Ejemplos con anchísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hasta el punto de que allí gustaban de pasar largas temporadas de descanso y práctica de caza en su anchísima posesión.
La confesó el Padre Laforga, hombre para el caso y de manga anchísima, que hubo de perdonar a la pobre mujer todos sus pecados, y en verdad, el arrepentimiento y contrición que mostró ella, viéndose casi cogida ya por la mano esquelética de la muerte, no eran para menos.
Pues sigo: una vez que haya juntado el amigo Prim un buen hatillo de progresistas serios y templados, tiene que pensar en construir su pirámide política sobre una base ancha, anchísima, Manolo.
Habían alzado, sin darse de ello cuenta, una valla anchísima entre su pasión y el mundo, y nada temían, la pasión crecía por momentos, como una enfermedad fulminante, y a las pocas horas de iniciada, ya no cabía dentro de la reducida esfera del secreto: se salía, se ensanchaba, quería ser patente a los ojos extraños, o por lo menos no temía ser lo bastante poderosa en sí para afrontar la opinión y cuantos obstáculos esta le ofreciera.
¡Linda criatura! Aun me parece que la veo con aquel vestido azul que parecía un jirón de cielo, esbelta, donairosa, elegante, sencilla, húmedos los rubios cabellos, que, atados con una cinta de seda, caían hacia la espalda sobre una toalla anchísima.
Más adelante jarcierías y almacenes de pasturas, ancho portal en que pernoctaban unos arrieros, y cerca del cual ardía una fogata, luego, la calle anchísima.
Una pequeña pero anchísima silla, de fondo hundido por el peso constante de corpulenta humanidad, denotaba el lugar de la presidencia.
Únicamente se distinguía un bulto arrebujado en anchísima capa como persona enferma que quiere preservarse del aire, mas no me fue posible ver sus facciones.
Sobre él se erguía un hermoso Cristo de marfil, desfigurado por un faldellín de raso blanco, bordado de lentejuelas, y una cinta anchísima y un amplio lazo que de los pies le colgaba.
Esto y el breve tupé acompañado de mechoncillos sobre las orejas estaban declarando a gritos que el remate y coronamiento de tan singular cabeza había de ser uno de aquellos ingentes morriones de base estrecha y anchísima tapa, visera menuda y carrilleras de cobre suspendidas a los lados de la placa frontal.
Ofrecióseme luego a la vista un real y suntuoso palacio o alcázar, cuyos muros y paredes parecían de transparente y claro cristal fabricados, del cual abriéndose dos grandes puertas, vi que por ellas salía y hacía mí se venía un venerable anciano, vestido con un capuz de bayeta morada, que por el suelo le arrastraba: ceñíale los hombros y los pechos una beca de colegial, de raso verde, cubríale la cabeza una gorra milanesa negra, y la barba, canísima, le pasaba de la cintura, no traía arma ninguna, sino un rosario de cuentas en la mano, mayores que medianas nueces, y los dieces asimismo como huevos medianos de avestruz, el continente, el paso, la gravedad y la anchísima presencia, cada cosa de por sí y todas juntas, me suspendieron y admiraron.
Y la que le dirigía levantó por el costado derecho su sayal azul, metió la mano en una anchísima faltriquera que apareció encima del refajo encarnado, sacó cuatro piezas de a dos cuartos y las arrojó sobre la mantilla.
El sofá de panza anchísima y turgente con sus botones ocultos entre el raso, como pistilos de rosas amarillas, era una muda anacreóntica, acompañada con los olores excitantes de las cien esencias que la Marquesa arrojaba a todos los vientos.
-Pos haber empezao por ahí -exclamaba momentos después abriendo de par en par la puerta de la venta, en cuyo fondo luminoso destacábase briosamente la figura del viejo, flaco, anguloso, de tez rugosa y acaballada nariz, de mejillas sumidas y ojos enormes y brillantes, abrigada la cabeza por un pañuelo de hierbas, atado sobre la nuca, que mal aprisionaba las greñas blanquísimas que caíanle sobre la rugosísima frente, y luciendo calzón negro de punto que sujetaba en las rodillas con negros y mugrientísimos cordones, calzas de dudosa blancura y tosca urdimbre, enormes zapatos de baqueta, una anchísima faja que cubríale casi desde la ingle al sobaco, camisa del mismo color que las calzas y un chaleco abierto que parecía haber pertenecido a otro dueño de torso menos amplio que el del, por aquel entonces, único representante de la gloriosa dinastía de los imperecederos Garañones.
Pues sigo: una vez que haya juntado el amigo Prim un buen hatillo de progresistas serios y templados, tiene que pensar en construir su pirámide política sobre una base ancha, anchísima, Manolo.
Envolvía todo su cuerpo anchísima bata de dobles pieles de armiño, cuya blancura deslumbraba, y cubría su cabeza gracioso capuchón de blondas.
En esto me lanzó una mirada de las suyas, no sé si para confirmarme la orden, o para pedirme mi parecer, que bien manifiesto estaba, se echó el velo sobre la cara, y enseguida sentí en el brazo que galantemente le presenté, el dulce peso del suyo, blanco, redondo y desnudo, asomando por la anchísima boca de la manga de embudo, que entonces era de moda.
En la anchísima puerta de esta casa se hallaban ya dos literas de viaje, enormes y.
La plaza, anchísima y salpicada de charcos, las lúgubres callejuelas del barrio viejo, el largo descampado del Páramo de Solares, la solitaria calle Mayor, por el día tan concurrida y animada, luego, el paseo de las Filas, donde el aguacero, en vez de aplacarse, se convirtió en diluvio.

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