Buscar Poemas con Lugar


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Se han encontrado 84 poemas con la palabra lugar

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César Vallejo

trilce

-- de César Vallejo --

Trilce
hay un lugar que yo me sé
en este mundo, nada menos,
adonde nunca llegaremos.
Donde, aun si nuestro pie
llegase a dar por un instante
será, en verdad, como no estarse.
Es ese sitio que se ve
a cada rato en esta vida,
andando, andando de uno en fila.
Más acá de mí mismo y de
mi par de yemas, lo he entrevisto
siempre lejos de los destinos.
Ya podéis iros a pie
o a puro sentimiento en pelo,
que a él no arriban ni los sellos.
El horizonte color té
se muere por colonizarle
para su gran cualquiera parte.
Mas el lugar que yo me sé,
en este mundo, nada menos,
hombreado va con los reversos.
Cerrad aquella puerta que
está entreabierta en las entrañas
de ese espejo. ¿Está? no; su hermana.
No se puede cerrar. No se
puede llegar nunca a aquel sitio
do van en rama los pestillos.
Tal es el lugar que yo me sé.

Poema trilce de César Vallejo con fondo de libro

Mario Benedetti

el lugar del crimen

-- de Mario Benedetti --

A pesar de psicólogos
detectives novelistas ingleses
los asesinos en su mayoría
no vuelven al lugar del crimen
huyen por lo común despavoridos
en búsqueda de indultos
olvidos y fronteras
y cuando al fin suponen
que se encuentran a salvo
y consiguen un lecho
con mujer o sin ella
cierran los ojos sobre su fatiga
y penetran incautos en el sueño refugio
la sorpresa es que allí nunca hubo indultos
ni dispensas ni olvido ni fronteras
y de pronto se hallan
con que el lugar del crimen
los espera implacable
en el vedado de sus pesadillas

Poema el lugar del crimen de Mario Benedetti con fondo de libro

León Felipe

vencidos

-- de León Felipe --

Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de don quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de don quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, don quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡y cuántas veces te grito: hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de don quijote pasar...

Poema vencidos de León Felipe con fondo de libro

Jaime Sabines

te quiero porque tienes las partes de la mujer

-- de Jaime Sabines --

En el lugar preciso
y estás completa. No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy una mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.
¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.
Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.



Jaime Sabines

sitio de amor

-- de Jaime Sabines --

Sitio de amor, lugar en que he vivido
de lejos, tú, ignorada,
amada que he callado, mirada que no he visto,
mentira que me dije y no he creído:

(ésta es la última vez que yo te quiero.
En serio te lo digo.)

Cosas que no conozco, que no he aprendido,
contigo, ahora, aquí, las he aprendido.

En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amada, lugar en que descanso,
silencio en que me aflijo.

(Cuando miro tus ojos
pienso en un hijo.)

Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente
que todo te lo digo.

Tu corazón a flor de piel, tus manos,
tu sonrisa perdida alrededor de un grito,
ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo,
ese tu andar buscándome por donde yo no he ido:

todo eso que tú haces y no haces a veces
es como para estarse peleando contigo.

Niña de los espantos, mi corazón caído,
ya ves, amada, niña, qué cosas dijo.



Jaime Sabines

no es nada de tu cuerpo

-- de Jaime Sabines --

No es nada de tu cuerpo,
ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
No es tu boca -tu boca
que es igual que tu sexo-,
ni la reunión exacta de tus pechos,
ni tu espalda dulcísima y suave,
ni tu ombligo, en que bebo.
No son tus muslos duros como el día,
ni tus rodillas de marfil al fuego,
ni tus pies diminutos y sangrantes,
ni tu olor, ni tu pelo.
No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
triste luz descarriada, paz sin dueño,
ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
ni las ojeras que te deja el sueño.
Ni es tu lengua de víbora tampoco,
flecha de avispas en el aire ciego,
ni la humedad caliente de tu asfixia
que sostiene tu beso.
No es nada de tu cuerpo,
ni una brizna, ni un pétalo,
ni una gota, ni un gramo, ni un momento:

es sólo este lugar donde estuviste,
estos mis brazos tercos.



Cristóbal de Castillejo

sonetos - al lugar donde están los trovadores

-- de Cristóbal de Castillejo --

Al lugar donde están los trovadores
que en esta nuestra lengua y sus primores
fueron en este siglo señalados,

los unos a los otros alterados
se miran, con mudança de colores,
temiéndose que fuesen corredores
espías o enemigos desmandados;

y juzgando primero por el traje,
paresciéronles ser, como debía,
gentiles españoles caballeros;

y oyéndoles hablar nuevo lenguaje
mezclado de estranjera poesía,
con ojos los miraban de estranjeros.



Roberto Juarroz

sí, hay un fondo

-- de Roberto Juarroz --

Sí, hay un fondo.
Pero hay también un más allá del fondo,
un lugar hecho con caras al revés.
Y allí hay pisadas,
pisadas o por lo menos su anticipo,
lectura de ciego que ya no necesita puntos
y lee en lo liso
o tal vez la lectura de sordo
en los labios de un muerto.
Sí, hay un fondo.
Pero es el lugar donde empieza el otro lado,
simétrico de éste,
tal vez éste repetido,
tal vez éste y su doble,
tal vez éste.



Abraham Valdelomar

El hermano ausente en la cena de pascua

-- de Abraham Valdelomar --

La misma mesa antigua y holgada, de nogal,
y sobre ella la misma blancura del mantel
y los cuadros de caza de anónimo pincel
y la oscura alacena, todo, todo está igual...

Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
mi madre tiende a veces su mirada de miel,
y se musita el nombre del ausente; pero él
hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual.

La misma criada pone, sin dejarse sentir,
la suculenta vianda y el plácido manjar;
pero no hay la alegría y el afán de reír

que animaran antaño la cena familiar;
y mi madre, que acaso algo quiere decir,
ve el lugar del ausente y se pone a llorar...



Abraham Valdelomar

El hermano ausente en la cena pascual

-- de Abraham Valdelomar --

La misma mesa antigua y holgada, de nogal,
y sobre ella la misma blancura del mantel
y los cuadros de caza de anónimo pincel
y la oscura alacena, todo, todo está igual...

Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
mi madre tiende a veces su mirada de miel,
y se musita el nombre del ausente; pero él
hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual.

La misma criada pone, sin dejarse sentir,
la suculenta vianda y el plácido manjar;
pero no hay la alegría y el afán de reír

que animaran antaño la cena familiar;
y mi madre, que acaso algo quiere decir,
ve el lugar del ausente y se pone a llorar...



Alfonsina Storni

El canal

-- de Alfonsina Storni --

En la dulce fragancia
De la dulce San Juan,
Recuerdos de mi infancia
Enredados están.

Mi casa hacia los fondos
Tendía su vergel;
Allí canales hondos
Entre abejas y miel.

De enrojecidas ondas
Y pequeño caudal
Era el mío, entre frondas,
Predilecto canal.

Vagas melancolías
Llevábanme a buscar
En los oscuros días
Aquel dulce lugar.

Barquitos trabajaba
En nevado papel
Y en el agua soltaba
Tan menudo bajel.

Y navegaban hasta
Que un recodo fugaz
Se interponía: ¡basta!
No los veía más.

Y al perder mi barquito
Solíanme embargar
Ideas de infinito
Y rompía a llorar.

Niña: ya presentías
Lo que ocurrir debió:
Todo, por otras vías,
Se ha ido y no volvio.



Amado Nervo

los muertos

-- de Amado Nervo --

El paraíso existe;
pero no es un lugar (cual la creencia
común pretende) tras el hosco y triste
bregar del mundo; el paraíso existe;
pero es sólo un estado de conciencia.
Los muertos no se van a parte alguna,
no emprenden al azul remotos viajes,
ni anidan en los cándidos celajes,
ni tiemblan en los rayos de la luna...
Son voluntades lúcidas, atentos
y alados pensamientos
que flotan en redor, como diluidos
en la sombra; son límpidos intentos
de servirnos en todos los momentos;
son amores custodios, escondidos.
Son númenes propicios que se escudan
en el arcano, mas que no se mudan
para nosotros; que obran en las cosas
por nuestro bien; son fuerzas misteriosas,
que, si las invocamos, nos ayudan.
¡Feliz quien a su lado
tiene el alma de un muerto idolatrado
y en las angustias del camino siente
sutil, mansa, impalpable, la delicia
de su santa caricia,
como un soplo de paz sobre la frente!



Lope de Vega

Cayó la torre que en el viento hacían

-- de Lope de Vega --

Cayó la torre que en el viento hacían
mis altos pensamientos castigados,
que yacen por el suelo derribados,
cuando con sus extremos competían.
Atrevidos al sol llegar querían,
y morir en sus rayos abrasados,
de cuya luz contentos y engañados,
como la ciega mariposa, ardían.
¡Oh, siempre aborrecido desengaño,
amado al procurarte, odioso al verte,
que en lugar de sanar, abres la herida!
Plugiera a Dios duraras, dulce engaño:
que si ha de dar un desengaño muerte,
mejor es un engaño que da vida.



Lope de Vega

Cubran tus aguas, Betis caudaloso

-- de Lope de Vega --

Cubran tus aguas, Betis caudaloso,
las galeras de Italia y españolas,
de Sevilla a Triana formen solas,
por una y otra margen, puente hermoso.

Las naves indias, con metal precioso
más hinchadas que de aire sus ventolas,
tu pecho opriman libre de las olas
del mar, en la Bermuda riguroso.

Apenas des lugar para los barcos,
y, en el mejor, Lucinda, sin memoria,
honre tus fiestas con igual presencia.

Diviértase en tus salvas, triunfos y arcos,
mientras que tengo yo por mayor gloria
peñas del Tajo, y soledad de ausencia.



Lope de Vega

De hoy más, claro pastor, por quien restauro

-- de Lope de Vega --

De hoy más, claro pastor por quien restauro
la fama, que sin vos perder pudiera,
os cantarán del Tajo en la ribera,
y, si esto es poco, del mar Indo al Mauro.

Oirase, antes que vuelva el sol al Tauro,
vuestro nombre en su orilla que me espera,
pues mi musa por vos, siendo extranjera,
halló lugar en las del fértil Dauro.

Por vos, como en la antigua, en la edad nuestra
correrá más dorado que Pactolo,
de que su cisne sois indicio y muestra.

Humillarase a vos el laurel solo,
que no serán para la frente vuestra
ni Dafne esquiva ni celoso Apolo.



Lope de Vega

Divino labrador, honor de España

-- de Lope de Vega --

Divino labrador, honor de España,
que, a pesar de la bárbara fiereza,
trujistes en las manos la cabeza,
por no morir en la heredad extraña,
el ejército muerto, la montaña
de cuerpos, troncos, tanta fortaleza
admira, y da lugar a la riqueza
del vuestro, insigne por tan alta hazaña.
Muertos responden a quien habla muerto,
y la patria de tales ciudadanos
de muro a muro a ser sepulcro viene.
Dichosa Zaragoza por Lamberto,
que tiene su cabeza por sus manos,
y ella su cuerpo por cabeza tiene.



Lope de Vega

El ánimo solícito y turbado

-- de Lope de Vega --

El ánimo solícito y turbado,
como se ve en el mar la inquieta boya
miraba Albano el campo en que fue Troya
de fuego un tiempo y de dolor cercado.

Adonde el Ilión se vio fundado,
que ya la fama en su grandeza apoya,
y estuvo la greciana, hurtada joya,
vio la ceniza convertida en prado.

Estuvo un rato así, mas dijo luego:
¡Oh campos, ya de fuego, en mis dolores
y en vuestro ejemplo mis consuelos fío!

Que si en lugar que cupo tanto fuego,
ahora veo verde hierba y flores,
también podrá tener templanza el mío.



Lope de Vega

¡Oh corazón más duro que diamante!

-- de Lope de Vega --

¡Oh corazón más duro que diamante!,
¿qué repugnancia es ésta que te oprime?
¿No basta que con viva voz te anime
aquel lince del alma penetrante?
¿Qué importa el apetito repugnante
contra el objeto que su luz te imprime,
si la eficaz razón que le reprime,
no deja que del suelo se levante?
Ánimo, pues, que la vitoria es tuya,
no pierdas tiempo, si el perdido sobra,
antes que mi proceso se concluya.
Pon los deseos, pues te importa, en obra,
no des lugar que la ocasión se huya,
que el último fin tan mal se cobra.



Lope de Vega

Rompe las conchas Hércules famoso

-- de Lope de Vega --

Rompe las conchas Hércules famoso
de la Hidra feroz, y el campo esmalta
de veneno y de sangre, el tronco salta
por la violencia del bastón ñudoso;

pero súbitamente el escamoso
cuello brota, en lugar de aquella falta,
siete cabezas de cerviz más alta,
temblando el eco al silbo temeroso.

Así yo, triste (que vencer deseo
esta sierpe cruel de mi fortuna
en tantas diferencias de batallas),

con mis desdichas sin cesar peleo;
mas donde quiero remediar alguna,
resultan tantas que es mejor dejallas.



Luis Cañizal de la Fuente

diferencias sobre la folía

-- de Luis Cañizal de la Fuente --

No sé de dónde habrá salido históricamenteel orgullo español, pero mejor haríamos no removiéndolonunca más, porque desde el xv anduvo españa pidiendo limosnade misericordia y piedad por toda europa con el pecho herido de la vigüelade arco, con la palma patética y desolada que se llama así,la folía della spagna.
*
El poema diferencias sobre la folía: sus primeros versos sonpara dibujar la estancia en que tendrá lugar la gran trapaceríay entrega por asedio del corazón de españa. Lo primero, pues,los diedros del aposento, que tiene cúpula de panteónde agripa, oquedad de lagar y resonancia de zafra abandonada a traición.Luego, en sucesivas diferencias, irán pasando los pasos del saqueo,del despojo, la inundación, la insolencia, la intemperie y el colmode esa recámara, hasta conseguir que sus líneas dibujen lafigura de la mundana.
*



Góngora

A los celos

-- de Góngora --

¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino (si allá cabes) del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.



Góngora

A la pasión de los celos

-- de Góngora --

¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!

Oh celo, del favor verdugo eterno,
vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino, si allá cabes, del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.



Manuel de Zequeira

A la injusticia

-- de Manuel de Zequeira --

Al tribunal de la injusticia un día,
El mérito llego desconsolado,
A la deidad rogándole postrado
Lo que por sus hazañas merecía:

Treinta años de servicios exponía,
Diez batallas, herido, acreditado,
Volvió el rostro la diosa al desdichado
Y dijo: no ha lugar, con voz impía.

Mostró luego el poder sus pretensiones,
Y la ingrata a obsequiarlo se decide,
Aunque oye impertinentes peticiones;

Y cuando injusta al mérito despide,
Al poder por razón de sus doblones,
La deidad decretó: como lo pide.



Jaime Sabines

dice rubén

-- de Jaime Sabines --

Dice rubén
dice rubén que quiere la eternidad, que pelea por esa memoria delos hombres para un siglo, o dos, o veinte. Y yo pienso que esa eternidadno es más que una prolongación, menguada y pobre, de nuestraexistencia.
Hay que estar frente a un muro. Y hay que saber que entre nuestros puñosque golpean y el lugar del golpe, allí está la eternidad.
Creer en la supervivencia del alma, o en la memoria de los hombres,es lo mismo que creer en dios, es lo mismo que cargar su tabla mucho antesdel naufragio.



Jaime Sabines

mi corazón emprende...

-- de Jaime Sabines --

Mi corazón emprende de mi cuerpo a tu cuerpo
último viaje.
Retoño de la luz,
agua de las edades que en ti, perdida, nace.
Ven a mi sed. Ahora.
Después de todo. Antes.
Ven a mi larga sed entretenida
en bocas, escasos manantiales.
Quiero esa arpa honda que en tu vientre
arrulla niños salvajes,
quiero esa tensa humedad que te palpita ,
esa humedad de agua que te arde.
Mujer, músculo suave.
La piel de un beso entre tus senos
de oscurecido oleaje
me navega en la boca
y mide sangre.
Tú también. Y no es tarde.
Aún podemos morirnos uno en otro:
es tuyo y mío ese lugar de nadie.
Mujer, ternura de odio, antigua madre,
quiero entrar, penetrarte,
veneno, llama, ausencia,
mar amargo y amargo, atravesarte.
Cada célula es hembra, tierra abierta,
agua abierta, cosa que se abre.
Yo nací para entrarte.
Soy la flecha en el lomo de la gacela agonizante.
Por conocerte estoy,
grano de angustia en corazón de ave.
Yo estaré sobre ti, y todas las mujeres
tendrán un hombre encima en todas partes.



Jaime Torres Bodet

continuidad I

-- de Jaime Torres Bodet --

No has muerto. Has vuelto a mí. Lo que en la tierra
donde una parte de tu ser reposa
sepultaron los hombres, no te encierra;
porque yo soy tu verdadera fosa.
Dentro de esta inquietud del alma ansiosa
que me diste al nacer, sigues en guerra
contra la insaciedad que nos acosa
y que, desde la cuna, nos destierra.
Vives en lo que pienso, en lo que digo,
y con vida tan honda que no hay centro,
hora y lugar en que no estés conmigo;
pues te clavó la muerte tan adentro
del corazón filial con que te abrigo
que, mientras más me busco, más te encuentro.



Joaquín Nicolás Aramburu

A Dios (Aramburu)

-- de Joaquín Nicolás Aramburu --

¿En dónde está ese Dios que no me oído
cuando mil y mil veces le he llamado
con gritos de dolor desesperado,
en el naufragio de mi bien perdido?

¿En qué lugar del mundo se ha escondido
que en vano por doquiera le he buscado,
y en la lucha indefenso me ha dejado,
del mal esclavo, de la duda herido?

¿Arriba estás? Pues ve desde la altura
esta contienda desigual y horrible
que el mismo tiempo que mi vida dura.

Y si aún me juzgas corazón sensible,
amante y resignado en mi amargura,
pedirás, con ser Dios, un imposible.



Jorge Cuesta

no para el tiempo , sino pasa; muere

-- de Jorge Cuesta --

No para el tiempo, sino pasa; muere
la imagen de sí, que a lo que pasa aspira
a conservar igual a su mentira.
No para el tiempo; a su placer se adhiere.

Ni lleva al alma, que de sí difiere,
sino al sitio diverso en que se mira.
El lugar de que el alma se retira
es el que el hueco de la muerte adquiere.

Tan pronto como el alma el cambio habita,
no la abandona el cambio en lo que deja
ni de la vida incierta la separa;

se aventura y su riesgo sólo imita
al tiempo entonces su razón perpleja,
pues goza la razón, más no se para.



Jorge Luis Borges

1972

-- de Jorge Luis Borges --

Temí que el porvenir (que ya declina)
sería un profundo corredor de espejos
indistintos, ociosos y menguantes,
una repetición de vanidades,
y en la penumbra que precede al sueño
rogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,
que enviaran algo o alguien a mis días.
Lo hicieron. Es la patria. Mis mayores
la sirvieron con largas proscripciones,
con penurias, con hambre, con batallas,
aquí de nuevo está el hermoso riesgo.
No soy aquellas sombras tutelares
que honré con versos que no olvida el tiempo.
Estoy ciego. He cumplido los setenta;
no soy el oriental francisco borges
que murió con dos balas en el pecho,
entre las agonías de los hombres,
en el hedor de un hospital de sangre,
pero la patria, hoy profanada quiere
que con mi oscura pluma de gramático,
docta en las nimiedades académicas
y ajena a los trabajos de la espada,
congregue el gran rumor de la epopeya
y exija mi lugar. Lo estoy haciendo.



Jorge Manrique

coplas por la muerte de su padre 12

-- de Jorge Manrique --

Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.
↑ Dulzuras
↑ soldados
↑ trampa
↑ a rienda suelta: con violencia o celeridad
↑ desde que, así que



Jorge Riechmann

1

-- de Jorge Riechmann --

He vivido en la superficie de las cosas.
Mas viví también por fortuna
en las palabras. Ellas iban
incorporándome a la lentitud
penetrando las estaciones de mi piel
dilatando la malla amarga de los días
rastreando el frío y el calor en los seres
zambulléndose en el amor hasta salir al tedio
en el tedio hasta dar en la esperanza
en la esperanza hasta emerger en el asombro
sin yo quererlo o porque lo quería.
Las palabras
maravillosamente
incapaces de compromiso.
No soy un juglar de la descomposición. Acaso
amo sobre todas las cosas
el lugar del canto del pinzón
la aérea ebriedad de las mimosas
y el minuto con memoria del beso de los amantes.
Pero hay que ir hasta el fondo
correr el riesgo
de abrasarse en la resistencia de las cosas
para sacar acaso la cabeza
al otro lado del espejo
o en el frescor de un nuevo meridiano.



Jorge Riechmann

5

-- de Jorge Riechmann --

¿de qué estábamos hablando?
(pese a su título, estas páginas
nada tienen que ver con un curso de defensa personal:
son acaso una conversación
desgarrada entre los dientes y el tiempo
y vuelta a comenzar. Cosa que ya sabías.)
En realidad lo que quería decirte
lo tiene escrito ya nicanor parra:
todo lo que se dice es poesía
todo lo que se escribe es prosa
todo lo que se mueve es poesía
lo que no cambia de lugar es prosa.
Lo más urgente, poesía con valor de uso.
Lo más nefasto, poesía sin valor para el cambio.



César Vallejo

Trilce: XXVII

-- de César Vallejo --

Me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.

No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.

Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.

El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.



César Vallejo

Trilce: XXXIV

-- de César Vallejo --

Se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
dispuesto mi lugar, bueno lo malo.

Se acabó la calurosa tarde;
tu gran bahía y tu clamor; la charla
con tu madre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.

Se acabó todo al fin: las vacaciones,
tu obediencia de pechos, tu manera
de pedirme que no me vaya fuera.

Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin,
y nuestro haber nacido así sin causa.



César Vallejo

se acabó el extraño, con quien, tarde

-- de César Vallejo --

xxxiv
se acabó el extraño, con quien, tarde
la noche, regresabas parla y parla.
Ya no habrá quien me aguarde,
dispuesto mi lugar, bueno lo malo.
Se acabó la calurosa tarde;
tu gran bahía y tu clamor; la charla
con tu madre acabada
que nos brindaba un té lleno de tarde.
Se acabó todo al fin: las vacaciones,
tu obediencia de pechos, tu manera
de pedirme que no me vaya fuera.
Y se acabó el diminutivo, para
mi mayoría en el dolor sin fin,
y nuestro haber nacido así sin causa.



César Vallejo

me da miedo ese chorro

-- de César Vallejo --

xxvii
me da miedo ese chorro,
buen recuerdo, señor fuerte, implacable
cruel dulzor. Me da miedo.
Esta casa me da entero bien, entero
lugar para este no saber dónde estar.
No entremos. Me da miedo este favor
de tornar por minutos, por puentes volados.
Yo no avanzo, señor dulce,
recuerdo valeroso, triste
esqueleto cantor.
Qué contenido, el de esta casa encantada,
me da muertes de azogue, y obtura
con plomo mis tomas
a la seca actualidad.
El chorro que no sabe a cómo vamos,
dame miedo, pavor.
Recuerdo valeroso, yo no avanzo.
Rubio y triste esqueleto, silba, silba.



César Vallejo

El palco estrecho

-- de César Vallejo --

Más acá, más acá. Yo estoy muy bien.
Llueve; y hace una cruel limitación.
Avanza, avanza el pie.

Hasta qué hora no suben las cortinas
esas manos que fingen un zarzal?
Ves? Los otros, qué cómodos, qué efigies.
Más acá, más acá!

Llueve. Y hoy pasará otra nave
cargada de crespón;
será como un pezón negro y deforme
arrancado a la esfíngica Ilusión.

Más acá, más acá. Tú estás al borde
y la nave arrastrarte puede al mar.
Ah, cortinas inmóviles, simbólicas...
Mi aplauso es un festín de rosas negras:
cederte mi lugar!
Y en el fragor de mi renuncia,
un hilo de infinito sangrará.

Yo no debo estar tan bien;
avanza, avanza el pie!



César Vallejo

Idilio muerto

-- de César Vallejo --

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: «Qué frío hay... Jesús!»
y llorará en las tejas un pájaro salvaje.



Diego de Torres Villarroel

¿Cuándo vendrá la muerte?

-- de Diego de Torres Villarroel --

¿Cuándo vendrá la muerte? No sabemos.
¿El cómo y el lugar? Ni en conjetura.
¿El detener su curso? ¡Qué locura!
Sólo es cierto y de fe que fallecemos.

Pues, ¿cómo la amenaza no tenemos
del criador de toda criatura?
Deseche la malda nuestra cordura
y el viaje del alma preparemos.

La muerte, aunque parece que se esconde,
cada momento nos está acechando;
dejémosla que siga y que nos ronde.

Ella va y viene, y nos está esperando,
y ya que nos oculta cómo y dónde,
estemos prontos para siempre y cuándo.



Diego Hurtado de Mendoza

Días cansados, duras horas tristes

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Dias cansados, duras horas tristes,
Crudos momentos en mí mal gastados,
El tiempo que pensé veros mudados
En años de pesar os me volvestes.

En mí faltó la órden de los hados,
En vos tambien faltó, pues tales fuistes,
Que podréis en el tiempo que vivistes
Contar largas edades de cuidados.

Largas son de sufrir cuanto á su dueño,
Y cortas cuando hubiese de quejar;
Mas en mí este remedio no ha lugar;

Que la razon me huye como sueño,
Y no hay punto, Señora, tan pequeño,
Que no se os haga un año al escuchar.



Diego Hurtado de Mendoza

Gracias te pide, amor; no las merece

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Gracias te pide, amor; no las merece
Quien las pide, ni tanto bien espera,
Sea limosna ó sea piedad siquiera,
Y sea á la ocasion que ahora se ofrece.

Cualquiera beneficio mengua ó crece
Con el lugar, el tiempo y la manera;
Pero la diferencia verdadera
Es dar y socorrer á quien padece.

Lo que una vez la fuerza ó la destreza
No pueden acabar, aquella mismo
Acaba una palabra descuidada.

Señora, considera tu grandeza
Y el tiempo; que ahora puedes con nonada
Levantarme del hondo del abismo.



Diego Hurtado de Mendoza

Salid, lágrimas mías, ya cansadas

-- de Diego Hurtado de Mendoza --

Salid, lágrimas mias, ya cansadas
De estar en mi paciencia detenidas;
Y siendo por mis pechos esparcidas,
Serán mis penas tristes mitigadas.

De mil suspiros vaís acompañadas,
Y por tan gran razon seréis vertidas,
Que si mi vida dura por mil vidas,
Jamás espero veros acabadas.

Y si despues, llegado el final dia
Do por la muerte dejaré de veros,
Hallase algun lugar mi fantasia,

La alma, que aun en la muerte ha de quereros,
A solas sin el cuerpo lloraria
Lo que en vida ha llorado sin moveros.



Dolores Veintimilla

Aspiración (Veintimilla)

-- de Dolores Veintimilla --

Yo no quiero ventura ni gloria,
Sólo quiero mi llanto verter:
Que en mi mente la cruda memoria
Sólo tengo de cruel padecer.

Cual espectro doliente y lloroso
Sola quiero en el mundo vagar,
Y en mi pecho, cual nunca ardoroso,
Sólo quiero tu imagen llevar.

Yo no quiero del sol luminoso
Sus espléndidos rayos mirar,
Mas yo quiero un lugar tenebroso
Do contigo pudiera habitar.

Si del mundo un imperio se hiciera,
Que encerrara tesoros sin cuento;
Si este imperio a mis pies se pusiera,
Lo cambiara por verte un momento.

Si angel fuera a quien templos y altares
En mi culto se alzaran tal vez,
Con tormentos cambiara eternales
Por estar un instante a tus pies.



Dolores Veintimilla

Sufrimiento

-- de Dolores Veintimilla --

Pasaste, edad hermosa
En que rizó el ambiente
Las hebras del cabello por mi frente
Que hoy anubla la pena congojosa.
Pasaste, edad de rosa,
De los felices años,
Y contigo mis gratas ilusiones....
Quedan en su lugar los desengaños
Que brotó el huracán de las pasiones.

Entonces ay! entonces, madre mía,
Tus labios enjugaban
Lágrimas infantiles que surcaban
Mis purpúreas mejillas....Y en el día
¡Ay de mí! no estás cerca para verlas....
¡Son del color alquitaradas perlas....

Madre! madre! no sepa la amargura
Que aqueja el corazón de tus Dolores,
Saber mi desventura
Fuera aumentar tan solo los rigores
Con que en ti la desgracia audaz se encona.
En mi nombre mi sino me pusiste!
Sino, madre, bien triste!
Mi corona nupcial, está en corona
De espinas ya cambiada....
Es tu Dolores ay! tan desdichada!!!



Dulce María Loynaz

divagación

-- de Dulce María Loynaz --

Si yo no hubiera sido..., ¿Qué sería
en mi lugar? ¿más lirios o más rosas?.
O chorros de agua o gris de serranía
o pedazos de niebla o mudas rocas.
De alguna de esas cosas-la más fría...-
Me viene el corazón que las añora.
Si yo no hubiera sido, el alma mía
repartida pondría en cada cosa
una chispa de amor...

Nubes habría
-las que por mí estuvieran-más que otras
nubes, lentas... (¡La nube que podría
haber sido!...)

¿En el sitio, en la hora
de que árbol estoy, de qué armonía
más asequible y útil? esta sombra
tan lejana parece que no es mía...
Me siento extraña en mi ropaje; y rota
en las aguas, en la monotonía
del viento sobre el mar, en la paz honda
del campo, en el sopor del mediodía!...

¡Quién me volviera a la raíz remota
sin luz, sin fin, sin termino y sin vía!...



Emilio Bobadilla

La fundición de la campana

-- de Emilio Bobadilla --

A la hendida campana que llama a los bautizos,
que llora en los entierros y en las bodas repica
con su voz cascajosa de viejos romadizos,
en aras de la patria la guerra sacrifica.

Del campanario donde las cigüeñas anidan,
pasa al horno y se funde sin lágrimas ni quejas
y las viejas del pueblo sollozando no olvidan
que ese bronce está hecho con sus almas añejas!

Su metálico acento dará al viento encendido
en lugar de plegarias, roncas detonaciones,
odio en vez de concordia, rencor en vez de olvido.

¡Paradojas absurdas de las lides humanas:
en la paz en campanas se truecan los cañones
y en la guerra se vuelven cañones las campanas!



Enrique Lihn

cementerio de punta arenas

-- de Enrique Lihn --

Ni aun la muerte pudo igualar a estos hombres
que dan su nombre en lápidas distintas
o lo gritan al viento del sol que se los borra:
otro poco de polvo para una nueva ráfaga.
Reina aquí, junto al mar que iguala al mármol,
entre esta doble fila de obsequiosos cipreses
la paz, pero una paz que lucha por trizarse,
romper en mil pedazos los pergaminos fúnebres
para asomar la cara de una antigua soberbia
y reírse del polvo.
Por construirse estaba esta ciudad cuando alzaron
sus hijos primogénitos otra ciudad desierta
y uno a uno ocuparon, a fondo, su lugar
como si aún pudieran disputárselo.
Cada uno en lo suyo para siempre, esperando,
tendidos los manteles, a sus hijos y nietos.



Ernesto Cardenal

epitafio para joaquín pasos

-- de Ernesto Cardenal --

Aquí pasaba a pie
por estas calles,
sin empleo ni puesto
y sin un peso
sólo poetas, putas
pero
recordadle cuando
tengais puentes de concreto,
grandes turbinas,
tractores, plateados graneros,
buenos gobiernos.
La guardia nacional
anda buscando
a un hombre
un hombre espera
esta noche llegar
a la frontera
el nombre
de ese hombre
no se sabe
hay muchos
hombres más
enterrados en
una zanja
el número y
el nombre de esos
hombres no se sabe.
Ni se sabe el lugar
ni el número de zanjas.
La guardia nacional
anda buscando a un hombre
un hombre espera
esta noche salir
de nicaragua



Ernesto Cardenal

epigrama XXXII

-- de Ernesto Cardenal --

Hay un lugar junto
a la laguna de tiscapa
un barco debajo
de un árbol de quelite
que tu conoces
(aquella a quien escribo
estos versos, sabrá
que son para ella)
y tu recuerdas
aquel banco y
aquel quelite;
la luna reflejada
en la laguna de tiscapa,
las luces del palacio
del dictador
las ranas cantando
abajo en la laguna
todavía está aquel
árbol de quelite
todavía brillan
las mismas luces;
en la laguna de tiscapa
se refleja la luna;
pero aquel banco
esta noche estará vacío
o con otra pareja



Octavio Paz

la cara y el viento

-- de Octavio Paz --

Bajo un sol inflexible
llanos ocres, colinas leonadas.
Trepé por un breñal una cuesta de cabras
hacia un lugar de escombros:
pilastras desgajadas, dioses decapitados.
A veces, centelleos subrepticios:
una culebra, alguna lagartija.
Agazapados en las piedras,
color de tinta ponzoñosa,
pueblos de bichos quebradizos.
Un patio circular, un muro hendido.
Agarrada a la tierra nudo ciego,
árbol todo raíces la higuera religiosa.
Lluvia de luz. Un bulto gris: el buda.
Una masa borrosa sus facciones,
por las escarpaduras de su cara
subían y bajaban las hormigas.
Intacta todavía,
todavía sonrisa, la sonrisa:
golfo de claridad pacífica.
Y fui por un instante diáfano
viento que se detiene,
gira sobre sí mismo y se disipa.



Olegario Víctor Andrade

La flor de mi esperanza (Andrade)

-- de Olegario Víctor Andrade --

Yo diviso rodando marchita
sin aroma la cándida flor
que furioso huracán precipita
resonando con triste fragor.

De mi seno se lleva la calma,
mis ensueños de gloria, de paz,
y en lugar de la dicha del alma,
solo queda un recuerdo fugaz.

En un tiempo que huyó presuroso
como el eco de triste canción,
levantando su cáliz precioso
parecía celeste visión.

Era hermosa cual nítida estrella,
que refleja su plácida luz,
cuando sola la luna descuella
de la noche en el negro capuz.

Su fragancia divina brindaba
conmovida por mágico ambiente,
y al mirarla un suspiro lanzaba
con mi llanto regando su frente.

Pero pronto el impulso violento
del terrible fatal aquilón,
sin piedad destrozó en un momento
de mi sueños la dulce ilusión.

Y nos sigue un conforme destino:
yo doblego mi altiva cerviz,
ella pierde su aroma divina,
su precioso, variado matiz.

¡Cuán sensible es el ver marchitarse
de ferviente esperanza la flor,
y en la vida fugaz deslizarse
por abismos de luto y horror!

(Uruguay, 13 de octubre de 1855)



José Zorrilla

Fragmento de El drama del alma

-- de José Zorrilla --

FRAGMENTO DE EL DRAMA DEL ALMA.

......................

Voy á buscar un lugar
en donde tengo un altar
en el que antes de morir
quiero á mi ángel tutelar
evocar y bendecir.

Allí, tras aquella loma,
al píe de una torrecilla
blanca como una paloma,



Félix María Samaniego

El cura y el muchacho

-- de Félix María Samaniego --

En la crítica ocasión

de estar ayudando a misa,

le dio un terrible apretón

a un muchacho con tal prisa

que le puso en confusión.

Volvió el pobrete la cara,

y a otro rogó tiernamente

que su lugar ocupara,

y que en lance tan urgente

aquella misa ayudara.

-Es el diantre que no sé,

dijo el otro. -No hay cuidado,

de eso nada se te dé:

quédate aquí arrodillado,

que yo al punto volveré.

Marchó, pues, y en tanto el cura

dominus vobiscum dijo;

y la pobre criatura

le miró con rostro fijo,

quedando inmóvil figura.

El cura llegó a pensar

que el chico no le había oído:

repitió y volvió a mirar,

y él le respondió afligido:

-Ya viene, que ha ido a cagar.



Garcilaso de la Vega

SONETO IV

-- de Garcilaso de la Vega --

Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espirtu o hombre en carne y hueso.



Garcilaso de la Vega

SONETO XXX

-- de Garcilaso de la Vega --

Sospechas, que en mi triste fantasía
puestas, hacéis la guerra a mi sentido,
volviendo y revolviendo el afligido
pecho, con dura mano noche y día;

ya se acabó la resistencia mía
y la fuerza del alma; ya rendido
vencer de vos me dejo, arrepentido
de haberos contrastado en tal porfía.

Llevadme a aquel lugar tan espantable,
que, por no ver mi muerte allí esculpida,
cerrados hasta aquí tuve los ojos.

Las armas pongo ya, que concedida
no es tan larga defensa al miserable;
colgad en vuestro carro mis despojos.



Garcilaso de la Vega

Sospechas que en mi triste fantasía

-- de Garcilaso de la Vega --

Sospechas, que, en mi triste fantasía
puestas, hacéis la guerra a mi sentido,
volviendo y revolviendo el afligido
pecho con dura mano, noche y día;

ya se acabó la resistencia mía
y la fuerza del alma; ya rendido,
vencer de vos me dejo, arrepentido
de haberos contrastado en tal porfía.

Llevadme a aquel lugar tan espantable
que, por no ver mi muerte allí esculpida,
cerrados hasta aquí tuve los ojos.

Las armas pongo ya, que concedida
no es tan larga defensa al miserable;
colgad en vuestro carro mis despojos.



Garcilaso de la Vega

Un rato se levanta mi esperanza

-- de Garcilaso de la Vega --

Un rato se levanta mi esperanza:
mas, cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, mal mi grado,
libre el lugar a la desconfianza.

¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado!
Esfuerza en la miseria de tu estado;
que tras fortuna suele haber bonanza.

Yo mesmo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte, que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso.

Muerte, prisión no pueden, ni embarazos,
quitarme de ir a veros, como quiera,
desnudo espiritu o hombre en carne y hueso.



Gutierre de Cetina

si el justo desear, padre silvano

-- de Gutierre de Cetina --

Jamás pudo moverte entre pastores,
si del rabioso mal de los amores
el corazón salvaje has hecho humano,
ruega al numen celeste que la mano
de su piedad extienda a los clamores
que dórida le hace, en los ardores
de una fiebre crüel, llorando en vano.
Si alcanzo de los dos tanta ventura,
vuestra gloria será más verdadera,
y más para sufrir mi desventura.
Y cuando lo contrario el hado quiera,
no perezca, señor, tal hermosura:
menor mal es que yo en su lugar muera.



Gutierre de Cetina

más fácil es, señora, el abstenerse

-- de Gutierre de Cetina --

De desear, a un hombre enamorado,
que después que algún tiempo ha deseado,
medida al desear pueda ponerse.
Puede uno rehusar, puede tenerse
de no entrar en lugar que viere helado,
mas si una vez entro, después de entrado,
no es en él esperar ni detenerse.
Bien pudiera no os ver cuando no os vía,
no viéndoos no os amara, y no os amando
no deseara el bien que ahora deseo.
Mas después de sujeta el alma mía,
amor, que me sostiene deseando,
no consiente poner freno al deseo.



Gutierre de Cetina

a una dama que le pidió alguna cosa suya para cantar

-- de Gutierre de Cetina --

No es sabrosa la música ni es buena,
aunque se cante bien, señora mía,
si de la letra el punto se desvía,
antes causa disgusto, enfado y pena.
Mas si a lo que se canta, acaso suena
la música conforme a su armonía,
en lugar del pesar que el alma cría,
de un dulce imaginar la deja llena.
Vos, que podéis mover al son del canto
los montes, no queráis cantar enojos
ni el secreto dolor de mi cuidado.
Quédese para mí solo mi llanto;
vos cantad la beldad de vuestros ojos:
conformará el cantar con lo cantado.



Gutierre de Cetina

ay, vivo fuego, ay, fiero pensamiento

-- de Gutierre de Cetina --

Ay, rabioso dolor, pasos cansados,
ay, recelos de amor desesperados,
ay, triste, congojoso sentimiento!
¡ay, alto desear sin fundamento,
ay, vana empresa llena de cuidados,
ay, ríos, fuentes, selvas, bosques, prados,
ay, esquiva ocasión de mi tormento!
¡ay, verdes murtas, árboles hermosos,
ay, lugar que ya fue ledo y jocundo,
do gastaba mi tiempo en dulce canto!
espíritus alegres y amorosos,
si alguno vive acá en el bajo mundo,
muévaos hora a piedad mi triste llanto.



Gutierre de Cetina

como teniendo en tierra bien echadas

-- de Gutierre de Cetina --

Las raíces un árbol se sostiene,
y como del humor que de ellas tiene
las ramas son criadas y guardadas;
como si le serán todas cortadas,
no por eso se seca o se detiene,
antes torna a brotar y a mostrar viene
otras en su lugar luego criadas;
así de mi esperar siendo cortado,
por la mano cruel de algún desvío,
con las ramas el fruto deseado,
de la raíz que está en el alma envío
humor a la esperanza, y, de obstinado,
con nuevas ramas a esperar porfío.



Gutierre de Cetina

de sola religión vana movido

-- de Gutierre de Cetina --

Bárbaro, que en su fe piensa salvarse,
de la patria, tal vez, suele alejarse
y en la extraña pasar desconocido.
Pobre, cansado, solo y afligido,
adorado el lugar do fue a votarse,
por más no ver, quiere del ver privarse,
no creyendo ya ver más bien que vido.
Si el ver otra beldad no he procurado,
de aquí viene, señora, y de aquel fuego
que en mi alma se enciende de miraros.
De ver otras yo mismo me he privado;
y en medio de mi mal quedé, aunque ciego,
contento con el bien de contemplaros.



Gutierre de Cetina

tiéneme ya el dolor tan lastimado

-- de Gutierre de Cetina --

Está ya tan dañado el sentimiento,
que ningún nuevo mal de nuevo siento
que no hiere en lugar de antes llagado.
Estoy ya del vivir tan enfadado
que habría dado fin a mi tormento,
mas sale de través tal pensamiento,
que me es fuerza tornarme a mi cuidado.
Dice la enamorada fantasía
que de tal ocasión tal pena viene,
que me esfuerce en la fuerza del deseo.
Mas, tan lejos de vos, señora mía,
tanto menos mi mal consuelo tiene
cuanta razón por vuestra parte veo.



Gutierre de Cetina

en cuál región, en cuál parte del suelo

-- de Gutierre de Cetina --

En cuál bosque, en cuál monte, en cuál poblado,
en cuál lugar remoto y apartado
puede ya mi dolor hallar consuelo?
cuanto se puede ver debajo el cielo
todo lo tengo visto y rodeado;
y un medio que a mi mal había hallado,
hace en parte mayor mi desconsuelo.
Para curar el daño de la ausencia
píntoos cual siempre os vi, dura y proterva;
mas amor os me muestra de otra suerte.
No queráis a mi mal más experiencia,
sino que ya, como herida cierva,
doquier que voy, conmigo va mi muerte.



Gutierre de Cetina

un año hizo ayer, ya es hoy pasado

-- de Gutierre de Cetina --

¡ay, dios!, ¿por qué lo traigo a la memoria?
que pudiera acabar la triste historia
que hora de nuevo amor ha comenzado.
Tal día como ayer pudo un cuidado
los despojos gozar de su victoria;
pude y no quise asegurar mi gloria
porque pensaba ser asegurado.
Pensé, digo, y fue justo que pensase
quien tales muestras vio, que eran, señora,
afectos, no ficción disimulada.
Tal fue un dar lugar que descansase
esta alma a quien llevar hacéis agora
menos honrosa carga y más pesada.



Hernando de Acuña

Epitafio para la cámara donde murió el dicho Marqués

-- de Hernando de Acuña --

Sólo aquí se mostró cuanto podía
en daño universal la cruda muerte,
do su fuerza valió contra el más fuerte,
y su valor contra el que más valía.

Por donde a Italia, cuanto bien tenía
y en eterno dolor se le convierte,
y el gran Marqués ha mejorado suerte,
aunque acá la más alta poseía.

Sus muchas partes sobrenaturales,
un esfuerzo, un saber nunca igualado,
un ser no concedido a mortal hombre,

con mil famosos hechos inmortales,
a la inmortalidad han consagrado
este lugar y su tan alto nombre.



Idea Vilariño

el encuentro

-- de Idea Vilariño --

Todo es tuyo
por ti
va a tu mano tu oído tu mirada
iba
fue
siempre fue
te busca te buscaba
te buscó antes
siempre
desde la misma noche
en que fui concebida.

Te lloraba al nacer
te aprendía en la escuela
te amaba en los amores de entonces
y en los otros.

Después
todas las cosas
los amigos los libros los fracasos
la angustia los veranos las tareas
enfermedades ocios confidencias
todo estaba marcado
todo iba
encaminado
ciego
rendido
hacia el lugar
donde ibas a pasar
para que lo encontraras
para que lo pisaras.



Santiago Montobbio

sombra

-- de Santiago Montobbio --

Sombra
tras los llantos o el último gesto del sol
nada queda. Nada tras los llantos, los versos,
los retratos. Y una sombra dice que fue ella.
(Las sombras, ya se sabe, no quieren tener la culpa
de ser sombras y por eso buscan amantes, asesinas).
Una sombra dice que fue ella, sin cesar lo dice.
Al mismo sol, al papel mismo, a quien lo escuche.
Pero quizá no fue nadie y quizá fue nada.
Tras los llantos, versos y retratos quizá
fue sólo eso. Un nombre triste que se hizo pequeño.
Un nombre sin padres a quien extravió la vida.
Un nombre solo, no vaya a preocuparse nadie,
si fue la sombra de un nombre, la pobrecita,
la sombra de la nada aquella. Mas si nada fue,
y lugar no tuvo, dice que no quiere últimas patrias,
hechas con epitafios de yeso, la sombra ésta.
La sombra que en cada espejo con mi rostro aún veo,
la pobre y ésta que aborrece los epitafios y el yeso,
la que nada fue y la que nada pide. Nada.
Sólo nada. ¿No lo oís? dejadla quieta.



Como aquella planta

-- de Vicenta Castro Cambón --

UNA vez, del camino al desviarme,
tropecé en una gruesa raíz
y queriendo evitar mi caída
de un arbusto cercano me así.

En lugar del sostén anhelado
hallé espinas mi mano infeliz,
y la sangre brotó de mis dedos
y gimiendo alejéme de allí.

¡Cuántas veces a un alma acudimos
en demanda de apoyo, y la ruin,
cual la planta en que puse mi mano,
sus espinas nos hace sentir!...



Andrés Bello

dios me tenga en gloria

-- de Andrés Bello --

A la falsa noticia de la muerte de mac-gregor.

Lleno de susto un pobre cabecilla
leyendo estaba en oficial gaceta,
cómo ya no hay lugar que no someta
el poder invencible de castilla.

De insurgentes no queda ni semilla;
a todos destripó la bayoneta,
y el funesto catálogo completa
su propio nombre en letra bastardilla.

De cómo fue batido, preso y muerto,
y cómo me le hicieron picadillo,
dos y tres veces repasó la historia;

tanto, que, al fin, teniéndolo por cierto,
exclamó compungido el pobrecillo:
-¿conque es así? -pues dios me tenga en gloria.



Andrés Eloy Blanco

Regreso al mar

-- de Andrés Eloy Blanco --

Siempre es el mar donde mejor se quiere,
fue siempre el mar donde mejor te quise;
al amor, como al mar, no hay quien lo alise
ni al mar , como al amor, quien lo modere.

No hay quien como la mar familiarice
ni quien como la ola persevere,
ni el que más diga en lo que vive y muere
nos dice más de lo que el mar nos dice.

Vamos de nuevo al mar; quiero encontrarte
la hora más azul para besarte
y el lugar más allá para quererte,
donde el agua es al par agua y abismo,
en la alta mar, en donde el aire mismo
se da un aire al amor y otro a la muerte.



Andrés Eloy Blanco

Regreso al mar (poema)

-- de Andrés Eloy Blanco --

Siempre es el mar donde mejor se quiere,
fue siempre el mar donde mejor te quise;
al amor, como al mar, no hay quien lo alise
ni al mar , como al amor, quien lo modere.

No hay quien como la mar familiarice
ni quien como la ola persevere,
ni el que más diga en lo que vive y muere
nos dice más de lo que el mar nos dice.

Vamos de nuevo al mar; quiero encontrarte
la hora más azul para besarte
y el lugar más allá para quererte,
donde el agua es al par agua y abismo,
en la alta mar, en donde el aire mismo
se da un aire al amor y otro a la muerte.



Anónimo

Quejas de doña Lambra

-- de Anónimo --

Yo me estaba en Barbadillo,
en esa mi heredad;
mal me quieren en Castilla
los que me habían de guardar;
los hijos de doña Sancha
mal amenazado me han,
que me cortarían las faldas
por vergonzoso lugar,
y cebarían sus halcones
dentro de mi palomar,
y me forzarían mis damas
casadas y por casar;
matáronme un cocinero
sofaldas de mi brial.
Si de esto no me vengáis,
yo mora me iré a tornar.
Allí habló don Rodrigo
(bien oiréis lo que dirá):
—Callades, la mi señora,
vos no digades atal;
de los infantes de Salas
yo vos pienso de vengar;
telilla les tengo urdida
bien se la cuido tramar,
que nacidos y por nacer,
de ello tengan que contar.



Anónimo

Mis arreos son las armas

-- de Anónimo --

Mis arreos son las armas

mi descanso el pelear,

mi cama los duras peñas,

mi dormir siempre velar;

las manidas son oscuras

los caminos por usar,

así ando de sierra en sierra

por orillas de la mar,

a probar si en mi ventura

hay lugar donde avadar;

pero por vos, mi Señora,

todo se ha de comportar.



Anónimo

Romance de Rosafresca

-- de Anónimo --

Rosafresca, Rosafresca, tan garrida y con amor,

cuando yo os tuve en mis brazos no vos supe servir, no,

y ahora que os serviría no vos puedo haber, no.

-Vuestra fue la culpa, amigo, vuestra fue, que mía no:

enviásteme una carta con un vuestro servidor

y en lugar de recaudar él dijera otra razón:

que érades casado, amigo, allá en tierra de León,

que tenéis mujer hermosa y hijos como una flor.

-Quien vos lo dijo, señora, no vos dijo verdad, no,

que yo nunca entré en Castilla ni allá en tierras de León,

sino cuando era pequeño que no sabía de amor



Mariano Melgar

Yaraví X

-- de Mariano Melgar --

Ya que para mí no vives,
Y no te han de ver mis ojos,
Pues te he perdido;
Daré lugar á mis penas
En la triste soledad
En que hoy me miro.

Tu me intimas el precepto
De que olvide para siempre
Tus atractivos.
Cuando solo con la muerte
Sepultaré esta memoria
En el olvido.

Te lloraré eternamente
Como prenda inseparable
Del pecho mío,
Iras impresa en el alma,
Dejando mi triste cuerpo
Cadáver frío.



Marilina Rébora

el cambista y su mujer. (quentin metsys)

-- de Marilina Rébora --

El cambista y su mujer
(quentin metsys)
el cambista sostiene minúscula balanza
con que pesa, prolijo, los objetos preciosos:
monedas, joyas, dijes, que forman la esperanza
del próspero comercio de los cautos esposos.
La mujer, en los ojos, acusa desconfianza,
mientras hojea un libro con dedos despaciosos;
la otra mano, que muestra una fina alianza,
reposa sobre un libro de ornamentos piadosos.
Trajes rojo y azul; las tocas blanca y negra
se funden con la tabla de color verde, lisa,
y el dorado, disperso, todo el ambiente integra.
Un espejo ovoidal, en la mesa dispuesto,
refleja una ventana y a un hombre que pesquisa
apoyado en el marco, desde un lugar opuesto.
El cambista y su mujer, quentin metsys (1466-1530). Museo del louvre.
La poesía del color atrae en ese realismo prolijo del maestrode amberes.



Marilina Rébora

la hormiga

-- de Marilina Rébora --

La hormiga
sin saber que es domingo, ruidoso día de fiesta,
va llevando su carga la minúscula hormiga:
el trozo de una hoja en perfilada cresta
columpiase oscilante sin impedir que siga.
Apenas se apresura, que caminar le cuesta,
y se esfuerza consciente pues el deber la obliga,
prosiguiendo el sendero, pese a tal lastre, enhiesta,
pero sin detenerse ni demostrar fatiga.
¿Cómo sigue su rumbo el portentoso insecto,
conociendo infalible la dirección que toma?
¿qué indicios lo conducen por previsto trayecto
y alcanzar sin perderse el lugar donde vive?
¿será acaso la brisa? ¿o tal vez el aroma?
¿quizá la propia tierra por su altura o declive?
¿cuál será la conciencia de un obrar tan perfecto?



Marilina Rébora

no le digas a cristo

-- de Marilina Rébora --

No le digas a cristo
no le digas a cristo:
he de ir, mas espera.
Me falta, todavía, algo que me he propuesto;
el mundo me reclama, complacerle quisiera.
Ten paciencia, he de ir. Un poco y ya me apresto.
No le digas a cristo:
he de ir, aunque espera
solamente a que acabe lo que tengo dispuesto;
me conoces devota y me sabes sincera.
He de ir. Sí; después que termine con esto.
No le digas a cristo:
espera, o bien: aguarda.
¿Hay algo más urgente que sus pasos seguir?
¿no es, el mismo, la fuerza que te conforta hoy?
(¡pobre alma confundida! sabiendo que retarda
el encuentro con el tan sólo por vivir,
decirle que se espere en lugar de ¡ya voy!)



Mario Benedetti

botella al mar

-- de Mario Benedetti --

El mar un azar
vicente huidobro
pongo estos seis versos en mi botella al mar
con el secreto designio de que algún día
llegue a una playa casi desierta
y un niño la encuentre y la destape
y en lugar de versos extraiga piedritas
y socorros y alertas y caracoles.



Miguel Hernández

16

-- de Miguel Hernández --

16
si la sangre también, como el cabello,
con el dolor y el tiempo encaneciera,
mi sangre, roja hasta el carbunclo, fuera
pálida hasta el temor y hasta el destello.
Desde que me conozco me querello
tanto de tanto andar de fiera en fiera
sangre, y ya no es mi sangre una nevera
porque la nieve no se ocupa de ello.
Si el tiempo y el dolor fueran de plata
surcada como van diciendo quienes
a sus obligatorias y verdugas
reliquias dan lugar, como la nata,
mi corazón tendría ya las sienes
espumosas de canas y de arrugas.



Miguel Unamuno

en un cementerio de lugar castellano II

-- de Miguel Unamuno --

Refrescaban tus sienes al volar;
las mismas que, piadosas, hoy, teresa,
sobre tu tierra vuelan sin cesar.
Las mismas que al señor, de la corona
espinas le quitaron al azar;
las mismas que me arrancan las espinas
del corazón, que se me va a parar.
Golondrinas que vienen de tu campo
trayéndome recuerdos al pasar
y cuya sombra acarició la yerba
bajo que has ido al fin a descansar.



Nicanor Parra

cachureo

-- de Nicanor Parra --

Decidme hijos hay marx
sí padre:
marx hay
cuántos marxes hay?
un solo marx no +
dónde está marx?
en el culo*
en la tierra
y en todo lugar
aleluya?
aleluya!
* dice culo
léáse cielo



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