Ejemplos con ancianas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

-En izamal si mueren en esos días o en ese año se cree que ellos abren las puertas a las ánimas para salir o son cargadores de la comida de las personas ancianas que ellas llevan de regreso.
Doña Ana es una de la ancianas que experimentó la alegría de tener un animal cerca.
Mientras los niños van a buscar a Marge y a Homer, el Abuelo va a la playa a buscar a las ancianas.
Por ejemplo, la lámpara con llamas representa la aclaración y la justicia ancianas.
Las ancianas, cobrizas y arrugadas, vistiendo trajes obscuros, suspiraban lastimeramente al ver la alegría de la gente moza.
Las ancianas cantaban aún romances de cautivas en las noches de invierno y hablaban con pavor de los bergantines berberiscos.
Eran madres que empujaban carretones con pirámides de muebles y chiquillos, enfermos que casi se arrastraban, octogenarios llevados en hombros por sus nietos, abuelos que sostenían niños en sus brazos, ancianas con pequeños agarrados a sus faldas como una nidada silenciosa.
Tú amas como yo a las buenas ancianas que ampararon mi orfandad, ellas te aman también.
Pensaba yo en los míos, en mi pobre casita, en las buenas ancianas cuyo recuerdo me era tan querido, y en Linilla, en mi dulce Linilla.
¿Qué harían sin mí las pobres ancianas? ¿Qué harían si yo me iba? Tendrían más dinero, es cierto, pero se quedarían solas, como abandonadas, sin más amigos que un viejo servidor trabajado y achacoso, un médico tan pobre como ellas, y un dómine que se moría de tristeza y ¡de hambre!.
¡Con qué alegría recibieron las buenas ancianas la carta de la joven! Cuando acabé la lectura estaban llorando.
Ahí estaban las buenas ancianas que tanto me querían, ahí estaba Angelina, la pobre huérfana objeto de mi amor.
No me creía yo extraño en aquella casa, ni me sentía degradado al recibir de las pobres ancianas cuanto me era necesario, no, porque el afecto filial con que las veía, y el cariño maternal con que siempre me trataron, alejaban de mi ánimo toda idea mezquina y todo pensamiento humillante.
Bien visto, estaba solo, las buenas ancianas pronto emprenderían el eterno viaje, y me quedaría yo abandonado en un mundo que me causaba miedo.
Las dos ancianas se irguieron y tendieron a Nucha los brazos con movimiento tan simultáneo que no supo a cuál de ellas atender, y a la vez y en las dos mejillas sintió un beso de hielo, un beso dado sin labios y acompañado del roce de una piel inerte.
Trinidad Muley no pudo contener su entusiasmo y su regocijo, y corrió de puntillas a llamar a las ancianas, para que contemplasen aquella piadosísima escena.
De rodillas estaban tambien las dos ancianas y el malagueño, y con fervientes oraciones daban gracias a Dios, al ver que el jóven se abrazaba a los piés del Niño de la Bola y los cubria de besos y de lágrimas.

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