Ejemplos con acostumbrado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ni ambición de dinero ni de fama pueden arrastrar a un poeta como éste a ceder a las demandas del gusto público y acostumbrado, nada le mueve fuera de la propia satisfacción.
Antes, en la edad teológica, el hombre se había acostumbrado a la presencia de lo absoluto en cada realidad relativa, el mundo estaba poblado de mitos, la esencia de los seres flotaba en la superficie, como la niebla matinal sobre los ríos, y el conocimiento íntegro se ofrecía al alcance de la mano, como la frambuesa de los setos.
Por sugestión del excelente don Amaranto, me había acostumbrado a tomar las diversas casas de huéspedes, por donde transité, al modo de tiendas, con sus existencias, tal cual abastecidas de dramas individuales, metido cada cual en su paquete y cuidadosamente atados con bramante.
Mi padre, de su estancia en Compostela, estaba acostumbrado a moverse en un ambiente de ilustración, como decía él, o sea entre estudiantes.
Allí, en su rincón acostumbrado, con el vaso de recuelo ante sí, Angustias esperaba al Tirabeque.
El confitero escucha, con su regocijo acostumbrado.
Belarmino escucha, con su mutismo acostumbrado y sonriente.
Estas dos señoras son la esposa y la hija, respectivamente, de don Simón, dícelas éste adiós desde la puerta, si están solas, o saluda cumplidamente a las personas que las acompañan, y sale en busca de sus amigos para dar el acostumbrado paseo.
Acostumbrado a la monótona vida del Seminario y a la existencia nómada de aquella guerra montaraz y sin gloria, le asombraban el progreso material, los refinamientos de la civilización, la cultura y el bienestar de las gentes en la tierra francesa.
El le miró con sus ojos claros que parecían de ámbar: unos ojos pasivos, de hombre acostumbrado a permanecer largas horas en la catedral sin que la más leve rebeldía de pensamiento llegase a turbar su inmovilidad beatífica.
Influido por el helenismo de su maestro, que fácilmente prendía en él, acostumbrado como estaba al trato diario con los autores griegos, soñaba con que la humanidad del porvenir fuese una inmensa Atenas, una democracia artística y sabia gobernada por grandes pensadores, sin más luchas que las de las ideas ni otra ambición que la de pulir la inteligencia, de costumbres dulces y dedicada a los goces del espíritu y al culto de la Razón.
Me he acostumbrado a verte, necesito cuidarte, eres mi única familia, antes no tenía ninguna aspiración, vivía sin esperanza, ahora tengo una: verte sano y fuerte.
Se habían acostumbrado a escucharle, sentían el afán de ilustrarse , y rogaban al maestro que no los abandonara.
Extendía sus piernas con la complacencia del que se ve un momento en libertad, acostumbrado a todas horas a imponerse con el ceño adusto de la dominación.
Es como si a mí, que estoy acostumbrado al pucherete casero, me llevasen hoy a la mesa de Su Eminencia.
Hablaba con lentitud, con una tristeza reposada, como hombre acostumbrado a las miserias de un mundo del que pronto había de salir.
Se habían acostumbrado ya a aquella desgracia: la madre lloraba automáticamente, y los demás, con una expresión triste, seguían dedicándose a sus habituales ocupaciones.
Batiste aguantó el disparo con calma, como hombre acostumbrado a tales discusiones, y sonrió socarronamente:.
Luego volvía los ojos hacia su enemigo , que se contoneaba altivamente, como hombre acostumbrado a comparecer ante el tribunal y que se creía poseedor de una pequeña parte de su indiscutible autoridad.
, acostumbrado a que le temblase toda la huerta, se mostraba cada vez más desconcertado por la serenidad de Batiste.
Su exterior grave delataba al niño que, acostumbrado a luchar con la miseria, es un hombre a la edad en que otros juegan.
El jurisperito, gran madrugador, había vuelto de misa y del acostumbrado paseo por la alameda de Santa Catalina, o sea el Bosque Pancracio de la Vega, y muy instalado en su poltrona aguardaba la llegada de su nuevo amanuense.
No entiendo de esos negocios infernales, estoy acostumbrado a los tratos sencillos del comercio a la antigua, pero no desconozco lo fácil que es quedarse los bolsistas en medio de la calle de la noche a la mañana.
Docto y pedantuelo, algo engreído con los sobresalientes de su carrera y acostumbrado a hacerse oír en casa como un oráculo, asombrábase de que fuera de ella no le rindieran tributos de admiración, y esto le producía tal cortedad, que muchos le tenían por tonto.
El andar a pie por las calles, signo, según ella, de pobreza y de degradación, y la vulgaridad de su marido, que se revelaba en sus maneras, en su modo de vestir, en la facilidad con que bromeaba con las criadas, como hombre acostumbrado a esos floreos de mostrador con que se halaga a las parroquianas, no pudiendo ver unas faldas lisas sin soltar cuatro requiebros inocentes y sin consecuencias.
Angelina y yo ocupamos el lugar acostumbrado.
Y sin sentirse humillado, sin desdeñar lo que tanto merecía, se quedaba en el sitio acostumbrado.
Barbarita se había acostumbrado a los ruidos de la vecindad, cual si fueran amigos, y no podía vivir sin ellos.
Veía al como si lo hubiera parido, y se había acostumbrado tanto a la idea de poseerlo, que se indignaba de que su suegra no pensase lo mismo que ella.
Se había acostumbrado de tal modo Jacinta a la idea de hacer suyo a Juanín, de criarle y educarle como hijo, que le lastimaba al sentirlo arrancado de sí por una prueba, por un argumento en que intervenía la aborrecida mujer aquella cuyo nombre quería olvidar.

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