Buscar Poemas con Semilla


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 23 poemas con la palabra semilla

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

Andrés Eloy Blanco

La órbita del agua

-- de Andrés Eloy Blanco --

Vamos a embarcar, amigos,
para el viaje de la gota del agua.
Es una gota, apenas, como el ojo de un pájaro.

Para nosotros no es sino un punto,
una semilla de luz,
una semilla de agua,
la mitad de lágrimas de una sonrisa,
pero le cabe el cielo
y sería el naufragio de una hormiga.

Vamos a seguir, amigos,
la órbita de la gota de agua:
De la cresta de una ola
salta, con el vapor de la mañana;
sube a la costa de una nube
insular en el cielo, blanca, como una playa;
viaja hacia el Occidente,
llueve en el pico de una montaña,
abrillanta las hojas,
esmalta los retoños,
rueda en una quebrada,
se sazona en el jugo de las frutas caídas,
brinca en las cataratas,
desemboca en el río, va corriendo hacia el Este,
corta en dos la sabana,
hace piruetas en los remolinos
y en los anchos remansos se dilata
como la pupila de un gato,
sigue hacia el Este en la marea baja,
llega al mar, a la cresta de su ola
y hemos llegado, amigos... Volveremos mañana.

Poema La órbita del agua de Andrés Eloy Blanco con fondo de libro

Luis Rosales

canción de la nieve que unifica al mundo

-- de Luis Rosales --

Somos hombres, señor, y lo viviente
ya no puede servirnos de semilla;
entre un mar y otro mar no existe orilla;
la misma voz con que te canto miente.
La culpa es culpa y oscurece el bien;
sólo queda la nieve blanca y fría,
y andar, andar, andar hasta que un día
lleguemos, sin saberlo, hasta belén.
La nieve borra los caminos; ella
nos llevará hacia ti que nunca duermes;
su luz alumbrará los pies inermes,
su resplandor nos servirá de estrella.
Llegaremos de noche, y el helor
de nuestra propia sangre te daremos.
Éste es nuestro regalo: no tenemos
más que dolor, dolor, dolor, dolor.

Poema canción de la nieve que unifica al mundo de Luis Rosales con fondo de libro

Jaime Sabines

doña luz xvii

-- de Jaime Sabines --

Doña luz xvii
lloverás en el tiempo de lluvia,
harás calor en el verano,
harás frío en el atardecer.
Volverás a morir otras mil veces.
Florecerás cuando todo florezca.
No eres nada, nadie, madre.
De nosotros quedará la misma huella,
la semilla del viento en el agua,
el esqueleto de las hojas en la tierra.
Sobre las rocas, el tatuaje de las sombras,
en el corazón de los árboles la palabra amor.
No somos nada, nadie, madre.
Es inútil vivir
pero es más inútil morir.

Poema doña luz xvii de Jaime Sabines con fondo de libro

Jaime Torres Bodet

continuidad ix

-- de Jaime Torres Bodet --

¿ni cuándo?... Sí, lo sé. Cuando recoja
de la ceniza que en tu hogar remuevo
esa indulgencia inmune a la congoja
que, al fuego del dolor, pongo y atrevo.
Cuando, de la materia que me aloja
y cuyo fardo en las tinieblas llevo,
como del fruto que la edad despoja,
anuncie la semilla el fruto nuevo;
cuando de ver y de sentir cansado
vuelva hacia mí los ojos y el sentido
y en mí me encuentre gracias a tu ausencia,
entonces naceré de tu pasado
y, por segunda vez, te habré debido
en una muerte pura la existencia.



Ernesto Cardenal

epitafio para la tumba de adolfo báez bone

-- de Ernesto Cardenal --

Te mataron y no
nos dijieron donde
enterraron su cuerpo,
pero desde entonces
todo el territorio
es tu sepulcro
o más bien;
en cada palmo
de territorio nacional
en que
no está tu cuerpo
tú resucitaste
creyeron que te
mataban con una orden
de ¡fuego!
creyeron que te
enterraban
y lo que hacían
era enterrar una semilla.



Octavio Paz

antes del comienzo

-- de Octavio Paz --

Ruidos confusos, claridad incierta
otro día comienza.
Es un cuarto en penumbra
y dos cuerpos tendidos.
En mi frente me pierdo
por un llano sin nadie.
Ya las horas afilan sus navajas.
Pero a mi lado tú respiras;
entrañable y remota
fluyes y no te mueves.
Inaccesible si te pienso,
con los ojos te palpo,
te miro con las manos.
Los sueños nos separan
y la sangre nos junta:
somos un río de latidos.
Bajo tus párpados madura
la semilla del sol.
El mundo
no es real todavía,
el tiempo duda:
sólo es cierto
el calor de tu piel.
En tu respiración escucho
la marea del ser,
la sílaba olvidada del comienzo.



Octavio Paz

lámpara

-- de Octavio Paz --

Contra la noche sin cuerpo
se desgarra y se abraza
la pena sola
negro pensar y encendida semilla
pena de fuego amargo y agua dulce
la pena en guerra
claridad de latidos secretos
planta de talle transparente
vela la pena
calla en el día canta en la noche
habla conmigo y habla sola
alegre pena
ojos de sed pechos de sal
entra en mi cama y entra en mi sueño
amarga pena
bebe mi sangre la pena pájaro
puebla la espera mata la noche
la pena viva
sortija de la ausencia
girasol de la espera y amor en vela
torre de pena
contra la noche la sed y la ausencia
gran puñado de vida
fuente de pena



Pablo Neruda

y qué importancia tengo yo

-- de Pablo Neruda --

Y qué importancia tengo yo
en el tribunal del olvido?
cuál es la representación
del resultado venidero?
es la semilla cereal
con su multitud amarilla?
o es el corazón huesudo
el delegado del durazno?



Pablo Neruda

barrio sin luz

-- de Pablo Neruda --

Barrio sin luz
¿se va la poesía de las cosas
o no la puede condensar mi vida?
ayer mirando el último crepúsculo
yo era un manchón de musgo entre unas ruinas.
Las ciudades hollines y venganzas,
la cochinada gris de los suburbios,
la oficina que encorva las espaldas,
el jefe de ojos turbios.
Sangre de un arrebol sobre los cerros,
sangre sobre las calles y las plazas,
dolor de corazones rotos,
podre de hastíos y de lágrimas.
Un río abraza el arrabal
como una mano helada que tienta en las tinieblas:
sobre sus aguas se avergüenzan
de verse las estrellas.
Y las casas que esconden los deseos
detrás de las ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa.
Lejos... La bruma de las olvidanzas
humos espesos, tajamares rotos,
y el campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos.
Y aquí estoy yo, brotado entre las ruinas,
mordiendo solo todas las tristezas,
como si el llanto fuera una semilla
y yo el único surco de la tierra.



Pedro Antonio de Alarcón

El fruto de bendición

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Cuántas veces fugaz la Primavera
vistió de flores mil el campo abierto,
hora tornado en árido desierto,
ni sombra ya de lo que en Mayo fuera!

En tanto aquella flor, la flor primera,
logro de afanes en cerrado huerto,
ve trocada el colono en fruto cierto,
de árboles mil semilla duradera.

¡Así la juventud! ¡Así la vida!
La que en vanos placeres se consume,
olvidada a la tarde desfallece:

en tanto que la fiel y recogida
que a un solo amor consagra su perfume,
más allá de la tumba reverdece.



Pedro Antonio de Alarcón

En la tumba de un asesinado

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

No lágrimas merece la memoria
del que justo vivió y honrado muere,
ni gritos de venganza el alma quiere,
si escucha ya los cánticos de gloria.

Quien al caer, cual víctima expiatoria,
perdona generoso al que le hiere,
cándidas flores del amor espere,
sacras, más que le laurel de la victoria.

Hoy esas flores tejen tu diadema
y adornan tu callada sepultura,
como ayer adornaban tu camino:

Ellas de tu virtud son el emblema...
¡Así dejaran su semilla pura
en el alma del bárbaro asesino!



José Zorrilla

cristo, legislador

-- de José Zorrilla --

Cristo, legislador, no escribió nada;
ni papiro dejó ni un pergamino:
quedó tras él su espíritu divino,
su fe con su memoria inmaculada.
Cristo, rey, no empuñó cetro ni espada;
en el polvo sembró de su camino
de su fe la semilla; a su destino
dejándola y al tiempo encomendada.
Germen de amor, de paz, de fe y cariño,
culto del alma, religión interna,
de fausto exenta y de mundano aliño,
la propagó el amor, la amistad tierna,
la fe del pobre, la mujer y el niño:
y por eso es veraz, única, eterna.



Gerardo Diego

giralda

-- de Gerardo Diego --

Giralda
giralda en prisma puro de sevilla,
nivelada del plomo y de la estrella,
molde en engaste azul, torre sin mella,
palma de arquitectura sin semilla.
Si su espejo la brisa enfrente brilla,
no te contemples ay, narcisa, en ella,
que no se mude esa tu piel doncella,
toda naranja al sol que se te humilla.
Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera
que su más bella vertical depura.
Resbala el tacto su caricia vana.
Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
Volumen nada más: base y altura.



Idea Vilariño

tal vez no era pensar

-- de Idea Vilariño --

Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto,
sino darse y tomar perdida, ingenuamente,
tal vez pude elegir, o necesariamente,
tenía que pedir sentido a toda cosa.

Tal vez no fue vivir este estar silenciosa
y despiadadamente al borde de la angustia
y este terco sentir debajo de su música
un silencio de muerte, de abismo a cada cosa.

Tal vez debí quedarme en los amores quietos
que podrían llenar mi vida con un nombre
en vez de buscar al evadido del hombre,
despojado, sin alma, ser puro, esqueleto.

Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto.
Sino amarse y amar, perdida, ingenuamente.

Tal vez pude subir como una flor ardiente
o tener un profundo destino de semilla
en vez de esta terrible lucidez amarilla
y de este estar de estatua con los ojos vacíos.

Tal vez pude doblar este destino mío
en música inefable. O necesariamente...



Andrés Bello

dios me tenga en gloria

-- de Andrés Bello --

A la falsa noticia de la muerte de mac-gregor.

Lleno de susto un pobre cabecilla
leyendo estaba en oficial gaceta,
cómo ya no hay lugar que no someta
el poder invencible de castilla.

De insurgentes no queda ni semilla;
a todos destripó la bayoneta,
y el funesto catálogo completa
su propio nombre en letra bastardilla.

De cómo fue batido, preso y muerto,
y cómo me le hicieron picadillo,
dos y tres veces repasó la historia;

tanto, que, al fin, teniéndolo por cierto,
exclamó compungido el pobrecillo:
-¿conque es así? -pues dios me tenga en gloria.



Antonio Machado

Noviembre 1913

-- de Antonio Machado --

Un año más. El sembrador va echando
la semilla en los surcos de la tierra.
Dos lentas yuntas aran,
mientras pasan las nubes cenicientas
ensombreciendo el campo,
las pardas sementeras,
los grises olivares. Por el fondo
del valle, el río el agua turbia lleva.
Tiene Cazorla nieve,
y Mágina, tormenta;
su montera, Aznaitín. Hacia Granada,
montes con sol, montes de sol y piedra.



Miguel Hernández

22

-- de Miguel Hernández --

22
vierto la red, esparzo la semilla
entre ovas, aguas, surcos y amapolas,
sembrando a secas y pescando a solas
de corazón ansioso y de mejilla.
Espero a que recaiga en esta arcilla
la lluvia con sus crines y sus colas,
relámpagos sujetos a olas
desesperando espero en esta orilla.
Pero transcurren lunas y más lunas,
aumenta de mirada mi deseo
y no crezco en espigas o en pescados.
Lunas de perdición como ningunas,
porque sólo recojo y sólo veo
piedras como diamantes eclipsados.



Federico García Lorca

Adam

-- de Federico García Lorca --

Árbol de Sangre riega la mañana
por donde gime la recién parida.
Su voz deja cristales en la herida
y un gráfico de hueso en la ventana.

Mientras la luz que viene fija y gana
blancas metas de fábula que olvida
el tumulto de venas en la huida
hacia el turbio frescor de la manzana,

Adam sueña en la fiebre de la arcilla
un niño que se acerca galopando
por el doble latir de su mejilla.

Pero otro Adán oscuro está soñando
neutra luna de piedra sin semilla
donde el niño de luz se irá quemando.



Federico García Lorca

Gacela del mercado matutino

-- de Federico García Lorca --

Por el arco de Elvira
quiero verte pasar
Para saber tu nombre
y ponerme a llorar.

¿Qué luna gris de las nueve
te desangró la mejilla?
¿Quién recoge tu semilla
de llamarada en la nieve?
¿Qué alfiler de cactus breve
asesina tu cristal?

Por el arco de Elvira
voy a verte pasar
para beber tus ojos
y ponerme a llorar.

¡Qué voz para mi castigo
levantas por el mercado!
¡Qué clavel enajenado
en los montones de trigo!
¡Qué lejos estoy contigo!
¡qué cerca cuando te vas!

Por el arco de Elvira
voy a verte pasar
para sufrir tus muslos
y ponerme a llorar.



Carolina Coronado

en un álbum portugués. la amapola de la raya

-- de Carolina Coronado --

Siempre al tender mi vista por el llano
del ámbito campestre que me encierra,
he visto el horizonte lusitano
lindando con los prados de mi tierra;
y he dibujado con mi propia mano
su hermoso valle y su cercana sierra
y he cogido las dobles amapolas
que ni son portuguesas ni españolas.
Una corona roja que mecía
la fresca brisa del humilde caya,
de una amapola que nació en la raya
el nombre de ambos reinos confundía;
yo la tomé con súbita alegría
y deshojando su corola gaya
las hojas hice tremolar al viento
haciendo por su vida un juramento...
Juramento de dama que en las flores
deteniendo pueril su vaga idea
con la más olvidada se recrea
suspendida admirando sus colores;
juré que porque nacen las mejores
plantas sobre el arroyo que serpea
uniendo a lusitania con castilla
iba a llenar la raya de semilla.
¡Oh qué placer reproducir la planta
y verla florecer en primavera
a la orilla de plácida ribera
que con sus gotas puras la abrillanta!
¡oh ya veréis entre sus brotes cuánta
amapola nos da la venidera
blanda estación, cuando ilumine el llano
nuestro sol español y lusitano!



Carolina Coronado

el pájaro perdido

-- de Carolina Coronado --

¡huyó con vuelo incierto,
y de mis ojos ha desparecido!
¡mirad si a vuestro huerto
mi pájaro querido,
niñas hermosas, por acaso ha huido!
sus ojos relucientes
son como los del águila orgullosa;
plumas resplandecientes
en la cabeza airosa
lleva, y su voz es tierna y armoniosa.
Mirad si cuidadoso
junto a las flores se escondió en la grama:
ese laurel frondoso
mirad rama por rama,
que él los laureles y las flores ama.
Si le halláis por ventura,
no os enamore su amoroso acento;
no os prende su hermosura:
volvédmele al momento,
o dejadle, si no, libre en el viento.
Porque su pico de oro
sólo en mi mano toma la semilla,
y no enjugaré el lloro
que veis en mi mejilla
hasta encontrar mi prófuga avecilla.
Mi vista se oscurece
si sus ojos no ve, que son mi día;
mi ánima desfallece
con la melancolía
de no escucharle ya su melodía.



Carolina Coronado

no hay reina querida tanto como tú

-- de Carolina Coronado --

Flor del mediodía, hermosa y lozana
semilla temprana, germen de virtud,
madre venturosa, alma bendecida,
no hay reina querida tanto como tú.
De reinas hermosas el trono fecundo
ostenta en el mundo gloria y juventud,
mas nunca en la historia la reina elegida
ha sido querida tanto como tú.
Cien reinas nacieron de regias matronas,
de aquellas coronas deslumbra la luz,
pero de tu seno la niña nacida
sólo fue querida tanto como tú.



Rosario Castellanos

parábola de la inconstante

-- de Rosario Castellanos --

Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:
si yo soy lo que soy
y dejo que en mi cuerpo, que en mis años
suceda ese proceso
que la semilla le permite al árbol
y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad.

Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra
a asirme a una pared como el enamorado
se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida
en solidez de roble,
la rumorosa soledad, la sombra
hospitalaria y daba al caminante
- a su cuchillo agudo de memoria -
el testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo
y otras el arrebato,
la gracia o el furor, siempre los dos contrarios
prontos a aniquilarse
y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora
me iba de algún mesón desmantelado
en el que no encontré ni una mala bujía
y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos
para arrojar después, lejos de mi, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía
no sé qué cara le daré a la muerte.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba