Ejemplos con abultadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Fruto en bayas esféricas, ceréas y abultadas, blancas con semillas negras.
Consiste en molduras y yeserías abultadas con temas vegetales, configurando uno de los interiores barrocos tardíos más interesantes de Aragón.
Su rostro, a la sombra de la capucha, era la caricatura del de una bruja: ojos y mejillas hundidos, una protuberante nariz, una piel arrugada y surcada de abultadas venas.
Estas figuras femeninas eran más estilizadas que las antiguas y abultadas diosas de la fertilidad.
El tronco joven tiene características ondulaciones abultadas verticales.
Fisura anal: es un fino desgarramiento o úlcera que se extiende por el revestimiento del canal anal, que generalmente se produce debido a la salida de heces abultadas y duras, como resultado de la cirugía rectal, o por la presencia de hemorroides.
Según el acoplado de juegos Metroid five-part retrospectivo, el Varia Suit ganó la embergadura adicional de la armadura y las hombreras redondas fueron abultadas, convirtiéndose en sus rasgos más reconocibles.
Las fontanelas abultadas o que protruyen son indicadoras de un aumento en la presión dentro del cerebro.
Eran escenas mitológicas y bíblicas, damas arrogantes, de abultadas carnes color de rosa, que comparecían ante guerreros rojos o verdes, enormes columnatas, palacios con guirnaldas de flores, cimitarras en alto, cabezas por el suelo, tropeles de caballos panzudos con una pata en alto: todo un mundo de viejas leyendas, pero con tintas frescas a pesar de los siglos, y entre franjas de manzanas y hojarasca.
Las madres jóvenes se arrellanaban en sus asientos y abrían el ángulo de las abultadas piernas, como para ofrecer mayor espacio al guerrero escondrijo.
Las que corrían eran ágiles como cabritillas, y al correr parecía que no tocaban el suelo con sus diminutos pies, la que las seguía con la vista, era de formas más abultadas y de movimientos menos suaves y graciosos, y aunque vestía lo mismo que ellas en forma y calidad, en la combinación de los colores y en de su vestido había algo que no era del mejor gusto.
Por la letra de los sobres y los timbres postales fué adivinando quiénes le escribían: una carta única de su mujer, compuesta de un solo pliego, a juzgar por su flexible delgadez, tres muy abultadas de Tòni, especie de dietarios, en los que iba relatando sus compras, sus cultivos, sus esperanzas de ver llegar al capitán, todo ello mezclado con abundantes noticias sobre la guerra y el malestar de las gentes.
Esta juventud, con la cabeza descubierta, la cabellera partida en dos crenchas negras, abultadas, lustrosas, impermeables, que ningún huracán podía alterar ni conmover, y el menudo pie encerrado en botines de charol de alto empeine y vistosa caña, siempre que salía del fumadero volvía los ojos con cierto temor hacia el rincón de los pingüinos.
Al ver a un vagabundo paseando por la iglesia, fijó en él los ojos insolentes, haciendo un esfuerzo por levantar sus cejas abultadas.
La taberna sentíase halagada por la presencia de un huésped que llevaba tras sí la concurrencia, e iban entrando los admiradores a bandadas, no habían bastantes manos para llenar porrones, esparcíase por el ambiente un denso olor de lana burda y sudor de pies, y a la luz del humoso quinqué veíase a la respetable asamblea, sentados unos en los cuadrados taburetes de algarrobo con asiento de esparto y otros en cuclillas en el suelo, sosteniéndose con fuertes manos las abultadas mandíbulas, como si éstas fueran a desprenderse de tanto reír.
Dice, además, que le escribió la historia de su propia mano, y con letras abultadas, a fin de que el hijo tuviera dentro de casa medios de aprovecharse para el uso de la vida, de los hechos de la antigüedad y de los de su patria, que con no menor cuidado precavió que se dijeran cosas torpes ante aquel niño, que ante las vírgenes sagradas dichas Vestales, y que nunca se bañó con él, bien que, según parece, esto era costumbre entre los Romanos, porque tampoco los suegros se bañaban con los yernos, evitando el presentarse desnudos los unos entre los otros.
De elevada estatura y robustos miembros, moreno el rostro, a cuyas abultadas facciones daban expresión unos ojos de mirada firme, negros como su cabello y espesa barba, ofrecía en su conjunto, el exterior del hombre fuerte y animoso, cuya marcial energía, revelaba al intrépido conquistador del nuevo mundo.
Un negro, el que parecía el jefe, que era joven y hermoso, pues no tenía las facciones abultadas de los de su raza, les habló así:.
Llegaban a Valencia las noticias abultadas y con cierto cariz poético.
El ajustado cuerpo en forma de blusa marcaba su inverosímil talle gentil, unión de las abultadas zonas del seno y caderas.
Y Harún le preguntó: ¿Pero qué hiciste de tu ropón, de tu camisa y de tu saco? Al oír estas palabras, Califa, que había perdido los diversos objetos que acababa de nombrar Al-Raschid, no dudó un instante de que tenía en su presencia al propio ladrón que se los había quitado en la playa, y precipitándose como un relámpago sobre Al-Raschid desde lo alto de la colina, asió por la brida a la mula, exclamando: ¡Devuélveme mis efectos y pon fin a esta broma de mal género! Harún contestó: ¡Por Alah, que no he visto tus ropas ni sé de qué quieres hablar! Y he aquí que, como es sabido, Al-Raschid tenía las mejillas gordas y abultadas y la boca muy pequeña.
¿Quieres, pues, ¡oh mejillas abultadas! entrar a mi servicio para que yo te enseñe el oficio de pescador y llegar a ser un día mi socio en la ganancia, empezando primero por ganar cinco dinares diarios como ayudante mío? ¡Y además, te aprovecharás de la protección de este garrote contra las exigencias de tu antiguo maestro de clarinete, al cual me encargo yo de derrengar con un solo garrotazo, si lo necesitas! Y Al-Raschid contestó: ¡Acepto la proposición! Califa dijo: ¡Entonces apéate de la mula y sujétala a cualquier parte, a fin de que pueda servirnos para llevar el pescado al mercado cuando sea preciso! ¡Y ven pronto para empezar tu aprendizaje de pescador!.
Las que corrían eran ágiles como cabritillas, y al correr parecía que no tocaban el suelo con sus diminutos pies, la que las seguía con la vista, era de formas más abultadas y de movimientos menos suaves y graciosos, y aunque vestía lo mismo que ellas en forma y calidad, en la combinación de los colores y en el aire de su vestido, había algo que no era del mejor gusto.
Uniéronse pronto a ésta y otras abultadas noticias, las que dieron las personas que habían visto a Magdalena, angustiada, entre Gildo y Lucas, y después, llorando sin consuelo, salir de Coteruco acompañada de don Lope.
Les había hecho sufrir varios cambios, aunque siempre sobre la base del amarillo, cubriéndolos con damasco, primero, con seda brochada después, y últimamente con raso basteado, capitoné que ella decía, en almohadillas muy abultadas y menudas, que a don Saturnino se le antojaban impúdicas.
-¡Es una estatua griega! -había dicho la marquesa de Vegallana, que se figuraba las estatuas griegas según la idea que le había dado un adorador suyo, amante de las formas abultadas.
Y al preguntar me fijé, por centésima vez, en las huellas, que me parecieron más abultadas y rubicundas que de costumbre.
Llegábale el ancho almidonado cuello de su camisa hasta rasparle las orejas por la altura de los oídos, vestía pantalón de color de castaña con abultadas rodilleras, chaquetón azul oscuro sobre chaleco de pana de cuadros muy alegres, y capa parda sobre el chaquetón, calzaba medias caseras de mezclilla y zapatos fuertes de becerro, ceñía al pie izquierdo una roñosa espuela, asía con la mano del mismo lado la corva empuñadura de cuerno de un enorme paraguas de percal verde con contera de metal amarillo, y tenía en la derecha el sombrero de copa alta, que acababa de quitarse de la cabeza.
Yo, pues, que no pertenecía a ninguno de estos partidos, me senté a la sombra de un sombrero hecho a manera de tejado que llevaba sobre sí, con no poco trabajo para mantener el equilibrio, otro loco cuya manía es pasar en Madrid por extranjero, seguro ya de que nadie podría echar de ver mi figura, que por fortuna no es de las más abultadas, pedí un vaso de naranja, aunque veía a todos tomar ponch o café, y dijera lo que dijera el mozo, de cuya opinión se me da dos bledos, traté de dar a mi paladar lo que me pedía, subí mi capa hasta los ojos, bajé el ala de mi sombrero, y en esta conformidad me puse en estado de atrapar al vuelo cuanta necedad iba a salir de aquel bullicioso concurso.
Luego le vio correr, balanceando sus formas abultadas y reteniendo sus velos, que el viento marítimo parecía querer arrebatarle.

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