Ejemplos con abultado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En cuanto al dimorfismo sexual, se puede apreciar que las hembras son un tanto mas robustas y de vientre más abultado.
Era de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo y lleno, de buen tamaño y proporción, la tez color blanca y encarnada, y cuando estaba en oración se le encendía y se ponía hermosísima, todo él limpio y apacible, el cabello, negro y crespo, y frente ancha, igual y hermosa, las cejas de un color rubio que tiraba algo a negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas, los ojos negros y redondos y un poco carnosos, no grandes, pero muy bien puestos, vivos y graciosos, que en riéndose se reían todos y mostraban alegría, y por otra parte muy graves, cuando ella quería mostrar en el rostro gravedad, la nariz pequeña y no muy levantada de en medio, tenía la punta redonda y un poco inclinada para abajo, las ventanas de ella arqueadas y pequeñas, la boca ni grande ni pequeña, el labio de arriba delgado y derecho, y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color, los dientes muy buenos, la barba bien hecha, las orejas ni chicas ni grandes, la garganta ancha y no alta, sino antes metida un poco, las manos pequeñas y muy lindas.
La iconografía de la época supone una ruptura con la tradicional: del hieratismo que representaba la majestad del rey se pasa a una representación naturalista que no duda en marcar deformidades: vientre abultado, caderas anchas.
El partido se juegan en la campa de La Magdalena y se impone la Sportiva por el abultado tanteo de ocho goles a cero, haciendo valer su mejor juego y, sobre todo, su preparación física.
Este primer resultado tan abultado resultó ser casi testimonial, el dominio del derbi cántabro por parte del equipo capitalino resulta abrumador a lo largo de la historia del fútbol regional y nacional, sin embargo han existido excepciones que han mantenido viva la rivalidad entre los dos representativos cántabros por excelencia.
Tenía una cola gruesa, un cuerpo abultado y piernas traseras largas, común con otros hadrosáuridos.
Los machos son todo plateados, las hembras tienen el abdomen transparente y abultado.
Es de pelo abundante, cabeza grande, hocico abultado y chato por delante, bigotes largos y sedosos y orejas pequeñas.
El plumaje es negro en la parte suerior, la garganta y el babero abultado son blancos, el pecho azul claro le da el nombre, la base inferior de la cola es roja, la superior amarilla y la punta de la cola es castaña.
La vieja se plantó en el cobertizo con los brazos en jarras, echando adelante el flácido vientre abultado por los zagalejos, fijando su pupila única, inflamada por la cólera, en aquel intruso que venía a provocar a un hombre de bien en medio de su trabajo.
Lo único que le quedaba del añejo esplendor era el abultado abdomen, enarcándose bajo las sábanas.
¡Ah! , repite un yanqui de pecho abultado, como palomo buchón, que tiene voz de barítono y está adoctrinándose en el , con miras económicas, por ver de ganar tanto como Caruso.
Por segunda vez iba a darse por terminado el asunto, cuando pidió la palabra un hombre joven, rechoncho, de escasa frente, pero de mucha cara, abultado de pecho, ancho de espaldas, muy atusado de pelo y crespo de bigote, grueso de manos y amanerado en el vestir.
Era Yurrumendi un hombre enorme, con la espalda ancha, el abdomen abultado, las manos grandísimas, siempre metidas en los bolsillos de los pantalones, y los pantalones, a punto de caérsele, tan bajo se los ataba.
Este personaje decorativo gastaba patillas largas y blancas, abdomen abultado, pantalón obscuro y una chaquetilla blanca, de dril.
El recuerdo de Teri, adormecido durante el viaje, resurgía más vigoroso, con mayor relieve, abultado por la luz exageradora del remordimiento.
Todo era abultado, inmenso, colosal, en aquella urbe disciplinada, hasta la alegría y la licencia, que habían sobrevenido como resultados del triunfo.
El secretario era un joven de veinticuatro a veintiséis años, pálido, rubio, en cuyo cerebro abultado de feto no cabían más ideas que la de la importancia colosal del Duque, y la necesidad imperiosa de llegar a ser un personaje, si no de tanta cuenta, lo bastante para tener también secretario.
Mis manecitas tocaron un abultado seno, y balbuciendo dije: ¿Verdad que eres Graziella?.
El médico se fijó en el abultado abdomen del muerto, é hizo que un miñón desliase la faja negra.
Y don Antolín siguió lanzando indignadas lamentaciones, hasta que al pasar frente a la puerta de su casa asomó Mariquita el abultado y feo rostro.
Por lo poco agraciado del rostro, lo endeble del cuerpo que se adivina bajo la fuerte cotilla y la extravagante forma del peinado y el traje, debiera este retrato ser enojoso a la vista: en la mujercita así perjeñada y sobrecargada de perifollos hay algo de fenomenal y monstruoso, pero Velázquez ha vertido allí a manos llenas tales encantos de color, una variedad tan rica de rojos, que comprende desde el carmín más intenso al rosa más amortiguado, ha hecho tan vaporosos los tules y brillantes los metales, es tan aéreo lo que puede flotar, tan sólido lo que debe pesar, que la ridícula desproporción entre lo menudo del busto y lo abultado de la falda, todo aquello en que la forma sale maltrecha por la imperfección del modelo y la extravagancia de las ropas, desaparece ante la esplendidez de matices que deleita la vista y lo primoroso, suelto y fácil de aquella ejecución incomprensible y misteriosa que a pocos pasos da a lo pintado la completa apariencia de lo real.
Su pecho era desproporcionadamente abultado, su cuello corto, las caderas y el talle bien torneados, y las costuras de las mangas parecían próximas a reventar por causa de la gordura creciente de los brazos.
Una de las placeras que presentes estaban tenía muy abultado el seno.
Dicho manuscrito, que constituye un abultado tomo, pudiera llamarse la , y fué redactado por uno de los últimos religiosos que habitaron aquella soledadpor el P.
Estupenda nariz, que sin ser deforme como la del conde-duque de Olivares, ni larga como la de Cicerón, ni gruesa como la de Quevedo, ni tosca como la de Luis XI, era más fea que todas estas, formaba el más importante rasgo de su rostro, bastante lleno, abultado en la parte inferior, y colocado en un cuerpo de buenas proporciones.
Era alta, gruesa y robusta, de cara redonda y pecho abultado, que se hacía más ostensible por el singular empeño de ceñirse a la altura usada en tiempo de María Luisa.
Todos rieron de la ocurrencia, Diego Meneses, quien, por uno de aquellos impulsos nobles y generosos de su buen corazón, sacó del bolsillo del chaleco unos cuantos reales, se los arrojó al pecho abultado de la negra, y acertó a depositárselos en el seno, no obstante el bajo escote del cuerpo de su escasísimo traje.
Mantenía los ardientes labios apretados, la sangre quería brotarle de sus redondas mejillas, el abultado seno con dificultad se contenía dentro de las ligaduras del traje de yocó.

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