Buscar Poemas con Prefiero


  ·En el buscador de poemas puedes encontrar entre más de doce mil poemas todos aquellos que contienen las palabras de búsqueda. Los poemas forman parte de la antología poética de los 344 poetas más importantes en lengua Española de todos los tiempo. Puedes elegir entre dos tipos de búsqueda:
  ·Buscar entre todos los poemas los que contienen las palabras de la búsqueda.
  ·Buscar sólo los poemas cortos -aquellos que tienen 8 versos o menos- que coinciden con el criterio de búsqueda.

Se han encontrado 23 poemas con la palabra prefiero

Si lo prefieres puedes ver sólo los poemas cortos, aquellos que tienen ocho versos o menos aquí

José Martí

yo sé de egipto y nigricia

-- de José Martí --

ii
yo sé de egipto y nigricia,
y de persia y xenophonte,
y prefiero la caricia
del aire fresco del monte.
Yo sé las historias viejas
del hombre y de sus rencillas;
y prefiero las abejas
volando en las campanillas.
Yo sé del canto del viento
en las ramas vocingleras:
nadie me diga que miento,
que lo prefiero de veras.
Yo sé de un grano aterrado
que vuelve al redil y expira,
y de un corazón cansado
que muere oscuro y sin ira.

Poema yo sé de egipto y nigricia de José Martí con fondo de libro

José Ángel Buesa

poema final por nosotros

-- de José Ángel Buesa --

Está bien, vas con otro, y me apeno y sonrío,
pues recuerdo las noches que temblaste en mi mano,
como tiembla en la hoja la humedad del rocío,
o el fulgor de la estrella que desciende al pantano.
Te perdono, y es poco. Te perdono, y es todo,
yo que amaba tus formas, más amaba tu amor,
y empezó siendo rosa lo que luego fue lodo,
a pesar del perfume y a pesar del color.
Hoy prefiero mil veces sonreír aunque pierda,
mientras pierda tan solo el derecho a tu abrazo,
y no ser el que olvida, mientras él quien recuerda,
y tú bajes el rostro y él lo vuelva si paso.
Quien te lleva no sabe que pasó mi tormento,
y me apena su modo de aferrarse a lo vano,
él se aferra a la rosa, pero olvida que el viento,
todavía dirige su perfume a mi mano.
Y por ser quien conozco tus angustias y anhelos,
te perdono si pasas y si no me saludas,
pues prefiero el orgullo de perderte con celos,
a la angustia que él siente de tenerte con dudas.
Y mañana quien sabe, no sabré si fue rubia,
si canela, o si blanca la humedad de esta pena,
y quizás te recuerde si me adentro en la lluvia,
o tal vez me dé risa si acaricio la arena.

Poema poema final por nosotros de José Ángel Buesa con fondo de libro

Amado Nervo

lux perpetua

-- de Amado Nervo --

Si ha de ser condición de mi dicha el olvido
de ti, quiero estar triste siempre (como he vivido).
Prefiero la existencia más árida y doliente
al innoble consuelo de olvidar a mi ausente.
Por lo demás, ¡qué tengo sin ti de cosa propia,
que me halague o sonría en esta clara inopia,
ni qué luz en mis noches me quedará si pierdo
también la lamparita cordial de tu recuerdo!

Poema lux perpetua de Amado Nervo con fondo de libro

Amado Nervo

Doctrinando

-- de Amado Nervo --

«Ya que de Dios en conversar te empeñas,
ya que desprecia tu cerebro helado
el amor que te di por el que sueñas,
háblame de ese Dios, mi bien amado!»

Y el teólogo de faz de crucifijo,
de gran melena y de mirar profundo,
feliz de doctrinar, «¡Oh! Blanca, dijo,
Dios es el alma inmaterial del mundo».

«Existe dondequiera en vario modo:
per se, por su virtud y su presencia;
per se, ya que lo invade y llena todo,
penetrándolo todo de su esencia»;

«por su virtud también, que sometidos
a Dios están y su mandato arguyen,
Favonio blando si columpia nidos
o Boreas y Aquilón si los destruyen»;

«y en presencia, porque es omnividente:
su pupila equilátera fulgura
en el disco del sol indeficiente,
en Arturo, en Capella, en Cinosura».

«¿Qué, no adivinas con instinto infuso
de su eterna mirada el embeleso
alumbrando tu espíritu confuso?»

Y respondió: -«Tu Dios es muy abstruso,
yo prefiero tus labios... ¡Dame un beso!»



Lope de Vega

Cuando lo que he de ser me considero

-- de Lope de Vega --

Cuando lo que he de ser me considero,
¿cómo de mi bajeza me levanto?
Y si de imaginarme tal me espanto,
¿por qué me desvanezco y me prefiero?
¿Qué solicito, qué pretendo y quiero,
siendo guerra el vivir y el nacer llanto?
¿Por qué este polvo vil estimo en tanto,
si dél tan presto dividirme espero?
Si en casa que se deja, nadie gasta,
pues pierde lo que en ella se reparte,
¿qué loco engaño mi quietud contrasta?
Vida breve y mortal, dejad el arte:
que a quien se ha de partir tan presto, basta
lo necesario, en tanto que se parte.



Manuel del Palacio

A un usurero

-- de Manuel del Palacio --

No me escribas ya más, porque es en vano;
Ni soy cual dices tu apreciable amigo
Ni tengo nada de común contigo.
Bárbaro azote del linaje humano.

Yo podré ser gentil, mas no pagano,
Y pongo al Padre eterno por testigo
De que prefiero el cobre del mendigo
Al oro recibido de tu mano.

Si alguna vez mis yerros juveniles
Me llevaron á tí con harta pena
Desconociendo tus instintos viles:

Hoy, si el destino á verte me condena,
Iré, pero escoltado por civiles
Como quien va á cruzar Sierra-Morena.



Jorge Isaacs

SÓLO AMISTAD

-- de Jorge Isaacs --

A la eterna amistad que así me juras,
Tu desdén y tu olvido ya prefiero.
¿Sólo amistad tus ojos me ofrecían?
¿Sólo amistad mis labios te pidieron?

De tu perjurio, en pago mi perjurio,
De tu cobarde amor, mi amor en premio,
Demandas hoy, ¡ahora que arrancarte
Del humillado corazón no puedo!

Si no he soñado que te amé y me amaste,
Si esa felicidad no ha sido un sueño
y nuestro amor fue un crimen... Ese crimen
A mi vida te unió con lazo eterno.

Cuando a la luz del arrebol lujoso,
De la verde ribera en los oteros
Silvestres flores para mí cogías
Con que adornaba yo tus bucles negros;

Cuando en la cima del peñón, el río
A nuestros pies rodando turbulento,
Libres como las aves que cruzaban
El horizonte azul con tardo vuelo,

Te oprimí temblorosa entre mis brazos
Y enjugaron tus lágrimas mis besos...
¿Sólo amistad entonces me ofrecías?
¿Sólo amistad mis labios te pidieron?



Jorge Riechmann

verwisch die spuren

-- de Jorge Riechmann --

Me han hablado del poeta
que se arroja ácido a la cara durante los recitales
y escribe en el cielo preprogramado de california
con humo de aeroplanos
y me impresiona la calidad de esta ética laboral
tan a la altura
de nuestros tiempos de paleocapitalismo posmoderno:
todo por la patria
por el patrón
por el poder
por la poesía...
Pero me temo
que ni siquiera con tanto sacrificio
consigue durar más de diez segundos en los telediarios.
Prefiero
otra estrategia lateral, contraria:
escribir en la arena
y hablar en voz muy baja
para que tú me oigas.
Borrar las huellas.



Enrique Lihn

revolución

-- de Enrique Lihn --

No toco la trompeta ni subo a la tribuna
de la revolución prefiero la necesidad de conversar entre amigos
aunque sea por las razones más débiles
hasta diletando; y soy, como se ve, un pequeño burgués novergonzante
que ya en loss años treinta y pico sospechaba que detrásdel amor a los pobres de los sagrados corazones
se escondía una monstruosa duplicidad
y que en el cielo habría una puerta de servicio
para hacer el reparto de las sobras entre los mismos mendigos que serestregaban aquí abajo contra los flancos de la iglesia
en ese barrio uncioso pero de cuello y corbata
frío de corazón ornamental
la revolución
es el nacimiento del espíritu critico y las perplejidades que leduelen al imago en los lugares en que se ha completado para una tareapor ahora incomprensible
y en nombre de la razón la cabeza vacila
y otras cabezas caen en un cesto
y uno se siente solitario y cruel
víctima de las incalculables injusticias que efectivamente no sehacen esperar y empiezan a sumarse en el horizonte de lo que era derigor llamar entonces la vida
y su famosa sonrisa.



Pedro Antonio de Alarcón

Charada

-- de Pedro Antonio de Alarcón --

¡Oh, tú, ingrata mujer, más hechicera
que todas las mujeres!
árbitra, dueña de mi «todo» eres:
tu amor lo embelleciera,
y tu desdén de abrojos lo circunda
mi vida es mi «primera»;
mi muerte, mi «segunda».
Si la dulce «primera» no has de darme,
con la «segunda» acaba de matarme;
pues prefiero la muerte,
al cruel martirio de ignorar mi suerte.



Rafael de León

mazazo

-- de Rafael de León --

Sonó la palabra dinero
y todo lo echaste a rodar
y en vez de decirte: te quiero ,
te dije: -¿qué quieres cobrar?-

y me valoraste las rosas,
poniéndole precio al jardín
y fueron tomando las cosas
un tono metálico y ruin.

Y aunque esta verdad me traspasa,
prefiero saber la verdad:
que al mes, pago luz, pago casa
y pago la felicidad.



José Ángel Buesa

poema del libro

-- de José Ángel Buesa --

Entre todos mis libros, es éste el que prefiero
éste que un día dejé a medio leer
lo cerré de repente, lo puse en el librero,
y ya lo cubre el polvo del ayer.
Recuerdo que era un libro de una belleza
era como si en cada frase floreciera un rosal
pero temí de pronto que me desencantara
si seguía leyendo hasta el final.
Y ahí está en el librero, donde lo puse un día
tal vez un poco triste por lo que no leí,
pues recordé, muchacha, que casi fuiste mía,
y al guardar aquel libro, pensé en ti...



Gerardo Diego

cuadro

-- de Gerardo Diego --

Cuadro
a maurice raynal
el mantel jirón del cielo
es mi estandarte
y el licor del poniente
da su reflejo al arte
yo prefiero el mar cerrado
y al sol le pongo sordina
mi poesía y las manzanas
hacen la atmósfera más fina
enmedio la guitarra
amémosla
ella recoge el aire circundante
es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante
bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben el agua sin mancharla
después de ver el cuadro
la luna es más precisa
y la vida más bella
el espejo doméstico ensaya una sonrisa
y en un transporte de pasión
canta el agua enjaulada en la botella



Santiago Montobbio

confesión última

-- de Santiago Montobbio --

Confesión última
de entre la mentiras una de las que prefiero
es la luna. Antigua o perdida, ni los locos
la creen, y con sus torpes palabras pueden
fabricársele torpes vestiduras. Porque
el poeta gata falsa a veces no está
para cielos o pájaros es por los que os hago
una confesión última. De la noche
no hablo. Porque sin engaño o niño
cómo osar decirte
que la noche es mentira.



Marilina Rébora

ser contigo, señor...

-- de Marilina Rébora --

Ser contigo, señor...
He querido querer, señor, y no he podido,
tal vez habré pecado por débil o indecisa,
mas lo que sé de cierto es el deber cumplido
y que a tu ley por siempre me mantuve sumisa.
He querido morir, señor, pero he vivido;
harto pausadamente sin darme a loca prisa,
pensando en los que estaban y en los que habían partido,
como alguien que de todos los que quiere precisa.
Desde hoy en adelante, estar contigo quiero;
amando u olvidada, viviendo o en la muerte,
es mi única añoranza lo que a todo prefiero:
ser contigo, señor, y conservarme fuerte,
para que en el instante de mi postrer segundo
me lleves amoroso al verdadero mundo.



Marilina Rébora

candor

-- de Marilina Rébora --

Candor
no trates de llevarme al mundo de los sabios
para hablar del origen de la criatura humana;
canciones y sonrisas sólo quiero en tus labios
y agradecerle a dios tu ser, cada mañana.
No me ilustres la mente; prefiero no saber,
conservar mi ignorancia hasta en dulces tonteras,
que, como en la niñez, aún quisiera creer
en magos, nigromantes, en elfos y hechiceras.
Déjame porque guarde el candor de la infancia
aunque tal vez parezca desusado por bobo,
sin buscar en el tiempo de remota distancia
la explicación terrena de la divina obra.
Sería tan sensible como pinchar el globo,
cuando el niño, a momentos, lo suelta y lo recobra.



Juan Nicasio Gallego

A los ferrocarriles

-- de Juan Nicasio Gallego --

Más quiero estar rollizo como un sollo
sin montar en borrico ni en caballo,
que andar diez leguas mientras canta un gallo
metido en un cajón hecho un repollo.

Tengo presente aquel fatal embrollo
que en Versalles pasó y otros que callo:
de aquí no he de moverme aunque eche tallo:
un hijo mío no ha de ser criollo.

En un ferrocarril sálvese un pillo
que a una doncella deshojó el capullo,
o de alguna prisión forzó el rastrillo;

que yo prefiero al plácido murmullo
de un arroyo roncar como un chiquillo,
y llámenme, si quieren, Pero Grullo.



Francisco Villaespesa

las lágrimas sonoras de una copla

-- de Francisco Villaespesa --

Las lágrimas sonoras de una copla
con el perfume de la noche entran
por mi balcón, y todo cuanto duerme
en mi callado corazón despierta.
«¡Amor, amor, amor! sangre de celos»,
gime la triste copla callejera:
blanca paloma herida que sangrando
a refugiarse a mis recuerdos llega.
¿Ya no recuerdas aquel rostro pálido,
las pupilas tan grandes y tan negras
que te hicieron odiar al amor mismo
y maldecir la vida y la belleza,
y amar el crimen y gustar la sangre
que tibia mana de la herida fresca?
duerme ya, corazón... Se va la música
aullando de pasión por la calleja.
Y en la paz de la noche sólo late
el tiempo en el reloj que, lento, cuenta
las venturas perdidas para siempre
y los dolores que sufrir te quedan.
«¡Amor, amor, amor». ¡Que nadie bese
lo que ni en sueños mi esperanza besa!
¡antes que en brazos de otro amor, prefiero
entre mis brazos contemplarte muerta!



Francisco Villaespesa

yo sé que la esperanza está viva, y que dentro

-- de Francisco Villaespesa --

Yo sé que la esperanza está viva, y que dentro
del corazón su lámpara dulcemente ilumina;
¡mas ya sin entusiasmos y sin fuerzas me encuentro
para arrancarle nuevos tesoros a la mina!...
En el jardín, a veces, de mis recuerdos entro
y encanezco de angustia mirando tanta ruina...
¡Cipreses y naranjos marchitos, y en el centro
una fuente que nunca de sollozar termina!...
Yo sé que lindaraja con sus besos pudiera
dar a mi otoño un nuevo frescor de primavera...
Pero está tan remota, ¡y es tan largo el sendero!...
¡Y me encuentro tan pobre, tan triste y tan rendido,
que a buscarla de nuevo por la vida, prefiero
soñar eternamente que jamás ha existido!...



José Martí

para modelo de un dios

-- de José Martí --

xxxi
para modelo de un dios
el pintor lo envió a pedir:
¡para eso no! ¡para ir,
patria, a servirte los dos!
bien estará en la pintura
el hijo que amo y bendigo:
¡mejor en la ceja oscura,
cara a cara al enemigo!
es rubio, es fuerte, es garzón
de nobleza natural:
¡hijo, por la luz natal!
¡hijo, por el pabellón!
vamos, pues, hijo viril:
vamos los dos: si yo muero,
me besas: si tú... ¡Prefiero
verte muerto a verte vil!



Clemente Althaus

Rossini y Mozart

-- de Clemente Althaus --

Entre Rossini y Mozart
Sentencie otro la porfía
por el primero lugar,
no quien, cual yo, se extasía,
en lino y otro a la par.
Cada cual es el primero;
y, sin sentenciar jamás,
siempre el que escucho postrero
es el que me gusta más,
y aquel que entones prefiero.
Si dignos entrambos son
de que la dulce Cecilia
cante su música en Sión,
con la angélica familia,
de aquellas harpas al son;
si el uno escribió «Don Juan»
y «Moisés» el otro, ¿vano
no es inquirir con afán,
si merece el italiano
la palma, o el alemán?
¿Quién entre una y otra estrella
de Géminis luminoso
dirá cual es más bella,
si en claro fulgor hermoso
gemela es ésta de aquélla?
Y así, sin dar el laurel
a ninguno de los dos,
baste decir que con fiel
igualdad no creó Dios
mas rival de éste aquel.



Ramón de Campoamor

Los progresos del amor

-- de Ramón de Campoamor --

Así un esposo le escribió a su esposa:

"O vienes o me voy. ¡Te amo de modo

que es imposible que yo viva, hermosa,

un mes lejos de ti!

¡Mi amor es tan profundo, tan profundo,

que te prefiero a todo, a todo!..."

Y ella exclamó: -¡No hay nada en este mundo

que él quiera como a mí!

Mas pasan unos meses, y la escribe:

"¡Qué hermoso debe estar nuestro hijo amado!

¡Sólo él, él sólo en mis entrañas vive!

Piensa en él más que en ti.

Su cuna se pondrá junto a mi cama.

No hay cielo para mí más que a su lado."

Y ella prorrumpe: -¡Es que, el ingrato, ya ama

al hijo más que a mí!

Después de algunos años le escribía:

"Espérame. Ya sabes lo que quiero:

mucho orden, mucha paz y economía.

¿Estás? Yo soy así.

Cierra el coche: me espanta el reumatismo;

avísale que voy al cocinero."

Y ella pensó: -¡Se quiere ya a sí mismo

más que al hijo y a mí!



Ramón López Velarde

Cuaresmal

-- de Ramón López Velarde --

Tu paz -¡oh paz de cada día!-
y mi dolor que es inmortal,
se han de casar, Amada mía,
en una noche cuaresmal.

Quizá en un Viernes de Dolores
cuando se anuncian ya las flores
y en el altar que huele a lirios
el casto pecho de María
sufre por los siete martirios;
mientras la luna, Amada mía,
deja caer sus tenues franjas
de luz de ensueño sideral
sobre las místicas naranjas
que, por el arte virginal
de las doncellas de la aldea,
lucen banderas de papel
e irisaciones de oropel
sobre la piel que amarillea.

Fuensanta: al amor aventurero
de cálidas mujeres, azafatas
súbitas de la carne, te prefiero
por la frescura de tus manos gratas.

Yo te convido, dulce Amada
a que te cases con mi pena
entre los vasos de cebada
la última noche de novena.

Te ha de cubrir la luna llena
con luz de túnica nupcial
y nos dará la Dolorosa
la bendición sacramental.

Y así podré llamarte esposa,
y haremos juntos la dichosa
ruta evangélica del bien
hasta la eterna gloria.
Amén.



© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba