Ejemplos con delicadísimo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El comienzo, leve y de rítmico balanceo, de escritura virtuosística y clima desenfadado, da paso a una sección con ecos de valses y barcarolas, la parte más bella e inspirada, con un delicadísimo tejido de arpegios y una línea melódica de exquisita factura.
Groener sucedió a Ludendorff como adjunto al jefe del Estado Mayor en el delicadísimo momento de la derrota alemana.
Lo mismo rechaza el amor brutal de , que el honrado y caballeroso de o el suave y delicadísimo de.
Ibero entonces trató con él de un punto delicadísimo que particularmente le interesaba.
Era la figura de Cristo, de medio cuerpo, de admirable beldad y de un trabajo delicadísimo y prolijo.
Entró en el café del Siglo, donde creía encontrar a su hermano, pero Leopoldo Montes le dijo que habiendo aceptado Villalonga la Dirección de Beneficencia y Sanidad, había encargado a Juan Pablo un trabajo delicadísimo y muy enojoso cosa de poner en claro unas cuentas de lazaretos, y me le tenía en la oficina de sol a sol.
Yo necesito un hombre, y como entiendo que usted sabrá desenvolverse en el destino delicadísimo que le pienso dar.
León les habló del delicadísimo estado moral de María y del gran temor que a él le inspiraban las indiscreciones de su familia si esta entraba en la alcoba de la enferma.
Un padre, de los ramplones de tres al cuarto, no hubiera parado mientes en este particular delicadísimo, y por lo mismo que veía a su hija precozmente desarrollada en lo físico y en lo intelectual, por lo mismo que la veía transformada, de la noche a la mañana, en mujer, y en mujer donairosa, elegante y llamativa, con todos los elementos a propósito para brillar y divertirse honradamente en el mundo, «al mundo con ella antes con antes», se habría dicho, y en el mundo la habría zambullido de golpe y porrazo.
Y en fin, ya que tampoco el designio del sabio sacerdote cifrábase en que echasen a la niña, sino solamente en avisar a las hermanas de la casta de hombre que las iba a visitar, el delicadísimo acuerdo quedó fundado en estas bases: pasiva hostilidad, y toda la brevedad posible en las visitas.
De pronto un delicadísimo perfume anunció su presencia, una puerta lateral se abrió y me encontré ante una mujer de rostro aniñado, liviana melenita encrespada junta a las mejillas y amplio escote.
Compárese con este delicadísimo trabajo de asimilación la copia grosera de cosas extrañas con que nos adornamos hoy, como se adornaba con sus reliquias el asno de la fábula.
Se puede asegurar que toda la reputación y crédito de los altos tribunales está dependiente del celo y habilidad con que se desempeña este delicadísimo ministerio.
Supongo en su poder una carta mía, en la que le daba cuenta de mi regreso de Madrid, aún estoy delicadísimo del pecho y la cabeza.
El mueblaje correspondía a la grandeza del conjunto, las paredes revestidas de mosaico estucado, aunque de pésimo gusto, el pavimento de azulejos, cubierto de alfombras, y los pesados cornisamentos de resalte que rodearan el ámbito, de los que pendían tapices africanos y lustrosas pieles, formaban pintoresco contraste con los perfiles, capiteles y prescinciones de calado estuco, imitando mármoles con labores de un dorado delicadísimo, y estableciendo una caprichosa combinación artística de gran mérito.
Diga lo que quiera Garcilaso, el delicadísimo poeta toledano, pero tengo para mí que no anduvo muy moral ni en lo verdadero cuando escribió aquellos dos versos, que saben de coro hasta las monjas y los niños de la doctrina:.
! Dios mío, impresión tan fuerte, en su estado delicadísimo, podría perjudicarla.
Hay un término medio, delicadísimo, muy difícil de alcanzar, en el cual debe mantenerse la persona verdaderamente elegante.
Pero la espina la llevaba en el corazón, reconocía que el cargo de magistrado es delicadísimo, grande su responsabilidad, pero él.
El autor lo ha expresado con un rasgo delicadísimo.
En rigor, aquella ausencia de tiquis miquis decadentistas, de misticismos diabólicos, era un refinamiento de voluptuosidad espiritual, la pretensión de Víctor era sacarle nuevo y delicadísimo jugo al oprimido limón de la moral corriente, como se llama con estúpido menosprecio a la moral producida siglo tras siglo por lo más selecto del pensamiento y del corazón humanos.
Y así como Don Quijote averiguó al cabo que éste, y no otro, era el nombre significativo que convenía a la altura y calidad de sus proezas, Pánfilo entendió que Eufemia se distinguía por un delicadísimo gusto, que la inclinaba a lo más espiritual y sublime, a la quinta esencia de los afectos sin nombre, cuyos misteriosos matices jamás traducirán las bellas artes, ni la más profunda armonía, ni la lírica mejor inspirada.
Sin negar ni afirmar nada, mi sonrisa bonachona dio a entender al buen Pajalarga que estaba en lo cierto, pero tuve cuidado de añadir que el asunto era delicadísimo, y la reserva me obligaba a ser sordo y mudo.
Enterose allí del caso legal, que era delicadísimo por la herida de arma blanca que ostentaba como un trofeo judicial el gandul irlandés.
Ibero entonces trató con él de un punto delicadísimo que particularmente le interesaba.
Hablamos de todo, de Eufrasia, de mi familia, de mi hijo, de los Emparanes, de los Socobios, de todo menos de la campaña de Italia, punto delicadísimo que no me atreví a tocar, sabedor de lo aburrido que anda mi hombre con este frustrado intento de intervención gloriosa.
Una noche de aquel Agosto triste de Madrid, de aquel bochornoso mes casi siempre precursor de tempestades en nuestro calendario histórico, comió Ibero en la Española con un capitán de la Guardia, y hallábanse ya rematando el postre de pasas y almendras, cuando se presentaron Milagro y el manchego, ya bien comidos al parecer, pues el uno traía puro en la boca y el otro palillo, y llegándose a la mesa con aire misterioso, dieron a entender a medias palabras que tenían que tratar con el alavés de un asunto grave y delicadísimo.
En esta creencia, muy bien fundada, tembláronle las carnes, y después de pedir a su mujer cuentas de su deslealtad con una mirada de agonía, se desbordó en chanzonetas que le resultaron atrocidades en su mayor parte, con el honrado fin de meter a barato el «punto delicadísimo.
Por la cara y la voz de Nino y las actitudes alarmantes de las mujeres, y especialmente porque ya hacía mucho tiempo que todas las caras, y todos los ademanes, y todos los ruidos de este mundo le sonaban a él a una misma cosa, dedujo el pobre hombre que el punto delicadísimo a que se refería el hijo del prócer, era su dedo malo.
-Estábamos tratando aquí, señor don Roque, un punto delicadísimo cuando usted ha llegado.

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