Ejemplos con agudísimos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El dolor lacerante del estómago era tan pronto mordedura de dientes agudísimos, como chisporroteo de las entrañas taladradas por un hierro candente.
Atacado el infeliz señor de su mal crónico del estómago, sentía que en esta víscera tenía su instalación todo el infierno, por el tormento que le daban dolores agudísimos y el fuego que en sus entrañas ardía.
Apenas podía moverse de dolores agudísimos en todo el cuerpo, tardó un rato en recobrar el sentido de su situación, y en traer a su mente claras imágenes de lo que había hecho y dicho.
El aposento donde pasamos la noche, se había considerado como un gran lujo de comodidades para estos pícaros que tan heroicamente defendieron la plaza de Gerona, y nos destinaron a una lóbrega mazmorra sin aire, empedrada de agudísimos guijarros, entre cuyos huecos se remansaban fétidas aguas.
Sentía entonces agudísimos dolores, pero todo se extinguió prontamente, y cayendo en profundo sopor, vivía con largas interrupciones de sensibilidad.
La cabeza dio contra el canto como una piedra que cae, y la torcida postura en que quedaba el cuerpo al caer doblándose con violencia, fue causa de que el resuello se le dificultara, produciéndose en los conductos de la respiración silbidos agudísimos, a los que siguió un estertor como de líquidos que hierven.
Lanzaron agudísimos gritos las damas, colgándose de mis brazos para que yo las amparase, pero más que nadie necesitaba yo amparo y protección, porque me quedé sin habla, sin fuerzas para correr, sin ojos para mirar, ni orejas más que para oír la voz, ¿qué digo?, las voces de los que se acercaban, pues, quitando lo que multiplicase mi espantada imaginación, bien podía asegurarse que eran media docena.
Sus ojos despedían fuego, y su espantosa boca, llena de cuajarones de sangre, se abría hasta las orejas dejando ver feroces dientes agudísimos y una lengua que vibraba como hoja de metal.
Después llegaron a sus oídos agudísimos ayes y clamores de la infeliz víctima, sintió que la llevaban fuera atropelladamente y la fúnebre y horrenda procesión se, presentó a su fantasía con formas tan espantosas, que tuvo miedo, un miedo indescriptible, inmenso, y cayó de rodillas, clamando:.
El frío me mortificaba mucho, sin que me fuese posible vencerlo con la velocidad de la carrera, porque lleno mi cuerpo de dolores agudísimos, me era muy difícil andar a prisa.
Entretanto yacía tendido en el lecho el dueño criminal de aquel castillo, sufriendo agudísimos dolores en el cuerpo, y luchando con los remordimientos del espíritu.
Al llegar encontré a la negra que daba gritos agudísimos y desesperados y se abofeteaba, y todos los vecinos la rodeaban para consolarla de mi perdición, que se creía segura.
Antes de marcharse, revolotearon con furor, dando agudísimos chillidos.
Atacado el infeliz señor de su mal crónico del estómago, sentía que en esta víscera tenía su instalación todo el infierno, por el tormento que le daban dolores agudísimos y el fuego que en sus entrañas ardía.
Con una de las manos comprimíase las sienes cual si percibiera en ellas agudísimos dolores, y se afianzaba con la otra en las almenas que coronaban el antepecho o el muro de aquella singular galería.
Ya se habían alejado un gran trecho, cuando Álvaro no pudo contener sus agudísimos dolores, y comenzó a quejarse.
-Sí -respondió el herido con un leve movimiento de cabeza, y que parecía causarle agudísimos.
Sus ágiles piernas de veintiséis años salvaban dos a dos los escalones, cuando gritos salvajes de dolor, seguidos de otros agudísimos, que traducían infinito espanto, le hicieron dispararse en galope loco al descanso del inmediato piso.
Juan de Caviedes en su Diente del Parnaso nos da largas y curiosas noticias de esta mujer que inspiró agudísimos conceptos a la satírica vena del poeta limeño.
Tenía sus cuernos relucientes, corvos y agudísimos, los ojos negros y vivos, la piel oscura.
Era una carta de Dulce, recibida aquella tarde, en la cual se le quejaba de que no hubiera ido a verla en dos días, notificándole además que se encontraba enferma, con anginas y dolores agudísimos en todo el cuerpo.
y en uno de esos saltos, en el aire, sintió que, como una sierra de agudísimos dientes, le cogían por mitad del cuerpo y le arrojaban en tierra.
El dolor lacerante del estómago era tan pronto mordedura de dientes agudísimos, como chisporroteo de las entrañas taladradas por un hierro candente.

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