Buscar Poemas con Fulgura


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Se han encontrado 12 poemas con la palabra fulgura

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Alejandro Tapia y Rivera

Los ojos de ...

-- de Alejandro Tapia y Rivera --

¿Me preguntas, pintor, que como quiero
que pintes el mirar y la hermosura
de aquellos ojos do el Edén fulgura,
de aquellos ojos por que vivo y muero?
Copia el fulgor de matinal lucero,
de gacela apacible la dulzura,
de la tórtola amante la ternura,
el brillo del diamante lisonjero.
Los habrás de pintar grandes y vivos
donde luzca la antorcha bendecida
del noble meditar, muy expresivos,
Con dulce vaguedad indefinida;
¿quieres darles aun más atractivos
de apasionado amor? dales la vida.

Poema Los ojos de ... de Alejandro Tapia y Rivera con fondo de libro

Amado Nervo

Doctrinando

-- de Amado Nervo --

«Ya que de Dios en conversar te empeñas,
ya que desprecia tu cerebro helado
el amor que te di por el que sueñas,
háblame de ese Dios, mi bien amado!»

Y el teólogo de faz de crucifijo,
de gran melena y de mirar profundo,
feliz de doctrinar, «¡Oh! Blanca, dijo,
Dios es el alma inmaterial del mundo».

«Existe dondequiera en vario modo:
per se, por su virtud y su presencia;
per se, ya que lo invade y llena todo,
penetrándolo todo de su esencia»;

«por su virtud también, que sometidos
a Dios están y su mandato arguyen,
Favonio blando si columpia nidos
o Boreas y Aquilón si los destruyen»;

«y en presencia, porque es omnividente:
su pupila equilátera fulgura
en el disco del sol indeficiente,
en Arturo, en Capella, en Cinosura».

«¿Qué, no adivinas con instinto infuso
de su eterna mirada el embeleso
alumbrando tu espíritu confuso?»

Y respondió: -«Tu Dios es muy abstruso,
yo prefiero tus labios... ¡Dame un beso!»

Poema Doctrinando de Amado Nervo con fondo de libro

Luis Gonzaga Urbina

aantifona

-- de Luis Gonzaga Urbina --

En mi angustia, callada y escondida,
sé tú como enfermera bondadosa,
cuya mano ideal viene y se posa,
llena de suave bálsamo, en la herida.

Ríe en mi tedio sepulcral guarida
como un rayo de sol en una fosa;
perfuma, como un pétalo de rosa,
el fango y la impureza de mi vida.

Del corazón en el silencio, canta;
entre las sombras de mi ser, fulgura;
mi conturbado espíritu levanta;

enciende la razón en mi locura,
¡tengo hambre y sed de bien!... Dame una santa
limosna de piedad y de ternura.....

Poema aantifona de Luis Gonzaga Urbina con fondo de libro

Enrique González Martínez

porque ya mis tristezas...

-- de Enrique González Martínez --

Porque ya mis tristezas son como los matices
sombríos de los cuadros en que la luz fulgura;
porque ya paladeo la gota de la amargura
en el dorado néctar de las horas felices;

porque sé abandonarme, con la santa inconsciencia
de una tabla que flota, sobre el mar de la vida,
y aparté de mis labios la manzana prohibida
con que tentarme quiso el árbol de la ciencia;

porque supe vestirme con el albo ropaje
de mi niñez ingenua, aspirar el salvaje
aroma de los campos, embriagarme de sol,
y mirar como enantes el pájaro y la estrella
(el pájaro que un día me contó su querella;
la estrella que una noche conmigo sonrió),

y porque ya me diste la calma indeficiente,
vida, y el don supremo de la sonrisa franca,
sobre la piedra blanca voy a posar mi frente
y marcaré este día con otra piedra blanca. . .



Julián del Casal

a la primavera

-- de Julián del Casal --

Rasgando las neblinas del invierno
como velo sutil de níveo encaje,
apareces envuelta en el ropaje
donde fulgura tu verdor eterno.
El cielo se colora de azul tierno,
de rojo el sol, de nácar el celaje,
y hasta el postrer retoño del boscaje
toma también tu verde sempiterno.
¡Cuán triste me parece tu llegada!
¡qué insípidos tus dones conocidos!
¡cómo al verte el hastío me consume!
muere al fin, creadora ya agotada,
o brinda algo de nuevo a los sentidos...
¡Ya un color, ya un sonido, ya un perfume!



Antonio Machado

Esta leyenda en sabio romance campesino

-- de Antonio Machado --

Esta leyenda en sabio romance campesino,
ni arcaico ni moderno, por Valle-Inclán escrita,
revela en los halagos de un viento vespertino
la santa flor de alma que nunca se marchita.
Es la leyenda campo y campo. Un peregrino
que vuelve solitario de la sagrada tierra
donde Jesús morara, camina sin camino,
entre los agrios montes de la galaica sierra.
Hilando silenciosa, la rueca a la cintura,
Adega, en cuyos ojos la llama azul fulgura
de la piedad humilde, en el romero ha visto,
al declinar la tarde, la pálida figura,
la frente gloriosa de luz y la amargura
de amor que tuvo un día el SALVADOR DOM. CRISTO.



Medardo Ángel Silva

El alba de Jesús

-- de Medardo Ángel Silva --

Señor, en mí me busco y no me encuentro...
¿Dónde la claridad del nuevo día
cuya luz inmortal fulgura dentro
del corazón sin pena ni alegría?

Tú eres la paz, y yo soy la contienda;
tú eres la luz, la noche va conmigo...
Mis ojos, ciegos por la negra venda,
no distinguen amigo ni enemigo...

¡Pero una voz en mi interior te nombra
y dulcemente hacia tu fin me lleva,
porque tú estás en mí como en la sombra
la luz celeste de la aurora nueva!



Francisco Sosa Escalante

A Teresa

-- de Francisco Sosa Escalante --

Hay tanta juventud y tanta vida
¡Oh Teresa gentil! en tu hermosura,
Que al ver tus ojos do el placer fulgura
Todo un pasado de dolor se olvida.

¡Cómo no amarte, si de flor garrida
Tienes el talle; si tu voz murmura
Cual aura en el pensil; si la ternura
Tu sér pregona y al amor convida!

Hay algo en tí de celestial promesa,
Hay algo en tí de arrobador ensueño
Que paz al corazon y dicha infunde.

¡Feliz quien logre proclamar, Teresa,
Que es de tu encanto seductor el dueño,
Que tu sér con el suyo se confunde.



Francisco Sosa Escalante

Ayer y hoy (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ayer los dias en mazmorra oscura
Miraba trascurrir con faz serena,
Pues él no ignora que la vida llena
Se encuentra de tormentos y amargura.

Hoy que en el sólio del poder fulgura,
Que está de miel henchida la colmena,
La torpe adulación ¡cómo le atruena!;
De él ya no se huye cual de lepra impura.

Dejad que yo me aparte; contamina
Del necio adulador la sucia mano,
O hiere como infame guillotina.

Llevadme donde el rostro soberano
Ostente hermosa la verdad divina,
Do el hombre no se arrastre cual gusano.



Francisco Sosa Escalante

Cuauhtemoc

-- de Francisco Sosa Escalante --

Cuando el imperio por Tenoch fundado
Miró llegar desde el lejano Oriente
Como tremenda tempestad rugiente
Al invasor inícuo y desalmado,

De patriotismo y de valor dechado,
Con sed de gloria y entusiasmo ardiente,
Sublime te opusiste á aquel torrente
Y Anáhuac tuvo su mejor soldado.

¡Oh prócer inmortal! cómo fulgura
Tu nombre ilustre, de la patria gloria,
Tan grande cual tu propia desventura!

Los siglos al pasar, de tu memoria
No el brillo opacan, porque eterno dura
El libro sacrosanto de la historia.



Francisco Sosa Escalante

En un abanico (Sosa Escalante)

-- de Francisco Sosa Escalante --

Por más que seas de cariño ofrenda
Y admire tus primores soberanos,
De tu dueño gentil entre las manos
Rica te juzgo pero inútil prenda.

La que ha perdido del pudor la venda,
Necesita de tí, y alardes vanos
Ofrece de candor, miéntras livianos
Sus pensamientos hacen que se encienda.

No así la niña encantadora y pura
A quien mi canto brindo reverente
Y en cuyos ojos la pasion fulgura.

No así tu dueño, no; brilla en su frente
Diadema de virtud y de hermosura,
Como rayo de sol, resplandeciente.



Francisco Sosa Escalante

Ilusión

-- de Francisco Sosa Escalante --

Ah! cuántas veces palpitar violento
Oigo á mi corazón, y á su latido
Sueña en los goces del placer perdido
Delirante de amor mi pensamiento!

Ah! cuántas veces melodioso acento
Llega á mi mansión, hiere mi oido
Y me promete que en oscuro olvido
Mis penas quedarán y mi tormento!

Entónces en mi cielo resplandece
Astro que dulce porvenir augura
Y que mi anhelo y mi esperanza acrece;

Mas cuánto es breve la ilusión!... Fulgura
Un instante no más, y desaparece
Y aumenta, al disiparse, mi amargura.



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