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César Vallejo

nómina de huesos

-- de César Vallejo --

Se pedía a grandes voces:
que muestre las dos manos a la vez.
Y esto no fue posible.
Que, mientras llora, le tomen la medida de sus pasos.
Y esto no fue posible.
Que piense un pensamiento idéntico, en el tiempo en que uncero permanece inútil.
Y esto no fue posible.
Que haga una locura.
Y esto no fue posible.
Que entre él y otro hombre semejante a él, seinterponga una muchedumbre de hombres como él.
Y esto no fue posible.
Que le comparen consigo mismo.
Y esto no fue posible.
Que le llamen, en fin, por su nombre.
Y esto no fue posible.

Poema nómina de huesos de César Vallejo con fondo de libro

Roberto Juarroz

no debiera ser posible

-- de Roberto Juarroz --

No debiera ser posible
dormirse sin tener cerca
una voz para poderse despertar.
No debiera ser posible
dormirse sin tener cerca
la propia voz para poderse despertar.
No debiera ser posible
dormirse sin despertar
en el momento justo en que el sueño se encuentra
con esos ojos abiertos
que ya no necesitan dormir más.

Poema no debiera ser posible de Roberto Juarroz con fondo de libro

César Vallejo

es posible me persigan hasta cuatro

-- de César Vallejo --

xxii
es posible me persigan hasta cuatro
magistrados vuelto. Es posible me juzguen pedro.
¡Cuatro humanidades justas juntas!
don juan jacobo está en hacerio,
y las burlas le tiran de su soledad,
como a un tonto. Bien hecho.
Farol rotoso, el día induce a darle algo,
y pende
a modo de asterisco que se mendiga
a sí propio quizás qué enmendaturas.
Ahora que chirapa tan bonito
en esta paz de una sola línea,
aquí me tienes,
aquí me tienes, de quien yo penda,
para que sacies mis esquinas.
Y si, éstas colmadas,
te derramases de mayor bondad,
sacaré de donde no haya,
forjaré de locura otros posillos,
insaciables ganas
de nivel y amor.
Si pues siempre salimos al encuentro
de cuanto entra por otro lado,
ahora, chirapado eterno y todo,
heme, de quien yo penda,
estoy de filo todavía. Heme!

Poema es posible me persigan hasta cuatro de César Vallejo con fondo de libro

Lope de Vega

¿Cómo es posible que de bueno den

-- de Lope de Vega --

¿Cómo es posible que de bueno den
nombre a un ladrón, si el bueno se ha de dar
al más sutil en escalar y entrar
lo más guardado que sus ojos ven?
Pues Dimas, no contento de que estén
las manos y los pies de par en par,
otra puerta mayor quiere aguardar,
y por la principal entrar más bien.
Si dijo el mismo Dios que no es ladrón
quien entra por la puerta, claro está
que no lo es ya, pues cinco puertas son.
Ladrón por lo pasado se dirá,
que por subir al cielo no es razón,
pues no se roba aquello que se da.



Líber Falco

Lo que fue

-- de Líber Falco --

Vienes por un camino
que mi memoria sabe,
y me detengo entonces
indagándote el rostro.
Mas ah!, ya no es posible
siquiera, no es posible
detenerte un instante.

Todo está muerto, y muerto
el tiempo en que ha vivido.
Yo mismo temo, a veces,
que nada haya existido;
que mi memoria mienta,
que cada vez y siempre
–puesto que yo he cambiado–
cambie, lo que he perdido.



César Vallejo

Trilce: XXII

-- de César Vallejo --

Es posible me persigan hasta cuatro
magistrados vuelto. Es posible me juzguen pedro.
¡Cuatro humanidades justas juntas!
Don Juan Jacobo está en hacerio,
y las burlas le tiran de su soledad,
como a un tonto. Bien hecho.

Farol rotoso, el día induce a darle algo,
y pende
a modo de asterisco que se mendiga
a sí propio quizás qué enmendaturas.

Ahora que chirapa tan bonito
en esta paz de una sola línea,
aquí me tienes,
aquí me tienes, de quien yo penda,
para que sacies mis esquinas.
Y si, éstas colmadas,
te derramases de mayor bondad,
sacaré de donde no haya,
forjaré de locura otros posillos,
insaciables ganas
de nivel y amor.

Si pues siempre salimos al encuentro
de cuanto entra por otro lado,
ahora, chirapado eterno y todo,
heme, de quien yo penda,
estoy de filo todavía. Heme!



Gustavo Adolfo Bécquer

rima viii

-- de Gustavo Adolfo Bécquer --

Cuando miro el azul horizonte
perderse a lo lejos
a través de una gasa de polvo
dorado e inquieto,
me parece posible arrancarme
del mísero suelo,
y flotar con la niebla dorada
en átomos leves
cual ella deshecho.
Cuando miro de noche en el fondo
obscuro del cielo
las estrellas temblar, como ardientes
pupilas de fuego,
me parece posible a do brillan
subir en un vuelo,
y anegarme en su luz, y con ella
en lumbre encendido
fundirme en un beso
en el mar de la duda en que bogo
ni aún sé lo que creo:
¡sin embargo, estas ansias me dicen
que yo llevo algo
divino aquí dentro!



Angel González

deixis en fantasma

-- de Angel González --

Aquello.
No eso.
Ni
mucho menos esto.
Aquello.
Lo que está en el umbral
de mi fortuna.
Nunca llamado, nunca
esperado siquiera;
sólo presencia que no ocupa espacio,
sombra o luz fiel al borde de mí mismo
que ni el viento arrebata, ni la lluvia disuelve,
ni el sol marchita, ni la noche apaga.
Tenue cabo de brisa
que me ataba a la vida dulcemente.
Aquello
que quizá hubiese sido
posible,
que sería posible todavía
hoy o mañana si no fuese
un sueño.



Andrés Bello

Y posible será que destinado

-- de Andrés Bello --

¿Y posible será que destinado
he de vivir en sempiterno duelo,
lejos del suelo hermoso, el caro suelo
do a la primera luz abrí los ojos?

Cuántas, ¡ah!, cuántas veces dando
auque breve a mi dolor consuelo,
oh montes, oh colinas, oh praderas,
amada sombra de la patria mía.

Orillas del Anauco placenteras,
escenas de la edad encantadora,
que ya de mí, huyeron por mezquino,

huyó con presta irrevocable huida;
y toda en contemplarnos embebida
se goza el alma, a par que pena y llora.



Juan Gelman

ruiseñores de nuevo

-- de Juan Gelman --

«en el gran cielo de la poesía,
mejor dicho
en la tierra o mundo de la poesía que incluye cielos
astros
dioses
mortales
está cantando el ruiseñor de keats
siempre
pasa rimbaud empuñando sus 17 años como la llama de amorviva de san juan
a la teresa se le dobla el dolor y su caballo triza el polvo enamoradofrancisco de quevedo y villegas
el dulce garcilaso arde en los infiernos de john donne
de césar vallejo caen caminos para que los pies de lapoesía caminen
pies que pisan callados como un burrito andino
baudelaire baja un albatros de su reino celeste
con el frac del albatros mallarméva a la fiesta de la nadaposible
suena el violín de verlaine en la fiesta de la nada posible
recuerda que la sangre es posible en medio de la nada
que girondo liublimará perrinunca lamora
y girarán los barquitos de tuñón contra el metalde espanto que abusó a apollinaire
oh lou que desamaste la eternidad de viaje
el palacio del exceso donde entró la sabiduría de blake
el paco urondo que forraba en lamé la felicidad para evitarlefríos de la época
mientras roque dalton trepaba por el palo mayor de su alma y gritaba».



Juan Ramón Jiménez

ojos de ayer

-- de Juan Ramón Jiménez --

¡ojos que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡ay, no es posible
que un muro viejo
dé brillos nuevos;
que un seco tronco
(abra otras hojas)
abra otros ojos
que estos, que quieren
mirar alegres
y miran tristes!
¡ay, no es posible!



Roberto Juarroz

todo salto vuelve a apoyarse

-- de Roberto Juarroz --

Todo salto vuelve a apoyarse.
Pero en algún lugar es posible
un salto como un incendio,
un salto que consuma el espacio
donde debería terminar.
He llegado a mis inseguridades definitivas.
Aquí comienza el territorio
donde es posible quemar todos los finales
y crear el propio abismo,
para desaparecer hacia adentro.



Alfonsina Storni

A Madona

-- de Alfonsina Storni --

Aquí a tus pies lanzada, pecadora,
contra tu tierra azul, mi cara oscura,
tú, virgen entre ejércitos de palmas
que no encanecen como los humanos.

No me atrevo a mirar tus ojos puros
ni a tocarte la mano milagrosa;
miro hacia atrás y un río de lujurias
me ladra contra tí, sin Culpa Alzada.

Una pequeña rama verdecida
en tu orla pongo con humilde intento
de pecar menos, por tu fina gracia,

ya que vivir cortada de tu sombra
posible no me fue, que me cegaste
cuando nacida con tus hierros bravos.



Alfonsina Storni

Palabras degolladas

-- de Alfonsina Storni --

Palabras degolladas,
caídas de mis labios
sin nacer;
estranguladas vírgenes
sin sol posible;
pesadas de deseos,
henchidas...

Deformadoras de mi boca
en el impulso de asomar
y el pozo del vacío
al caer...
Desnatadoras de mi miel celeste,
apretada en vosotras
en coronas floridas.



Amado Nervo

eternidad

-- de Amado Nervo --

¡la muerte! allí se agota todo esfuerzo,
allí sucumbe toda voluntad.
¡La muerte! ¡lo que ayer fue nuestro todo
hoy sólo es nuestra nada!... ¡Eternidad!
¡silencio!... El máximo silencio
que es posible encontrar.
¡Silencio!... ¡Ultrasilencio,
y no más! ¡oh, no más!
¡ni una voz en la noche
que nos pueda guiar!
ana, razón suprema de mi vida,
¿dónde estás, dónde estás,dónde estás?
se abisma en el abismo el pensamiento,
se enlobreguece, ¡al fin!, todo mirar
en esta lobreguez inexorable,
y desespera, a fuerza de esperar,
la más potente de las esperenzas.
¡Eternidad,eternidad!



Amado Nervo

Deidad

-- de Amado Nervo --

Como duerme la chispa en el guijarro
y la estatua en el barro,
en ti duerme la divinidad.
Tan sólo en un dolor constante y fuerte
al choque, brota de la piedra inerte
el relámpago de la deidad.
No te quejes, por tanto, del destino,
pues lo que en tu interior hay de divino
sólo surge merced a él.
Soporta, si es posible, sonriendo,
la vida que el artista va esculpiendo,
el duro choque del cincel.

Qué importan para ti las horas malas,
si cada hora en tus nacientes alas
pone una pluma bella más?
Ya verás al cóndor en plena altura,
ya verás concluida la escultura,
ya verás, alma, ya verás...



Lope de Vega

si todas las espadas que diez años

-- de Lope de Vega --

Si todas las espadas, que diez años
sobre troya desnudas tuvo el griego,
si de roma abrasada todo el fuego,
si de españa perdida tantos años,
si el toro de metal, si los extraños
caballos fieros de diomedes ciego,
si todo el infernal desasosiego
tan libre de esperanzas y de engaños
sufriese, ardiese, hiciese, atormentase,
despedazase, y siempre me tuviese,
y al dolor que padezco se igualase,
no es posible que el alma lo sintiese
o que, si lo sintiese y os mirase,
entre estas penas gloria no tuviese.



Lope de Vega

Lágrimas, que partiendo de mi cielo

-- de Lope de Vega --

Lágrimas que partiendo de mi cielo
los rayos de su sol oscurecistes,
bañando el rostro mío, en que imprimistes
cristal, aljófar, llanto, fuego y hielo;

dulce seguridad de mi recelo
en quien mil firmes de lealtad me distes,
de tanta ausencia y soledades tristes
vosotras sois el último consuelo.

En fin bebí vuestro licor suave,
con cuya lluvia, como firme palma,
nació en el alma la esperanza mía.

Que no es posible que sin causa grave
se viera el cielo entonces todo en calma,
llorara el sol y se turbara el día.



Lope de Vega

¡Oh vida de mi vida, Cristo santo!

-- de Lope de Vega --

¡Oh vida de mi vida, Cristo santo!
¿adónde voy de tu hermosura huyendo?
¿Cómo es posible que tu rostro ofendo
que me mira bañado en sangre y llanto?
A mí mismo me doy confuso espanto
de ver que me conozco y no me enmiendo;
ya el Ángel de mi guarda está diciendo
que me avergüence de ofenderte tanto.
Detén con esas manos los perdidos
pasos, mi dulce amor; ¿mas de qué suerte
las pide quien las clava con la suyas?
¡Ay Dios!, ¿adónde estaban mis sentidos,
que las espaldas pude yo volverte,
mirando en una cruz por mí las tuyas?



Lope de Vega

¿Quién no se muere de tu amor si mira

-- de Lope de Vega --

¿Quién no se muere de tu amor si mira
con la piedad que escuchas y respondes?
¿Cómo es posible que las puertas rondes
de un alma, que te trata con mentira?
Mas eres Dios, Señor, ¿de qué me admira
el mirar que ofendido no te escondes?
A quien te quiere y ama correspondes,
y con quien te ofendió, templas la ira.
Cuando consideré mi desvarío,
temblaba yo tus iras y desdenes,
y hallé tu pecho fácil, tierno y pío.
¡Qué condición tan generosa tienes!
¿Quién es ingrato con tu amor, Dios mío,
pues apenas te llaman, cuando vienes?



Lope de Vega

Si estáis enfermos, dulces ojos claros

-- de Lope de Vega --

Si estáis enfermos, dulces ojos claros,
no os espantéis, pues tantos os desean,
que no es posible, si dejáis que os vean,
que dejen de quereros o envidiaros.

Mis pensamientos, no temiendo hallaros,
libres de la justicia se pasean;
como al sol, cuando nubes le rodean,
dicen mis ojos que podrán miraros.

Enfermos soles y nublados cielos,
hoy tomarán venganza mis enojos,
porque en la condición mudéis de estilo.

Si azules fuistes por matar con celos,
hoy como espada quedaréis, mis ojos,
que tienen de cortar gastado el filo.



Lope de Vega

Yo dormiré en el polvo, y si mañana

-- de Lope de Vega --

Yo dormiré en el polvo, y si mañana
me buscares, Señor, será posible
no hallar en el estado convenible
para tu forma la materia humana.
Imprime agora, ¡oh fuerza soberana!,
tus efetos en mí, que es imposible
conservarse mi ser incorruptible,
viento, humo, polvo y esperanza vana.
Bien sé que he de vestirme el postrer día
otra vez estos huesos, y que verte
mis ojos tienen, y esta carne mía.
Esta esperanza vive en mí tan fuerte,
que con ella no más tengo alegría,
en las tristes memorias de la muerte.



Líber Falco

Canto a Rafael Barrett

-- de Líber Falco --

¿Titilaban acaso las estrellas
y oír pudiste
sus melopeas de solitarias?

Campanero del posible ensueño.
Hermano nuestro.
Tú tocaste un Angelus
fraternal y rebelde.

Asucultando la noche
del Cosmos y del hombre,
con el badajo rojo de tu corazón
llamabas.

Era viril tu canto
y la tónica de tu canto era el Amor.

Hermano, es ya la hora de la gesta
que amamantó tu anhelo.
Tras el alba nueva
renacerá en el hombre su primer sonrisa.
Y no estarán tan solas las estrellas!



Líber Falco

Drama

-- de Líber Falco --

En aquel pueblo ya lejano,
circuído de cielo,
miraba hacia las tardes
caer tranquilo el día.
Y era un ángel posible,
hacia el atardecer.

Pasaron días. Tiempo y tiempo.
Con minerales brazos buscó ceñir la noche
y perderse entre los vientos.

Ahora, ¿quién gime por los pasillos
desde un décimo piso?

Oh ángel no nacido
y cielo y sueño ya lejanos.
Sobre el filo del vértigo está;
golpeadlo hacia atrás,
porque no puedo no, ahora,
sentir sonar sus dientes contra el suelo.



Manuel del Palacio

El néctar de los dioses

-- de Manuel del Palacio --

Mezcla en un vaso de cristal de roca
Y á ser posible, de oro y pedrería,
Tres dracmas de placer, dos de poesía,
Y cuatro ó cinco de soberbia loca.

Del horno del amor ponle á la boca,
Y cuando no haya hervido todavía,
Añádele onza y media de alegría
Y seis gotitas de café de Moka.

Si advirtieras que forma mucha espuma,
En un trozo de blonda catalana
Colarlo debes con presteza suma.

Déjalo reposar por la mañana,
Y removido bien con una pluma
Ya lo puedes tirar por la ventana.



Jaime Sabines

espero curarme de ti

-- de Jaime Sabines --

De pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno.Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? noes mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todaslas palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puedeprender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y tambiénel silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dosgentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivodel que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuandodigo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «sehizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías,te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «tequiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo.Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarloa la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entenderlas cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomiopara entrar a un panteón.



Jaime Torres Bodet

en abril. sinceridad

-- de Jaime Torres Bodet --

Transparencia del alma.
Transparencia del ser que la rodea.
Para verla hasta el fondo, basta una sola lágrima sincera.
Riendo te pareces a todas las que ríen,
mas, llorando, eres tú... Nada es posible
comparar a tu alma, cuando lloras...
Sí, hay algo tal vez: entre la aurora,
el canto fino, blanco, de la alondra...



César Vallejo

Trilce: XLIII

-- de César Vallejo --

Quién sabe se va a ti. No le ocultes.
Quién sabe madrugada.
Acaríciale. No le digas nada. Está
duro de lo que se ahuyenta.
Acaríciale. Anda! Cómo le tendrías pena.

Narra que no es posible
todos digan que bueno,
cuando ves que se vuelve y revuelve,
animal que ha aprendido a irse... No?
Sí! Acaríciale. No le arguyas.

Quién sabe se va a ti madrugada.
¿Has contado qué poros dan salida solamente,
y cuáles dan entrada?
Acaríciale. Anda! Pero no vaya a saber
que lo haces porque yo te lo ruego. Anda!



César Vallejo

quién sabe se va a ti. no le ocultes

-- de César Vallejo --

xliii
quien sabe se va a ti. No le ocultes.
Quién sabe madrugada.
Acaríciale. No le digas nada. Está
duro de lo que se ahuyenta.
Acaríciale. Anda! cómo le tendrías pena.
Narra que no es posible
todos digan que bueno,
cuando ves que se vuelve y revuelve,
animal que ha aprendido a irse... No?
sí! acaríciale. No le arguyas.
Quién sabe se va a ti madrugada.
¿Has contado qué poros dan salida solamente,
y cuáles dan entrada?
acaríciale. Anda! pero no vaya a saber
que lo haces porque yo te lo ruego. Anda!



Pedro Calderón de la Barca

Crisanto

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Quién en la humana suerte habrá tenido
juntos tantos afectos desiguales?
Males, ¿pues no bastó haber sido males,
sino males opuestos haber sido?

Al cielo vida por saber le pido
de un trino Dios misterios celestiales;
muerte le pido por mirarme, en tales
penas, de una beldad favorecido.

Pues, ¿cómo vida y muerte mi desvelo
es posible que al cielo aun tiempo pida,
si es pedir juntos pérdida y consuelo?

Mas acierto a pedirle: no me impida
vida o muerte, supuesto que es el cielo
árbitro de la muerte y de la vida.



Pedro Salinas

versos 1946 a 1981

-- de Pedro Salinas --

Versos 1946 a 1981
me estoy labrando tu sombra.
La tengo ya sin los labios,
rojos y duros: ardían.
Te los habría besado
aún mucho más.
Luego te paro los brazos,
rápidos, largos, nerviosos.
Me ofrecían el camino
para que yo te estrechara.
Te arranco el color, el bulto.
Te mato el paso. Venías
derecha a mí. Lo que más
pena me ha dado, al callártela,
es tu voz. Densa, tan cálida,
más palpable que tu cuerpo.
Pero ya iba a traicionarnos.
Así
mi amor está libre, suelto,
con tu sombra descarnada.
Y puedo vivir en ti
sin temor
a lo que yo más deseo,
a tu beso, a tus abrazos.
Estar ya siempre pensando
en los labios, en la voz,
en el cuerpo,
que yo mismo te arranqué
para poder, ya sin ellos,
quererte.
¡Yo que los quería tanto!
y estrechar sin fin, sin pena
mientras se va inasidera,
con mi gran amor detrás,
la carne por su camino
tu solo cuerpo posible:
tu dulce cuerpo pensado.



José María Hinojosa

elegía posible

-- de José María Hinojosa --

Yo solo me embarqué,
adónde llegaré?
si el globo se perdiera,
caería, en qué tierra?
si el barco naufragara,
me hundiría, en qué agua?
yo solo me embarqué,
nadie sabe porqué.
¡Pero yo sí lo sé!



José Ángel Buesa

poema de las cosas

-- de José Ángel Buesa --

Quizás estando sola, de noche, en tu aposento
oirás que alguien te llama sin que tu sepas quién
y aprenderás entonces, que hay cosas como el viento
que existen ciertamente, pero que no se ven...
Y también es posible que una tarde de hastío
como florece un surco, te renazca un afán
y aprenderás entonces que hay cosas como el río
que se estan yendo siempre, pero que no se van...
O al cruzar una calle, tu corazón risueño
recordará una pena que no tuviste ayer
y aprenderás entonces que hay cosas como el sueño,
cosas que nunca han sido, pero que pueden ser...
Por más que tu prefieras ignorar estas cosas
sabrás por qué suspiras oyendo una canción
y aprenderás entonces que hay cosas como rosas,
cosas que son hermosas, sin saber que lo son...
Y una tarde cualquiera, sentirás que te has ido
y un soplo de ceniza regará tu jardín
y aprenderás entonces, que el tiempo y el olvido
son las únicas cosas que nunca tienen fin.



José Ángel Buesa

nocturno viii

-- de José Ángel Buesa --

Aquí, solo en la noche, ya es posible la muerte.
Morir es poca cosa si tu amor está lejos.
Puedo cerrar los ojos y apagar las estrellas.
Puedo cerrar los ojos y pensar que ya he muerto.
Puedo matar tu nombre pensando que no existes.
Ahora, solo en la noche, sé que todo lo puedo.
Puedo extender los brazos y morir en la sombra,
y sentir el tamaño del mundo en mi silencio.
Puedo cruzar los brazos mirándote desnuda,
y navegar por ríos que nacen en tu sueño.
Sé que todo lo puedo porque la noche es mía,
la gran noche que tiembla de un extraño deseo.
Sé que todo lo puedo, porque puedo olvidarte:
sí. En esta sombra, solo, sé que todo lo puedo.
Y ya ves: me contento con cerrar bien los ojos
y apagar las estrellas y pensar que me he muerto.



Juan de Arguijo

A la muerte de Cicerón

-- de Juan de Arguijo --

Deten un poco la cobarde espada,
Cruel Pompilio, ingrato, y considera
La injusta empresa que á tu brazo espera,
Y largos siglos ha de ser llorada.

¿Posible es que se ve tu mano armada
Contra el gran Tulio, á quien librar debiera
En igual recompensa de la fiera
Muerte, á tu ingratitud recomendada?

¡Oh, cuán poco aprovecha la memoria
Del recibido bien, que al obstinado
Ninguna cosa de su error le muda!

Desciende el golpe sobre la alta gloria
De la latina lengua; derribado
Deja el valor, y la elocuencia muda.



Gerardo Diego

palabras proféticas poemas adrede (1941 1943)

-- de Gerardo Diego --

Homenaje a san juan de la cruz
arrastrar largamente la cola del desmayo
sin miedo a una posible rebelión de fragancia
dejarse florecer durante el mes de mayo
de alelíes las manos los ojos de distancia
perdonar a la lluvia su vocación profunda
su amor de las estatuas su modelado egregio
perdonarla aunque luego sepamos que se inunda
de torsos mutilados el jardín del colegio
olvidar los perfumes que lloran los colores
merecer los escorzos que renuevan el aire
dimitir abdicar coronas y esplendores
corbatas fabulosas perdidas al desgaire
porque querido amigo ya todo se compensa
mis deudas tus jazmines trastornos siderales
el muerto que se estira el caracol que piensa
y el ala de la tórtola prolongando hospitales



Gutierre de Cetina

si de amor y de vos tan poco fío

-- de Gutierre de Cetina --

Del amor y de vos nace este celo;
de vuestra honestidad nada recelo;
menor es contra vos mi desvarío.
Que vuestra voluntad me dé un desvío
hace que tema amor, del nace un celo
tal que vengo a temer si amáis al cielo.
¡Ved hasta dónde llega el dolor mío!
jamás tuve de vos una sospecha,
ya que tenerla cierta es imposible,
ni otra cosa deseé que otros desean.
Que con mi voluntad la vuestra estrecha
estuviese deseo, y, si es posible,
tan juntas que las dos una alma sean.



Salvador Novo

tu, yo mismo

-- de Salvador Novo --

Sl-
tú, yo mismo, seco como un viento derrotado
que no pudo sino muy brevemente
sostener en sus brazos una hoja
que arrancó de los árboles...
¿Cómo será posible que nada te conmueva
que no haya lluvia que te estruje
ni sol que rinda tu fatiga?

ser una transparencia sin objeto
sobre los lagos limpios de tus miradas.
¡Oh tempestad, diluvio de hace ya mucho tiempo!
si desde entonces busco tu imagen
que era solamente mía
si en mis manos estériles ahogué
la última gota de tu sangre, y mi lágrima,
y si fue desde entonces indiferente el mundo,
e infinito el desierto,
y cada nueva noche,
musgo para el recuerdo de tu abrazo,
¿cómo en el nuevo día tendré sino tu aliento,
sino tus brazos impalpables entre los míos?

lloro como una madre
que ha reemplazado al hijo único muerto.
Lloro como la tierra que ha sentido dos veces
germinar el fruto perfecto y mismo.
Lloro porque eres tú para mi duelo
y ya te pertenezco en el pasado.



Vicente Gallego

en la casa de nadie

-- de Vicente Gallego --

A josé luis martínez
futuros galeotes
de este sueño engañoso, mirad a quien amáis:
mirad cómo apuntala el frágil entramado
su ser de vuestro ser.
¿Es posible que muera?
¿y quién sabrá deciros que fue nuestra
la dicha virginal que hoy se os ofrece?
¿quién sabrá convenceros
de que nosotros fuimos, como vosotros sois,
dueños solos del mundo, que floreció el jazmín
tan sólo por nosotros, que se inventó el amor
para nosotros sólo?
qué milagro perverso
¿y quién lo hizo?,
qué lujoso derroche nuestra naturaleza:
desguarnecido pájaro de inquebrantable aliento
que su verdad le canta, despreciando la noche,
a su perfecta aurora.
Dueños solos del mundo,
como dueño del mundo
os deseo fortuna en esta casa,
esta casa de nadie donde la nada urde
vuestra luz venidera en mi balcón de sombra.



Vicente García de la Huerta

Agradecimiento a la memoria del amor

-- de Vicente García de la Huerta --

Acostumbrado, Filis, a tu halago
y privado ya de él por tiranía
de mi suerte, las glorias de algún día
con doblados tormentos satisfago.

¿Quién tan mortal y tan acerbo trago
de tan grade dulzura esperaría,
que ni tan corto tiempo trocaría
tanto placer en tan terrible estrago?

Pero, ¿cómo es posible que yo sienta
pesar alguno tras de gusto tanto,
por más que amor me niegue ya su gloria?

Pues para disipar cualquier tormenta,
en el mar proceloso del quebranto,
tengo un iris seguro en mi memoria.



Vicente García de la Huerta

Remedio contra los celos de Filis

-- de Vicente García de la Huerta --

Si más me pides celos, Filis mía,
que te burlas creeré de mi fineza,
o que mal satisfecha tu belleza
de su merecimiento desconfía.

¿Quién goza de la luz del claro día
que busque de la noche la torpeza?
¿Y quién en la abundancia y la riqueza
que padece escasez persuadiría?

¿Será posible abrigues en tu idea
caprichos tan extraños o infundados
cuando te atreves a pedirme celos?

¿Quién habrá, Filis, que tus celos crea,
cuando en ti vea la copia de los cielos
y en mi el original del amor vea?



Vicente Huidobro

18

-- de Vicente Huidobro --

Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
me voy tiernamente como una luz
hacia el camino de las apariencias
volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
cuando los peces deshacen la cortina del mar
y el vacío se hincha por una mirada posible

volveré sobre las aguas del cielo

me gusta viajar como el barco del ojo
que va y viene en cada parpadeo
he tocado ya seis veces el umbral
del infinito que encierra el viento

nada en la vida
salvo un grito de antesala
nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
en la urna de las flores impacientes
se encuentran las emociones en ritmo definido



Vicente Huidobro

Heme aquí

-- de Vicente Huidobro --

Heme aquí al borde del espacio y lejos de las circunstancias
Me voy tiernamente como una luz
Hacia el camino de las apariencias
Volveré a sentarme en las rodillas de mi padre
Una hermosa primavera refrescada por el abanico de las alas
Cuando los peces deshacen la cortina del mar
Y el vacío se hincha por una mirada posible

Volveré sobre las aguas del cielo

Me gusta viajar como el barco del ojo
Que va y viene en cada parpadeo
He tocado ya seis veces el umbral
Del infinito que encierra el viento

Nada en la vida
Salvo un grito de antesala
Nerviosas oceánicas qué desgracia nos persigue
En la urna de las flores impacientes
Se encuentran las emociones en ritmo definido



Angel González

esperanza

-- de Angel González --

Araña negra del atardecer.
Tu paras
no lejos de mi cuerpo
abandonado, andas
en torno a mí,
tejiendo, rápida,
inconsistentes hilos invisibles,
te acercas, obstinada,
y me acaricias casi con tu sombra
pesada
y leve a un tiempo.
Agazapada
bajo las piedras y las horas,
esperaste, paciente, la llegada
de esta tarde
en la que nada
es ya posible...
Mi corazón:
tu nido.
Muerde en él, esperanza.



Angel González

esto no es nada

-- de Angel González --

Si tuviésemos la fuerza suficiente
para apretar como es debido un trozo de madera,
sólo nos quedaría entre las manos
un poco de tierra.
Y si tuviésemos más fuerza todavía
para presionar con toda la dureza
esa tierra, sólo nos quedaría
entre las manos un poco de agua.
Y si fuese posible aún
oprimir el agua,
ya no nos quedaría entre las manos
nada.



Marilina Rébora

la ley de la vida

-- de Marilina Rébora --

La ley de la vida
quisiera estar de acuerdo con la ley de la vida
tal vez, la de la selva, al instinto fiada,
según la cual se vive de acuerdo a la comida:
la bestia menos fuerte ha de ser devorada.
Y quisiera también aceptar la partida
ya que sin consentirlo nos viene la llegada,
sufrir, sin execrar al que odia u olvida,
como al rico que abruma a quien no tiene nada.
Y tan profunda siento la triste disidencia
que rechazo reacia tan duras condiciones:
mas vivir no es posible opuesta a la existencia,
las manos temblorosas apretando las sienes,
pese al compás armónico de nuestros corazones
y al amor que te tengo y que también me tienes.



Marilina Rébora

desencanto

-- de Marilina Rébora --

Desencanto
yo quisiera quererte como antes te quería,
y sentirte, como antes, en todo consecuente,
yo quisiera decirte: te quiero todavía...
Y recibirte, al fin, con ánimo sonriente.
Yo quisiera tomar tu mano con la mía,
y llevarlas fraternas, como antes, a mi frente,
guardándote a mi lado, junto a mí todo el día,
saber que estás conmigo, aunque te halles ausente.
Pero ya no es posible que esta dicha suceda
desde que el desencanto se apoderó del alma
y pienso que vivir así, tampoco pueda...
Porque quiero querer y mi amor se resiste,
porque quiero esperar, cuando no tengo calma,
porque quiero reír y por siempre estoy triste.



Marilina Rébora

el mensaje perdido

-- de Marilina Rébora --

El mensaje perdido
se lo ha llevado el viento, esa mano de olvido,
el pequeño mensaje que quedara en la puerta;
se fue sobrevolando, como ebrio o perdido,
la rumorosa calle, en la tarde desierta.
Allá irá, todo alma de amor estremecido,
náufrago diminuto con dirección incierta,
agonizante espíritu, el que pudo haber sido
alegría del ser que lo aguardaba alerta.
Diría: «¡te recuerdo!» o, tal vez, «¡hasta nunca!»
«te llevo por los días guardada en mi memoria».
O quizá: «amor mío, me voy con el crepúsculo...»
Mas nada ha de saberse pues así queda trunca
toda posible hipótesis sobre la dulce historia,
que el papel se perdió, tan grande y tan minúsculo.



Mario Benedetti

grietas

-- de Mario Benedetti --

La verdad es que
grietas
no faltan
así al pasar recuerdo
las que separan a zurdos y diestros
a pequineses y moscovitas
a présbites y miopes
a gendarmes y prostitutas
a optimistas y abstemios
a sacerdortes y aduaneros
a exorcistas y maricones
a baratos e insobornables
a hijos pródigos y detectives
a borges y sábato
a mayúsculas y minúsculas
a pirotécnicos y bomberos
a mujeres y feministas
a aquarianos y taurinos
a profilácticos y revolucionarios
a vírgenes e impotentes
a agnósticos y monaguillos
a inmortales y suicidas
a franceses y no franceses
a corto o a larguísimo plazo
todas son sin embargo
remediables
hay una sola grieta
decididamente profunda
y es la que media entre la maravilla del hombre
y los desmaravilladores
aún es posible saltar de uno a otro borde
pero cuidado
aquí estamos todos
ustedes y nosotros
para ahondarla
señoras y señores
a elegir
a elegir de qué lado
ponen el pie.



Rosalía de Castro

Los tristes

-- de Rosalía de Castro --

LOS TRISTES

I

De la torpe ignorancia que confunde
Lo mezquino y lo inmenso;
De la dura injusticia del más alto,
De la saña mortal de los pequeños,
No es posible que huyáis cuando os conocen
Y os buscan, como busca el zorro hambriento
A la indefensa tórtola en los campos;
Y al querer esconderos
De sus cobardes iras, ya en el monte,
En la ciudad ó en el retiro estrecho,
¡Ahí val, exclaman. ¡Ahí va!, y allí os insultan
Y señalan con íntimo contento,
Cual la mano implacable y vengativa
Señala al triste y fugitivo reo.

II

Cayó por fin en la espumosa y turbia
Recia corriente, y descendió al abismo
Para no subir más á la serena



Miguel de Cervantes

Busco en la muerte la vida

-- de Miguel de Cervantes --

Busco en la muerte la vida,
salud en la enfermedad,
en la prisión libertad,
en lo cerrado salida
y en el traidor lealtad.
Pero mi suerte, de quien
jamás espero algún bien,
con el cielo ha estatuido,
que, pues lo imposible pido,
lo posible aún no me den.



Miguel Hernández

1

-- de Miguel Hernández --

1
un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
Ala de metal crispado,
fulgentemente caído,
picotea mi costado
y hace en él un triste nido.
Mi sien, florido balcón
de mis edades tempranas,
negra está, y mi corazón,
y mi corazón con canas.
Tal es la mala virtud
del rayo que me rodea,
que voy a mi juventud
como la luna a mi aldea.
Recojo con las pestañas
sal del alma y sal del ojo
y flores de telarañas
de mis tristezas recojo.
¿A dónde iré que no vaya
mi perdición a buscar?
tu destino es de la playa
y mi vocación del mar.
Descansar de esta labor
de huracán, amor o infierno
no es posible, y el dolor
me hará a mi pesar eterno.
Pero al fin podré vencerte,
ave y rayo secular,
corazón, que de la muerte
nadie ha de hacerme dudar.
Sigue pues, sigue cuchillo,
volando, hiriendo. Algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía.



Miguel Moreno

La niña y el escribanillo

-- de Miguel Moreno --

-Escribanillo, di, ¿qué
escribes sobre las aguas?
-¡Ay, niña, estoy dando fe
del juramento que acaba
de hacerte el joven que aquí
te espera tarde y mañana!
-¿Es posible? Pero allí
yo no veo escrito nada.
-Así no verás, Leonor,
que él te cumpla su palabra;
pues las promesas de amor,
¡son cual firmas en el agua!



Juan Gelman

nota xxvii

-- de Juan Gelman --

A vanni blengino
de lo posible a lo probabledel
sueño a la realidad hay como
maresplatas nocturnas donde
animales de pico descarnan
formas mojadas con los jugos
del corazónasíviajamos
del pecho al seco sol que dora
la maravillao existir



Juan Gelman

todo el día viví con tu ausencia mejor dicho...

-- de Juan Gelman --

Todo el día viví con tu ausencia mejor dicho
todo el día viví de tu ausencia ya que los
terremotos
otros desastres internacionales
no me distrajeron de ti
yo soy un hombre mundial me interesa
la revolución en pakistán la falta
de revolución en el yorkshire donde
una vez vi que lloraban
de hambre o de rabia nomás
¿cómo es posible entonces que
entre las tempestades o sus calmas
que vienen a ser lo mismo desde
cierto punto de vista yo
no haya olvidado tu valor la
suave apariencia que adquirís y todo
sea como tu olor después de haber amado
antes de haber amado sea como tu olor?



Evaristo Carriego

Frente a frente

-- de Evaristo Carriego --

Anoche, la enferma se fué de la vida,
por fin libertada de todos sus males.
Se fué sin angustias, como en un olvido,
sonriendo en sus hondos momentos finales.

Las madres del barrio, musitan plegarias,
y, ahuyentando el sueño posible, la velan
con cara de luto, mientras las solícitas
a los pobrecitos huérfanos consuelan...

La robusta moza de la otra buhardilla,
dio a luz esta tarde. Contempla gozosa
la flor de sus noches: ese diminuto
amor, amasado con carne radiosa.

El marido, alegre, parece un chiquillo
dueño del regalo que al fin le llegara,
y, en un amplio fuerte gesto, para nuevas
viriles conquistas los brazos prepara.



Evaristo Carriego

La costurerita que dio aquel mal paso

-- de Evaristo Carriego --

La costurerita que dio aquel mal paso...
— Y lo peor de todo, sin necesidad —
con el sinvergüenza que no la hizo caso
después... — Según dicen en la vecindad —

se fué hace dos días. Ya no era posible
fingir por más tiempo. Daba compasión
verla aguantar esa maldad insufrible
de las compañeras, ¡tan sin corazón!

Aunque a nada llevan las conversaciones,
en el barrio corren mil suposiciones
y hasta en algo grave se llega a creer.

¡Qué cara tenía la costurerita,
qué ojos más extraños, esa tardecita
que dejó la casa para no volver!...



Evaristo Carriego

¿Recuerdas?

-- de Evaristo Carriego --

Las rosas del balcón eran celosas
novias bajo el agravio de la fina
ironía falaz de una vecina
que se ponía a reír de ciertas cosas.

Tu perdón desdeñoso fué a las rosas
y tus labios a mí. La muselina
de la suave penumbra vespertina
te envolvió en no sé qué ansias misteriosas.

Dijo el piano motivos pasionales,
y al temblar tus magnolias pectorales
con miel de invitaciones al pecado

de tu posible ruego incomprendido,
terminó la canción con un gemido
de alondra torturada en el teclado.



Evaristo Ribera Chevremont

definición

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

La frente, el ojo, el cuello y el cabello.
Fúlgidos oros el cabello exuda.
En luz desnuda el cuello se desnuda.
En luz desnuda se desnuda el cuello.

No sé que gracias a su gracia anuda
el semblante elegido, que no hay sello
que no sea de gracia en cuanto es bello
en la belleza sin posible muda.

No hay muda en la belleza. La mirada
-claror del ojo-, en honda y desvelada
dulzura, ciñe mundos de pureza.

No hay muda en la belleza. Consecuente
con sus tantas virtudes. Ojo y frente,
cabello y cuello en perennal belleza.



Federico García Lorca

Casida de la mano imposible

-- de Federico García Lorca --

Yo no quiero más que una mano;
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano
aunque pase mil noches sin lecho.

Sería un pálido lirio de cal.
Sería una paloma amarrada a mi corazón.
Sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.

Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.

Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.



Francisco de Quevedo

parnaso español 23

-- de Francisco de Quevedo --

No siempre tienen paz las siempre hermosas
estrellas en el coro azul ardiente;
y, si es posible, jove omnipotente
publican que temió guerras furiosas.
Cuando armó las cien manos belicosas
tifeo con cien montes, insolente,
víboras de la greña de su frente
atónitas lamieron a las osas.
Si habitan en el cielo mal seguras
las estrellas, y en él teme el tonante,
¿qué extrañas guerras, tú, qué paz procuras?
vibre tu mano el rayo fulminante:
castigarás soberbias y locuras,
y, si militas, volverás triunfante.



Francisco de Quevedo

las tres musas últimas castellanas 45

-- de Francisco de Quevedo --

Espíritu gentil, rara belleza,
valor inmenso, afable cortesía,
dirección admirable, y gallardía
la mayor que se vio, y de más firmeza.
Cendrada lengua, angélica presteza,
desdén esquivo, suma bizarría,
como a vos a ninguna, silvia mía,
jamás lo quiso dar naturaleza.
Sólo el que no ha sabido conoceros
podrá vivir, señora, sin amaros,
y mayor desventura no es posible.
Mas yo, que merecí gozar de veros,
y hallo tanta gloria en contemplaros,
dejaros de adorar es imposible.



Francisco Villaespesa

canción del recuerdo I

-- de Francisco Villaespesa --

Igual que en un sepulcro me he encerrado
en tu eterno recuerdo, y en él vivo,
la frente entre las manos, pensativo,
evocando las glorias del pasado.
¿Será posible que un amor tan fuerte
se haya para mi amor desvanecido?
¡el amor es más fuerte que la muerte,
y la muerte más fuerte que el olvido!
largas horas de espera... Eternidades
que llenan de ansiedad mis soledades.
Solo y soñando con tu amor me tienes;
solo y soñando con tu vuelta muero...
Si nunca has de venir, ¿por qué te espero?
y si te espero aún, ¿por qué no vienes?



José Hierro

el buen momento alegría (1947)

-- de José Hierro --

Aquel momento que flota
nos toca con su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.
Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.
Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron.
Y las hay que llenan todo
nuestro universo.
Y no es posible librarse
de su recuerdo.



Clemente Althaus

A Consuelo

-- de Clemente Althaus --

Razón, consuelo, has tenido
al decir que tu traslado
ningún artista ha logrado
que te salga parecido.
Pero no es justo que estés
demostrando airado pecho
con ellos, por no haber hecho
lo que posible no es:
ya que cincel y pinceles
en tu rostro soberano
probado hubieran en vano
el claro Fidias y Apeles.
Y si ves de las demás
los parecidos retratos,
que a sus modelos son gratos,
por mejorados quizás,
Es que de la tuya dista
mucho su beldad, y así
quéjate sólo de ti,
pues de que ningún artista
que tu retrato hacer osa
le pinte bien o le esculpa,
no tiene el arte la culpa
sino el ser tú tan hermosa.



Clemente Zenea

Adiós (JCZ)

-- de Clemente Zenea --

¿Qué te puedo ofrecer? –De un alma inquieta
un suspiro de amor desesperado,
mis pálidos laureles de poeta
y mis sueños de mártir emigrado!

Vengo a brindarte una esperanza tierna
para pagarle a mi pasión tributo,
y a pronunciar mi despedida eterna
vistiendo el arpa con crespón de luto.

Amargo adiós entre mis labios vaga,
como rueda en el aire el eco incierto
del gemido de un hombre que naufraga
cuando corta el bajel ondas del puerto.

¡Ya no más te veré! –Ronco murmullo
levanta mi conciencia, y yo indignado
imponiendo cadenas a mi orgullo
perdón te pido por haberte amado!

¡Perdón! ¡Perdón! –No pienses, inhumana,
que mi tormento y mi dolor mitiga
la promesa de hallar en ti una «hermana,»
o el pensamiento de llamarte «amiga.»

Olvida el loco afán y el entusiasmo
con que tu imagen adoré de hinojos,
y no pagues con risas de sarcasmo
las gotas más acerbas de mis ojos.

Olvida si es posible, las pasadas
noches, en que al cruzar junto a tus rejas
blanquearon mis cabellos las nevadas,
y el viento se llevó mis tristes quejas!



Roberto Juarroz

conglomerado de consumos tristes

-- de Roberto Juarroz --

Conglomerado de consumos tristes,
suma y montón de trampas
recolección anónima
de los plurales de la muerte.
Y enfrente, la pasión,
vidamás de la vida,
chispa en el relámpago,
deshielo de la belleza,
escarapela sobre el corazón del caos,
látigo de muchas puntas.
Y enfrente,
el contemplador de ambos fracasos.
Y también del fracaso
de contemplar el fracaso.
Y es allí,
en ese punto de madurez negativa,
donde salta el resorte:
la fe en nada,
la fe de fe,
la fe que no tiene enfrente,
la fe que no es posible contemplar.



Roberto Juarroz

en las entrañas del verano

-- de Roberto Juarroz --

En las entrañas del verano,
como una fibra más clara,
repercute la voz del heladero.
No es la infancia que vuelve.
No es algo de dios que se ha vestido de blanco.
No es una luna en el día.
Es sólo lo posible
que nos demuestra su existencia.
Lo imposible no levanta nunca la voz.



Roberto Juarroz

hay días en que el aire no existe

-- de Roberto Juarroz --

Hay días en que el aire no existe.
Mineros de la desolación,
respiramos entonces sustancias escondidas.
Y a punto de asfixiarnos,
vagamos con la boca abierta
y no encendemos ningún fuego,
para no consumir el poco oxígeno que nos resta
como un pedazo de pan del día anterior.
No recordamos ya el nombre de nuestra calle,
ni la medida de nuestra ropa,
ni el sonido de nuestra voz,
ni la sensación de nuestro cuerpo.
Pero de pronto,
como si también se hubieran quedado sin aire,
se vacían a la vez la memoria y el olvido
y encontramos entonces
la mínima densidad posible,
las partículas sabias donde entran en contacto
el vacío y la vida.
Y es allí, sólo allí,
donde descubrimos la salvación por el vacío.



Rosario Castellanos

parábola de la inconstante

-- de Rosario Castellanos --

Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:
si yo soy lo que soy
y dejo que en mi cuerpo, que en mis años
suceda ese proceso
que la semilla le permite al árbol
y la piedra a la estatua, seré la plenitud.

Y acaso era verdad. Una verdad.

Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra
a asirme a una pared como el enamorado
se ase del otro con sus juramentos.

Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida
en solidez de roble,
la rumorosa soledad, la sombra
hospitalaria y daba al caminante
- a su cuchillo agudo de memoria -
el testimonio fiel de mi corteza.

Mi actitud era a veces el reposo
y otras el arrebato,
la gracia o el furor, siempre los dos contrarios
prontos a aniquilarse
y a emerger de las ruinas del vencido.

Cada hora suplantaba a alguno; cada hora
me iba de algún mesón desmantelado
en el que no encontré ni una mala bujía
y en el que no me fue posible dejar nada.

Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos
para arrojar después, lejos de mi, el despojo.

Heme aquí, ya al final, y todavía
no sé qué cara le daré a la muerte.



Rosario de Acuña

La muerte (Acuña)

-- de Rosario de Acuña --

¿Es dormir sin ensueños y en la hundida
fosa quedar en eternal reposo?
O ¿es despertar del sueño pavoroso
que el hombre llama, en sus delirios, vida?

La obra del alma ¿quedará perdida,
deshecha, en el abismo tenebroso?
O ¿tendrá su empezar esplendoroso
cuando sintamos la postrera herida?

¡Qué importa lo que fuere! Si es el sueño
sin ensueño, el no ser, dormir sin tasa...
¡Es posible lograr mayor ventura!

Y si es el despertar del triste ensueño
del vivir terrenal, que al alma abrasa...
¡Hay dicha más gloriosa y más segura!



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