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Se han encontrado 55 poemas con la palabra materia

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Pedro Calderón de la Barca

Laura

-- de Pedro Calderón de la Barca --

¿Qué género de ardor es el que llego
hoy a sentir, que más parece encanto,
pues luciendo tampoco abrasa tanto
y abrasando tan mudo, arde tan ciego?

¿Qué género de llanto es sin sosiego
éste, que a tanto incendio no da espanto,
pues al fuego apagar no puede el llanto,
ni al llanto puede consumir el fuego?

Donde materia no hay, no se da llama.
Mas ¡ay! que sin materia en el abismo
una y otra aprensión es quien la inflama.

Luego cierto será este silogismo:
si fuego de aprensión tiene quien ama,
amor y infierno todo es uno mismo.

Poema Laura de Pedro Calderón de la Barca con fondo de libro

Hernando de Acuña

En cuanto la materia es más subida

-- de Hernando de Acuña --

En cuanto la materia es más subida
y más se aparta de profanidad,
en tanto, señor, vuestra habilidad
ha quedado de mí más conocida.

Y pues el santo tiempo nos convida
a dejar todo vicio y vanidad,
volvamos con amor y caridad
a Cristo, que es bondad summa cumplida;

y olvidando por él toda otra cosa,
vaga de su pasión el fundamento,
para la gloria que apetece, el alma;

que, sin él, vuestra vida trabajosa
es nave rota que le falta el viento
y en playa de enemigos queda en calma.

Poema En cuanto la materia es más subida de Hernando de Acuña con fondo de libro

Clemente Althaus

El hablador

-- de Clemente Althaus --

I

Llega, y con tono magistral y grave
de la palabra al punto se apodera,
y empieza a disertar sobre cualquiera
materia, porque todas se las sabe.
No habla más largo ni seguido el ave
que nuestro idioma imita vocinglera;
y aunque su voz apague la ronquera,
ni remota esperanza hay de que acabe.
Crece en tanto el fastidio, el tiempo pasa,
a despedirse empieza ya la gente,
y a tanta reunión la antes escasa
sala se desocupa, y solamente
con la infeliz señora de la casa
se queda el hablador impertinente.

II

¡Ay del que con Don Juan entra en disputa!
de aquel a quien siquiera se le escapa
la réplica menor, pues se reputa
más infalible que el romano Papa.
Cuanto dice verdad es absoluta
que a la misma Verdad la boca tapa,
aunque diga que en Francia está Calenta
y a París ponga en África su mapa.
Materia en todo para eterna plática
halla, a pesar de su apariencia tísica
y de su cruel respiración asmática;
y desde rudimentos de gramática
hasta la más sublime metafísica
en todo su sentencia da, dogmática.

Poema El hablador de Clemente Althaus con fondo de libro

Amado Nervo

la bruma

-- de Amado Nervo --

La bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la bruma!
la bruma es el ensueño del agua, y en su empeño
de inmaterializarse lo vuelve todo ensueño.
A través de su velo mirífico, parece
como que la materia brutal se desvanece:
la torre es un fantasma de vaguedad que pasma,
todo, en su blonda envuelto, se convierte en fantasma,
y el mismo hombre que cruza por su zona quieta
se convierte en fantasma, es decir, en silueta.
La bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la bruma,
de la bruma que sueña con la aurora lejana!
y yo dije: ¡ensalcemos a dios, oh bruma hermana!



Leandro Fernández de Moratín

oda. a don gaspar de jovellanos

-- de Leandro Fernández de Moratín --

Id en las alas del raudo céfiro,
humildes versos, de las floridas
vegas que diáfano fecunda el arlas,
adonde lento mi patrio río
ve los alcázares de mantua excelsa.
Id, y al ilustre jovino, tanto
de vos amigo, caro a las musas,
para mí siempre numen benévolo,
id, rudos versos, y veneradle,
que nunca, o rápidas las horas vuelen,
o en larga ausencia viva remoto,
olvida méritos suyos inarco.
No, que mil veces su nombre presta
voz a mi cítara, materia al verso,
y al numen tímido llama celeste.
Yo le celebro, y al son armónico
toda enmudece la selva umbría,
por donde el tajo plácidas ondas
vierte, del árbol sacro a minerva
la sien ceñida, flores y pámpanos.
Tal vez sus ninfas, girando en torno,
sonora espuma cándida rompen,
del cuello apartan las hebras húmidas,
y el pecho alzando de formas bellas,
conmigo al ínclito varón aplauden,
dando a los aires coros alegres
que el eco en grutas repite cóncavas.



Lope de Vega

Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre

-- de Lope de Vega --

Al hombro el cielo, aunque su sol sin lumbre,
y en eclipse mortal las más hermosas
estrellas, nieve ya las puras rosas,
y el cielo tierra, en desigual costumbre.

Tierra, forzosamente pesadumbre,
y así, no Atlante, a las heladas losas
que esperan ya sus prendas lastimosas,
Sísifo sois, por otra incierta cumbre.

Suplícoos me digáis, si Amor se atreve
¿cuándo pesó con más pesar, Fernando,
o siendo fuego, o convertida en nieve?

Mas el fuego no pesa, que exhalando
la materia a su centro, es carga leve;
la nieve es agua, y pesará llorando.



Lope de Vega

Juana, para sufrir tu armado brío

-- de Lope de Vega --

Juana, para sufrir tu armado brío
ya no hay defensa en Bártulo ni en Baldo;
Juana ¿qué olla te vertí, qué caldo,
que tratas como a perro el amor mío?

Juana si tus estampas sigo al río
cargas de piedras el honesto enfaldo;
Juana, antenoche te pedí aguinaldo,
y me llamaste licenciado frío.

Cruel naturaleza en nieve pura
la fábrica exterior del cuerpo informa,
alma tan criminal, áspera y dura:

que mal el cuerpo al alma se conforma,
pues fue, de tan hermosa arquitectura,
la materia cristal, bronce la forma.



Lope de Vega

Los que en sonoro verso y dulce rima

-- de Lope de Vega --

Los que en sonoro verso y dulce rima
hacéis conceto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima,

oíd de un caos la materia prima
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta,
yo invento, Amor escribe, el tiempo lima.

Estas, en fin, reliquias de la llama
dulce que me abrasó, si de provecho
no fueren a la venta, ni a la fama,

sea mi dicha tal, que, a su despecho,
me traiga en el cartón quien me desama
que basta por laurel su hermoso pecho.



Lope de Vega

Meliso, Amor no es calidad ni elige

-- de Lope de Vega --

Meliso, Amor no es calidad ni elige,
ni de la sangre ni el valor se informa;
él dura, donde el alma se conforma,
con ley de no escuchar quien le corrige.

A sólo conservarse Amor dirige
la materia amorosa de su forma,
y, si el que ama en lo amado se transforma,
Amor sin calidad a nadie aflige.

Quiérome a mí, queriendo lo que quiero;
es lo que soy, luego mi amor no es culpa;
y si pueden vencerse las estrellas,

las de unos ojos no; por eso espero
que entrambas me darán justa disculpa
éstas por fuerza, y por belleza aquéllas.



Lope de Vega

Señor Liñan, quien sirve sin estrella

-- de Lope de Vega --

Señor Liñán, quien sirve sin estrella,
en átomos del sol quimeras hace,
pues cuanto más el duro yugo abrace,
tanto más su fortuna le atropella.

De mí estoy cierto, que nací sin ella;
pues ¿que porfía, el que sin ella nace?
La forma sin materia se deshace;
cantar no puedo en Babilonia bella.

Sin premio, cosa injusta me parece
perder el tiempo, encanecer temprano,
ídolos de dosel, confuso abismo.

Dichoso vos, a quien el cielo ofrece
tabla en el mar, y en el profundo, mano,
sirviendo a dueño que se da si mismo.



Lope de Vega

Yo dormiré en el polvo, y si mañana

-- de Lope de Vega --

Yo dormiré en el polvo, y si mañana
me buscares, Señor, será posible
no hallar en el estado convenible
para tu forma la materia humana.
Imprime agora, ¡oh fuerza soberana!,
tus efetos en mí, que es imposible
conservarse mi ser incorruptible,
viento, humo, polvo y esperanza vana.
Bien sé que he de vestirme el postrer día
otra vez estos huesos, y que verte
mis ojos tienen, y esta carne mía.
Esta esperanza vive en mí tan fuerte,
que con ella no más tengo alegría,
en las tristes memorias de la muerte.



Góngora

Hurtas mi vulto y cuanto más le debe

-- de Góngora --

Hurtas mi vulto y cuanto más le debe
a tu pincel, dos veces peregrino,
de espíritu vivaz el breve lino
en los colores que sediento bebe,

vanas cenizas temo al lino breve,
que émulo del barro le imagino,
a quien (ya etéreo fuese, ya divino)
vida le fió muda esplendor leve.

Belga gentil, prosigue al hurto noble;
que a su materia perdonará el fuego,
y el tiempo ignorará su contextura.

Los siglos que en sus hojas cuenta un roble,
árbol los cuenta sordo, tronco ciego;
quien más ve, quien más oye, menos dura.



Jaime Torres Bodet

nunca

-- de Jaime Torres Bodet --

Nunca me cansará mi oficio de hombre.
Hombre he sido y seré mientras exista.
Hombre no más: proyecto entre proyectos,
boca sedienta al cántaro adherida,
pies inseguros sobre el polvo ardiente,
espìritu y materia vulnerables
a todos los oprobios y las dichas...
Nunca me sentiré rey destronado
ni ángel abolido mientras viva,
sino aprendiz de hombre eternamente,
hombre con los que van por las colinas
hacia el jardín que siempre los repudia,
hombre con los que buscan entre escombros
la verdad necesaria y prohibida,
hombre entre los que labran con sus manos
lo que jamás hereda un alma digna,
¡porque de todo cuanto el hombre ha hecho
la sola herencia digna de los hombres
es el derecho de inventar su vida!



Jaime Torres Bodet

continuidad ix

-- de Jaime Torres Bodet --

¿ni cuándo?... Sí, lo sé. Cuando recoja
de la ceniza que en tu hogar remuevo
esa indulgencia inmune a la congoja
que, al fuego del dolor, pongo y atrevo.
Cuando, de la materia que me aloja
y cuyo fardo en las tinieblas llevo,
como del fruto que la edad despoja,
anuncie la semilla el fruto nuevo;
cuando de ver y de sentir cansado
vuelva hacia mí los ojos y el sentido
y en mí me encuentre gracias a tu ausencia,
entonces naceré de tu pasado
y, por segunda vez, te habré debido
en una muerte pura la existencia.



Jorge Cuesta

no aquel que goza, frágil y ligero

-- de Jorge Cuesta --

No aquel que goza, frágil y ligero,
ni el que contengo es acto que perdura,
y es en vano el amor rosa futura
que fascina a cultivo pasajero.

La vida cambia lo que fue primero
y lo que más tarde es no lo asegura,
y la memoria, que el rigor madura,
no defiende su fruto duradero.

Más consiente el sabor áspero y grueso,
el color que a la luz se desvanece,
la materia que al tacto se destroza.

Y en vano guarda su variable peso
el árbol y su forma se endurece,
y el mismo instante se revive y goza.



Jorge Luis Borges

el ápice

-- de Jorge Luis Borges --

No te habrá de salvar lo que dejaron
escrito aquellos que tu miedo implora;
no eres los otros y te ves ahora
centro del laberinto que tramaron
tus pasos. No te salva la agonía
de jesús o de sócrates ni el fuerte
siddharta de oro que aceptó la muerte
en un jardín, al declinar el día.
Polvo también es la palabra escrita
por tu mano o el verbo pronunciado
por tu boca. No hay lástima en el hado
y la noche de dios es infinita.
Tu materia es el tiempo, el incesante
tiempo. Eres cada solitario instante.



César Vallejo

piensan los viejos asnos

-- de César Vallejo --

Ahora vestiríame
de músico por verle,
chocaría con su alma, sobándole el destino con mi mano,
le dejaría tranquilo, ya que es un alma a pausas,
en fin, le dejaría
posiblemente muerto sobre su cuerpo muerto.
Podría hoy dilatarse en este frío,
podría toser; le vi bostezar, duplicándose en mioído
su aciago movimiento muscular.
Tal me refiero a un hombre, a su placa positiva
y, ¿por qué nó? a su boldo ejecutante,
aquel horrible filamento lujoso;
a su bastón con puño de plata con perrito,
y a los niños
que él dijo eran sus fúnebres cuñados.
Por eso vestiríame hoy de músico,
chocaría con su alma que quedóse mirando a mi materia...
¡Mas ya nunca veréle afeitándose al pie de sumañana;
ya nunca, ya jamás, ya para qué!
¡hay que ver! ¡qué cosa cosa!
¡qué jamás de jamases su jamás!



Diego de Torres Villarroel

dudas en materia grave nacidas del estudio

-- de Diego de Torres Villarroel --

En la doctrina chiste y agudeza
de los libros gasté parte de vida,
y he quedado peor, que está tupida
de ajenos desatinos mi cabeza.
Buscaba en los doctores mi rudeza,
de cierta duda la mejor salida,
y hallé mil opiniones sin medida
pues uno el sí y el otro el no me reza
mas necio vengo a ser más imprudente
la razón natural está más ruda
pues ya por sí no asiente ni consiente
antes pudo opinar, ya quedó en muda
¿quien dirá la verdad? dios solamente
¿y yo que haré? morirme con la duda.



Diego de Torres Villarroel

cuenta los pasos de la vida

-- de Diego de Torres Villarroel --

De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrado.
De la estrechez obscura libertado,
salgo informe terrón no conocido,
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel obscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?



José Agustín Goytisolo

el oficio del poeta

-- de José Agustín Goytisolo --

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.
Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.
La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.



Octavio Paz

ii. bajo tu clara sombra

-- de Octavio Paz --

Ii
tengo que hablaros de ella.
Suscita fuentes en el día,
puebla de mármoles la noche.
La huella de su pie
es el centro visible de la tierra,
la frontera del mundo,
sitio sutil, encadenado y libre;
discípula de pájaros y nubes
hace girar al cielo;
su voz, alba terrestre,
nos anuncia el rescate de las aguas,
el regreso del fuego,
la vuelta de la espiga,
las primeras palabras de los árboles,
la blanca monarquía de las alas.
No vio nacer al mundo,
mas se enciende su sangre cada noche
con la sangre nocturna de las cosas
y en su latir reanuda
el son de las mareas
que alzan las orillas del planeta,
un pasado de agua y de silencio
y las primeras formas de la materia fértil.
Tengo que hablaros de ella,
de su fresca costumbre
de ser simple tormenta, rama tierna.



Pablo Neruda

fantasma

-- de Pablo Neruda --

Cómo surges de antaño, llegando,
encandilada, pálida estudiante,
a cuya voz aún piden consuelo
los meses dilatados y fijos.
Sus ojos luchaban como remeros
en el infinito muerto
con esperanza de sueño y materia
de seres saliendo del mar.
De la lejanía en donde
el olor de la tierra es otro
y lo vespertino llega llorando
en forma de oscuras amapolas.
En la altura de los días inmóviles
el insensible joven diurno
en tu rayo de luz se dormía
afirmado como en una espada.
Mientras tanto crece a la sombra
del largo transcurso en olvido
la flor de la soledad, húmeda, extensa,
como la tierra en un largo invierno.



Pablo Neruda

unidad

-- de Pablo Neruda --

Hay algo denso, unido, sentado en el fondo,
repitiendo su número, su señal idéntica.
Cómo se nota que las piedras han tocado el tiempo,
en su fina materia hay olor a edad,
y el agua que trae el mar, de sal y sueño.
Me rodea una misma cosa, un solo movimiento:
el peso del mineral, la luz de la piel,
se pegan al sonido de la palabra noche:
la tinta del trigo, del marfil, del llanto,
las cosas de cuero, de madera, de lana,
envejecidas, desteñidas, uniformes,
se unen en torno a mí como paredes.
Trabajo sordamente, girando sobre mí mismo,
como el cuervo sobre la muerte, el cuervo de luto.
Pienso, aislado en lo extenso de las estaciones,
central, rodeado de geografía silenciosa:
una temperatura parcial cae del cielo,
un extremo imperio de confusas unidades
se reúne rodeándome.



Pedro Salinas

versos 1108 a 1138

-- de Pedro Salinas --

Versos 1108 a 1138
horizontal, sí, te quiero.
Mírale la cara al cielo,
de cara. Déjate ya
de fingir un equilibrio
donde lloramos tú y yo.
Ríndete
a la gran verdad final,
a lo que has de ser conmigo,
tendida ya, paralela,
en la muerte o en el beso.
Horizontal es la noche
en el mar, gran masa trémula
sobre la tierra acostada,
vencida sobre la playa.
El estar de pie, mentira:
sólo correr o tenderse.
Y lo que tú y yo queremos
y el día ya tan cansado
de estar con su luz, derecho
es que nos llegue, viviendo
y con temblor de morir,
en lo más alto del beso,
ese quedarse rendidos
por el amor más ingrávido,
al peso de ser de tierra,
materia, carne de vida.
En la noche y la trasnoche,
y el amor y el trasamor,
ya cambiados
en horizontes finales,
tú y yo, de nosotros mismos.



Pedro Salinas

don de la materia

-- de Pedro Salinas --

Entre la tiniebla densa
el mundo era negro: nada.
Cuando de un brusco tirón
forma recta, curva forma
le saca a vivir la llama.
Cristal, roble, iluminados,
¡qué alegría de ser tienen,
en luz, en líneas, ser
en brillo y veta vivientes!
cuando la llama se apaga,
fugitivas realidades,
esa forma, aquel color,
se escapan.
¿Viven aquí o en la duda?
sube lenta una nostalgia
no de luna, no de amor,
no de infinito. Nostalgia
de un jarrón sobre una mesa.
¿Están?
yo busco por donde estaban.
Desbrozadora de sombras
tantea la mano. A oscuras
vagas huellas, sigue el ansia.
De pronto, como una llama
sube una alegría altísima
de lo negro: la luz del tacto.
Llegó al mundo de lo cierto.
Toca el cristal, frío, duro,
toca la madera, áspera.
¡Están!
la sorda vida perfecta,
sin color, se me confirma,
segura, sin luz, la siento:
realidad profunda, masa.



Pedro Salinas

no rechaces los sueños por ser sueños.

-- de Pedro Salinas --

Todos los sueños pueden
ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño. Si soñamos
que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
su propio sueño, y dice:
«yo soy el sol, los cielos, el amor».
Pero nunca se va, nunca se pasa,
si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
es el modo que el alma
tiene para que nunca se le escape
lo que se escaparía si dejamos
de soñar que es verdad lo que no existe.
Sólo muere
un amor que ha dejado de soñarse
hecho materia y que se busca en tierra.



Pedro Salinas

la voz a ti debida - las oyes cómo piden realidades

-- de Pedro Salinas --

¿las oyes cómo piden realidades,
ellas, desmelenadas, fieras,
ellas, las sombras que los dos forjamos
en este inmenso lecho de distancias?
cansadas ya de infinidad, de tiempo
sin medida, de anónimo, heridas
por una gran nostalgia de materia,
piden límites, días, nombres.
No pueden
vivir así ya más: están al borde
del morir de las sombras, que es la nada.
Acude, ven conmigo.
Tiende tus manos, tiéndeles tu cuerpo.
Los dos les buscaremos
un color, una fecha, un pecho, un sol.
Que descansen en ti, sé tú su carne.
Se calmará su enorme ansia errante,
mientras las estrechamos
ávidamente entre los cuerpos nuestros
donde encuentren su pasto y su reposo.
Se dormirán al fin en nuestro sueño
abrazado, abrazadas. Y así luego,
al separamos, al nutrirnos sólo
de sombras, entre lejos,
ellas
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado
de carne y hueso,
el tiempo que vivieron en nosotros.
Y su afanoso sueño
de sombras, otra vez, será el retorno
a esta corporeidad mortal y rosa
donde el amor inventa su infinito.



Rafael María Baralt

A Dios II

-- de Rafael María Baralt --

Cielos, orbes y abismos reverentes
narran tu gloria, ¡oh Dios!, y tu grandeza;
y ante el sol inmortal de tu belleza
postran los santos las radiosas frentes.

Materia y forma, especies y vivientes
sacaste a luz con próvida largueza;
y bebe, sin cesar, naturaleza
copiosa vida en tus eternas fuentes.

Diste al hombre tu imagen, y un destello
es su razón de tu razón sublime,
con que pusiste al gran prodigio el sello;

pues sólo aquel es digno de adorarte
que en libre estadio el pensamiento esgrime,
y libre puedo, aunque en error, negarte.



José Tomás de Cuellar

Flores del alma (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

Ave errante, cruzando el infinito
Por este mundo paso.
La ley de la materia me entretiene
Entre el placer y el llanto.
Y al ir desde la cuna hasta el sepulcro
Bien sé que, infortunado.
He de llegar á ser ceniza fría
Para propios y extraños.
Mas por que no se olvide hasta mi nombre
Al disiparse el ruído de mis pasos,
Flores del alma en mis amantes versos
Con júbilo derramo,
Y así las almas puras que me amen
Las cogerán, pensando
Que, mañana, tal vez por esa prenda,
Allá en la eternidad nos conozcamos.



José Tomás de Cuellar

La vida y la muerte (Cuéllar)

-- de José Tomás de Cuellar --

QUISO Dios y bajando conmovida
El alma á disfrutar humana suerte,
Vino á abrazar á la materia inerte
En la remota inmensidad perdida.

De ese abrazo de amor nació la vida.
De otro abrazo de amor nace la muerte.



Juan Bautista Arriaza

Brindando en un banquete de bodas

-- de Juan Bautista Arriaza --

Gime la prensa cuna al pliego ajusta
vuestro nombre, Isabel, y el de Fernando;
gime, y es de placer de estar gozando
de ambos monarcas la presencia augusta.

Materia hallar quisiera más robusta
en que imprimir, la gloria eternizando
de un rey al pueblo tan benigno y blando,
de una reina tan bella, amable y justa.

Mas no, Fernando, no la huella intensa
del buril, ni pincel en sus matices
cede en su obsequio la afanosa prensa;

que es su blasón con tipos y matices
llevar tu voz a una distancia inmensa,
y a doquier que la lleve hacer felice.



Juan de Tassis y Peralta

después, amor, que mis cansados años

-- de Juan de Tassis y Peralta --

Dieron materia a lástima y a risa,
cuando debiera ser cosa precisa
el costoso escarmiento en tus engaños;
y de los verdaderos desengaños
el padre volador también me avisa,
que aunque todo lo muda tan aprisa,
su costumbre común niega a mis daños;
cuando ya las razones y el instinto
pudieran de mí mismo defenderme
y por causa fundada en escarmiento;
en otro peligroso laberinto
me pone amor, y ayudan a perderme
memoria, voluntad y entendimiento.



Félix María Samaniego

El brocal

-- de Félix María Samaniego --

El pozo de los padres trinitarios

tuvo brocales varios:

ya de mampostería,

ya de piedra de buena sillería,

en fin de berroqueño le pusieron,

el último que eterno ellos creyeron;

pero tal faena de sacar agua

en el convento había,

que al año ya tenía

el brocal una brecha grande y buena.

-¡Virgen!, el superior

dijo al saberlo,

que no sé ya qué materia hacerlo

para que no se roce o desmorone.

Llamar al albañil en el momento

a ver de qué dispone

se haga el brocal al pozo del convento.

El albañil llamado

al punto fue enterado,

y dijo: -Aquí lo que conviene

es hacer un brocal como

el que tiene mi mujer,

que ha veinte años cabalmente

que echo por él la soga de frecuente

con dos cubos que al par le han golpeado,

y ni una pizca se ha desmoronado.



Gabino Alejandro Carriedo

alvar aalto

-- de Gabino Alejandro Carriedo --

Alvar aalto
alvar aalto: una vez más
con tus maderas alabeadas
y tus sillas de sentar.
Alvar aalto: nos conmueve
la pura serenidad
de las cubiertas angulares
de tu casa boreal.
Alvar aalto: es que quizás
el vuelo alado de tus pájaros
se reproduce intemporal,
puro elemento de arte lírica
triangular.
Alvar aalto: esta hermenéutica
de meta filosofal
y erectos pinos rojos,
vendrá ¿o no vendrá?,
con sus pulidos paramentos
a ser retablo popular.
Alvar aalto: en el impar
lienzo del lago húmedo
el bosque humano está detrás.
Así tu genio bate
un mudo abeto en el cristal
y se hace pura geofonía
en el paisaje dominical.
Alvar aalto: el arquitecto
del más vecino más allá.
Tu poesía escandinava
de colectiva intimidad
aún es intacta y blanca nieve,
aún es materia intacta, albar.
La arquitectura de alvar aalto,
textura de arco en alto altar.



La muerte es la vida

-- de Gabriel Álvarez de Toledo --

Esto que vive en mí, por quien yo vivo,
es la mente inmortal, de Dios criada
para que en su principio transformada,
anhele al fin de quien el ser recibo.

Mas del cuerpo mortal al peso esquivo
el alma en un letargo sepultada,
es mi ser en esfera limitada
de vil materia mísero cautivo.

En decreto infalible se prescribe
que al golpe justo que su lazo hiere
de la cadena terrenal me prive.

Luego con fácil conclusión se infiere
que muere el alma cuando el hombre vive,
que vive el alma cuando el hombre muere.



Gaspar Melchor de Jovellanos

a la noche

-- de Gaspar Melchor de Jovellanos --

Ven, noche amiga; ven, y con tu manto
mi amor encubre y la esperanza mía;
ven, y mi planta entre tus sombras guía
a ver de clori el peregrino encanto;
ven, y movida a mi ardoroso llanto,
envuelve y llena en tu tiniebla fría
el malicioso resplandor del día,
testigo y causador de mi quebranto.
Ven esta vez no más; que si piadosa
tiendes el velo a mi pasión propicio,
y el don que pide otorgas a mi ruego,
tan solo a ti veneraré por diosa,
y para hacerte un grato sacrificio
mi corazón dará materia al fuego.



Hernando de Acuña

Pareciéndome flores los abrojos

-- de Hernando de Acuña --

Pareciéndome flores los abrojos,
teniendo por atajo un gran rodeo,
corrí tras la esperanza y el deseo,
dejada la razón por los antojos;

mas la miseria humana y sus enojos
me mostraron en fin mi devaneo
de suerte que, no viendo, ahora veo,
que, yendo a despeñarme, abrí los ojos.

Desde entonces quedé considerando
de cuán débil materia era el cimiento
donde fundé mil pensamientos vanos;

y esfuerza mi flaqueza, procurando
seguir con obras al entendimiento,
mas, señor don Martín, somos humanos.



Hernando de Acuña

Si amor, así como extremó mi pena

-- de Hernando de Acuña --

Si amor, así como extremó mi pena,
mi estilo en alabaros extremara,
vuestra fama, señora, ya llegara
donde jamás llegó ninguna ajena.

Y aquella Laura cuyo nombre suena
del toscano poeta en voz tan clara
en le nombre tan sólo os igualara,
mas mi bajo decir lo desordena.

Así, de no emprender obra tan alta
tengo justa disculpa, pues excede
tan claro la materia toda historia;

pero en vuestros loores esta falta,
de poderse igualar, hace que quede
para siempre de vos digna memoria.



Tomás de Iriarte

El que de su quietud tanto se olvida

-- de Tomás de Iriarte --

El que de su quietud tanto se olvida,
que entrega a bravo mar frágil navío;
el que en la guerra, por mostrar su brío,
pone contra mil balas una vida;

quien todo su caudal de un lance envida;
quien no esgrime, y se arriesga a un desafío;
quien se opone al capricho, o al desvío
de una mujer hermosa y presumida;

el que sube a una cátedra sin ciencia,
y el que al púlpito saca sus sermones,
fundando en su memoria su elocuencia,

todos ellos de ti tomen lecciones
en materia de arrojo y de imprudencia;
pues al Teatro das composiciones.



Vicente Gallego

oda

-- de Vicente Gallego --

Tú eres canto de amor
bajo la piel traslúcida del día,
circulación del alma en las vistosas alas
de las formas terrestres,
destello que delata, jubiloso,
la condición solar de la materia.
Tú has sembrado en la noche
tu plateada flor iridiscente,
y es la muerte por ti una perla negra.
Tú eres alta embajada
del subterráneo fruto,
y está arriba tu sitio, en la fugaz
superficie lograda de las cosas:
brillo eterno del mundo,
rocío del mirar enamorado.



Vicente Gallego

septiembre, 30

-- de Vicente Gallego --

No ha sido fácil comprender el mar,
las rocas, su volumen,
la concreción del tiempo en la materia
más real, la verdad del mundo en el vaivén
del viento y la marea, en la quietud
que el arrecife opone al oleaje,
en el fragor eterno del silencio,
que es una voz antigua e innumerable.
El mar que se resiste al adjetivo,
que en su enigma desprecia
definición o imagen más allá
de ese asombro que afirma en cualquier muerte
la vida que no acaba, esa vida del agua
que ha sido tantas vidas y que ahora
es también esta nuestra.
El mar,
y una noche sin luna ni tormenta,
el mar únicamente y yo, aquí,
este íntimo acuerdo con mis pasos:
tan sólo quien se busca en el camino
y al encontrarse al fin está desnudo.



Vicente Ruiz Llamas

Soneto último

-- de Vicente Ruiz Llamas --

El débil cuerpo agonizando lento,
el alma fuerte y la razón segura
oigo cavar mi humilde sepultura,
término y fin a tanto sufrimiento.

Ya de la muerte las caricias siento,
su beso frío, su mirada dura,
se desmorona la materia impura
al soplo helado de su helado aliento.

Cansado de luchar sin esperanza,
sin fin, sin ilusión, mi estéril vida
juguete vano de la aciaga suerte

paso tras paso hacia su fin avanza.
¿A qué más retardar esta partida?
Si al cabo has de venir, ven pronto, muerte.



Angel González

quédate quieto

-- de Angel González --

Deja para mañana
lo que podrías haber hecho hoy
(y comenzaste ayer sin saber cómo).
Y que mañana sea mañana siempre;
que la pereza deje inacabado
lo destinado a ser perecedero;
que no intervenga el tiempo,
que no tenga materia en que ensañarse.
Evita que mañana te deshaga
todo lo que tú mismo
pudiste no haber hecho ayer.



Marcelino Menéndez y Pelayo

Soneto-dedicatoria

-- de Marcelino Menéndez y Pelayo --

A ti, de ingenio y luz raudal hirviente,
De las helenas Gracias compañera,
De mis cantos daré la flor primera:
Gane hermosura al adornar tu frente.

No de otro modo en bosque floreciente
Rudo y sin desbastar el leño espera,
O el mármol encerrado en la cantera,
El sabio impulso de escultor valiente.

Llega el artista, y la materia rinde;
Levántase a forma vencedora
Del mármol que el cincel taja y escinde.

Corra, en la piedra, de la vida el río;
Tú serás el cincel, noble Señora,
Que labre el mármol del ingenio mío.



Miguel Hernández

18

-- de Miguel Hernández --

18
ya de su creación, tal vez, alhaja
algún sereno aparte campesino
el algarrobo, el haya, el roble, el pino
que ha de dar la materia de mi caja.
Ya, tal vez, la combate y trabaja
el talador con ímpetu asesino
y, tal vez, por la cuesta del camino
sangrando subre y resonando baja.
Ya, tal vez, la reduce a geometría,
a pliegos aplanados quien apresta
el último refugio a todo vivo.
Y cierta y sin tal vez, la tierra umbría
desde la eternidad está dispuesta
a recibir mi adiós definitivo.



Juan Gelman

el pájaro se desampara en su...

-- de Juan Gelman --

El pájaro se desampara en su
vueloquiere olvidar las alas
subir de la nada al vacío donde será materia y se acuesta
como luz en el soles
lo que no es todavíaigual al sueño
del que viene y no saletraza
la curva del amor con muerteva
de la coincidencia al mundose encadena
a los trabajos de su vezretira
el dolor del dolordibuja
su claro delirio
con los ojos abiertoscanta
incompletamente



Julio Flórez

De viaje

-- de Julio Flórez --

Poem

Siempre aturdido entre el tumulto ignaro voy con mi carga de dolor a cuestas, olas salvando y empinadas crestas en tierra, sin bordón, y en mar sin faro.

Aquí y en todas partes sin amparo, con los labios repletos de protestas, tras horas desoladas y funestas, a bajar la pendiente me preparo.

Ruinas no más, desolación y luto dejo en mi senda lúgubre; a mi vista se abre la eternidad y no me inmuto.

¡Sólo seguir viviendo me contrista, pues tengo para el último minuto el alma pronta y la materia lista!



Evaristo Carriego

La viejecita

-- de Evaristo Carriego --

Sobre la acera, que el sol escalda,
doblado el cuerpo — la cruz obliga —
lomo imposible, que es una espalda
desprecio y sobra de la fatiga,
pasa la vieja, la inconsolable,
la que es, apenas, un desperdicio
del infortunio, la lamentable
carne cansada de sacrificio.
La viejecita, la que se siente
un sedimento de la materia,
deshecho inútil, salmo doliente
del Evangelio de la Miseria.
Luz de pesares, propios o ajenos,
sobre la pena de su faz mustia
dejan estigmas, de dolor llenos,
entristeciendo su misma angustia;
su misma angustia que ha compartido,
como el mendrugo que no la sacia,
con esa niña que ha recogido,



Blanca Andreu

elphistone

-- de Blanca Andreu --

Es la hiedra negra, en las raíces, entre las hojas
del invierno, caídas hojas bajo la nieve, en las estrellas
del invierno, estrellas gastadas.
Yo lo recuerdo de la misma manera que el invierno
cuando con sus grandes botas pisotea la tierra,
como la sombra que divide así yo lo recuerdo
entre arbotantes y grandes maderos, en tanto el viento
escapa hacia el altar.
Yo recuerdo la luz de su fría república,
sin duda la luna u otra materia maléfica.
Yo recuerdo su luz mientras el viento escapa
y una sombra torcida cruza hacia el altar.



Claudio Rodríguez

don de la ebriedad i

-- de Claudio Rodríguez --

i
siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
y, sin embargo esto es un don, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.



Claudio Rodríguez

espuma

-- de Claudio Rodríguez --

Miro la espuma, su delicadeza
que es tan distinta a la de la ceniza.
Como quien mira una sonrisa, aquella
por la que da su vida y le es fatiga
y amparo, miro ahora la modesta
espuma. Es el momento bronco y bello
del uso, el roce, el acto de la entrega
creándola. El dolor encarcelado
del mar, se salva en fibra tan ligera;
bajo la quilla, frente al dique, donde
existe amor surcado, como en tierra
la flor, nace la espuma. Y es en ella
donde rompe la muerte, en su madeja
donde el mar cobra ser, como en la cima
de su pasión el hombre es hombre, fuera
de otros negocios: en su leche viva.
A este pretil, brocal de la materia
que es manantial, no desembocadura,
me asomo ahora, cuando la marea
sube, y allí naufrago, allí me ahogo
muy silenciosamente, con entera
aceptación, ileso, renovado
en las espumas imperecederas.



Claudio Rodríguez

un viento

-- de Claudio Rodríguez --

Dejad que el viento me traspase el cuerpo
y lo ilumine. Viento sur, salino,
muy soleado y muy recién lavado
de intimidad y redención, y de
impaciencia. Entra, entra en mi lumbre,
ábreme ese camino
nunca sabido: el de la claridad.
Suena con sed de espacio,
viento de junio, tan intenso y libre
que la respiración, que ahora es deseo
me salve. Ven
conocimiento mío, a través de
tanta materia deslumbrada por tu honda
gracia.
Cuán a fondo me asaltas y me enseñas
a vivir, a olvidar,
tú, con tu clara música.
Y cómo alzas mi vida
muy silenciosamente,
muy de mañana y amorosamente
con esa puerta luminosa y cierta
que se me abre serena
porque contigo no me importa nunca
que algo me nuble el alma.



Claudio Rodríguez

salvación del peligro

-- de Claudio Rodríguez --

Esta iluminación de la materia,
con su costumbre y con su armonía,
con sol madurador,
con el toque sin calma de mi pulso,
cuando el aire entra a fondo
en la ansiedad del tacto de mis manos
que tocan sin recelo,
con la alegría del conocimiento,
esta pared sin grietas,
y la puerta maligna, rezumando,
nunca cerrada,
cuando se va la juventud, y con ella la luz,
salvan mi deuda.
Salva mi amor este metal fundido,
este lino que siempre se devana
con agua miel,
y el cerro con palomas,
y la felicidad del cielo,
y la delicadeza de esta lluvia,
y la música del
cauce arenoso del arroyo seco,
y el tomillo rastrero en tierra ocre,
la sombra de la roca a mediodía,
la escayola, el cemento,
el zinc, el níquel,
la calidad del hierro, convertido, afinado
en acero,
los pliegues de la astucia, las avispas del odio,
los peldaños de la desconfianza,
y tu pelo tan dulce,
tu tobillo tan fino y tan bravío,
y el frunce del vestido,
y tu carne cobarde...
Peligrosa la huella, la promesa
entre el ofrecimiento de las cosas
y el de la vida.
Miserable el momento si no es canto.



Clemente Althaus

Ansia del cielo

-- de Clemente Althaus --

Tal vez el cielo, que por noble patria
confiesa el alma, y sin cesar la llora,
doloroso contemplo y pensativo,
desde este triste valle de miseria
do prisionero vivo;
cual desde orilla mora,
en encendidas lágrimas deshecho,
mirar solía el Español cautivo
os verdes campos de su dulce Iberia,
al otro lado del hercúleo estrecho;
y, cual sus lazos destrozar ansiaba
para volver nadando a sus hogares,
las cadenas romper de la materia
así entonces anhela el alma esclava,
desnudándose fuerte
del natural espanto de la muerte.



Ricardo Güiraldes

Aconcagua

-- de Ricardo Güiraldes --

Cima. Altura. Cono tendencioso, que escapas de la tierra, hacia la coronación rala de aires eternos.

Aspiración a lo perfecto.

Gran tranquilo. Eterno mojón de cataclismo, cernido de nubes que lloran en tus flancos pétreos, desflocando sobre tu dureza la impotencia blanduzca de sus velámenes, esclavos del viento.

Indiferente.

Caótica cristalización.

Rezo de piedra.

Véngame tu firmeza inconmovible. Dios del silencio. Dios de aspiraciones hacia la perfección sideral.

¡Oh! tú que escapas a la tierra.

Impulso en catalepsia.

Borbotón solidificado.

Serenidad, hecha materia, que duermes al través de los siglos, imperturbablemente.

Vuelo en letargo.

Véngame tu estabilidad perenne, oh, pacificador inerte; dame tu sopor inmutable y la paz de tu quietismo de esfinge geológica.

¡Aconcagua!

Mendoza, 1913.



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