirando para la acera de la Casa-Panadería, alcanzó a ver a Juan Pablo, sentado en uno de los puestos de limpia-botas, y leyendo un periódico mientras le daba lustre al calzado.
El considerar que había llegado a los cincuenta años sin saber y leyendo sólo a trangullones, le hacía formar de su la idea más desventajosa.
A eso de las tres, marido y mujer estaban solos en el despacho, él en el sillón leyendo periódicos, ella arreglando la habitación que estaba algo desordenada.
Allí pasaban el rato charlando por lo bajo, leyendo novelas, dibujando caricaturas o soplándose recíprocamente la lección cuando el catedrático les preguntaba.

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