Ejemplos con abultada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

A raíz del saqueo del consulado La Forest exigió una abultada indemnización personal con el respaldo del comandante de las fuerzas navales de la estación del Pacífico, el capitán Ducamper, forzando al nuevo gobierno a aceptarla para evitar una guerra, con el consiguiente escándalo de la población chilena.
Los machos suelen ser más grandes y tienen la zona de la cabeza más abultada.
Poco más se sabe acerca de Jonathan fuera de Apple, con la excepción, a juzgar por su apariencia abultada, también debe pasar mucho tiempo en el gimnasio.
Allí comenzó a frecuentar el Centro Asturiano de La Habana, en donde se practicaba una modalidad bolística, conocida como Bolo Cubano, que se caracterizaba porque el bolo es de panza abultada y exceso de peso.
El caput succedaneum se presenta como una inflamación suave y abultada del cuero cabelludo que, a diferencia del cefalohematoma, se extiende sobre la línea media y por lo general no causa complicaciones, resolviéndose espontáneamente al término de los primeros días del nacimiento.
La derrota abultada, dolorosa en sí, no fue la causa del cese, sino las declaraciones previas al partido en las que el austriaco decía conformarse con perder por la mínima.
En cuanto al tema, se trata de una naturaleza muerta, ya que en los tres paneles el asunto principal es una forma orgánica irreconocible, abultada, exasperada, desgarrada, con muñones y miembros truncados, que se ve atravesada por huesos asimismo completamente deformados que parecen anudarse a la masa exánime de carne.
Escamas duras, fuertes, redondeadas o agudas en el ápice, con apófisis abultada piramidal, usualmente muy protuberante y refleja, transversalmente aquillada, umbo dorsal gris, prominente, con espina aguda, recta o curveada, persistente o decidua.
La capa era una prenda abultada y utilitaria que comenzó e volverse un abrigo de moda solo a inicios del siglo XIX cuando las damas comenzaron a llevar prendas ajustadas al cuerpo reduciendo sus dimensiones.
Se utilizó una técnica que permite una ropa más abultada y a cierta distancia más realista, además de que ahora los jugadores pueden vestir camisetas desfajadas.
A la caída de la tarde había presenciado el caballero en la falda del castillo de Bellver cómo ardía la abultada corpulencia de Rafael Valls y cómo reventaban sus entrañas cayendo en el brasero, espectáculo del que le distrajo la presencia de algunas damas, haciendo caracolear su caballo junto a las portezuelas de las carrozas.
Tras, tras, tras, sonaban los cascabeles, con lento giro, consumiendo en forma de hilo moroso la abultada y sucia madeja de las horas nocturnas, que forzosamente había que hilar y devanar.
Lucía dio otros dos pasos, pero fue hacia Artegui, y con uno de esos movimientos rápidos, infantiles, festivos, que suelen tener las mujeres en las ocasiones más solemnes y graves, se apretó la holgada bata en la cintura, y manifestó la curva, ya un tanto abultada, de sus gallardas caderas.
Ferragut no podía explicarse cómo la criatura-reptil de la arena, con una eterna perla verde colgando de sus narices, era aquella misma joven esbelta, de un moreno pálido de arroz, que ostentaba su abultada cabellera semejante a un casco de ébano, con dos pequeñas espirales ante las orejas.
Encerró en su abultada diestra las dos manos de ella, y pasando el otro brazo por su talle, la fué dirigiendo poco a poco hacia la salida del salón.
Ella era una rubia, abultada y algo anémica, de ojos claros y gesto sentimental.
Otras empujaban cunas con ruedas, en cuyo interior una cabeza abultada, de suaves cabellos, aparecía medio dormida entre puntillas y lazos.
Su marido, el hombre del sombrerón y la faja abultada, se aproximó al escuchar estas palabras.
¡Y qué hermosa estaba la después de su casamiento! Algo más abultada de carnes, sin perder su esbeltez ni la flexibilidad de su airoso talle, en su cuello de alabastro y en su rostro de perfecto estilo Pompadour o Watteau, parecían haber colaborado como artífices todos los amorcillos de abanicos y porcelanas.
Pero en aquel momento un joven alto, de nariz abultada y bermeja, vestido decentemente con pantalón y chaqueta negros, bufanda al cuello, negra también, y ancho sombrero de paño, también negro, los abocó, preguntando al viajero:.
No vestía como los labriegos, sino como persona de baja condición en la ciudad: chaqueta de paño negro, faja roja y hongo gris, patillas cortas, de boca de hacha, redoblaban la dureza de su fisonomía, abultada de pómulos y ancha de sienes.
Su cara era huesosa, irregular, sumamente abultada en la parte superior, la frente tenía una exagerada convexidad, mientras la boca y los carrillos quedaban reducidos a muy mezquinas proporciones.
¿Cuál de las dos mujeres había recibido y hablado con el caballero del frac oscuro y el sombrero de copa abultada? Nuevo motivo de curiosidad y de mayor confusión.
Calzaba abarcas de tres tarugos sobre escarpines de paño pardo, y por debajo del hongo deformado con que cubría la abultada cabeza, caían largos mechones de pelo áspero y entrerrubio, casi el color de su cara sanota y agradable, cuyo defecto único era la mandíbula inferior más saliente que la otra, como la de nuestros Príncipes de la casa de Austria.
Soy portador de una carta bastante abultada para don Manuel Ruiz Zorrilla.
La nariz abultada, roja, chorreante, asomaba sobre una bufanda grasienta y endurecida.
¡Sin duda otros billetes de mil francos! Notó además que había muchas clases de cosas en los bolsillos además de las agujas, las tijeras y el hilo: una abultada cartera, un cuchillo enorme y, detalle muy sospechoso, varias pelucas de distintos colores.
Aquí llegaba la buena Martina en sus reflexiones, cuando sintiendo pasos detrás de sí volvió la cabeza y vio la abultada persona de Mendo que, echando los bofes por andar de prisa, venía hacia ella con toda la idea de una novedad muy grande pintada en su espacioso y saludable semblante.
Frisaba el segundo en los treinta y seis años, y era el reverso de la medalla, pues a una fisonomía abultada y de poquísima expresión, reunía un cuerpo macizo y pesado, cuyos contornos de suyo poco airosos, comenzaba a borrar la obesidad.
Peláez señaló a su compañero, que era un buen mozo, moreno, de cejas muy pobladas, ceño adusto, ojos de color de avellana que echaban fuego, boca grande, orejas puntiagudas, cuello muy robusto y abultada nuez.

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