Ejemplos con bañaba

Maglun Telemnar, es un Valle localizado a las afueras del reino de los elfos, localizado después del lago galdor, lago en el cual se bañaba el gran dragon, es la tierra que se le dio al príncipe de los elfos después que este aprendiera a controlar la ira del gran dragon, allí el construyo un castillo dedicado a su princesa-reina, y la nombro reina de todo el valle, para después llegar a ser reina de toda la tierra elfica.

Los jugadores se cambiaban en casillas que carecían de duchas y el canchero, subido al techo, los bañaba con una regadera.

Un señor natural de Suiza, de nombre Charles Pistor, que se bañaba tanto en verano como en invierno, en la playa de Salou, les dio las primeras clases de natación, al estilo de aquella época y enseguida se hicieron nadadores.

Mientras estaba en esa gira, supo que Oonagh se había ahogado, cuando Scarlett tuvo un ataque epiléptico mientras la bañaba.

De acuerdo a la mitología romana, Plutón raptó a Proserpina en el lago Pergusa para hacerla su esposa mientras ésta jugaba y se bañaba junto a unas ninfas.

Aunque no se sabe mucho sobre su transfondo, se sabe que él era un adicto al chocolate, e incluso se bañaba en él.

Estaba sumido en la desesperación: el llanto bañaba sus mejillas.

Su espíritu se bañaba en lo infinito y percibía como uno de los más escogidos de la tierra la eterna, profunda armonía que reside en el centro de la vida inmortal.

Allí se bañaba el fox-terrier, primero la lengua, después el vientre sentado en el agua, para concluir con una travesía a nado.

La luz del sol bañaba todo un lado, la sombra de las columnas cortaba oblicuamente los grandes cuadros de oro que cubrían las baldosas.

Permanecía yo en mi sitio predilecto hasta que las sombras invadían la ciudad, hasta que se apagaban en los horizontes y en las cimas los últimos reflejos del sol, y Villaverde encendía sus luces, y Véspero, el amado Véspero, bañaba la vega en apacible y misteriosa claridad.

El sol bañaba ya enteramente el valle.

que la forastera se bañaba diariamente!—¡Bañarse! ¡cosa de ninfas! ¡cuando ménos, cosa de sultanas, cosa de huríes!—¡En nada, en nada era como las demas mujeres! Ella no ocultaba, ni tenía para qué ocultar, sus menudos piés, siempre divinamente calzados: ella estaba a todas horas limpia como un oro: sus uñas parecian hojillas de rosa: al andar, crujia deliciosamente su ropa blanca, y crujia tambien la seda de su vestido.

En el invierno era castigado de frecuentes lluvias y de frías y densísimas nieblas, y en el verano le bañaba un sol abrasador.

En el momento del triunfo un héroe, caído en tierra, bañaba con su sangre preciosa las piedras de la calle.

Tomó en esto Preciosa las manos de la corregidora, y besándoselas muchas veces se las bañaba con lágrimas, y le decia:.

Tomóle ella en los brazos, y miróle atentamente así el rostro como los pobres aunque limpios paños en que venia envuelto, y luego sin poder tener las lágrimas, se echó la toca de la cabeza encima de los pechos, para poder dar con honestidad de mamar a la criatura, y aplicándosela a ellos, juntó su rostro con el suyo, y con la leche le sustentaba, y con las lágrimas le bañaba el rostro, y desta manera estuvo sin levantar el suyo tanto espacio, cuanto el niño no quiso dejar el pecho.

No le oculto a usted que olía bastante a hormigas, a pesar de que todos los días se bañaba dos veces en el río.

Un chorro de sangre los bañaba, uniéndolos en su viscosidad roja.

Si mientras el Tuerto estaba a la mar, alguno de sus hijos rompía la olla, o se comía el pan que estaba en el arcón, o hacía cualquier diablura propia de su edad, en el balcón le sacudía el polvo su madre, en el balcón le estiraba las orejas y en el balcón le bañaba en sangre la cara.

-Le prevengo a usted que aquí se bañaba la reina cuando estuvo en Santander.

-¡Hombre, qué me cuenta usted? ¿Y se bañaba también al aire libre y entre esta clase de gente?.

Mi tío se bañaba en agua rosada con estas cosas, porque las tomaba por señales de mi rápida aclimatación, y yo me complacía en ver con qué escaso esfuerzo de mi parte le proporcionaba uno de los pocos goces a que podía aspirar ya el pobre viejo.

El poco cielo que veía desde allí, estaba raso y azul como un paño de seda, y el sol bañaba ya todos los picachos del Oeste.

Tomó en esto Preciosa las manos de la corregidora, y, besándoselas muchas veces, se las bañaba con lágrimas y le decía:.