Ejemplos con delicados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las cubiertas de dos aguas, así como el precioso tratamiento de la madera, especialmente en los delicados artesonados de par e hilera que alternan las limas moamares y limas bordón con elementos decorativos de clara influencia mudéjar.
También hablan de batallas históricas, el éxito de las operaciones de guerrilla, muertes heroicas, genocidio, entre otros temas delicados.
La controversia en temas de teología tradicionalmente ha sido de excepcional preocupación, y la misma en general se considera divisora en una sociedad dada, algunos temas controvertidos son considerados tabú o muy delicados para ciertos sectores, a menos que un grupo dado de gente pueda tratar el tema desde una perspectiva común para discutir y compartir las posturas personales de cada quien sobre el tema en cuestión.
Derogada espontáneamente por mi Gobierno, desde el instante en que se constituyó, toda la legislación sectaria y antirreligiosa de Gobiernos que nunca representaron el sentir español, abordados y resueltos en convenios posteriores aquellos puntos jurídicos más delicados Ha llegado el momento de cumplir el propósito solemnemente Lo antes posible a la celebración de un Concordato según la tradición católica de la nación española Y asegurarán una pacífica y fecunda colaboración entre la Iglesia y el Estado en España.
Dos reclinatorios de viejo terciopelo azul parecían guardar aún la huella de señoriales y delicados cuerpos que ya no existían.
Y así este poeta aristocrático, que no habla nunca más que de lo más íntimo de su alma, crea una poesía que contiene en forma pura, selecta y personal todo lo que constituye el encanto único de la tierra andaluza donde vió el sol, una poesía llena de matices de color y de olores delicados e intensos, de flores y de jardines, de fuentes rumorosas en el misterio de las noches estrelladas, de muchachas soñadoras y pálidas, de pueblos dormidos, de paisajes dolientes, de soledad sonora y luminosa, de dulce y triste recogimiento interior.
¡Duro e impertinente oficio el del que intenta razonar su propia impresión y la impresión ajena, para ahuecar luego la voz y decir solemnemente al público lo que mucho mejor sienten y mucho mejor expresaran, si tal expresión cupiese en palabras, los críticos que no escriben, los espíritus delicados y rectos a quienes no aqueja la comezón de hacer confidente suyo al público, y que por lo mismo rinden al autor, a quien admiran con admiración silenciosa, tributo más de agradecer que el de vanos artículos encomiásticos!.
Yo siento tener que dar a tan lindos edificios, que en Vichy abundan, el nombre extranjerizo de , pero ¿qué hacer si en castellano no hay vocablo correspondiente? Lo que aquí denominamos choza, cabaña o casa rústica, no significa en modo alguno lo que todo el mundo entiende por , que es una concepción arquitectónica peculiar a los valles helvéticos, donde el arte, inspirándose en la Naturaleza, reprodujo las formas de los alerces y pinabetes, y los delicados arabescos del hielo y la escarcha, bien como los egipcios tomaron de la flor del loto los capiteles de sus pilones, En Vichy los se construyen con el exclusivo objeto de alquilarlos amueblados a los extranjeros.
La estatura era corta, los miembros delicados y femeniles, pero la musculatura, de acero.
Había cantidad de muñequitos de Sajonia, de colores suaves, puros y delicados, como las nubes que el alba pinta, rosados cupidillos, atravesando entre haces de flores azul celeste, pastoras blancas como la leche y rubias como unas candelas, apacentando corderillos atados con lazos carmesíes, zagales y zagalas que amorosamente se requestaban entre sotillos verdegay, sembrados de rosas, violinistas que empuñaban el arco remilgadamente, adelantando la pierna derecha para danzar un paso de minueto, ramilleteras que sonreían como papanatas, señalando hacia el canasto de flores que llevaban en el brazo izquierdo.
En su masa densa y poco visible para el ojo humano flotaban los sifonóforos, guirnaldas de individuos unidos por un hilo transparente, frágiles, delicados y luminosos como cristales de Bohemia.
Y si bien es verdad que el cantor de Ilión, en sus sonoros versos, abrió el primero el templo de las musas, y celebró el heroísmo de los hombres y la sabiduría de los inmortales, que el cisne de Mantua consalzó la piedad del que libró a los dioses del incendio de su patria y renunció a las delicias de VENUS, por seguir tu voluntad, tú, el más grande de los dioses todos, y que los más delicados sentimientos brotaron de su lira, y su melancólico estro transporta a la mente a otras regiones, también no es menos cierto que ni uno ni otro mejoró las costumbres de su siglo, cual hizo CERVANTES.
En cambio sus cabellos dorados eran rizosos y le caían con mucha gracia por la frente, sus manos y sus pies más delicados y breves que los de Nieves, y, sobre todo, tenía a menudo, casi constantemente, un ceño, cierto fruncimiento del entrecejo que no era de enfado y prestaba a su fisonomía un matiz picaresco extremadamente simpático.
A la edad en que se comían las tabletas de la Morana lo importante no era que los dulces fuesen delicados, sabrosos, exquisitos, sino que durasen mucho.
¿Ni quién se niega, si los quiere bien, a que sus hijos brillantes e inteligentes, aprendan esas cosas de arte, el dibujar, el pintar, el tocar piano, que alegran tanto la casa, y elevan, si son bien comprendidas y caen en buena tierra, el carácter de quien las posee, esas cosas de arte que apenas hace un siglo eran todavía propiedad casi exclusiva de reinas y princesas? ¿Quién que ve a sus pequeñines finos y delicados, en virtud de esa aristocracia del espíritu que en estos tiempos nuevos han sustituido a la aristocracia degenerada de la sangre, no gusta de vestirlos de linda manera, en acuerdo con el propio buen gusto cultivado, que no se contenta con falsificaciones y bellaquerías, y de modo que el vestir complete y revele la distinción del alma de los queridos niños? Uno, padrazo ya, con el corazón estremecido y la frente arrugada, se contenta con un traje negro bien cepillado y sin manchas, con el cual, y una cara honrada, se está bien y se es bien recibido en todas partes, pero, ¡para la mujer, a quien hemos hecho sufrir tanto! ¡para los hijos, que nos vuelven locos y ambiciosos, y nos ponen en el corazón la embriaguez del vino, y en las manos el arma de los conquistadores! ¡para ellos, oh, para ellos, todo nos parece poco!.
Mil duendecillos, de figuras repugnantes, manos de araña, vientre hinchado, boca encendida, de doble hilera de dientes, ojos redondos y libidinosos, giran constantemente alrededor de portero dormido, y le echan en los oídos jugo de adormideras, y se lo dan a respirar, y se lo untan en las sienes, y con pinceles muy delicados le humedecen las palmas de las manos, y se les encuclillan sobre las piernas, y se sientan sobre el respaldo del sillón, mirando hostilmente a todos lados, para que nadie se acerque a despertar al portero: ¡mucho suele dormir la grandeza en el alma humana! Pero cuando despierta, y abre los brazos, al primer movimiento pone en fuga a la banda de duendecillos de vientre hinchado.
Aquellos enormes tubos de piedra, con su aspecto de grosera pesadez, eran delicados como juguetes de la industria, y podían inutilizarse al menor descuido.
Otros se cubrían de brillantes las manos y el pecho, pero cuidaban de ellos con meticulosidad supersticiosa, como si fuesen animalillos delicados y frágiles que al menor roce se podían desvanecer.
En sus manos largas, algo grandes para sus brazos delicados, había mucho de Sánchez Morueta.
El regalo para los paladares delicados estaba en un armario de turbios cristales junto al mostrador.
Excusado es decir que la esplendidez proverbial de los marqueses de Villamelón proporcionó a la ilustre concurrencia un exquisito lunch improvisado, en que llamaran la atención de todos los delicados sorbetes de naranja, servidos en la misma cáscara de la fruta, que no obstante lo impropio de la hora, hizo el calor del día deliciosos.
Los temperamentos delicados son los que más viven, y los robustos están más expuestos a dar un estallido.
¡Ay, qué delicados están los tiempos! Usted, ¿qué se ha de vender? Falta que haya quien le compre.
A pesar de la edad y del juicio adquirido con ella, no vio nunca con indiferencia tales chucherías, y hoy mismo declara que cuando cae en sus manos alguno de aquellos delicados campanarios de marfil, le dan ganas de guardárselo en el seno y echar a correr.
Con semejante mostrenco Sabel se la echaba de principesa, modelo de delicados gustos y selectas aficiones.
Por ser joven y de miembros delicados, y por no tener pelo de barba, pareciera un niño, a no desmentir la presunción sus trazas sacerdotales.
Por esto determinaron de mostrarse, y, al movimiento que hicieron de ponerse en pie, la hermosa moza alzó la cabeza, y, apartándose los cabellos de delante de los ojos con entrambas manos, miró los que el ruido hacían, y apenas los hubo visto, cuando se levantó en pie, y, sin aguardar a calzarse ni a recoger los cabellos, asió con mucha presteza un bulto, como de ropa, que junto a sí tenía, y quiso ponerse en huida, llena de turbación y sobresalto, mas no hubo dado seis pasos cuando, no pudiendo sufrir los delicados pies la aspereza de las piedras, dio consigo en el suelo.
¡Ya quisiera yo ver eso! respondió don Quijote, pero él se guardará bien deso, si ya no quiere hacer el más desastrado fin que padre hizo en el mundo, por haber puesto las manos en los delicados miembros de su enamorada hija.
Levantóse, en fin, el señor gobernador, y, por orden del doctor Pedro Recio, le hicieron desayunar con un poco de conserva y cuatro tragos de agua fría, cosa que la trocara Sancho con un pedazo de pan y un racimo de uvas, pero, viendo que aquello era más fuerza que voluntad, pasó por ello, con harto dolor de su alma y fatiga de su estómago, haciéndole creer Pedro Recio que los manjares pocos y delicados avivaban el ingenio, que era lo que más convenía a las personas constituidas en mandos y en oficios graves, donde se han de aprovechar no tanto de las fuerzas corporales como de las del entendimiento.
De los labios no tengo qué decir, porque son tan sutiles y delicados que, si se usaran aspar labios, pudieran hacer dellos una madeja, pero, como tienen diferente color de la que en los labios se usa comúnmente, parecen milagrosos, porque son jaspeados de azul y verde y aberenjenado, y perdóneme el señor gobernador si por tan menudo voy pintando las partes de la que al fin al fin ha de ser mi hija, que la quiero bien y no me parece mal.

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