Ejemplos con acostumbramos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Rassinier describió más adelante cómo nos acostumbramos a las escandalosas escenas de tortura, que no tenían ninguna razón para envidiar las de la Edad Media, y vimos el aparato de la dictadura no retirándose, sino avanzando frente a un asesinato! Tras su desmovilización, volvió a su puesto en la enseñanza y a su activismo político.
Al cabo de minutos nos acostumbramos a los olores aún cuando sean señal de toxicidad o peligro.
Para muchos de los nuevos miembros del batallón, este fue el primer sabor de la vida al aire libre, pero nosotros nos aclimatamos rápidamente y nos acostumbramos a vivir en Texas, la amarga degustación de agua alcalina, chiggers, tarántulas, armadillos, la falta de cerveza, y duchas al aire libre.
Consta de varias inscripciones: En una de ellas, en caracteres supuestamente ibéricos, se representa una leyenda redactada en vascuence por Fidel Fita, que dice: Nosotros los vascos, que no tenemos otro señor que Dios, acostumbramos a dar acogedor albergue al extranjero, pero no queremos soportar su yugo.
Al fin ¡parece mentira!, nos acostumbramos a las voladuras, como antes nos habíamos acostumbrado al bombardeo.
Llegó un día en que cierta impasibilidad, más bien espantosa y cruel indiferencia se apoderó de los defensores, y nos acostumbramos a ver un montón de muertos, cual si fuera un montón de sacas de lana, nos acostumbramos a ver sin lástima largas filas de heridos, arrimados a las casas, curándose cada cual como mejor podía.
Tocante al color, se puede afirmar lo mismo, porque si bien comunmente transferimos la sensacion al objeto y nos ponemos en cierta contradiccion con la teoría filosófica del color y de la luz, esta contradiccion no es mas que aparente, pues en el fondo, bien examinado el juicio, solo consiste en referir la impresion a objetos determinados, por manera que cuando por primera vez oimos en las cátedras de física que los colores no están en el objeto, fácilmente nos acostumbramos a conciliar la teoría filosófica con la impresion del sentido, pues al fin esa teoría no altera la verdad de que tales o cuales impresiones nos vienen de estos o aquellos puntos de los diferentes objetos.
Hasta aquí no hay idea, no hay mas que imaginacion, nacida de que al comenzar a ver los cuerpos, no vemos el aire que los rodea, y la trasparencia de este nos permite ver objetos lejanos, y así desde nuestra infancia nos acostumbramos a imaginar una capacidad vacía, donde están situados todos los cuerpos y distinta de ellos.
Así, aun en edad muy tierna, nos acostumbramos con facilidad a referir el color a la luz, y hasta a no fijarle en esta definitivamente, sino a mirarle como una impresion producida en nuestro sentido por la accion de este agente misterioso.
Así pues, si nos acostumbramos a practicar tal ejercicio aquí en el Mundo Físico, de instante en instante y de momento en momento, después lo repetiremos instintivamente durante las horas del sueño y el resultado será el Despertar de la Conciencia.
Sin embargo, ella y yo nos acostumbramos poco a poco a esa separación, compensada, por otra parte, en mucho con el doble gozo del domingo, que pasábamos juntos, desde las seis de la mañana, hasta las nueve de la noche.
» —«En verdad, señores míos, les responde Amintas, que nosotros no lo acostumbramos así, no por cierto, antes el uso es tener en otra pieza bien lejos del convite a nuestras mujeres, pero pues que las echáis menos, vosotros, que sois ya nuestros dueños, quiero que también en esto seáis luego servidos.
¿Cuál será la causa de este increíble absurdo que apenas se nota? ¡Tal es la desdichada facilidad con que nos acostumbramos a respirar la atmósfera del error! ¿Cómo hay dos criterios, uno aplicable al mal que hacen a las mujeres y otro al que pueden hacerse los hombres entre sí? La razón de esto es la supuesta inferioridad de la mujer, nada puede ser mutuo entre los que no se creen iguales.
»¿Pero tienen algo de común sus movimientos con los de aquellas figuras grotescas que en los bailes de espectáculo acostumbramos ver en nuestros países? ¡Ah! ¡Nada, por Dios! Nada exagerado, nada violento, nada que pese en esta epopeya de actitudes.

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