Ejemplos con festoneada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entonces fuimos desde Masueco, por una deliciosa quebrada, festoneada de frutales, hasta avistar el agreste paisaje, en el tajo de un afluente del Duero.
El tiburón martillo tiene una cabeza en forma de T con muescas, que le dan una apariencia festoneada.
La isla, risueña e indolente en mitad de la encrucijada de los grandes caminos que llevan a África y América, parecían contemplar impasible este movimiento de la navegación mundial, mientras proporcionaba por unas horas el alimento negro del carbón a los organismos humeantes, que llegaban y partían sin conocerla, festoneada en su costa por una áspera flota de chumberas y pitas, guardando tras las volcánicas montañas de su litoral el secreto de sus ocultos valles tropicales, escalando el cielo con una sucesión de cumbres sobre las cuales flotaban las blancas vedijas de las nubes, y ostentando sobre esta masa de vellones el pico del Teide, un casquete cónico estriado de nieves, que era como la borla o botón de este inmenso solideo de tierra emergido del Océano.
Salvamos el boquete abierto en el adarve, pasamos junto al cubo, que enhiesto y amenazador se mantiene, desafiando el cielo, subimos la escalera que conduce al interior de la torre del Homenaje, de la cual sólo queda un cascarón informe, y bajo una bóveda festoneada de hierbatos, encaramos con la familia errante, que allí tenía su aposento.
Un zaguán largo y estrecho, de empedrado piso con hoyos, conducía de la puerta a la cocina, dando ingreso por izquierda y derecha a diferentes estancias, la cuadra con pesebre vacío, el camarín de , y algo más que no vimos: una escalera de palo sin pintar, de color sienoso, como teas que piden lumbre, y festoneada de telarañas, conducía desde el zaguán al salón alto, que era en una pieza biblioteca y alcoba, separadas hasta media pared por tabique de mal juntas tablas que nunca vieron pintura, y sí papeles pegados, suciedades de moscas y otros bichos.
Esta Pareja en este cuadro pintado de medio cuerpo, algo cuarteada la figura y mirando de frente: el pelo es mucho, muy negro y crespo, el semblante, de tono cobrizo, destaca sobre fondo gris verdastro, lleva jubón aceitunado, valona blanca festoneada, y la capa, recogida sobre el hombro izquierdo, sujeta por la diestra que hacia la parte baja del pecho se ve dibujada en escorzo.
Lo más característico en su persona eran los relucientes rizos aplastados por la bandolina, que cubrían su ancha frente como una cortinilla festoneada, y la costumbre de cruzar las manos sobre el vientre, luciendo en los dedos un surtidor de sortijas falsas.
Abundante caza, sabrosos salmorejos, perdices escabechadas, estofado de vaca que propagó por toda la casa su exquisito olor de refectorio, legumbres fritas en menestra, festoneada con ruedecillas de huevos duros, vino fresco de Esquivias, y luego un bandejón de albaricoques de la finca, frescos, ruborizados, y echando pura miel por aquella boquirrita con que se pegaban al árbol, compusieron la colación.
Si la superficie de un dormido lago se transformara súbitamente en pradera verde y lozana, y a un extremo de ella brotaran un bardal espeso aquí, un grupo de castaños allá, dos higueras enfrente, un robledal más lejos, una fila de cerezos delante de un barullo de manzanos y ''cerojales'', una mimbrera junto a una charca festoneada de juncos, ''menta de perro y uvas de culebra'', un alisal hacia el monte.
Donde se juntan otra vez los dos camaradas es hacia el final de su viaje, por estrecharse la cuenca nuevamente, pero sin crecer gran cosa los taludes, y ya no vuelve el río a gozar de otra llanada que la de su sepultura, festoneada a lo largo en su margen terrestre por un camino real que ni el Nansa ni yo vimos hasta que nos hallamos yo encima de él, y el río estrellándose contra los estribos del puente que une las dos orillas.
El programa de la fiesta, con el menú del almuerzo, que ha de servirse a los invitados en una verde pradera festoneada de pomposos castaños y de atildados abedules, y cedida al efecto por un honrado y generoso labrador de aquellas pintorescas y fragantes comarcas, ese programa, repetimos, que ha de ser, por cierto, una curiosidad originalísima y del más depurado buen gusto, una primorosa obra de arte, en fin, será repartido con los billetes de invitación.
Un zaguán largo y estrecho, de empedrado piso con hoyos, conducía de la puerta a la cocina, dando ingreso por izquierda y derecha a diferentes estancias, la cuadra con pesebre vacío, el camarín de la Ranera, y algo más que no vimos: una escalera de palo sin pintar, de color sienoso, como teas que piden lumbre, y festoneada de telarañas, conducía desde el zaguán al salón alto, que era en una pieza biblioteca y alcoba, separadas hasta media pared por tabique de mal juntas tablas que nunca vieron pintura, y sí papeles pegados, suciedades de moscas y otros bichos.

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