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Se han encontrado 39 poemas con la palabra vence

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Reverso de la medalla antecedente

-- de Alfonso Verdugo Castilla --

Al fuerte patriarca la primera
Raquel a larga senectud redujo;
al victorioso Alfonso, torpe indujo
la segunda a manchar su gloria entera.

La mental, la canora, la tercera,
al grande Ulloa duros hados trujo.
¡Oh hermosura nociva, cuyo influjo
fatal aun en las copias persevera!

Mas ya de la beldad el hado infausto
vence un ímpetu sacro y soberano
que en nueva copia el nombre antiguo emplea.

Jacob descanse, Alfonso viva casto,
Ulloa se asegure; Altamirano
lo enmienda todo, haciendo a Raquel fea.

Poema Reverso de la medalla antecedente de Alfonso Verdugo Castilla con fondo de libro

Lope de Vega

al sepulcro de amor, que contra el filo

-- de Lope de Vega --

Al sepulcro de amor, que contra el filo
del tiempo hizo artemisia vivir claro,
a la torre bellísima de faro,
un tiempo de las naves luz y asilo;
al templo efesio de famoso estilo,
al coloso del sol, único y raro,
al muro de semíramis reparo,
y a las altas pirámides del nilo;
en fin, a los milagros inauditos,
a júpiter olímpica, y al templo,
pirámides, coloso y mauseolo;
y a cuantos hoy el mundo tiene escritos,
en fama vence de mi fe el ejemplo,
que es mayor maravilla mi amor solo.

Poema al sepulcro de amor, que contra el filo de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

Al doctor Francisco de Quintana

-- de Lope de Vega --

Nacieron en Madrid el docto Herrera;
Velasco, Eclesiastés; Márquez, Cirilo;
Francisco Sánchez, que, fecundo Nilo,
inunda el coro de la sacra esfera;

Montero, luz en monte, primavera;
Soria, Basilio; y, en florido estilo,
Hortensio Fénix, que al eterno asilo
huyó los ojos de la invidia fiera.

Entre estas luces coronada sale,
Quintana, de esplendor tu nueva aurora,
porque si no los vence, los iguale.

Que ya tu ingenio que las cumbres dora,
y por el sol más encendido vale,
honra la patria y la virtud decora.

Poema Al doctor Francisco de Quintana de Lope de Vega con fondo de libro

Lope de Vega

El tierno niño, el nuevo Isac Cristiano

-- de Lope de Vega --

El tierno niño, el nuevo Isac cristiano,
en el arena de Tarifa mira
el mejor padre, con piadosa ira
la lealtad y el amor luchando en vano;

alta la daga en la temida mano,
glorioso vence, intrépido la tira,
ciega el sol, nace Roma, amor suspira,
triunfa España, enmudece el africano.

Bajó la frente Italia, y de la suya
quitó a Torcato el lauro en oro y bronces,
porque ninguno ser Guzmán presuma.

Y la fama principio de la tuya,
Guzmán el Bueno escribe, siendo entonces
la tinta sangre y el cuchillo pluma.



Lope de Vega

La clara luz, en las estrellas puesta

-- de Lope de Vega --

La clara luz en las estrellas puesta
del fogoso León por alta parte
bañaba el sol, cuando Acidalia y Marte
en Chipre estaban una ardiente siesta.

La diosa por hacerle gusto y fiesta
la túnica y el velo deja aparte,
sus armas toma y de la selva parte,
del yelmo y plumas y el arnés compuesta.

Pasó por Grecia, y Palas viola en Tebas
y díjole: «Esta vez tendrá mi espada
mejores filos en tu blanco acero».

Venus le respondió: «Cuando te atrevas
verás cuanto mejor te vence armada
la que desnuda te venció primero».



Lope de Vega

Océano mar, que desde el frío Arturo

-- de Lope de Vega --

Océano mar, que desde el frío Arturo
las antárticas márgenes combates,
así con vientos prósperos dilates
las ondas de tu campo crespo y puro,

que a la Armada Católica seguro
una laguna de cristal retrates;
vuelve a don Félix que dejó su Acates
salvo a lo menos a su patrio muro.

Y tú, que con la espada en el Piamonte,
Castilla, Portugal, Italia y Flandes,
Girón, que entre los rayos del sol vive;

y con la pluma en el Castalio monte
has hecho hazañas de valor tan grandes,
sé César español, vence y escribe.



Lope de Vega

¿Quién es aquel Atleta esclarecido

-- de Lope de Vega --

¿Quién es aquel Atleta esclarecido,
que sale de la bélica palestra
con tres coronas en la mano diestra,
y el manto negro en púrpura teñido?
Si vence y triunfa, ¿cómo viene herido?
Si viene herido, ¿cómo el triunfo muestra?
Que es nueva imagen a la vista nuestra
laurel sangriento y vencedor vencido.
¡Oh solo peregrino de Verona!,
¿negras y blancas armas, sangre y palma
no muestran que es de Pedro la persona?
Si sangre, si laurel te tuvo en calma,
así reparten lo que Dios corona:
las heridas al cuerpo, el triunfo al alma.



Luis Rosales

la feria de los pájaros

-- de Luis Rosales --

Sentí que se desgajaba
tu corazón lentamente
como la rama que al peso
de la nevada se vence,
y vi un instante en tus ojos
aquella locura alegre
de los pájaros que viven
su feria sobre la nieve.



Manuel del Palacio

Tristeza

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en fatiga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Manuel del Palacio

Tristeza (Melodías íntimas)

-- de Manuel del Palacio --

Dentro de mí te escondes enemiga
Y mi aliento envenenas con tu aliento;
Tú conviertes en pena mi contento
Y mi reposo cambias en faliga.

Cual madre que rencor tan sólo abriga
Nutres mi corazón de sentimiento;
Pero mi voluntad vence tu intento
Y tu constancia mi dolor mitiga.

Cruel eres conmigo y yo te amo;
Soy de tí tan celoso, que quisiera
Del mundo á las miradas esconderte;

Cuando de mí te ausentas yo te llamo,
Sin tí mi vida el ocio consumiera,
Por tí pienso en la gloria y en la muerte.



Jacinto de Salas y Quiroga

A *** (Salas y Quiroga)

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

Sublime virgen, a mi canto atiende,
y si mi nombre el eco de la fama
repite un día y te alboroza el pecho,
di, virgen mía, que tu amor me inflama.

Tu amor es quien mi párpado humedece,
tu amor el que da sones a mi lira,
tu amor es el que acalla mis pesares,
tu amor quien este cántico me inspira.

Por Delia suspiró Tibulo versos,
el Petrarca por Laura, y por Elvira
suspiró Alfonso, el cisne de la Francia,
y sus nombres por siempre tendrán vida.

¡Dichosa la beldad que ama el poeta!
Es eterna cual él... O virgen pura,
si los siglos audaz mi canto vence,
tu nombre será eterno y mi ternura.

Y en los remotos siglos una amante
repetirá a su amante tiernamente:
«Ámame cual Fileno amó...» Y entonces
tu nombre sabrá el mundo solamente.



Jacinto de Salas y Quiroga

La indiferente (Salas y Quiroga)

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

La indiferente y bella Flora
del amor ciego se burlaba,
sin experiencia a toda hora
la pobrecilla así cantaba:
«No temo, amor, tu poderío,
a pesar de toda tu saña,
libre seré de tu albedrío;
tu buena cara no me engaña».

«Me lo han dicho mis compañeras,
los hombres son muy inconstantes;
si con ellos somos severas
suelen mostrarse muy amantes;
si nos rendimos, los bribones
nos abandonan cruelmente;
¡ay! Quien se fía de tal gente
merece males a millones».
Pero el amor lo vence todo,
y a su poder se rindió Flora;
pronto, humilde, y de mejor modo
así cantaba a toda hora:
Amor, me rindo... ¡Qué dulzura
sobre mi pecho has esparcido!
¡Por qué tan tarde he conocido
tu dulce imperio y mi locura!



Diego Hurtado de Mendoza

El hombre que doliente está de muerte

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

El hombre que doliente está de muerte
Y vecino á aquel trago temeroso,
Cualquiera beneficio le es dañoso
Y en la causa del mal se le convierte.

Ansí mi alma triste en solo verte
Halla daño, si busca haber reposo,
Viniendo del bien cierto el mal dudoso,
Del dulce verte, el duro conocerte.

La vana fantasia y confianza
En desesperación se torna luego
Que el seso reconoce la ocasion.

Donde vence el remedio la pasion
Sobrado ver es luz que torna ciego,
Y confiado vivir sin esperanza.



Emilio Bobadilla

El aviador

-- de Emilio Bobadilla --

Inventaste una máquina ligera
imitando del pájaro las alas;
con tu capricho sólo por frontera,
por el espacio a tu placer resbalas.

Admiro tu industriosa diligencia,
tu audacia y tu desprecio de la muerte.
Todo lo vence al cabo la paciencia
y el curso cambia de la misma suerte.

Minúsculo sin duda el universo
aparece a tus ojos cuando subes.
Eres del metafísico el reverso,

cuyo pensar por los espacios rueda:
tu cuerpo se remonta hasta las nubes,
pero en tierra tu espíritu se queda.



Emilio Bobadilla

Presentimiento (Bobadilla)

-- de Emilio Bobadilla --

Derecho, dignidad y patria unidos,
con la tudesca máquina acabaron
y rotos —¡ellos rotos!— y vencidos
¡piedad casi de hinojos imploraron!

Y las águilas, ebrias de jactancias,
se desplomaron en su raudo vuelo.
¿Qué se hicieron las viejas arrogancias?
¡Con estrépito vino todo al suelo!

El Kaiser huye y busca un escondite
temiendo —es el que vence quien legisla—
las justas represalias del desquite...

¡Y acaso al verse en su destierro a solas,
presienta el aislamiento de una isla
perdida entre el tumulto de las olas...!



Pedro Calderón de la Barca

A un altar de Santa Teresa

-- de Pedro Calderón de la Barca --

La que ves en piedad, en llama, en vuelo,
ara en el suelo, al sol pira, al viento ave,
Argos de estrellas, imitada nave,
nubes vence, aire rompe y toca al cielo.

Esta pues que la cumbre del Carmelo
mira fiel, mansa ocupa y surca grave,
con muda admiración muestra süave
casto amor, justa fe, piadoso celo.

¡Oh militante iglesia, más segura
pisa tierra, aire enciende, mar navega,
y a más pilotos tu gobierno fía!

Triunfa eterna, está firme, vive pura;
que ya en el golfo que te ves se anega
culpa infiel, torpe error, ciega herejía.



Pedro Soto de Rojas

Deprecación al tiempo

-- de Pedro Soto de Rojas --

Si quiebras, tiempo, los peñascos duros,
si aceros comes, si metales bebes,
si firmes montes con tus fuerzas mueves
y a brazos rindes invencibles muros,

si los anfiteatros mal seguros
están al golpe de tus filos breves,
si Troyas das al viento en polvos leves
y Cartagos al suelo en llantos puros,

muda aquel pecho que a mi llanto ha sido
duro peñasco, alcanza tú la gloria
de un triunfo a los mortales prohibido,

goza la pompa de tan gran victoria;
pues tienes tanta fuerza y tanto olvido,
muda aquel pecho o vence mi memoria.



Pedro Soto de Rojas

Exhortación (Rojas)

-- de Pedro Soto de Rojas --

Como al claro verano el turbio invierno,
la oscura noche al luminoso día,
al llanto de Memnón la melodía
dulce del simple pajarillo tierno,

como al morir en paz vivir eterno,
lágrimas en niñez a su alegría,
a los gozos de amor melancolía
y a sus glorias de celos un infierno,

así le sigue al ser mujer mudanza;
no hay firmeza en mujer, no hay cosa estable:
a la fortuna vence, al aire alcanza.

¡Oh tú, tirana, sé veloz, mudable!
Mas, ay, que temo ya de tu tardanza
ver el fin de Anajarte miserable.



Juan Boscán

Ha tanto ya que mi desdicha dura

-- de Juan Boscán --

SONETO LIV

Ha tanto ya que mi desdicha dura,
que en esto solo tuve mi esperanza;
esperé de fortuna su mudanza,
que por mí no negara su natura.

Entendióme, yo pienso, la ventura,
y ha tornado al revés mi confianza;
que por tenerme siempre so la lanza,
firme se ha hecho, y de su ser no cura.

Para bien destruirme, se destruye;
deja de ser, por ser contra mí fuerte;
sus leyes naturales en mí vence.

Pensé do no hay razón, que hubiera suerte;
agora sé que el mundo ya me huye;
y es fuerza que otro mundo se comience.



Juan de Arguijo

Ulises

-- de Juan de Arguijo --

El griego vencedor que tantos años
Vió contra sí constante la fortuna;
El que pudo sagaz de la importuna
Circe vencer los mágicos engaños;

El que en nuevas regiones y en extraños
Mares temer no supo vez alguna;
El que, bajando á la infernal laguna
Libre volvió de los eternos daños,

Los ojos cubre y cierra los oídos
De las sirenas á la vista y canto,
Y se manda ligar á un mástil duro;

Y negando al objeto los sentidos,
La engañosa belleza y fuerte encanto
Huyendo vence, y corta el mar seguro.



Gerardo Diego

a manuel machado

-- de Gerardo Diego --

Porque se llama manuel
y machado se apellida,
en su verso muerte y vida
juegan partida y nivel.
¿Quién vence? tablas. Y él,
banderillero de apolo,
supo, cantó y está solo:
ese poeta chapado
que se apellida machado
y le llamaban manolo.



Hernando de Acuña

La red de amor, pues por Amor es hecha

-- de Hernando de Acuña --

La red de amor, pues por Amor es hecha,
no es de maravillar si a tantos prende
ni que, pues él la coge y él la tiende,
la guarde sin estar rota o deshecha;

ni que, del arco que Amor hace y flecha,
trabaje en vano aquel que se defiende,
ni que se engañe quien le da y le vende,
mirando y deseando, tanta flecha.

Es niño y vence, porque él solo viene
a poder lo imposible, tal que ciego
muy cierta, sin mirar, toma la mira,

y nos hace sentir que a un tiempo tiene
las manos en el arco y en el fuego,
y prende con la red, y abrasa y tira.



Hernando de Acuña

Nunca me vi tan solo ni apartado

-- de Hernando de Acuña --

Nunca me vi tan solo ni apartado,
que lo pudiese estar de un pensamiento
que me renueva el doloroso cuento
de mi estado presente y del pasado;

do Amor, por verme siempre lastimado
con apariencias de contentamiento,
modera su rigor, y luego siento
con esperanza mi dolor mezclado.

Entran luego los dos en su porfía,
donde en fin el temor vence la prueba
y pierde la esperanza mal fundada.

En esto estoy mil veces cada día,
y siempre el mismo caso me renueva
tristes congojas y, pasión doblada.



Salvador Díaz Mirón

Vigilia y sueño

-- de Salvador Díaz Mirón --

La moza lucha con el mancebo
-su prometido y hermoso efebo-
y vence a costa de un traje nuevo.

Y huye sin mancha ni deterioro
en la pureza y en el decoro,
y es un gran lirio de nieve y oro.

Y entre la sombra solemne y bruna,
yerra en el mate jardín, cual una
visión compuesta de aroma y luna.

Y gana el cuarto, y ante un espejo,
y con orgullo de amargo dejo,
cambia sonrisas con un reflejo.

Y echa cerrojos, y se desnuda,
y al catre asciende blanca y velluda,
y aún desvestida se quema y suda.

Y a mal pabilo, tras corto ruego,
sopla y apaga la flor de fuego,
y a la negrura pide sosiego.

Y duerme a poco. Y en un espanto,
y en una lumbre, y en un encanto,
forja un suceso digno de un canto.

¡Sueña que yace sujeta y sola
en un celaje que se arrebola,
y que un querube llega y la viola!



Vicente Gallego

septiembre, 2

-- de Vicente Gallego --

Es ahora la vida
esta extraña y frecuente sensación
de sopor y distancia,
y es también una luz que vela el mundo:
salir del caserón tras la comida,
recorrer bajo el sol la carretera
con los ojos ardientes de un verano
y sentarme en la roca frente al mar.
Abandonarme entonces
al sonido sin pausa de la tierra
mientras me vence el sueño algún instante
y me moja las sienes con su agua bendita.
Descubrir con asombro renovado
al pescador que vuelve cada tarde,
como vuelven las olas,
como vendrá la brisa con la noche.
Y esperar otra vez sobre la roca,
abrumado en el centro de la vida,
a que la sombra inunde
lentamente mi sombra.



Vicente García de la Huerta

A la feliz expedición contra Argel en 1784

-- de Vicente García de la Huerta --

Del gran Carlos la sabia providencia
al bien común atenta determina
de Argel con el incendio y con la ruina
poner freno a la bárbara regencia.

La Constancia, el Valor y la Prudencia
de Barceló a la grande acción destina;
mas la Fortuna, el Viento, el Mar se obstina
contra su Celo, Esfuerza y Experiencia.

Vence los Elementos y la Suerte
del héroe balear; confunde, huella,
abras a Argel. Adversidad ninguna

intimida al varón Constante y fuerte;
que el Valiente los Riesgos atropella
y el Prudente domina a la Fortuna.



Rosalía de Castro

Con ese orgullo de la honrada y triste

-- de Rosalía de Castro --

Con ese orgullo de la honrada y triste
Miseria resignada a sus tormentos,
La virgen pobre su canción entona
En el mísero y lóbrego aposento,
Y mientras ella suspira murmura a sus oídos
Otra voz: «No seas tonta;

Entre plumas y rosas descansemos,
Que hallo mejor anticipar los goces
De la gloria en la tierra, y que impaciente
Por ti aguarde el infierno;
El infierno a quien vence el que ha pecado
Con su arrepentimiento.
¡Bien hayas tú, la que el placer apuras,
Y tú pobre y ascética mal hayas!
La vida es breve, el porvenir obscuro,
Cierta la muerte, y venturosa aquella
Que en vez de sueños realidades ama.»

Ella, triste, de súbito suspira
Interrumpiendo su cantar, y bañan,



Juan Gelman

la victoria

-- de Juan Gelman --

En un libro de versos salpicado
por el amor, por la tristeza, por el mundo,
mis hijos dibujaron señoras amarillas,
elefantes que avanzan sobre paraguas rojos,
pájaros detenidos al borde de una página,
invadieron la muerte,
el gran camello azul descansa sobre la palabra ceniza,
una mejilla se desliza por la soledad de mis huesos,
el candor vence al desorden de la noche.



Juan Meléndez Valdés

El propósito inútil

-- de Juan Meléndez Valdés --

Tiempo, adorada, fue cuando abrasado
al fuego de tus lumbres celestiales,
osé mi honesta fe, mis dulces males
cantar sin miedo en verso regalado...

¡Qué de veces en lágrimas bañado
me halló el alba besando tus umbrales,
o la lóbrega noche, siempre iguales
mi ciego anhelo y tu desdén helado!

Pasó aquel tiempo, mas la viva llama
de mi fiel pecho inextinguible dura,
y hablar no puedo aunque morir me veo.

Huyo, y muy más mi corazón se inflama;
juro olvidarte y crece mi ternura,
y siempre a la razón vence el deseo.



Fernando de Herrera

Pienso en mi pena atento y mal presente

-- de Fernando de Herrera --

Pienso en mi pena atento y mal presente,
y procuro algún medio al daño instante;
pero soy en mi bien tan inconstante,
que vuelvo a la ocasión la incierta frente.

Cuando me aparto y cuido estar ausente,
menos de mi peligro estoy distante;
voy siempre con mis culpas adelante,
sin que de tantos yerros escarmiente.

Noble vergüenza mía, que el perdido
valor sientes, ¿por qué no abrasa el pecho
y vence tu virtud mi desvarío?

Si del error y sombra del olvido
me sacas, diré, en honra de este hecho,
que sólo debo a ti poder ser mío.



Fernando de Herrera

Probó atento el artífice dichoso

-- de Fernando de Herrera --

Probó atento el artífice dichoso
a la imagen impresa y forma pura
hacer no inferior la hermosura,
por quien Betis va al piélago pomposo.

La gracia dio, dio el resplandor hermoso
que en la nieve la púrpura figura,
lumbre que a la tiniebla vence oscura,
mas que todos osado y temeroso;

pero la majestad de la belleza
tierna, y serena gloria de la frente,
y ojos dulces do el blando amor se cría,

no pudo, y justo fue que su rudeza
vuestra beldad no alcance floreciente,
sola entre tantas, ¡oh ínclita María!



Francisco de Quevedo

parnaso español 10

-- de Francisco de Quevedo --

Bien con argucia rara y generosa
de rasgos, vence el único morante
los pinceles de apeles y timante;
bien vuela así su pluma victoriosa.
Vive en imitación maravillosa,
grande filipo, augusto tu semblante,
y, laberinto mudo, si elegante,
la tinta anima en semejanza hermosa.
Propiamente retratan tu belleza
lazos, pues que son lazos tus facciones
a venus, como a marte tu grandeza.
Tus ejércitos, naves y legiones
lazos son de tu inmensa fortaleza,
en que cierran los mares y naciones.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 35

-- de Francisco de Quevedo --

Más solitario pájaro ¿en cuál techo
se vio jamás, ni fiera en monte o prado?
desierto estoy de mí que me has dejado
mi alma propia en lágrimas deshecho.
Lloraré siempre mi mayor provecho;
penas serán y hiel cualquier bocado;
la noche afán, y la quietud cuidado,
y duro campo de batalla el lecho.
El sueño, que es imagen de la muerte,
en mí a la muerte vence en aspereza,
pues que me estorba el sumo bien de verte.
Que es tanto tu donaire y tu belleza,
que, pues naturaleza pudo hacerte,
milagro puede hacer naturaleza.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 13

-- de Francisco de Quevedo --

¿no ves, piramidal y sin sosiego,
en esta vela arder inquieta llama,
y cuán pequeño soplo la derrama
en cadáver de luz, en humo ciego?
¿no ves, sonoro y animoso, el fuego
arder voraz en una y otra rama,
a quien, ya poderoso, el soplo inflama
que a la centella dio la muerte luego?
así pequeño amor recién nacido
muere, alexi, con poca resistencia,
y le apaga una ausencia y un olvido;
mas si crece en las venas su dolencia,
vence con los que pudo ser vencido
y vuelve en alimento la violencia.



Francisco Sosa Escalante

Mis versos

-- de Francisco Sosa Escalante --

No la sublime inspiración, no el canto
Que vence los rigores del olvido,
Encontrareis aquí, sino el sentido
Arrullo del amor, ó el triste llanto.

Amor de patria, fervoroso y santo;
Recuerdos dulces del placer perdido
Y queja funeral, en su sonido
Mi laüd traduce, ó pasajero encanto.

No la esperanza de Ícaro, ilusoria,
Aliento dió á mi voz y fortaleza,
Ni lauros nunca ambicioné de gloria.

Si este libro carece de belleza,
Es arca donde guardo la memoria
De mis horas de amor ó de tristeza.



Francisco Sosa Escalante

¿Por qué? (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

La gloria, y el poder, y la grandeza,
Todo pasa veloz, y todo en suma
No es sino pompa de argentada espuma
Que pierde en un instante su belleza.

Tras los halagos del placer, tristeza;
En pos del fausto la miseria abruma
Cual tras radiante sol llega la bruma;
Lo prescribe en su ley Naturaleza.

Si nadie vence al implacable olvido
Cuando desata su tormenta insana
Y al hombre envuelve en su tiniebla fria,

¿Por qué de orgullo y vanidad henchido
En ostentar el hombre así se afana
Poder y gloria y esplendor de un dia?



Ricardo Güiraldes

Proa

-- de Ricardo Güiraldes --

Hace mar fuerte... ¿Fuerte?... Los egocultores decimos así a lo que nos vence y no es el caso.

El mar arrea cordilleras renovadas, que columpian al vapor en cuya proa frenetizo de borrasca.

Busco una metáfora pluriforme e inmensa; algo como fijar el alma caótica, que se empenacha de pedrería.

¿Cómo decir?... Mar... Mar... Y mientras insuflo el cráneo de espacio para cantarle mi visión, el insolente me escupió la cara.

«Regina Elena», 1914.



Rubén Darío

walt whitman

-- de Rubén Darío --

En su país de hierro vive el gran viejo,
bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
algo que impera y vence con noble encanto.
Su alma del infinito parece espejo;
son sus cansados hombros dignos del manto;
y con arpa labrada de un roble añejo,
como un profeta nuevo canta su canto.
Sacerdote que alienta soplo divino,
anuncia, en el futuro, tiempo mejor.
Dice al águila: «¡vuela!»; «¡boga!», al marino,
y «¡trabaja!», al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino,
con su soberbio rostro de emperador!
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Rubén Darío

Walt Whitman (Darío)

-- de Rubén Darío --

En su país de hierro vive el gran viejo,
Bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
Algo que impera y vence con noble encanto.

Su alma del infinito parece espejo;
Son sus cansados hombros dignos del manto;
Y con arpa labrada de un roble añejo,
Como un profeta nuevo canta su canto.

Sacerdote que alienta soplo divino,
Anuncia, en el futuro, tiempo mejor.
Dice al águila: «¡Vuela!»; «¡Boga!», al marino,

Y «¡Trabaja!», al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino,
Con su soberbio rostro de emperador!



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