Ejemplos con leyese

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Leía una, en rigor, no es que la leyese, la veía, materialmente, escapándose de los pajizos folios, caminar sobre el pavimento, o volar en el aire, o diluirse nebulosamente en el techo.
Ninguno se preocupaba de que yo leyese, ni de los libros que leía.
Como cierta vez leyese esta frase de Pidal: Jáctome de ser escolástico , Belarmino se dijo: Te lo había olido, también Bellido se jactará de ser escorbútico.
Me llevaba con frecuencia a comer con ella, y me daba libros a que se los leyese.
Pocos días antes del fijado para la vuelta de Perico, recibió Pilar una carta suya, que entregó a Lucía, a fin de que se la leyese.
Había de ser él quien leyese los papeles, pues no permitía que los tocase ni su familia.
Si lo estuviese, me callaría, Ventura me callaría y observaría Y si los celos fuesen fundados, he aprendido lo que se debe hacer antes que el cura me leyese la epístola de San Pablo Pero aquí no se trata de celos Ni la edad, ni la posición del Duque permiten bien que los haya, ni yo te hago la ofensa de suponer que le prefieres a mí.
Y Pedro, de otras mujeres tan temido, era con la mayor tranquilidad puesto por Sol, ya a que le leyese la de Mármol o la de Jorge Isaacs, que de la ciudad les habían enviado, ya, para unos cobertores de mesa que estaba bordando a la directora, a que devanase el estambre.
Enrique escribía a su tío tres o cuatro veces al año, y el tío se deleitaba en que doña Luz le leyese las cartas en alta voz.
Elías Perez el oficio de padrino de aquel enlace, y vimos que el viejo usurero estaba dando las boqueadas!—Apénas hubo tiempo de que el Cura le leyese en el propio libro que habia servido poco ántes para leer a los novios la.
Lo mismo hicieron los dos señores eclesiásticos, y rogaron a Isabela que pusiese toda aquella historia por escrito, para que la leyese su señor al arzobispo, y ella lo prometió.
Fuése con ellos a su mujer, y ántes que se los leyese, llamó a Costanza, y con grandes encarecimientos mezclados con amenazas, le dijo le dijese si Tomas Pedro el mozo de la cebada le habia dicho algun requiebro, o alguna palabra descompuesta o que diese indicio de tenerla aficion.
Enviando a Vuestra Excelencia los días pasados mis comedias, antes impresas que representadas, si bien me acuerdo, dije que don Quijote quedaba calzadas las espuelas para ir a besar las manos a Vuestra Excelencia, y ahora digo que se las ha calzado y se ha puesto en camino, y si él allá llega, me parece que habré hecho algún servicio a Vuestra Excelencia, porque es mucha la priesa que de infinitas partes me dan a que le envíe para quitar el hámago y la náusea que ha causado otro don Quijote, que, con nombre de segunda parte, se ha disfrazado y corrido por el orbe, y el que más ha mostrado desearle ha sido el grande emperador de la China, pues en lengua chinesca habrá un mes que me escribió una carta con un propio, pidiéndome, o, por mejor decir, suplicándome se le enviase, porque quería fundar un colegio donde se leyese la lengua castellana, y quería que el libro que se leyese fuese el de la historia de don Quijote.
Mientras los dos esto decían, había tomado Cardenio la novela y comenzado a leer en ella, y, pareciéndole lo mismo que al cura, le rogó que la leyese de modo que todos la oyesen.
Dicho esto, rogó al bachiller que, si era poeta, le hiciese merced de componerle unos versos que tratasen de la despedida que pensaba hacer de su señora Dulcinea del Toboso, y que advirtiese que en el principio de cada verso había de poner una letra de su nombre, de manera que al fin de los versos, juntando las primeras letras, se leyese: Dulcinea del Toboso.
Sepa vuestra alteza, señora mía de mi ánima, que yo tengo escrita una carta a mi mujer Teresa Panza, dándole cuenta de todo lo que me ha sucedido después que me aparté della, aquí la tengo en el seno, que no le falta más de ponerle el sobreescrito, querría que vuestra discreción la leyese, porque me parece que va conforme a lo de gobernador, digo, al modo que deben de escribir los gobernadores.
Y luego prosigue la historia diciendo que, en acabando de comer don Quijote, el día que dio los consejos a Sancho, aquella tarde se los dio escritos, para que él buscase quien se los leyese, pero, apenas se los hubo dado, cuando se le cayeron y vinieron a manos del duque, que los comunicó con la duquesa, y los dos se admiraron de nuevo de la locura y del ingenio de don Quijote, y así, llevando adelante sus burlas, aquella tarde enviaron a Sancho con mucho acompañamiento al lugar que para él había de ser ínsula.
Mandó Sancho al secretario que la leyese para sí, y que si no viniese en ella alguna cosa digna de secreto, la leyese en voz alta.
Y, puesto que, aunque los conocía, no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues, aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua, le hallara.
Supe que sabía muy bien arábigo, y no solamente hablarlo, sino escribirlo, pero, antes que del todo me declarase con él, le dije que me leyese aquel papel, que acaso me había hallado en un agujero de mi rancho.
Quedamos todos confusos y alegres con lo sucedido, y, como ninguno de nosotros no entendía el arábigo, era grande el deseo que teníamos de entender lo que el papel contenía, y mayor la dificultad de buscar quien lo leyese.

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