Ejemplos con condenaba

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los brahmanes se le opusieron, ya que Issa los condenaba especialmente por las castas y la idolatría y planearon matarle.
Kate le cuenta que en la Edad Media, según el libro de familia de los Thronton, que se remonta a sus antepasados ingleses, un brujo muy poderoso, al parecer celoso de la familia, marcó a los Thornton con un terrible conjuro imperecedero que los condenaba a sufrir desgracias como las que Ian y Ellen han soportado.
La sentencia lo condenaba a varios años de prisión, pero el padre del Rey Federico, no contento con el fallo, hizo valer su peso político y consiguió que el amante de su hijo fuese sometido a la pena capital.
Durante su consulado Pedio elaboró una ley, la Lex Pedia, que declaraba enemigos públicos a todos los asesinos de César y los condenaba a muerte.
Ayn Rand condenaba absolutamente el reclutamiento forzoso de soldados, al que equiparaba con la esclavitud.
De todas formas se le condenaba a presentarse al Consejo de Indias y a dar una fianza de veinte mil pesos de oro, ambas condenas las obviaba y se quedaba en Santo Domingo ejerciendo su cargo de abogado.
Poco a poco los Padres de la Iglesia fueron creando un cuerpo literario en el que se condenaba la homosexualidad y el sexo en general en los términos más enérgicos, luchando contra una práctica común en la sociedad de la época, incluyendo la primitiva Iglesia.
Sin embargo, no fue sólo el régimen el que condenaba y reprimía la homosexualidad.
Por eso Magín Pont fue especialmente duro con el fraude fiscal, al que como hombre de leyes condenaba, pero sin dejar de criticar la prepotencia del Fisco con una metáfora que utilizaba frecuentemente, la del enfrentamiento entre David y Goliat.
Pero en Egipto se condenaba cualquier exceso, y el castigo al artesano que abandonaba su trabajo para ir a la casa de cerveza era severo.
En primer lugar, un hombre que movía a los demás a pelear, que encendía en su patria la hoguera de la lucha tremenda, que condenaba a sus hermanos a pasar por la crisis de un terrible martirio, estaba al propio tiempo animado de un amor sin límites a la humanidad y de una benevolencia para todos los humanos, por malignos que fuesen o por errados que estuvieran, entre otros, y tal vez principalmente, para los que consideraba sus enemigos.
Y con un gesto de soberbia, parecían abrir entre ellas y el médico un abismo que nunca había de llenarse, que le condenaba a eterna separación de lo que él consideraba su familia.
Ora se condenaba, ora se absolvía.
Se condenaba al reconocer que ella había disimulado mucho menos que él la complacencia con que le oía, el contento que su vista le causaba, el deleite que su conversación le traía siempre, y que ella por instinto irreflexivo, pero depravado, gustaba de parecer hermosa y elegante a todos, y particularmente a las personas a quienes quería, entre las cuales no podía menos de incluir al Padre.
¿Qué sentimiento era aquél que no me apartaba de Angelina, y que, sin embargo, me arrastraba hacia Gabriela? Me acusaba yo de infidelidad para con Linilla, repasaba mis actos uno por uno, y aunque me hallaba yo inocente, me condenaba yo con la severidad del juez más recto, y me proponía alejarme de Gabriela.

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