Ejemplos con halagos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ravello pide a Peter lo haga su mayordomo ya que solo desea acompañar al Niño Maravilloso cosa a la que Peter accede por los halagos.
La magnificencia de la catedral de Toledo ha levantado siempre entre los críticos e historiadores de arte grandes admiraciones y halagos.
Y es que por muchos halagos y alabanzas que deposite sobre esta obra maestra, no podréis imaginar su magnitud hasta que saquéis el cartucho y encendáis la consola.
Le encanta el poder y devora la fama y los halagos.
Aquel nombre se le pusó por esto que diré: Que antes que aquella isla de Cuba se conquistase, dio al través un navío en aquella costa, cerca del río y puerto que he dicho que se dice de Matanzas, venían en el navío sobre treinta personas españoles y dos mujeres, y para pasarlos de la otra parte del río, porque es muy grande y caudaloso, vinieron muchos indios de la Habana y de otros pueblos con intención de matarlos, y de que no se atrevieron a darles guerra en tierra, con buenas palabras y halagos les dijeron que los querían pasar en canoas y llevarlos a sus pueblos para darles de comer.
Antonio de Herrera y Tordesillas también envuelve de halagos a su paisano cada vez que aparece en sus Décadas, y mantiene que era caballero honrado, hombre de gran valor, calidad, prudencia y estimación, de crédito y autoridad, y sobre todo, respetado entre el resto de conquistadores.
Es una chica bastante engreída que vive de los halagos de los demás, encuentra en Miu una rival, cuando esta entra al club y demuestra tener unas habilidades tremendas para la gimnasia rítmica convirtiéndose en la nueva estrella del club.
Tras una serie de halagos por parte de todos hacia los héroes, se dan cuenta que en lo alto de la ciudadela hay como una especie de puerta redonda gigante.
La moraleja de esta historia, que ha sido reescrita por numerosos fabulistas, es que los halagos que se hacen los presuntuosos a menudo sólo delatan sus propios defectos.
Por sobre estos halagos deportivos, la entidad viene trabajando desde hace largos años para brindar a su masa societaria una autentica institución, y ha fuerza de sinceros, debemos acotar que lo van consiguiendo plenamente.
Amenazas y ataques al director y a los Panero fueron contrarrestados con apasionados halagos.
Si poesía no necesita de halagos surgidos de motivos ajenos a su propio valor, si es que esta palabra puede ser empleada en un campo tan alejado de todo concepto que no sea el de la belleza intrínseca y extrínseca de cada uno de los versos que sustentan cada poema.
Los más amigos del novelista, todavía más conocedores que él de su propia fuerza, murmuraban siempre en sus oídos un , y no le dejaban adormecerse con los halagos de la muchedumbre de los lectores, cuyo criterio estético se reduce a admirar lo que está más cerca de sus gustos y propensiones.
Lo uno es más fácil, y es campo abierto a todos, lo otro es para pocos, y quien lo alcanza se acerca a las primitivas y sagradas fuentes de la poesía humana, crecida y arrullada con los halagos de la madre Naturaleza, y con verlo todo más sencillo, lo ve más próximo a su raíz, más íntegro y más hermoso, y se levanta enormemente sobre todo este conjunto de estériles complicaciones, de interiores ahumados, de figuras lacias, de sentimientos retorcidos y de psicologías pueriles, de que vive en gran parte la novela moderna.
La expresión es lo más libre y lo más suelta que puede darse: el autor ha agotado los infinitos recursos del vocabulario , crudo, pintoresco, desgarrado, apestando a y a pescado podrido, pero todo esto, ¡con qué arte y con qué soberano conocimiento de las condiciones de la lengua, a la cual se puede vencer y domar por halagos, pero no forzar brutalmente como vil concubina!.
A pesar de estos halagos, Desnoyers no se presentó con la misma asiduidad que antes a la hora del.
Desnoyers quiso decir muchas cosas, ¡muchas! pero vaciló, no sabiendo cómo revestir de palabras sus quejas, sus súplicas, sus halagos.
El conde, sonriendo amablemente, dejó de valerse del inglés, y le habló de pronto en español, como si hubiese reservado este golpe final para acabar de captarse su afecto con el más irresistible de los halagos.
No fue enemigo de la empresa, como dicen algunos, pero le pareció insensata la facilidad con que su esposa había accedido a todas las peticiones del navegante Y Colón, en los últimos años, adivinando las dificultades en que se verían sus descendientes para sostener la absurda herencia, repetía en todos los documentos que era de Génova, aconsejaba a sus hijos que se pusiesen en contacto con el gobierno de la República, y se valía de halagos y súplicas para conquistar su favor y el de los poderosos mercaderes del Banco de San Jorge.
Y la directora, ya apiadada del gran dolor reflejado en las facciones de doña Andrea, que no tenía fuerzas para abrir los labios, ya deseosa de alcanzar con halagos su anhelo, había tomado las manos de doña Andrea, y se las acariciaba bondadosamente.
Como dije antes, todos los halagos de la existencia fueron cosas por él renunciadas.
El coro de halagos y alabanzas rodeaba desde sus primeros años al niño como una nube de incienso.
Mas Currita sólo vio en todo aquello un capricho de niño voluntarioso, y entre caricias y reflexiones, halagos y amenazas, intentó persuadir al niño a que se dejara hacer el retrato: cedió este en la apariencia, y Currita subió con ambos niños de la mano a la espléndida en que tenía el marqués de Villamelón su taller fotográfico.
Propuso, pues, en su corazón estar serena y fría a los halagos de D.
Desde que, recién salido de las aulas, entregué mis primeras cuartillas a la imprenta, vi claramente que no era ésa la vía para lograr los halagos de la vanidad ni los regalos del cuerpo.
Juanito, a pesar de que estaba en guardia para librarse de los halagos de su mamá, y se proponía no adquirir compromisos, sintió en su interior algo que se sublevaba, subiendo hasta su rostro como una ola caliente.
Antes abundancia, respetos, halagos, lisonjas.
la tarde en la triste atmósfera de una cámara, hablando de ruines intereses humanos, de jurisprudencia o de economía política, en vez de disfrutar estos hermosos días, y ver un cielo tan infinito, y recibir los halagos de un sol tan cariñoso! — ¡Ah, señora!.
Bien esperaba yo en el cielo que ántes que estos mis ojos se cerrasen con el último sueño te habia de ver, hijo mio, y ya que te he visto, venga la muerte, y lléveme desta cansada vida: Has de saber, hijo, que en esta villa vivió la mas famosa hechicera que hubo en el mundo, a quien llamaron la Camacha de Montilla: fué tan única en su oficio, que las Eritos, las Circes, las Medeas, de quien he oido decir que están las historias llenas, no la igualaron: ella congelaba las nubes cuando queria, cubriendo con ellas la faz del sol, y cuando se le antojaba, volvia sereno el mas turbado cielo: traia los hombres en un instante de lejas tierras: remediaba maravillosamente las doncellas que habian tenido algun descuido en guardar su entereza: cubria a las viudas de modo que con honestidad fuesen deshonestas: descasaba las casadas, y casaba las que ella queria: por diciembre tenia rosas frescas en su jardin, y por enero segaba trigo, esto de hacer nacer berros en una artesa, era lo ménos que ella hacia, ni el hacer ver en un espejo, o en la uña de una criatura, los vivos o los muertos que le pedian que mostrase: tuvo fama que convertia los hombres en animales, y que se habia servido de un sacristan seis años en forma de asno real y verdaderamente, lo que yo nunca he podido alcanzar cómo se haga, porque lo que se dice de aquellas antiguas magas, que convertian los hombres en bestias, dicen los que mas saben, que no era otra cosa sino que ellas con su mucha hermosura y con sus halagos atraian los hombres de manera a que las quisiesen bien, y los sujetaban de suerte sirviéndose dellos en todo cuanto querian, que parecian bestias, pero en tí, hijo mio, la esperiencia me muestra lo contrario, que sé que eres persona racional, y te veo en semejanza de perro, si ya no es que esto se hace con aquella ciencia que llaman tropelía, que hace parecer una cosa por otra.
Á lo que me preguntaste del órden que tenia para entrar con amo, digo que ya tú sabes que la humildad es la basa y fundamento de todas virtudes, y que sin ella no hay ninguna que lo sea: ella allana inconvenientes, vence dificultades, y es un medio que siempre a gloriosos fines nos conduce, de los enemigos hace amigos, templa la cólera de los airados y menoscaba la arrogancia de los soberbios: es madre de la modestia y hermana de la templanza: en fin, con ella no pueden atravesar triunfo que les sea de provecho los vicios, porque en su blandura y mansedumbre se embotan y despuntan las flechas de los pecados: desta pues me aprovechaba yo, cuando queria entrar a servir en alguna casa, habiendo primero considerado y mirado muy bien ser casa que pudiese mantener, y donde pudiese entrar un perro grande: luego arrimábame a la puerta, y cuando a mi parecer entraba algun forastero, le ladraba, y cuando venia el señor, bajaba la cabeza, y moviendo la cola me iba a él, y con la lengua le limpiaba los zapatos: si me echaban a palos, sufríalos, y con la misma mansedumbre volvia a hacer halagos al que me apaleaba, que ninguno segundaba, viendo mi porfía y mi noble término: desta manera a dos porfías me quedaba en casa: servia bien, queríanme luego bien, y nadie me despidió, sino era que yo me despidiese, o por mejor decir, me fuese, y tal vez hallé amo, que este fuera el dia que yo estuviera en su casa, si la contraria suerte no me hubiera perseguido.

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