Buscar Poemas con Placer


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Se han encontrado 95 poemas con la palabra placer

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César Vallejo

guitarra

-- de César Vallejo --

El placer de sufrir, de odiar, me tiñe
la garganta con plásticos venenos,
mas la cerda que implanta su orden mágico,
su grandeza taurina, entre la prima
y la sexta
y la octava mendaz, las sufre todas.
El placer de sufrir... ¿Quién? ¿a quién?
¿quién, las muelas? ¿a quién la sociedad,
los carburos de rabia de la encía?
¿cómo ser
y estar, sin darle cólera al vecino?
vales más que mi número, hombre solo,
y valen más que todo el diccionario,
con su prosa en verso,
con su verso en prosa,
tu función águila,
tu mecanismo tigre, blando prójimo.
El placer de sufrir,
de esperar esperanzas en la mesa,
el domingo con todos los idiomas,
el sábado con horas chinas, belgas,
la semana, con dos escupitajos.
El placer de esperar en zapatillas,
de esperar encogido tras de un verso,
de esperar con pujanza y mala poña;
el placer de sufrir: zurdazo de hembra
muerta con una piedra en la cintura
y muerta entre la cuerda y la guitarra,
llorando días y cantando meses.

Poema guitarra de César Vallejo con fondo de libro

Juan Boscán

A la tristeza

-- de Juan Boscán --

Tristeza, pues yo soy tuyo,
tú no dejes de ser mía;
mira bien que me destruyo
sólo en ver que el alegría
presume de hacerme suyo.

¡Oh, tristeza!
que apartarme de contigo
es la más alta crueza
que puedes usar conmigo.
No huyas ni seas tal
que me apartes de tu pena;
soy tu tierra natural,
no me dejes por la ajena
do quizá te querrán mal.

Pero, di:
ya que estó en tu compañía,
¿cómo gozaré de ti,
que no goce de alegría?
Que el placer de verte en mí,
no hay remedio para echallo,
¿quién jamás estuvo así?
que de ver que en ti me hallo,
me hallo que estoy sin ti.

¡Oh ventura!
¡Oh amor, que tú hiciste
que el placer de mi tristura
me quitase de ser triste!
Pues me das por mi dolor
el placer que en ti no tienes,
porque te sienta mayor,
no vengas, que si no vienes,
entonces vernás mejor.
Pues me places,
vete ya, que en tu ausencia
sentiré yo lo que haces
mucho más que en tu presencia.

Poema A la tristeza de Juan Boscán con fondo de libro

Amado Nervo

Uno con él

-- de Amado Nervo --

Eres uno con Dios, porque le amas,
¡Tu pequeñez qué importa y tu miseria!;
eres uno con Dios, porque le amas.

Le buscaste en los libros,
le buscaste en los templos,
le buscaste en los astros,
y un día el corazón te dijo, trémulo:
"aquí está", y desde entonces ya sois uno,
ya sois uno los dos, porque le amas.

No podrán separaros
ni el placer de la vida
ni el dolor de la muerte.

En el placer has de mirar su rostro,
en el valor has de mirar su rostro
en vida y muerte has de mirar su rostro.

"¡Dios!" dirás en los besos,
dirás "Dios" en los cantos,
dirás "Dios" en los ayes.

Y comprendiendo al fin que es ilusorio
todo pecado (como toda vida),
y que nada de El puede separarte,
uno con Dios te sentirás por siempre:
¡uno solo con Dios porque le amas!

Poema Uno con él de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Aquí, con gran placer de su heredero

-- de Lope de Vega --

Aquí, con gran placer de su heredero,
un avariento miserable yace;
requïescat in bello, que no in pace,
pues no supo gozar de su dinero.

Nunca pensó llegar al fin postrero,
punto fatal del que a la vida nace;
mas ya las esperanzas satisface
que en largos años le negó primero.

¡Oh juventud lozana!, desperdicia
la plata, el oro con la arena iguala,
y en sus doblones pálidos te envicia;

lascivo con tus damas te regala,
véngate liberal de su avaricia,
y más que él lo guardó, consume y tala.



Jorge Cuesta

paraíso encontrado

-- de Jorge Cuesta --

Piedad no pide si la muerte habita
y en las tinieblas insensibles yace
la inteligencia lívida, que nace
sólo en la carne estéril y marchita.

En el otro orbe en que el placer gravita,
dicha tenga la vida y que la enlace,
y de ella enamorada que rehace
el sueño en que la muerte azul medita.

Sólo la sombra sueña, y su desierto,
que los hielos recubren -y protejan-,
es el edén que acoge al cuerpo muerto

después de que las águilas lo dejan.
Que ambos tienen la vida sustentada,
el ser, en gozo, y el placer, en nada.



César Vallejo

Trilce: LX

-- de César Vallejo --

Es de madera mi paciencia,
sorda, vejetal.

Día que has sido puro, niño, inútil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriendo sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
en no se sabe qué últimos pañales.

Constelado de hemisferios de grumo,
bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,
te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,
sin tu nudo de sueños, domingo.

Y se apolilla mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: ¡Cuándo vendrá
el domingo bocón y mudo del sepulcro;
cuándo vendrá a cargar este sábado
de harapos, esta horrible sutura
del placer que nos engendra sin querer,
y el placer que nos DestieRRa!



César Vallejo

es de madera mi paciencia

-- de César Vallejo --

lx
es de madera mi paciencia,
sorda, vegetal.
Día que has sido puro, niño, inútil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriendo sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
en no se sabe qué últimos pañales.
Constelado de hemisferios de grumo,
bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,
te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,
sin tu nudo de sueños, domingo.
Y se apolilla mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: ¡cuándo vendrá
el domingo bocón y mudo del sepulcro;
cuándo vendrá a cargar este sábado
de harapos, esta horrible sutura
del placer que nos engendra sin querer,
y el placer que nos destierra!



César Vallejo

entre el dolor y el placer median tres criaturas

-- de César Vallejo --

Entre el dolor y el placer median tres criaturas,
de las cuales la una mira a un muro,
la segunda usa de ánimo triste
y la tercera avanza de puntillas;
pero, entre tú y yo,
sólo existen segundas criaturas.
Apoyándose en mi frente,
el día conviene en que, de veras,
hay mucho de exacto en el espacio;
pero, si la dicha, que, al fin, tiene un tamaño,
principia ¡ay! por mi boca,
¿quién me preguntará por mi palabra?
al sentido instantáneo de la eternidad
corresponde
este encuentro investido de hilo negro,
pero a tu despedida temporal,
tan sólo corresponde lo inmutable,
tu criatura, el alma, mi palabra.



José María Heredia

para grabarse en un árbol. soneto

-- de José María Heredia --

Para grabarse en un árbol
soneto
árbol, que de fileno y su adorada
velaste con tu sombra los amores,
jamás del can ardiente los rigores
dejen tu hermosa pompa marchitada.
Al saludar tu copa embovedada,
palpiten de placer los amadores,
y celosos frenéticos furores
nunca profanen tu mansión sagrada.
A dios, árbol feliz, árbol amado:
para anunciar mi dicha al caminante
guarde aquesta inscripción tu tronco añoso.
Aquí moró el placer: aquí premiado
miró fileno al fin su amor constante:
sensible amó, le amaron, fue dichoso.



José María Heredia

Para grabarse en un árbol

-- de José María Heredia --

Árbol, que de Fileno y su adorada
velaste con tu sombra los amores,
jamás del can ardiente los rigores
dejen tu hermosa pompa marchitada.

Al saludar tu copa embovedada,
palpiten de placer los amadores,
y celosos frenéticos furores
nunca profanen tu mansión sagrada.

Adiós, árbol feliz, árbol amado:
para anunciar mi dicha al caminante
guarde aquesta inscripción tu tronco añoso.

Aquí moró el placer: aquí premiado
miró Fileno al fin su amor constante:
sensible amó, le amaron fue dichoso.



José María Heredia

Renunciando a la poesía

-- de José María Heredia --

Fue tiempo en que la dulce poesía
el eco de mi voz hermoseaba,
y amor, virtud y libertad cantaba
entre los brazos de la amada mia.

Ella mi canto con placer oía,
caricias y placer me prodigaba,
y al puro beso que mi frente hollaba
muy más fogosa inspiración seguia

¡Vano recuerdo! En mi destierro triste
me deja Apolo, y de mi mústia frente
su sabro fuego y esplendor retira.

Adiós, ¡oh Musa! que mi gloria fuiste:
adiós, amiga de mi edad ardiente:
el insano dolor quebró mi lira.



Tan alegres sentimientos

-- de Gaspar Gil Polo --

Tan alegres sentimientos
Recibo, que no me espanto
Si cuesta dos mil tormentos,
Un placer que vale tanto.

Yo aguardé, y el bien tardó,
Mas cuando el alma lo alcanza,
Con su deleite pagó
Mi aguardar y su tardanza.

Vengas las penas á cuentos;
No hago caso del llanto
Si ma dan por mil tormentos
Un placer que vale tanto.



Gertrudis Gómez de Avellaneda

El recuerdo importuno

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

¿Serás del alma eterna compañera,
Tenaz memoria de veloz ventura?
¿Por qué el recuerdo interminable dura,
Si el bien pasó cual ráfaga ligera?

¡Tú, negro olvido, que con hambre fiera
Abres ¡ay! sin cesar tu boca oscura,
De glorias mil inmensa sepultura
Y del dolor consolación postrera!

Si a tu vasto poder ninguno asombra,
Y al orbe riges con tu cetro frío,
¡Ven! que su dios mi corazón te nombra.

¡Ven y devora este fantasma impío,
De pasado placer pálida sombra,
De placer por venir nublo sombrío!



Hernando de Acuña

En medio del placer que el pensamiento

-- de Hernando de Acuña --

En medio del placer que el pensamiento
me causa con mostrárseme presente,
Amor, que por ser bien no lo consiente,
le vuelve por usanza al mal que siento.

Yo al gusto del primer contentamiento
le esfuerzo para el bien do me contente,
mas no me vale, que absolutamente
Amor en sólo el mal le tiene atento.

Y aunque Amor todo su poder me diese,
no vale contra el vuestro, en siendo mío,
ni quiero yo que valga, aunque pudiese.

Mi bien y mal podéis, de vos lo fío:
bástame el mal, si yo lo mereciese,
que pensar en el bien es desvarío.



Angel Ganivet

Vivir

-- de Angel Ganivet --

Lleva el placer al dolor
y el dolor lleva al placer;
¡vivir no es más que correr
eternamente alrededor
de la esfinge del amor!

Esfinge de forma rara
que no deja ver la cara...;
Más yo la he visto en secreto,
y es la esfinge un esqueleto
y el amor en muerte para.



Antonio Machado

Glosa

-- de Antonio Machado --

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar,
que es el morir. ¡Gran cantar!
Entre los poetas míos
tiene Manrique un altar.
Dulce goce de vivir:
mala ciencia del pasar,
ciego huir a la mar.
Tras el pavor de morir
está el placer de llegar.
¡Gran placer!
Mas ¿y el horror de volver?
¡Gran pesar!



Antonio-Plaza-Llamas

desencanto

-- de Antonio-Plaza-Llamas --

Nuestra senda regada está de llanto,
el placer del placer es el suicidio,
detrás de la ilusión está el fastidio
y detrás del fastidio el desencanto.

Lleno yo de fastidio y de quebranto,
sin fuerza ya contra la suerte lidio,
y muerto para el mundo, sólo envidio
a los muertos que guarda el camposanto.

El infierno sus furias desenfrena,
viento de maldición en torno zumba,
que a penar el destino me condena,

y he de pensar hasta que al fin sucumba;
con el peso brutal de la cadena,
que arrastra el hombre hasta la negra tumba..



Anónimo

Romance de la gentil dama y el rústico pastor

-- de Anónimo --

Estáse la gentil dama
paseando en su vergel,
los pies tenía descalzos,
que era maravilla ver;
desde lejos me llamara,
no le quise responder.
Respondile con gran saña:
-¿Qué mandáis, gentil mujer?
Con una voz amorosa
comenzó de responder:
-Ven acá, el pastorcico,
si quieres tomar placer;
siesta es del mediodía,
que ya es hora de comer,
si querrás tomar posada
todo es a tu placer.
-Que no era tiempo, señora,
que me haya de detener,
que tengo mujer e hijos,
y casa de mantener,
y mi ganado en la sierra,
que se me iba a perder,
y aquellos que me lo guardan
no tenían qué comer.
-Vete con Dios, pastorcillo,
no te sabes entender,
hermosuras de mi cuerpo
yo te las hiciera ver:
delgadica en la cintura,
blanca soy como el papel,
la color tengo mezclada
como rosa en el rosel,
el cuello tengo de garza,
los ojos de un esparver,
las teticas agudicas,
que el brial quieren romper,
pues lo que tengo encubierto
maravilla es de lo ver.
-Ni aunque más tengáis, señora,
no me puedo detener.



Francisco Villaespesa

ensueño de opio

-- de Francisco Villaespesa --

Es otra señorita de maupin. Es viciosa
y frágil como aquella imagen del placer,
que en la elegancia rítmica de su sonora prosa
nos dibujó la pluma de theófilo gautier.
Sus rojos labios sáficos, sensitivos y ambiguos,
a la par piden besos de hombre y de mujer,
sintiendo las nostalgias de los faunos antiguos
cuyos labios sabían alargar el placer.
Ama los goces sádicos. Se inyecta de morfina;
pincha a su gata blanca. El éter la fascina,
y el opio le produce un ensueño oriental.
De súbito su cuerpo de amor vibra y se inflama
al ver, entre los juncos, temblar como una llama
la lengua roja y móvil de algún tigre real.



José Cadalso

Naturaleza absorta en este día

-- de José Cadalso --

Naturaleza absorta en este día
contempla el precursor que del futuro
abriendo el escondido seno oscuro
trajo al linaje humano la alegría.

Los seres solemnizaron a porfía
la paz universal que muy más puro
tornó el placer y el bien muy más seguro
cumpliéndose la excelsa profecía.

También celebran el placer sabroso
que fundad, ¡oh Juan!, en la esperanza
de nueva prole, cual su madre hermosa.

Treparán por su cuello delicioso
y ella alegre por ver su semejanza
posteridad donare numerosa.



Carolina Coronado

en otro I

-- de Carolina Coronado --

Cuando cantaba yo de ésas que crecen
flores de abril, la vida perfumada,
entre tantos que flores os ofrecen
pude daros a vos la más preciada;
pero, señora, ya no canto nada,
sino las propias penas que entristecen;
y en vez de canto, regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
No es la poetisa ese jardín florido
donde siempre un jazmín, una violeta
nace para que adorne su prendido
la hermosa como vos es el poeta
no siempre la mujer doliente inquieta
puede cantar como lo habéis querido;
y en vez de canto regalaros tedio
ni a vos diera placer, ni a mí remedio.
Sabed que al consagraros estas hojas
del íntimo del alma hoy arrancadas,
siento de pena las mejillas rojas
porque lleguen a vos tan destrozadas.
Pero no tengo más están heladas,
y os pido por favor en mis congojas
que me dejéis callar, pues no es remedio
daros, señora, con mis cantos tedio.



Clemente Althaus

Al sábado

-- de Clemente Althaus --

Questo è de sette el più gradito giorno

pien di speme e di gioia:

diman tristezza e noia

recheran l'ore, ed al travaglio usato

ciascuno in suo pensier farà ritorno.

LEOPARDI.

Víspera dulce del festivo día,
aún más que él dulce para el alma humana,
oh hijo, el más feliz de la Semana,
lleno estás de esperanza y alegría!
Tú al hombre, a quien abruma de la larga
semana el vario afán y los negocios,
en los festivos, anhelados ocios
la tregua ofreces de su grave carga.
¡Cuán dulce y lisonjera tu promesa
sonaba un tiempo a mi infantil oído,
a la hora en que el estudio maldecido
entre mil gritos de algazara cesa!
¡Qué placeres tan vivos me pintaba!
¡Cuán ledo me mostraba y halagüeño
el solo día de que yo era dueño,
único libre en mi semana esclava!
Mas ¡ay! apenas el mortal alcanza
el bien que más ansió, de él no se cuida,
y el único placer de nuestra vida
es el vano placer de la esperanza.



Rubén Bonifaz Nuño

recostado en su placer el día

-- de Rubén Bonifaz Nuño --

Recostado en su placer, el día
de estatuas y rejas enfloradas
nos dice, amiga, que morimos;
y como si al azar mordieras
una manzana, resplandeces
de dulces dientes y de labios.

Y las lágrimas que están llenando,
la carne que muerdes, las rosas
del polvo que abres y aguirnaldas,
festivamente se entristecen;
y se enrosca en torno de tu brazo
la serpiente roja de estío.

Suena la lluvia de la noche
cayendo al azar, como el azúcar
de una manzana desangrada.
De estatuas y rejas cenizas
nace una boca, y nombra el alba.
Y dulce y de sombras resplandeces.



Adelardo López de Ayala

A una bañista

-- de Adelardo López de Ayala --

¡Quién fuera el mar, que enamorado espera
que tu cuerpo interrumpa su llanura
y rodear tu espléndida hermosura
de un abrazo y a un tiempo toda entera!

Si yo en tus aguas infundir pudiera
el alma ardiente que adorarte jura,
en muestra de mi amor y mi ventura
te alzara en triunfo a la celeste esfera.

Y, al descender con mi tesoro, ufano,
convirtiendo la líquida montaña
en olas que anunciaran mi alegría,

en las costas del reino lusitano,
y en áfrica, y América, y Bretaña,
mi grito de placer resonaría.



Adelardo López de Ayala

A la esposa de mi amigo

-- de Adelardo López de Ayala --

Con Placer hablo contigo,
yo que en mi vida te he hablado;
pues eres centro, y abrigo,
Y depósito sagrado
de la dicha de un amigo.

Dueña de su fe segura
y árbitra a un tiempo te ves
de su gozo o su amargura;
que él no tendrá más ventura
que aquella que tú le des.

Aunque Marte galardone
su esfuerzo nunca domado
y cien veces le corone,
y en los negocios de Estado
consiga más que ambicione;

y aunque atenta a su interés,
siempre constante y segura
fortuna bese sus pies,
él no tendrá más ventura
que aquella que tú le des.

La mujer nuestra existencia
condena a dolor profundo
o a perpetua complacencia;
Y no hay poder en el mundo
que revoque la sentencia.

Él adora tu hermosura,
e insoluble el lazo es
que formó vuestra ternura:
¡Ya no tendrá más ventura
que aquella que tú le des!

Como al sol por sus reflejos
logramos adivinar,
y por su aroma al azahar,
y el grave son desde lejos
anuncia cercano el mar,

yo adivino tu alma pura
en la apacible quietud
del hombre que amor te jura,
y contemplo en su ventura
resplandecer tu virtud.



Adelardo López de Ayala

La música (en un album)

-- de Adelardo López de Ayala --

La música es el acento
que el mundo arrobado lanza,
cuando a dar forma no alcanza
a su mejor pensamiento:
de la flor del sentimiento
es el aroma lozano;
es del bien más soberano
presentimiento suave,
y es todo lo que no cabe
dentro del lenguaje humano.

Dichosa tú que su palma
has llegado a merecer,
conmoviendo a tu placer
la mejor parte del alma.
Tu voz infunde la calma
y arrebata y enamora...
¡Ay de mí! Tu seductora
y celestial armonía,
¡cuántas veces calmaría
este afán que me devora!



Alberto Hidalgo

Ser hecho a mano

-- de Alberto Hidalgo --

El aire almacenado en los textos de física y de química
Cómo me satisface, me enamora.
Ese es el aire que respiro.
La luz para la memoria de los siglos en la pintura establecida
por los colores siempre insomnes,
Es la luz con que veo.
El calor irradiado de los libelos y demás hogueras,
resplandecientes de odio equitativo.
Es el calor que me circunda
Mujeres de escultura y natación,
a la existencia incorporadas de tanto presentirlas;
pueblan de júbilo mis ansias.
Si alguien pudiera escamotearme el suelo debajo de los pies,
mi cuerpo quedaría bien parado.
Le da levitación la poesía.
Si desnudo la música me viste.
Si cansado los libros me transfieren.
Si mudo el verso me declama.
Aire luz y calor placer y suelo vestuario,
Movimiento y habla,
con herramientas de ala y pétalo
Me los hago a la medida de mi ser.
El hombre es un acto manual.



Alberto Lista

Del amor

-- de Alberto Lista --

Alcino, quien los ásperos rigores
de una ingrata beldad vencer procura,
ni encantos a la tésela espesura,
ni a la remota Colcos pida flores.

Amar es el hechizo, que en amores
la victoria y las dichas asegura,
y somete el pudor y la hermosura,
y corona al amante de favores.

Mas si el vil seductor quiere que sea
una impura pasión amor hermoso,
no se admire de verla desdeñada.

Que no es amante el que gozar desea,
sino el que sacrifica generoso
su bien y su placer al de su amada.



Alberto Lista

La duda (Alberto Lista)

-- de Alberto Lista --

¿Si será de amistad, Filis hermosa,
la grata llama que en el pecho siento;
que como propio tu dolor lamento,
y soy feliz, cuando eres venturosa?

¿O será amor? Tu imagen deliciosa
grabada está en el alma, y el momento,
que obligado la deja el pensamiento,
me es ingrato el pensar, la vida odiosa.

Amor es. Este ardor de verte, este
inefable placer cuando te veo,
¿quién sino el dulce amor puede inspirarlo?

Mas ¡ay! es como tú puro y celeste;
e ignorando los fuegos del deseo,
halaga el corazón sin abrasarlo.



Alberto Lista

La envidia

-- de Alberto Lista --

Dulce es a la codicia cuanto alcanza
doblar el oro inútil, que ha escondido;
sin tener otro afán, ni por sentido,
meditar ya el placer, ya la esperanza.

Dulce es también a la feroz venganza,
que no obedece al tiempo ni al olvido,
los sedientos rencores que ha sufrido
apagar entre el fuego y la matanza.

A un bien aspira todo vicio humano;
teñida en sangre, la ambición impía
sueña en el mando y el laurel glorioso.

Sola tú, envidia horrenda, monstruo insano,
ni conoces ni esperas la alegría;
que ¿dónde irás que no haya un venturoso?



Alberto Lista

La esperanza

-- de Alberto Lista --

Dulce esperanza, del prestigio amado
pródiga siempre, que el mortal adora,
ven, disipa piadosa y bienhechora
las penas de mi pecho acongojado.

Vuelve a mi mano el plectro ya olvidado,
y al seno la amistad consoladora;
y tu voz, oh divina encantadora,
mitigue o venza la crueldad del hado.

Mas ¡ay! no me presentes lisonjera
aquellas flores que cogiste en Gnido,
cuyo jugo es mortal, aunque es sabroso.

Pasó el delirio de la edad primera,
y ya temo el placer, y cauto pido,
no la felicidad, sino el reposo.



Amado Nervo

a quien va a leer

-- de Amado Nervo --

Laudatu si, mi signore, per sor acqua...
San francisco de asís.
Un hilo de agua que cae de una llave imperfecta; un hilo de agua, manso y diáfano, que gorjea toda la noche y todas las noches cerca de mi alcoba; que canta a mi soledad y en ella me acompaña; un hilo de agua: ¡qué cosa tan sencilla! y, sin embargo, estas gotas incesantes y sonoras me han enseñado más que los libros.
El alma del agua me ha hablado en la sombra el alma santa del agua y yo la he oído, con recogimiento y con amor. Lo que me ha dicho está escrito en páginas que pueden compendiarse así: ser dócil, ser cristalino; esta es la ley y los profetas; y tales páginas han formado un poema
yo sé que quien lo lea sentirá el suave placer que yo he sentido al escucharlo de los labios de sor acqua; y este será mi galardón en la prueba, hasta que mis huesos se regocijen en la gracia de dios.



Amado Nervo

intra vulnera tua absconde me

-- de Amado Nervo --

La desventura me quitó el regalo
y la serena paz de la existencia,
y sembré muchos odios; mi conciencia
clamaba sin cesar: ¡eres muy malo!
después, la dicha me libró del cieno:
un rayito de sol doró mi frente,
y sembré mucho amor, y dulcemente
clamaba mi conciencia: ¡eres muy bueno!
«¡ay! me dije, con tono de reproche,
qué menguada virtud la que me alienta
si sólo en el placer abre su broche...»
¡Hoy bendigo a jesús en la tormenta,
hoy su roto costado es mi sangrienta
guarida, en lo infinito de mi noche!



Amado Nervo

ofrecimiento

-- de Amado Nervo --

Señor, tú regaste los campos de flores
que llenan el aire de aroma y frescor,
cubriste los cielos de inmensos fulgores
y diste a los mares su eterno rumor.
Doquier resplandece tu amor sin segundo;
la tierra proclama tu gloria doquier;
y en medio a esos himnos que brotan del mundo,
yo quiero elevarte mi voz de placer.
Nota: «esta composición debe ser la final» (amado nervo)



Amado Nervo

ruptura tardía

-- de Amado Nervo --

Ya no más en las noches, en las noches glaciales
que agitaban los rizos de azabache en tu nuca,
soñaremos unidos en los viejos sitiales;
ya no más en las tardes frías, quietas y grises,
pediremos mercedes a la virgen caduca,
la de manto de plata salpicado de lises.
¡Ay!, es fuerza que ocultes ese rostro marmóreo:
vida y luz, en un claustro de penumbras austeras
donde pesa en las almas todo el hielo hiperbóreo.
Nos amábamos mucho; mas tu amor me perdía;
¡nos queríamos tanto...! Mas así me perdieras,
y rompimos el lazo que al placer nos unía.
¡Es preciso! muramos a las dichas humanas;
¡seguiré mi camino, muy penoso y muy tardo,
sin besar tus pupilas, tus pupilas arcanas!
plegue a dios cuando menos que algún día, señora,
muerto ya, te visite, como pedro abelardo
visitó, ya cadáver, a eloísa la priora.



Amado Nervo

hay que...

-- de Amado Nervo --

Hay que andar por el camino
posando apenas los pies;
hay que ir por este mundo
como quien no va por él.
La alforja ha de ser ligera,
firme el báculo ha de ser,
y más firme la esperanza
y más firme aún la fe.
A veces la noche es lóbrega;
mas para el que mira bien
siempre desgarra una estrella
la ceñuda lobreguez.
Por último, hay que morir
al deseo y al placer,
para que al llegar la muerte
a buscarnos, halle que
ya estamos muertos del todo,
no tenga nada que hacer
y se limite a llevarnos
de la mano por aquel
sendero maravilloso
que habremos de recorrer,
libertados para siempre
de tiempo y espacio. ¡Amén!



Lope de Vega

Fingido amigo, en las lisonjas tierno

-- de Lope de Vega --

Fingido amigo, en las lisonjas tierno,
no iguala al enemigo declarado;
si amor me tiene ciego y engañado,
yo sé que hay redención, aunque es infierno.

En tu breve placer mi daño eterno
bebiendo voy en dulce error cifrado,
ya por costumbre a tanto mal llegado
que por mi propio engaño me gobierno.

Para ser desdichado fui nacido,
y, con estarme bien, morir no quiero
por no perder un mal también sufrido.

Tales son unos ojos por quien muero
que en el tormento del dolor me olvido
y en quien me ha de matar vivir espero.



Lope de Vega

Las damas, los caballeros, las armas, los amores

-- de Lope de Vega --

Le donne, y cavalier, le arme, gli amori,
en dolces jogos, en placer contino,
fuggo per più non esser pellegrino,
ma su nel cielo infra e beati chori.

Dulce et decorum est pro patria mori,
sforzame, amor, fortuna, il mio destino,
ni es mucho en tanto mal ser adivino,
seguendo lire, e giovenil furori.

Satis beatus unicis Sabibis,
parlo in rime aspre, e di dolceza ignude
deste passado ben, que nunca fora.

No hay bien que en mal no se convierta y mude,
nec prata canis albicant pruinis,
la vira fugge, e non se arresta un hora.



Lope de Vega

Padre de los humanos, Amor ciego

-- de Lope de Vega --

Padre de los humanos, Amor ciego,
de quien nació la vida de dos vidas,
y por quien tantas fueron consumidas,
destierro de la paz y del sosiego.

Amor, que a un tiempo eres troyano y griego,
breve placer, tesoro del rey Midas,
divino ensalmador de tus heridas,
luna, que porque crece, mengua luego,

¿por qué te llaman padre, si no eres
como Saturno que sus hijos come?
Que, en efeto, aborreces lo que quieres.

Amor, pues no hay quien residencia tome
a la poca verdad de tus placeres,
mi muerte será Alcides que te dome.



Lope de Vega

Pruebo a engañar mi loco pensamiento

-- de Lope de Vega --

Pruebo a engañar mi loco pensamiento
con la esperanza de mi bien perdido,
mostrándole en mil nubes escondido
un átomo no más de algún contento.

Mas él que sabe bien que cuanto intento
es apariencia de placer fingido,
se espanta de que estando al alma asido,
le engañe con fingir lo que no siento.

Voile llevando de uno en mil engaños,
como si yo sin él tratase dellos,
siendo el mayor testigo de mis daños.

Pero siendo forzoso padecellos,
¡oh quién nunca pensase en desengaños,
o se desengañase de tenellos!



Luis Cernuda

adolescente fui en días idénticos a nubes,

-- de Luis Cernuda --

Cosa grácil, visible por penumbra y reflejo,
y extraño es, si ese recuerdo busco,
que tanto, tanto duela sobre el cuerpo de hoy.
Perder placer es triste
como la dulce lámpara sobre el lento nocturno;
aquél fui, aquél fui, aquél he sido;
era la ignorancia mi sombra.
Ni gozo ni pena; fui niño
prisionero entre muros cambiantes;
historias como cuerpos, cristales como cielos,
sueño luego, un sueño más alto que la vida.
Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.



Luis Gonzaga Urbina

redención

-- de Luis Gonzaga Urbina --

Te quiero porque en tu alma vive el germen
de ternura infinita,
como diáfana gota de rocío
sobre una flor marchita;

te quiero porque he visto doblegarse
tu espléndida cabeza;
porque sé bien que en medio de la orgía
te invade la tristeza;

porque has pasado por la senda estrecha
en los grandes zarzales de la vida,
sin desgarrar tus blancas vestiduras,
sin hacerte una herida;

porque has ido pidiendo por el mundo,
con el candor de un niño,
a cada corazón a que has tocado,
un poco de cariño;

porque indica profundo sufrimiento
tu pálida mejilla;
porque en tus ojos que placer irradian
también el llanto brilla.

Te quiero; nada importa que cansado
tu espíritu se aduerma;
yo lo habré de animar, yo daré aliento
a tu esperanza enferma.

¡Mariposa que fuiste entre las flores
dejando tus bellezas y tus galas,
yo volveré a poner el polvo de oro
sobre tus leves alas!



Luis Lloréns Torres

carnaval

-- de Luis Lloréns Torres --

Bella ficción de reinas y de reyes...
Oh, carnaval, alegre carnaval,
que unces tus yuntas de mejores bueyes
y aras la carne en el vaivén del vals.

Arado quo revuelcas corazones,
en surcos de dolor y de placer,
y arrancas las raíces y tocones,
que dejaron las siembras del ayer.

Queda, desnuda, la cachonda era,
apta para la nueva primavera,
que vaticina el grito del amor.

Grito y clarín de la fecunda guerra
en que hasta las lombrices de la tierra
sueñan el sueño de la flor.



Manuel Acuña

a la patria

-- de Manuel Acuña --

Composición recitada por una niña en tacubaya de los mártires, el 11 de septiembre de 1873.
Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.
Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.
¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.
Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.



Manuel Acuña

A la patria (Manuel Acuña)

-- de Manuel Acuña --

Ante el recuerdo bendito
de aquella noche sagrada
en que la patria aherrojada
rompió al fin su esclavitud;
ante la dulce memoria
de aquella hora y de aquel día,
yo siento que en el alma mía
canta algo como un láud.

Yo siento que brota en flores
el huerto de mi ternura,
que tiembla entre su espesura
la estrofa de una canción;
y al sonoroso y ardiente
murmurar de cada nota,
siendo algo grande que brota
dentro de mi corazón.

¡Bendita noche de gloria
que así mi espíritu agitas,
bendita entre benditas
noche de la libertad!
Hora del triunfo en que el pueblo
vio al fin en su omnipotencia,
al sol de la independencia
rompiendo la oscuridad.

Yo te amo. . . Y al acercarme
ante este altar de victoria
donde la patria y la historia
contemplan nuestro placer,
yo vengo a unir al tributo
que en darte el pueblo se afana
mi canto de mexicana,
mi corazón de mujer.



Manuel del Palacio

A la simpática artista

-- de Manuel del Palacio --

Pilar en donde el arte se sostiene,
Pilar de donde mana la armonía,
Tal eres y serás por vida mia
Mientras tu voz en el espacio suene.

La inspiración que de los cielos viene
Vive y arde en tu jóven fantasía,
Y amor y pena, y gloria y alegría
Todo en tí forma y pensamiento tiene.

Quien alcanza la dicha de sentirte,
Quien el placer disfruta de mirarte,
Alas quiere tener para seguirte;

Y duda el corazón al escucharte,
Si debe por tus cantos aplaudirte
Ó debe por tus gracias adorarte.



Manuel del Palacio

A un amigo muerto

-- de Manuel del Palacio --

Rico, noble, feliz, enamorado,
Pródigo de talento y de alegría,
Amigo caro, me llamaste un día,
Y placer y amistad hallé á tu lado.

Del mundo por el piélago agitado
Los dos corrimos sin timon ni guia,
Sin esperar de la tormenta impía
Pesadumbre, ni susto, ni cuidado.

Luégo, en vez del amor y la ventura,
Te dió el martirio su temida palma,
Siendo el sepulcro fin á tu amargura.

¡Duerme tranquilo en paz, cuerpo sin alma!
¡Dichoso aquel que encuentra en el altura
Tras la deshecha tempestad la calma!



Manuel del Palacio

A un artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Partes, adiós! del Sena turbulento
Ó del Arno feliz por la ribera,
Dejas la patria que en tu edad primera
Madre amorosa te enseñó su acento.

Flotando quedan en el vago viento
Los ecos de tu voz dulce ó severa,
Y el alma que tu canto conmoviera
Lágrimas dá otra vez al sentimiento.

Tal es del genio la misión sublime;
De dichas y placer raudal fecundo,
Las glorias canta, y las miserias gime:

Lo quiere Dios en su saber profundo;
El mundo por el arte se redime,
Y el arte tiene como patria el mundo!



Manuel del Palacio

A un artista al abandonar su país

-- de Manuel del Palacio --

¿Partes? ¡adiós! Del Sena turbulento
O del Arno feliz por la ribera,
Dejas la patria que en tu edad primera
Madre amorosa te enseñó su acento.

Flotando quedan en el vago viento
Los ecos de tu voz dulce ó severa,
Y el alma que tu canto conmoviera
Lágrimas da otra vez al sentimiento.

Tal es del genio la misión sublime;
De dichas y placer raudal fecundo,
Las glorias canta, y las miserias gime:

Lo quiere Dios en su saber profundo;
El mundo por el arte se redime,
Y el arte tiene como patria el mundo!



Manuel del Palacio

A una mujer

-- de Manuel del Palacio --

En balde jurarás que me aborreces
Y que fué mi ilusión delirio vano;
Yo diré que tu juicio no está sano
Ó que á una infame cábala obedeces.

¿Aborrecerme tú? Cuenta las veces
Que tus cabellos destrenzó mi mano,
Las que de amor en el altar profano
Juntos bebimos del placer las heces.

Cuenta las noches que arrullé tu sueño,
Las promesas que hiciste cada día,
De nuestro mutuo afán el loco empeño;

Y si en odiarme insistes todavía,
Dí que tu corazón es muy pequeño
Para encerrar pasión como la mía.



Manuel del Palacio

Alla Egregia Artista

-- de Manuel del Palacio --

¡Sí, te conozco! De la patria vienes
Donde el arte inmortal hizo su asiento,
Y ternura, y pasión, y sentimiento
En el alma y la voz y el rostro tienes.

Ora finjas halagos ó desdenes,
Ora expreses placer, ora tormento,
¿Qué corazón no inundas de contento?
¿Qué ojos hay que de lágrimas no llenes?

¡De nuestro amor has hecho la conquista;
Por eso, si laureles ambicionas
Y pueblo que á tu yugo no resista,

No olvides que en la tierra que abandonas,
Siempre habrá para tí, sublime artista,
Llanto, aplausos, recuerdos y coronas!



Manuel del Palacio

Dos amores

-- de Manuel del Palacio --

Te amé cuando en la senda de la vida
Flores no más hollabas con tu planta;
Te vuelvo á amar en esta que te encanta
Edad de sueños para mí perdida.

No es el amor que á la virtud mentida
Himnos de gloria y de ventura canta,
Ni la pasión consoladora y santa
Al dulce soplo de la fé nacida.

Es ese afán que en su entusiasmo loco
Funde lo deleznable con lo eterno,
Que trueca en oro la mundana escoria,

Que hasta su misma dicha tiene en poco,
Y que si en un dolor copia el infierno,
Da en un placer la imágen de la gloria.



Manuel del Palacio

Dos amores (Melodías íntimas)

-- de Manuel del Palacio --

Te amé cuando en la senda de la vida
Flores no más hollabas con tu planta;
Te vuelvo á amar en esta que te encanta
Edad de sueños para mí perdida.

No es el amor que á la virtud mentida
Himnos de gloria y de ventura canta,
Ni la pasión consoladora y santa
Al dulce soplo de la fé nacida.

Es ese afán que en su entusiasmo loco
Funde lo deleznable con lo eterno,
Que trueca en oro la mundana escoria,

Que hasta su misma dicha tiene en poco,
Y que si en un dolor copia el infierno,
Da en un placer la imágen de la gloria.



Manuel del Palacio

El néctar de los dioses

-- de Manuel del Palacio --

Mezcla en un vaso de cristal de roca
Y á ser posible, de oro y pedrería,
Tres dracmas de placer, dos de poesía,
Y cuatro ó cinco de soberbia loca.

Del horno del amor ponle á la boca,
Y cuando no haya hervido todavía,
Añádele onza y media de alegría
Y seis gotitas de café de Moka.

Si advirtieras que forma mucha espuma,
En un trozo de blonda catalana
Colarlo debes con presteza suma.

Déjalo reposar por la mañana,
Y removido bien con una pluma
Ya lo puedes tirar por la ventana.



Manuel del Palacio

En el aniversario de la revolución de Setiembre

-- de Manuel del Palacio --

Un año cumple que la inmunda tropa
De moderados, frailes y Borbones,
Del poder arrojada á pescozones
Pasó á la emigración con viento en popa.

Dejando de ser fábula de Europa
Reconquistó la España sus blasones,
Y entre vivas, y aplauso, y ovaciones
Bobimos del placer la dulce copa.

Hoy, pueblo, te amenazan nuevos daños
Los que cual rey te adulan á porfía,
Te envuelven en la red de sus engaños.

¡Tú, de tí mismo rey! No todavía;
¡Has llevado la albarda muchos años,
Para vestir la púrpura en un dia!



Manuel del Palacio

La doctrina de Epicuro

-- de Manuel del Palacio --

— No existe la virtud, Dios es un mito,
Humo la gloria y el amor quimera;
El que otra vida tras la muerte espera,
No tiene más cabeza que un chorlito.

Ora practique el bien, ora el delito,
La fortuna del hombre no se altera,
Pues al mirar la luz por vez primera
Ver puede en ella su destino escrito.

Todo es mentira en la existencia humana,
Y aquel que busca el goce eternamente
Sólo ve del placer la sombra vana.—

Así de Atenas á la pobre gente
Dijo el gran Epicuro una mañana...
Y se marchó á tomar el aguardiente.



Manuel del Palacio

La hipocresía

-- de Manuel del Palacio --

¿Qué hacer, si de un color andan vestidos
El vicio y la virtud? ¿Con qué mirada
Distinguirá la mente atribulada
De los puros afectos los fingidos?

Sonrisas de placer, ayes sentidos,
¿Sois lo que ser debeis, ó no sois nada?
¿Quién adivina la verdad ansiada
Cuando mienten del pecho los latidos?

Disfrázase de ingenio la osadía,
La astucia de valor, y entre las gentes
Muestra el crímen aspecto de hidalguía.

Tal del Índico mar en las corrientes
Arroyos mil desaguan á porfía
¡Que pareciendo arroyos son torrentes!



Manuel del Palacio

La Vénus de Médicis

-- de Manuel del Palacio --

Por la fuerza del genio concebida,
En un delirio de placer creada,
Eres la imágen del amor soñada
Que á la ventura celestial convida.

Nada te falta para ser querida;
Hermosura, candor, juventud, nada:
¡Ay! ¡quién al mármol de que estás formada
Llevar pudiera el fuego de la vida!

Más de una vez, cuando al pasar te veo
Del pedestal queriendo desprenderte
Buscando á tu belleza digno empleo,

Los brazos vuelvo á tí para cogerte:
¡Aberracion sublime del deseo
Que cura pronto el hielo de la muerte!



Manuel del Palacio

Semblanzas: XIII

-- de Manuel del Palacio --

Fué galán, es galán, será galán
Mientras conserve al arte la afición,
Que en ser galán se cifra su ambición
Aunque no puede ya con el gabán.

Lo mismo hace el Manolo que el Guzman,
Lo mismo el Campanero que el Barón,
Que Dios le dió talento y corazón
Y él toma con placer lo que le dan.

Una cosa tan sólo no hace bien,
Que es llevar sus empresas hasta el fin,
Ó ser de las ajenas el sosten;

Y es porque tiene á ratos tal esplin,
Que parece su tropa un somaten
Y una jaula de grillas su magin.



Manuel del Palacio

Tierra

-- de Manuel del Palacio --

Envuelta en los celajes de la tarde
Oh, tierra codiciada, al fín te miro,
Y brota de mis labios un suspiro
Y se dilata el corazón cobarde.

¡Tierra que siempre amé, que Dios te guarde!
Y ora tumba me ofrezcas ó retiro,
Haz que la dulce brisa que respiro
El fuego temple que en mis venas arde.

Dicha, esperanza, amor, en tí se encierra
Cuanto el humano corazón ansía,
Cuanto nos da placer, encanto y guerra;

Por eso lloro al verte de alegría:
Y pues te llaman todos madre tierra,
¡Recíbeme en tus brazos, madre mia!



Manuel Gutiérrez Nájera

A un Triste

-- de Manuel Gutiérrez Nájera --

¿Por qué de amor la barca voladora
con ágil mano detener no quieres
y esquivo menosprecias los placeres
de Venus, la impasible vencedora?

A no volver los años juveniles
huyen como saetas disparadas
por mano de invisible Sagitario;
triste vejez, como ladrón nocturno,
sorpréndenos sin guarda ni defensa,
y con la extremidad de su arma inmensa,
la copa del placer vuelca Saturno.

¡Aprovecha el minuto y el instante!
Hoy te ofrece rendida la hermosura
de sus hechizos el gentil tesoro,
y llamándote ufana en la espesura,
suelta Pomona sus cabellos de oro.

En la popa del barco empavesado
que navega veloz rumbo a Citeres,
de los amigos el clamor te nombra,
mientras, tendidas en la egipcia alfombra,
sus crótalos agitan las mujeres.

¡Deja, por fin, la solitaria playa,
y coronado de fragantes flores,
descansa en la barquilla de las diosas!
¿Qué importa lo fugaz de los amores?
¡También expiran jóvenes las rosas!



Ignacio María de Acosta

Hay una alondra

-- de Ignacio María de Acosta --

Hay una Alondra en nuestro hermoso valle
que tierno atisba un cazador atento:
Ave divina cuyo dulce acento
al coro manda volador que calle.

Y calla, y se suspende el escuchalle...
Que de la Alondra al divinal concento
plega sus alas de placer el viento,
y no hay ave ni flor que no avasalle.

Triunfante su expresión desde su nido
el valle todo con su voz encanta,
y está el amor ante sus pies rendido.

Nada turba el trinar de su garganta,
y si suena en el bosque algún gemido
es de la voz del cazador que canta.



Ignacio María de Acosta

Mis cantares

-- de Ignacio María de Acosta --

No es el Amor, con su poder tirano
quien inspira a mi canto la armonía,
que en el pecho desmiente el alma mia
lo que en el arpa preludió la mano.

Mi canto es ilusión, ensueño vano,
que fomenta a placer la fantasía;
cual enfermo febril que desvaría
con los placeres que gozaba sano.

Mi corazón ya muerto al sentimiento
del incendio voraz que Amor enciende,
goza tranquilo de envidiable calma.

Y si canta su ardor, es finjimiento
con qu ela lira publicar pretende
las dulces huellas que dejó en el alma.



Jacinto de Salas y Quiroga

La amistad peligrosa

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

¿Por qué, Corina, has engañado
con tu candor mi tierno pecho?
De ti yo estaba satisfecho...
El encanto se ha disipado.
¡Con qué dulzura la esperanza
me ha consolado en mi dolor!
¡Ah! Me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.

Cuando a mirarte yo acertaba
tú con placer te sonreías,
y algunas veces conocías
cuánto mi pecho te adoraba.
Yo conseguí tu confianza,
dulce premio del amador.
¡Ah! Me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.
Más de una vez miré tu llanto,
cuando de ti yo me apartaba,
y en mis angustias encontraba
amables lloros mi quebranto.
¡Ay infelice, qué mudanza
me reservaba tu rigor!
Sí, me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.

Ya que, en pago de mi ternura,
no quieres darme el corazón,
ya que me quitas la ilusión,
amarte más fuera locura.
A Dios, amor... ¡Ay esperanza,
cual te burlas de mi dolor!
Sí, me engañó la semejanza
de la amistad y del amor.



Jacinto de Salas y Quiroga

La indecisión

-- de Jacinto de Salas y Quiroga --

Cada vez que sin conmoverte
mi tierno llanto ves correr,
deplorando mi triste suerte
me ofrezco no volverte a ver.
Pero si acaso una sonrisa
llego en tu boca a descubrir,
lloro, suspiro, mi Luisa,
y aquí a tus pies juro morir.

Cuando el requiebro de otro amante
veo que escuchas con placer,
acusándote de inconstante,
me ofrezco no volverte a ver:
mas si hacia mí, dueño adorado,
llegas tu vista a dirigir,
si ves mi llanto con agrado,
aquí a tus pies juro morir.

Si pienso que mi ardiente anhelo
de ti no puede merecer
ni una palabra de consuelo,
me ofrezco no volverte a ver.
Mas si imagino que algún día
a mi amor te podrás rendir,
siento renacer la alegría,
y aquí a tus pies juro morir.



Jorge Cuesta

no para el tiempo , sino pasa; muere

-- de Jorge Cuesta --

No para el tiempo, sino pasa; muere
la imagen de sí, que a lo que pasa aspira
a conservar igual a su mentira.
No para el tiempo; a su placer se adhiere.

Ni lleva al alma, que de sí difiere,
sino al sitio diverso en que se mira.
El lugar de que el alma se retira
es el que el hueco de la muerte adquiere.

Tan pronto como el alma el cambio habita,
no la abandona el cambio en lo que deja
ni de la vida incierta la separa;

se aventura y su riesgo sólo imita
al tiempo entonces su razón perpleja,
pues goza la razón, más no se para.



Jorge Manrique

esparza es mi pena desear

-- de Jorge Manrique --

Es mi pena desear
ser vuestro, de vuestro grado;
que no serlo es excusado
pensar poderlo excusar;
por esto lo que quisiera
es serlo a vuestro placer,
que serlo sin vos querer
desde que os vi me lo era.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 1

-- de Jorge Manrique --

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.
↑ Buen juicio
↑ pronto



Jorge Manrique

Esparza: Es mi pena desear

-- de Jorge Manrique --

Es mi pena desear
ser vuestro, de vuestro grado;
que no serlo es excusado
pensar poderlo excusar;
por esto lo que quisiera
es serlo a vuestro placer,
que serlo sin vos querer
desde que os vi me lo era.



Jorge Manrique

Porque estando él durmiendo le besó su amiga

-- de Jorge Manrique --

I

Vos cometisteis traición,
pues me heristeis, durmiendo,
de una herida que entiendo
que será mayor pasión
el deseo de otra tal
herida como me disteis,
que no la llaga mi mal
ni daño que me hicisteis.

II

Perdono la muerte mía;
mas con tales condiciones,
que de tales traiciones,
cometáis mil cada día;
pero todas contra mí,
porque, de aquesta manera,
no me place que otro muera
pues que yo lo merecí.

III

CABO

Más placer es que pesar
herida que otro mal sana
quien durmiendo tanto gana,
nunca debe despertar.



Josefina Pla

soy

-- de Josefina Pla --

Carne transida, opaco ventanal de tristeza,
agua que huye del cielo en perpetuo temblor;
vaso que no ha sabido colmarse de pureza
ni abrirse ancho a los negros raudales del horror.

¡Ojos que no sirvieron para mirar la muerte,
boca que no ha rendido su gran beso de amor!
manos como dos alas heridas: ¡diestra inerte
que no consigue alzarse a zona de fulgor!

planta errátil e incierta, cobarde ante el abrojo,
reacia al duro viaje, esquiva al culto fiel;
¡rodillas que el placer no hincó ante su altar rojo,
mas que el remordimiento no ha logrado vencer!

garganta temerosa del entrañable grito
que desnuda la carne del último dolor:
¡lengua que es como piedra al dulzor infinito
de la verdad postrera dormida en la pasión!

haz de inútiles rosas, agostándose en sombra,
pozo oculto que nunca abrevó una gran sed;
prado que no ha podido amansarse en alfombra,
¡pedazo de la muerte, que no se sabe ver!



Josefina Pla

tus manos

-- de Josefina Pla --

Tus manos

de las más hondas raíces se me alargan tus manos,
y ascienden por mis venas como cegadas lunas
a desangrar mis sienes hacia el blancor postrero
y tejer en mis ojos su ramazón desnuda.

En mi carne de estío, como en hamaca lenta,
ellas la adolescente de tu placer columpian.
-Tus manos, que no son. Mis años, que ya han sido.
Y un sueño de rodillas tras la palabra muda-.

...Dedos sabios de ritmo, unánimes de gracia.
Cantaban silenciosos la gloria de la curva:
cadera de mujer o contorno de vaso.

Diez espinas de beso que arañan mi garganta,
untadas de agonía las diez pálidas uñas,
yo los llevo en el pecho como ramos de llanto.

1939



César Vallejo

Amor(Cesar Vallejo)

-- de César Vallejo --

Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos;
y cuál mi idealista corazón te llora.
Mis cálices todos aguardan abiertos
tus hostias de otoño y vinos de aurora.

Amor, cruz divina, riega mis desiertos
con tu sangre de astros que sueña y que llora.
Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos
que temen y ansían tu llanto de auroral

Amor, no te quíero cuando estás distante
rifado en afeites de alegre bacante,
o en frágil y chata facción de mujer.

Amor, ven sin carne, de un Icor que asombre;
y que yo, a manera de Dios, sea el hombre
que ama y engendra sin sensual placer!



César Vallejo

Trilce: IX

-- de César Vallejo --

Vusco volvvver de golpe el golpe.
Sus dos hojas anchas, su válvula
que se abre en suculenta recepción
de multiplicando a multiplicador,
su condición excelente para el placer,
todo avía verdad.

Busco volvver de golpe el golpe.
A su halago, enveto bolivarianas fragosidades
a treintidós cables y sus múltiples,
se arrequintan pelo por pelo
soberanos belfos, los dos tomos de la Obra,
y no vivo entonces ausencia,
ni al tacto.

Fallo bolver de golpe el golpe.
No ensillaremos jamás el toroso Vaveo
de egoísmo y de aquel ludir mortal
de sábana,
desque la mujer esta
¡cuánto pesa de general!

Y hembra es el alma de la ausente.
Y hembra es el alma mía.



César Vallejo

Trilce: LXXIII

-- de César Vallejo --

Ha triunfado otro ay. La verdad está allí.
Y quien tal actúa ¿no va a saber
amaestrar excelentes dijitígrados
para el ratón Sí ...No ... ?

Ha triunfado otro ay y contra nadie.
Oh exósmosis de agua químicamente pura.
Ah míos australes. Oh nuestros divinos.
Tengo pues derecho
a estar verde y contento y peligroso, y a ser
el cincel, miedo del bloque basto y vasto;
a meter la pata y a la risa.

Absurdo, sólo tú eres puro.
Absurdo, este exceso sólo ante ti se
suda de dorado placer.



César Vallejo

amor

-- de César Vallejo --

Amor
amor, ya no vuelves a mis ojos muertos;
y cuál mi idealista corazón te llora.
Mis cálices todos aguardan abiertos
tus hostias de otoño y vinos de aurora.
Amor, cruz divina, riega mis desiertos
con tu sangre de astros que sueña y que llora.
Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos
que temen y ansían tu llanto de auroral
amor, no te quíero cuando estás distante
rifado en afeites de alegre bacante,
o en frágil y chata facción de mujer.
Amor, ven sin carne, de un icor que asombre;
y que yo, a manera de dios, sea el hombre
que ama y engendra sin sensual placer!



César Vallejo

vusco volvvver de golpe el golpe

-- de César Vallejo --

ix
vusco volvvver de golpe el golpe.
Sus dos hojas anchas, su válvula
que se abre en suculenta recepción
de multiplicando a multiplicador,
su condición excelente para el placer,
todo avía verdad.
Busco volver de golpe el golpe.
A su halago, enveto bolivarianas fragosidades
a treintidós cables y sus múltiples,
se arrequintan pelo por pelo
soberanos belfos, los dos tomos de la obra,
y no vivo entonces ausencia,
ni al tacto.
Fallo bolver de golpe el golpe.
No ensillaremos jamás el toroso vaveo
de egoísmo y de aquel ludir mortal
de sábana,
desque la mujer esta
¡cuánto pesa de general!
y hembra es el alma de la ausente.
Y hembra es el alma mía.



César Vallejo

ha triunfado otro ay. la verdad está allí

-- de César Vallejo --

lxxiii
ha triunfado otro ay. La verdad está allí.
Y quien tal actúa ¿no va a saber
amaestrar excelentes dijitígrados
para el ratón sí... No...?
Ha triunfado otro ay y contra nadie.
Oh exósmosis de agua químicamente pura.
Ah míos australes. Oh nuestros divinos.
Tengo pues derecho
a estar verde y contento y peligroso, y a ser
el cincel, miedo del bloque basto y vasto;
a meter la pata y a la risa.
Absurdo, sólo tú eres puro.
Absurdo, este exceso sólo ante ti se
suda de dorado placer.



César Vallejo

Amor (César Vallejo)

-- de César Vallejo --

Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos;
y cuál mi idealista corazón te llora.
Mis cálices todos aguardan abiertos
tus hostias de otoño y vinos de aurora.

Amor, cruz divina, riega mis desiertos
con tu sangre de astros que sueña y que llora.
Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos
que temen y ansían tu llanto de auroral

Amor, no te quíero cuando estás distante
rifado en afeites de alegre bacante,
o en frágil y chata facción de mujer.

Amor, ven sin carne, de un Icor que asombre;
y que yo, a manera de Dios, sea el hombre
que ama y engendra sin sensual placer!



Delmira Agustini

Ofrendando el libro

-- de Delmira Agustini --

Porque haces tu can de la leona
más fuerte de la Vida, y la aprisiona
la cadena de rosas de tu brazo.

Porque tu cuerpo es la raíz, el lazo
esencial de los troncos discordantes
del placer y el dolor, plantas gigantes.

Porque emerge en tu mano bella y fuerte,
como en broche de míticos diamantes
el más embriagador lis de la Muerte.

Porque sobre el espacio te diviso,
pueste de luz, perfume y melodía,
comunicando infierno y paraíso
-con alma fúlgida y carne sombría...



Diego de Torres Villarroel

ciencia de los cortesanos de este siglo

-- de Diego de Torres Villarroel --

Bañarse con harina la melena,
ir enseñando a todos la camisa,
espada que no asuste y que dé risa,
su anillo, su reloj y su cadena;
hablar a todos con la faz serena,
besar los pies a misa doña luisa,
y asistir como cosa muy precisa
al pésame, al placer y enhorabuena;
estar enamorado de sí mismo,
mascullar una arieta en italiano
y bailar en francés tuerto o derecho;
con esto, y olvidar el catecismo,
cátate hecho y derecho cortesano,
mas llevárate el diablo dicho y hecho.



Diego Hurtado de Mendoza

Si fuese muerto ya mi pensamiento

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

¡Si fuese muerto ya mi pensamiento,
Y pasase mi vida así durmiendo
Sueño de eterno olvido, no sintiendo
Pena ó gloria, descanso ni tormento!

Triste vida es tener el sentimiento
Tal, que huye sentir lo que desea.
Su pensamiento á otros lisonjea;
Yo enemigo de mí siempre lo siento.

Con chismerías de enojo y de cuidado
Me viene, que es peor que cuanto peno;
Si algun placer me trae, con él me va,

Como á madre con hijo regalado,
Que si llorando pide algun veneno,
Tan ciega está de amor, que se le da.



Emilio Bobadilla

Derroche nocivo

-- de Emilio Bobadilla --

Millones y millones derrochas en cañones
—¡con qué placer te aprestas a matar al vecino!—
y en tus vicios derrochas millones y millones
porque naciste loco, criminal, libertino.

Haces el bien a gritos porque lo sepan todos;
en lo privado, injusto; en público, altruísta;
para lograr tus fines ¡qué variedad de modos!
y siéndolo, no quieres pasar por egoísta.

Las fachadas ¡qué limpias y lo interno qué sucio!
¿Por qué en engañarte y engañarnos te aferras,
tú, que invocas lo bueno de un Cristo o de un Confucio?

¡Cuánto de paradójico tu pensamiento tiene:
siempre tienes dinero para vicios y guerras;
nunca tienes dinero para escuelas e higiene!



Emilio Bobadilla

El aviador

-- de Emilio Bobadilla --

Inventaste una máquina ligera
imitando del pájaro las alas;
con tu capricho sólo por frontera,
por el espacio a tu placer resbalas.

Admiro tu industriosa diligencia,
tu audacia y tu desprecio de la muerte.
Todo lo vence al cabo la paciencia
y el curso cambia de la misma suerte.

Minúsculo sin duda el universo
aparece a tus ojos cuando subes.
Eres del metafísico el reverso,

cuyo pensar por los espacios rueda:
tu cuerpo se remonta hasta las nubes,
pero en tierra tu espíritu se queda.



Emilio Bobadilla

Matar

-- de Emilio Bobadilla --

¡En medio de la brega coger al enemigo,
la yugular cortarle o sacarle las tripas,
y ser de otros crímenes análogos testigo
y fumarse tranquilo después una o dos pipas!

¡La muerte es a la vida un llamamiento ardiente
y la vida es absurdo, injusticia, atropello,
es dar un quiebro diario al Destino inconciente,
y estar nadando siempre con el agua hasta el cuello!

Maldecir de la guerra, provocando la guerra,
—la guerra es un delito cuando da en descalabro—
¡qué paradoja irónica tan evidente encierra!

¿Por qué su pensamiento tras la justicia esconde?
¡Oh guerrero que mueres, matando! ¡Qué macabro
placer que a tus instintos destructores responde!



Julián del Casal

camafeo

-- de Julián del Casal --

¿quién no le rinde culto a tu hermosura
y ante ella de placer no se enajena,
si hay en tu busto líneas de escultura
y hay en tu voz acentos de sirena?
dentro de tus pupilas centelleantes,
adonde nunca se asomó un reproche,
llevas el resplandor de los diamantes
y la sombra profunda de la noche.
Hecha ha sido tu boca purpurina
con la sangre encendida de la fresa,
y tu faz con blancuras de neblina
donde quedó la luz del sol impresa.
Bajo el claro fulgor de tu mirada
como rayo de sol sobre la onda,
vaga siempre en tu boca perfumada
la sonrisa inmortal de la gioconda.
Desciende en negros rizos tu cabello
lo mismo que las ondas de un torrente,
por las líneas fugaces de tu cuello
y el jaspe sonrosado de tu frente.
Presume el corazón que te idolatra
como a una diosa de la antigua grecia,
que tienes la belleza de cleopatra
y la virtud heroica de lucrecia.
Mas no te amo. Tu hermosura encierra
tan sólo para mí focos de hastío...
¿Podrá haber en los lindes de la tierra
un corazón tan muerto como el mío?



Pablo Neruda

la pródiga

-- de Pablo Neruda --

Yo te escogí entre todas las mujeres
para que repitieras
sobre la tierra
mi corazón que baila con espigas
o lucha sin cuartel cuando hace falta.
Yo te pregunto, dónde está mi hijo?
no me esperaba en ti, reconociéndome,
y diciéndome: «llámame para salir sobre la tierra
a continuar tus luchas y tus cantos»?
devuélveme a mi hijo!
lo has olvidado en las puertas
del placer, oh pródiga
enemiga,
has olvidado que viniste a esta cita,
la más profunda, aquella
en que los dos, unidos, seguiremos hablando
por tu boca, amor mío,
ay todo aquello
que no alcanzamos a decirnos?
cuando yo te levanto en una ola
de fuego y sangre, y se duplica
la vida entre nosotros,
acuérdate
que alguien nos llama
como nadie jamás nos ha llamado,
y que no respondemos
y nos quedamos solos y cobardes
ante la vida que negamos.
Pródiga,
abre las puertas,
y que en tu corazón
el nudo ciego
se desenlace y vuele
con tu sangre y la mía
por el mundo!



Pablo Neruda

pobres muchachos

-- de Pablo Neruda --

Cómo cuesta en este planeta
amarnos con tranquilidad:
todo el mundo mira las sábanas,
todos molestan a tu amor.
Y se cuentan cosas terribles
de un hombre y de una mujer
que después de muchos trajines
y muchas consideraciones
hacen algo insustituible,
se acuestan en una sola cama.
Yo me pregunto si las ranas
se vigilan y se estornudan,
si se susurran en las charcas
contra las ranas ilegales,
contra el placer de los batracios.
Yo me pregunto si los pájaros
tienen pájaros enemigos
y si el toro escucha a los bueyes
antes de verse con la vaca.
Ya los caminos tienen ojos,
los parques tienen policía,
son sigilosos los hoteles,
las ventanas anotan nombres,
se embarcan tropas y cañones
decididos contra el amor,
trabajan incesantemente
las gargantas y las orejas,
y un muchacho con su muchacha
se obligaron a florecer
volando en una bicicleta.



Pedro Miguel Obligado

soledad

-- de Pedro Miguel Obligado --

Grabación em mp3 por
maría eugenia

¡soledad, soledad y siempre soledad!
palabras, ruidos, ecos; almas, tristezas, nada:
apenas un deseo de vivir y de amar.
Los días se deshacen como nubes ligeras;
y como todo pasa, ¿dónde está la verdad?
las ideas son chispas que descubren honduras,
y el placer más seguro, descansar, descansar.

El alma es como un pozo que contempla a una estrella
y que la siente dentro, sin tenerla jamás
las flores son tan bellas que duran un instante,
y el amor cuando nace, se alza a volar.
Y todo esto que digo, sólo son frases, humo
que el soplo de una noche de lluvia, apagará.
Hermano: estoy muy triste -¿me perdonas?- muy triste
- ¡soledad, soledad y siempre soledad ¡



Rafael María Baralt

A una tonta

-- de Rafael María Baralt --

Nadie lo niega, Elisa, y yo el primero,
si alguno lo negara, lo diría:
todo en tu cara hermosa es simetría;
cada cual de tus ojos un lucero.

Y nada excede en garbo al hechicero
talle gentil, ni en noble bizarría
la cadera, que al sesgo se desvía
y columpia amoroso el pie ligero.

Nadie lo niega, hermosa, y quien delira
por tu albo seno que al placer provoca:
quien, tu cuello al mirar, tiembla y suspira,

pero hay dos gracia sen tu linda boca
que el mundo sabio, sobre todo admira:
tu charla eterna, y tu reír de loca.



José María Heredia

A mi querida

-- de José María Heredia --

Ven, dulce amiga, que tu amor imploro:
luzca en tus ojos esplendor sereno,
y bajo en ondas al ebúrneo seno
de tus cabellos fúlgidos el oro.

¡Oh mi único placer! ¡oh mi tesoro!
¡Cómo de gloria y de ternura lleno,
estático te escucho, y me enageno
en la argentada voz de la que adoro!

Recíbate mi pecho apasionado:
ven, hija celestial de los amores,
descansa aquí, donde tu amor se anida.

¡Oh! nunca te separes de mi lado;
y ante mis pasos de inocentes flores
riega la senda fácil de la vida.



José Tomás de Cuellar

El placer

-- de José Tomás de Cuellar --

DIRÍJEME tus ojos, amor mío,
Dame tus labios á besar, hermosa,
Reclínate en mi pecho cariñosa,
Cura en tus brazos mi pesar impío.

Encadena á tus plantas mi albedrío;
Hazme feliz, criatura bondadosa...
¡Cuál me enagena la expansión dichosa!
¡Con qué magia disipas el hastío!

Quiero gozar contigo hasta la muerte,
Quiero siempre vivir para adorarte
Y bendecir unidos nuestra suerte.

¡Ay! ya siento un dolor al apartarte,
Ya el tedio me consume, y al perderte...
Me aborrezco, ¡ay de mí! ¡no puedo amarte!



José Tomás de Cuellar

A Lola

-- de José Tomás de Cuellar --

¿DICHOSA la edad florida
De las dulces ilusiones,
Dichosos los corazones
En cuyo centro se anida
El encanto de la vida,
El sentimiento profundo
Del placer y del amor!
Mas oye, Lola, en el vergel del mundo,
Mil espinas oculta cada flor.

Si en la encantada pradera
Donde los claveles crecen,
Y blandamente se mecen
Con la brisa lisonjera,



José Tomás de Cuellar

El clarín de la selva

-- de José Tomás de Cuellar --

RASGANDO la tiniebla ya colora
En el Oriente, imperceptible, escasa,
Como cendal de transparente gasa,
La tibia luz de la risueña aurora.

Y apena el viento, que al follage orea,
Comienza fresco á susurrar sonoro,
Y presta al dulce matutino coro
El ave entre las ramas se menea;

Apenas el arroyo cristalino
Murmura entre las guijas mansamente,
Allá, sobre las rocas del torrente
Se escucha un canto de placer divino.



José Tomás de Cuellar

El primer beso

-- de José Tomás de Cuellar --

DE Dios el sumo poder
Y de su alto amor en nombre,
Formó en el Edén al hombre
Y enseguida á la mujer.

Al ver él tanta hermosura,
Y al ver ella tanto ardor,
Sorprendieron al amor
Bajando desde la altura.

Y los tres en el exceso
De placer tan sin segundo.
Hicieron temblar al mundo
Al eco del primer beso.



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