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-- de Manuel del Cabral --
Lo que ayer dije yo
a gritarlo vuelvo ya:
¿tierra en el mar?
no señor,
aquí la isla soy yo.
Algo yo tengo en el cinto
que estoy como está la isla,
rodeada de peligro.
Sí, señor, mi cinturón:
ola de pólvora y plomo.
Aquí la isla soy yo.
Cabe, lo que dije ya,
siempre aquí, como le cabe
el día en el pico de ave.
¡Qué bien me llevan la voz
las balas que sueño yo!
y no está lejos del hombre
de tierra adentro y dormido
la verde fiera que siempre
nos pone un rabioso anillo...
Estoy hablando del mar
porque en él hay algo mío...
¿Pero estoy hablando yo
de una antilla, tierra en agua?
no señor,
con la cintura entre balas,
al mapa le digo no.
Aquí la isla soy yo.
Poema "habla compadre mon" de Manuel del Cabral
-- de Jorge Guillén --
Dije: todo ya pleno.
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
el amor era sol.
Entonces, mediodía,
un pájaro sumió
su cantar en el viento
con tal adoración
que se sintió cantada
bajo el viento la flor
crecida entre las mieses,
más altas. Era yo,
centro en aquel instante
de tanto alrededor,
quien lo veía todo
completo para un dios.
Dije: todo, completo.
¡Las doce en el reloj!
Poema "las doce en el reloj" de Jorge Guillén
-- de Rafael de León --
¡te quiero!, me dijiste,
y la flor de tu mano
puso un arpegio triste
sobre el viejo piano.
(En la ventana oscura
la lluvia sonreía...
Tamboril de dulzura.
Gong de monotonía).
-¿Me querrás tú lo mismo?
y en tu voz apagada
hubo un dulce lirismo
de magnolia tronchada.
(La lluvia proseguía
llorando en los cristales...
Cortina de agonía.
Guadaña de rosales).
-¡Para toda la vida!,
te dije sonriente.
Y una estrella encendida
te iluminó la frente.
(La lluvia proseguía
llamando en la ventana
con una melodía
antigua de pavana).
Después, casi llorando,
yo te dije: ¡te quiero!
y me quedé mirando
tus pupilas de acero.
-¡Para toda la vida!
dijiste sonriente,
y una duda escondida
me atravesó la frente.
(En la ventana oscura
la lluvia proseguía
rimando su amargura
con la amargura mía).
Poema "lluvia a conchita herrera" de Rafael de León
-- de Santiago Montobbio --
Urbe
me han dicho que por aquí vive un poeta
que a fuer de humano ha llegado a celestial, dije.
Y añadí: si cree que es broma, ahora viene lo bueno:
lo digo totalmente en serio. En antiguas hojas
crepitaba el silencio. Completé rompiéndolo:
nombre no tiene, porque vive
precisamente en su busca. ¡Ah, ese!,
contestó el mesonero. Dicen que se hizo unos andamios
con sonetos celestes, pero la verdad es que nadie
sabe bien dónde para. Probaré si hay suerte, dije.
Y así vi sujetos, telarañas trenzadas por ellos
con sus misterios y cómo entre todos reunían
la leña de los verbos para irse juntos
al fuego del gran verbo. Pero no. No
he podido verlo: está ya muy lejos,
y ha llegado a ciudad extraña, una ciudad
fundada por él o sus sueños y donde
yo me pierdo porque en ella las calles
trazan su cara. Algunos sí que tienen
buenas artes poéticas, pensé al saberlo,
y al pensarlo sentí al momento
que a mí me quedaban derrotadas
las noches, sus imbéciles desiertos.
Poema "urbe" de Santiago Montobbio
-- de Federico García Lorca --
Por las ramas del laurel
vi dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
«Vecinita», les dije,
«¿dónde está mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
«Aguilitas», les dije,
«¿dónde está mi sepultura?»
«En mi cola», dijo el sol.
«En mi garganta», dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.
Poema "Casida de las palomas oscuras" de Federico García Lorca
-- de Francisco Villaespesa --
Llamaron quedo, muy quedo
a las puertas de la casa.
¿Será algún sueño? le dije
que viene a alegrar tu alma?
¡quizás! contestó riendo.
Su risa y su voz soñaban.
Volvieron a llamar quedo
a las puertas de la casa...
¿Será el amor? grité pálido,
llenos los ojos de lágrimas...
Acaso dijo mirándome...
Su voz de pasión temblaba...
Llamaron quedo, muy quedo
a las puertas de la casa...
¿Será la muerte? yo dije.
Ella no me dijo nada...
Y se quedó inmóvil, rígida,
sobre la blanca almohada,
las manos como la cera
y las mejillas muy pálidas.
Poema "balada" de Francisco Villaespesa
-- de José Martí --
Cuando me puse a pensar
la razón me dio a elegir
entre ser quien soy, o ir
el ser ajeno a emprestar,
mas me dije: si el copiar
fuera ley, no nacería
hombre alguno, pues haría
lo que antes de él se ha hecho:
y dije, llamando al pecho,
¡sé quien eres, alma mía!
Poema "cuando me puse a pensar" de José Martí
-- de Alfonsina Storni --
Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.
Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
-¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?
Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía.
Perseguí por un rato su sombrero que huía...
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
Poema "Encuentro" de Alfonsina Storni
-- de Alfonsina Storni --
Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.
Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
-¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?
Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía.
Perseguí por un rato su sombrero que huía...
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.
Poema "Encuentro (Storni)" de Alfonsina Storni
-- de Amado Nervo --
La desventura me quitó el regalo
y la serena paz de la existencia,
y sembré muchos odios; mi conciencia
clamaba sin cesar: ¡eres muy malo!
después, la dicha me libró del cieno:
un rayito de sol doró mi frente,
y sembré mucho amor, y dulcemente
clamaba mi conciencia: ¡eres muy bueno!
«¡ay! me dije, con tono de reproche,
qué menguada virtud la que me alienta
si sólo en el placer abre su broche...»
¡Hoy bendigo a jesús en la tormenta,
hoy su roto costado es mi sangrienta
guarida, en lo infinito de mi noche!
Poema "intra vulnera tua absconde me" de Amado Nervo
-- de Amado Nervo --
La bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la bruma!
la bruma es el ensueño del agua, y en su empeño
de inmaterializarse lo vuelve todo ensueño.
A través de su velo mirífico, parece
como que la materia brutal se desvanece:
la torre es un fantasma de vaguedad que pasma,
todo, en su blonda envuelto, se convierte en fantasma,
y el mismo hombre que cruza por su zona quieta
se convierte en fantasma, es decir, en silueta.
La bruma es el ensueño del agua, que se esfuma
en leve gris. ¡Tú ignoras la esencia de la bruma,
de la bruma que sueña con la aurora lejana!
y yo dije: ¡ensalcemos a dios, oh bruma hermana!
Poema "la bruma" de Amado Nervo
-- de Lope de Vega --
Con nuevos lazos, como el mismo Apolo,
hallé en cabello a mi Lucinda un día,
tan hermosa, que al cielo parecía
en la risa del alba, abriendo el polo.
Vino un aire sutil, y desatólo
con blando golpe por la frente mía,
y dije a Amor que para qué tejía
mil cuerdas juntas para un arco solo.
Pero él responde: «Fugitivo mío,
que burlaste mis brazos, hoy aguardo
de nuevo echar prisión a tu albedrío».
Yo, triste, que por ella muero y ardo,
la red quise romper; ¡qué desvarío!,
pues más me enredo mientras más me guardo.
Poema "Con nuevos lazos, como el mismo Apolo" de Lope de Vega
-- de Lope de Vega --
Deseando estar dentro de vos propia,
Lucinda, para ver si soy querido,
miré ese rostro, que del cielo ha sido
con estrellas y sol natural copia;
y conociendo su bajeza impropia,
vime de luz y resplandor vestido,
en vuestro sol, como Faetón perdido,
cuando abrasó los campos de Etiopia,
Ya cerca de morir dije «Tenéos,
deseos locos, pues lo fuisteis tanto,
siendo tan desiguales los empleos».
Mas fue el castigo, para más espanto,
dos contrarios, dos muertes, dos deseos,
pues muero en fuego y me deshago en llanto.
Poema "Deseando estar dentro de vos propia" de Lope de Vega
-- de Lope de Vega --
Llevóme Febo a su Parnaso un día,
y vi por el cristal de unos canceles
a Homero y a Virgilio con doseles,
leyendo filosófica poesía.
Vi luego la importuna infantería
de poetas fantásticos noveles,
pidiendo por principios más laureles
que anima Dafnes y que Apolo cría.
Pedíle yo también por estudiante,
y díjome un bedel: «Burguillos, quedo:
que no sois digno de laurel triunfante».
¿Por qué?», le dije; y respondió sin miedo:
Porque los lleva todos un tratante
para hacer escabeches en Laredo.»
Poema "Llevóme Febo a su Parnaso un día" de Lope de Vega
-- de Lope de Vega --
Picó atrevido un átomo viviente
los blancos pechos de Leonor hermosa,
granate en perlas, arador en rosa,
breve lunar del invisible diente.
Ella dos puntas de marfil luciente,
con súbita inquietud bañó quejosa,
y torciendo su vida bulliciosa,
en un castigo dos venganzas siente.
Al expirar la pulga, dijo: "¡Ay, triste,
por tan pequeño mal dolor tan fuerte!"
"¡Oh pulga!", dije yo, "¡dichosa fuiste...!
Detén el alma, y a Leonor advierte
que me deje picar donde estuviste,
y trocaré mi vida con tu muerte".
Poema "Picó atrevido un átomo viviente" de Lope de Vega
-- de Lope de Vega --
Yo vi, sobre dos piedras plateadas
dos colunas gentiles sostenidas,
de vidro azul cubiertas, y cogidas
en un cendal pajizo y dos lazadas.
Turbéme, y dije: «¡Oh prendas reservadas
al Hércules que os tiene merecidas,
si como de mi alma sois queridas
os viera de mis brazos levantadas,
tanto sobre mis hombros os llevara,
que en otro mundo, que ninguno viera,
fijara del plus ultra los trofeos!»
«¡Oh, fuera yo Sansón, que os derribara,
porque, cayendo vuestro templo, diese
vida a mi muerte, y muerte a mis deseos!»
Poema "Yo vi, sobre dos piedras plateadas" de Lope de Vega
-- de Luis Gonzaga Urbina --
Herido voy, herido; no me alienta
la muchedumbre que en el circo clama,
y entona canto a la verde rama
que allí en la sien del vencedor se ostenta.
La misma multitud es la que afrenta
al que en la lucha desigual, se inflama,
y al fin sucumbe, sin honor ni fama,
la espada rota y la cerviz sangrienta.
Yo entré a la lid intrépido y gozoso.
Los muertos te saludan, dije al mundo.
Miré a las fieras; me sentí coloso:
luché; me hirió la duda en lo profundo,
y entre el polvo del carro victorioso,
ya ruedo por la arena, moribundo.
Poema "¡ave césat!" de Luis Gonzaga Urbina
-- de Líber Falco --
I
¿Era aquel un hombre?
Me acerqué y le dije:
¿Ha visto que tiene usted
la cara de papel?
Me miró con odio,
pero alzó una mano; allí.
¡Ah! Oí crujir su rostro,
quebrársele la nariz
y rodar sus ojos por el suelo.
Quedó detrás del mostrador;
espantoso!
Yo me fui,
triste.
II
El hombre me miró de costado.
Como viese que era yo
lo que era, lo que soy,
me miró de costado...
Luego de frente, y me dijo:
Váyase!
Retrocedí.
Dí contra una pared.
Reboté hacia él
y desesperadamente,
le escupí mi asco.
Ahora...
Ando calles.
III
No parecía que aquel ojo viese.
Pero estaba ahí, mirándome.
Sin brillo, sin sentido.
Ojo de perro muerto.
De cosa que Dios no ha creado.
De bestia inédita.
Estaba el hombre mirándome.
Abrió su boca, rió.
Y con sus dientes de oro
mascó mi corazón,
como si fuese un trapo.
Poema "Tres apuntes" de Líber Falco
-- de Manuel de Zequeira --
OÑÉ que la fortuna en lo eminente
Del más brillante trono me ofrecía
El imperio del orbe, y que ceñía
Con diadema inmortal mi augusta frente.
Soñé que hasta el Ocaso desde Oriente
Mí formidable nombre discurría,
Y que del Septentrión al Mediodía
Mi poder se adoraba humildemente.
De triunfantes despojos revestido,
Soñé que de mi carro rubicundo
Tiraba César con Pompeyo uncido.
Despertóme el estruendo furibundo,
Solté la risa y dije en mi sentido:
«Así pasan las glorias de este mundo.»
Poema "La Ilusión" de Manuel de Zequeira
-- de Manuel del Palacio --
La vez primera que te ví en la calle
Ibas con tu mamá por el Retiro,
Y á mi labio robaron un suspiro
Tus dulces ojos, y tu esbelto talle.
Te ví despues en el florido valle
Que el Arno riega en caprichoso giro,
Y, ¡ay! desde entónces por asir deliro
Del timón de tu pecho el gobernalle.
¿Deliro? dije mal; he visto el tarro
Con que una vez te tiñes cada dia,
La huella entre tus dientes del cigarro,
El miriñaque que mujer creia,
Y para amar un ídolo de barro
Me lo ofrece mejor la alfarería.
Poema "A una mujer de moda" de Manuel del Palacio
-- de Jaime Sabines --
Sitio de amor, lugar en que he vivido
de lejos, tú, ignorada,
amada que he callado, mirada que no he visto,
mentira que me dije y no he creído:
(ésta es la última vez que yo te quiero.
En serio te lo digo.)
Cosas que no conozco, que no he aprendido,
contigo, ahora, aquí, las he aprendido.
En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amada, lugar en que descanso,
silencio en que me aflijo.
(Cuando miro tus ojos
pienso en un hijo.)
Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente
que todo te lo digo.
Tu corazón a flor de piel, tus manos,
tu sonrisa perdida alrededor de un grito,
ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo,
ese tu andar buscándome por donde yo no he ido:
todo eso que tú haces y no haces a veces
es como para estarse peleando contigo.
Niña de los espantos, mi corazón caído,
ya ves, amada, niña, qué cosas dijo.
Poema "sitio de amor" de Jaime Sabines
-- de Jaime Sabines --
Allí había una niña.
En las hojas del plátano un pequeño
hombrecito dormía un sueño.
En un estanque, luz en agua.
Yo contaba un cuento.
Mi madre pasaba interminablemente
alrededor nuestro.
En el patio jugaba
con una rama un perro.
El sol -qué sol, qué lento-
se tendía, se estaba quieto.
Nadie sabía qué hacíamos,
nadie, qué hacemos.
Estábamos hablando, moviéndonos,
yendo de un lado a otro,
las arrieras, la araña, nosotros, el perro.
Todos estábamos en la casa
pero no sé por qué. Estábamos. Luego el silencio.
Ya dije quién contaba un cuento.
Eso fue alguna vez porque recuerdo
que fue cierto.
Poema "allí había una niña" de Jaime Sabines
-- de Jorge Isaacs --
Recuerdos de infortunios y delicias
De otro mundo tal vez, llevo en el alma;
De lamentos y adioses y caricias,
De un amor infeliz memoria vaga.
Sueños o realidad, el bien perdido
Es esta sombra que mi frente empaña;
Mas al veros dichosos, al olvido
Doy el dolor y sécanse mis lágrimas.
¿Qué os dije de infortunios y dolores?
Para una eternidad, vuestro amor basta,
Y aquí en la tierra cubrirá de flores
Paterno amor la senda que os aguarda.
Si alguna vez os cuentan que leyeron
Mi nombre en una tumba solitaria,
Bajo los verdes bosques do corrieron
Los venturosos años de mi infancia...
Orad, orad por el amigo ausente;
Del bueno la oración, al cielo alcanza:
Por mí favoreced al indigente;
Es de ángeles o un Dios secar sus lágrimas.
Poema "A Virginia y Rufino" de Jorge Isaacs
-- de César Vallejo --
Anoche, unos abriles granas capitularon
ante mis mayos desarmados de juventud;
los marfiles histéricos de su beso me hallaron
muerto; y en un suspiro de amor los enjaulé.
Espiga extraña, dócil. Sus ojos me asediaron
una tarde amaranto que dije un canto a sus
cantos; y anoche, en medio de los brindis, me hablaron
las dos lenguas de sus senos abrasadas de sed.
Pobre trigueña aquella; pobres sus armas; pobres
sus velas cremas que iban al tope en las salobres
espumas de un marmuerto. Vencedora y vencida,
se quedó pensativa y ojerosa y granate.
Yo me partí de aurora. Y desde aquel combate,
de noche entran dos sierpes esclavas a mi vida.
Poema "Capitulación" de César Vallejo
-- de César Vallejo --
Hasta cuándo estaremos esperando lo que
no se nos debe... Y en qué recodo estiraremos
nuestra pobre rodilla para siempre! Hasta cuándo
la cruz que nos alienta no detendrá sus remos.
Hasta cuándo la Duda nos brindará blasones
por haber padecido!...
Ya nos hemos sentado
mucho a la mesa, con la amargura de un niño
que a media noche, llora de hambre, desvelado...
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos!
Hasta cuándo este valle de lágrimas, a donde
yo nunca dije que me trajeran.
De codos
todo bañado en llanto, repito cabizbajo
y vencido: hasta cuándo la cena durará.
Hay alguien que ha bebido mucho, y se burla,
y acerca y aleja de nosotros, como negra cuchara
de amarga esencia humana, la tumba...
Y menos sabe
ese oscuro hasta cuándo la cena durará!
Poema "La cena miserable" de César Vallejo
-- de Delmira Agustini --
-Tengo sed, sed ardiente- dije a la maga, y ella
me ofreció de sus néctares-. Eso no: ¡me empalaga!-
Luego una rara fruta, con sus dedos de maga
exprimió en una copa, clara como una estrella;
y un brillo de rubíes hubo en la copa bella.
Yo probé.- ¡Es dulce, dulce! Hay días que me halaga
tanta miel, pero hoy me repugna, me estraga-.
Vi pasar por los ojos del hada una centella.
Y por un verde valle perfumado y brillante,
llevóme hasta una clara corriente de diamantes.
-¡Bebe!- dijo. Yo ardía; mi pecho era un fragua.
Bebí, bebí, bebí la linfa cristalina...
¡Oh frescura!, ¡oh pureza!, ¡oh sensación divina!
-Gracias, maga; y bendita la limpieza del agua.
Poema "La sed" de Delmira Agustini
-- de Dulce María Loynaz --
Camino hacia la sombra.
Voy hacia la ceniza mojada-fango de
la muerte...-, Hacia la tierra.
Voy caminando y dejo atrás el cielo,
la luz, el amor... Todo lo que nunca fue mío.
Voy caminando en línea recta; llevo
las manos vacías, los labios sellados...
Y no es tarde, ni es pronto,
ni hay hora para mí.
El mundo me fue ancho o me fue estrecho.
La palabra no se me oyó o no la dije.
Ahora voy caminando hacia el polvo,
hacia el fin, por una recta
que es ciertamente la distancia
más corta entre dos puntos negros.
No he cogido una flor, no he tocado una piedra.
Y ahora me parece que lo pierdo
todo, como si todo fuera mío...
¡Y más que el sol que arde el día entero
sobre ella, la flor sentirá el frío
de no tener mi corazón que apenas tuvo!..
El mundo me fue estrecho o me fue ancho.
De un punto negro a otro
-negro también...-Voy caminando...
Poema "la marcha" de Dulce María Loynaz
-- de Arturo Borja --
Para Carmen Rosa
En el blanco cementerio
fue la cita. Tú viniste
toda dulzura y misterio,
delicadamente triste
Tu voz fina y temblorosa
se deshojó en el ambiente
como si fuera una rosa
que se muere lentamente
Íbamos por la avenida
llena de cruces y flores
como sombras de ultravida
que renuevan sus amores.
Tus labios revoloteaban
como una mariposa,
y sus llamas inquietaban
mi delectación morosa.
Yo estaba loco, tú loca,
y sangraron de pasión
mi corazón y tu boca
roja, como un corazón.
La tarde iba ya cayendo;
tuviste miedo y llorando
yo te dije:– Estoy muriendo
porque tú me estás matando.
En el blanco cementerio
fue la cita. Tú te fuiste
dejándome en el misterio
como nadie, solo y triste.
Poema "En el blanco cementerio" de Arturo Borja
-- de Pablo Neruda --
Soneto vii
«vendrás conmigo» dije sin que nadie supiera
dónde y cómo latía mi estado doloroso,
y para mí no había clavel ni barcarola,
nada sino una herida por el amor abierta.
Repetí: ven conmigo, como si me muriera,
y nadie vio en mi boca la luna que sangraba,
nadie vio aquella sangre que subía al silencio.
Oh amor ahora olvidemos la estrella con espinas!
por eso cuando oí que tu voz repetía
«vendrás conmigo» fue como si desataras
dolor, amor, la furia del vino encarcelado
que desde su bodega sumergida subiera
y otra vez en mi boca sentí un sabor de llama,
de sangre y de claveles, de piedra y quemadura.
Poema "soneto vii cien sonetos de amor (1959) mañana" de Pablo Neruda
-- de Pablo Neruda --
Amor, amor aquel y aquella,
si ya no son, dónde se fueron?
ayer, ayer dije a mis ojos
cuándo volveremos a vernos?
y cuando se muda el paisaje
son tus manos o son tus guantes?
cuando canta el azul del agua
cómo huele el rumor del cielo?
Poema "amor, amor aquel y aquella" de Pablo Neruda
-- de Pedro Calderón de la Barca --
Sin cuidado el cabello, y tan incierta
al corazón la sangre redimida,
desmayada con aire de dormida,
y dormida con garbo de despierta.
Poco cierto el vivir, la beldad cierta,
el alma sin obrar en sí encogida,
para poder matar como con vida,
y para no sentirlo, como muerta.
La vi, y al ir a hablar, dije advertido:
si lo hermoso de ingrato es argumento,
desmayada, y esquiva tendrá oído.
Luego en vano es decirla lo que siento
que mal podrá sentirlo sin sentido,
si aun con él no tuviera sentimiento.
Poema "De Mirtillo" de Pedro Calderón de la Barca
-- de Pedro Soto de Rojas --
Al dulce son de vuestro blando acento
vi las aves sin dueño ya cautivas,
suspensas vi las aguas fugitivas
del Dauro en su orgulloso movimiento,
vi el rumor de los árboles atento,
vi del aire cesar las lenguas vivas,
vi humanarse las fieras más esquivas
y moverse las piedras de su asiento.
Vime también de vuestro canto asido,
Fénix bella, y al céfiro, a las aves,
piedras, árboles, fieras y corriente
dije: «Pues este canto os da sentido,
sentid, testigos de este bien suaves,
que ya mi alma de sentir no siente».
Poema "A Fénix, habiendo cantado" de Pedro Soto de Rojas
-- de Rafael de León --
Sonó la palabra dinero
y todo lo echaste a rodar
y en vez de decirte: te quiero ,
te dije: -¿qué quieres cobrar?-
y me valoraste las rosas,
poniéndole precio al jardín
y fueron tomando las cosas
un tono metálico y ruin.
Y aunque esta verdad me traspasa,
prefiero saber la verdad:
que al mes, pago luz, pago casa
y pago la felicidad.
Poema "mazazo" de Rafael de León
-- de José Tomás de Cuellar --
TE acuerdas de la estrella cintilante
Que te mostraba un día?
Brillaba cual ninguna en el oriente
Errante faro en la extensión vacía.
Mirándola los dos, te dije amante
— Lo recuerdas ahora? —
Si alguna vez la suerte nos separa
Y tu alma triste mis ausencias llora,
Corre á buscar esa radiante estrella
Y cuéntale, alma mía,
El ansia de tu pecho enamorado,
La amarga pena de tu suerte impía.
Que yo doquiera que mi sér aliente.
Felíz ó desgraciado,
Poema "La estrella confidente" de José Tomás de Cuellar
-- de José Ángel Buesa --
Los que vieron la dama luciendo aquella rosa
que era como el fragante cóagulo de una llama,
no supieron decirme cuál era más hermosa:
si la rosa o la dama.
Los que vieron la dama llevar la flor aquella,
como un broche de fuego sobre su piel sedosa,
no supieron decirme cual era la más bella:
si la dama o la rosa.
Cuando pasó la dama, fue un perfume su huella.
Nadie supo decirme si fue la flor, o ella,
la que dejó la noche perfumada.
Y yo, yo, que la tuve desnuda sobre el lecho,
yo, que corté la rosa para adornar su pecho,
tampoco dije nada.
Poema "la dama de la rosa" de José Ángel Buesa
-- de José Ángel Buesa --
Todavía te busco, mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: «te quiero...»
Y, sin embargo, espero. Y el tiempo pasa y pasa.
Y ya llega el otoño, y espero todavía:
de lo que fue una hoguera sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.
Y quizás, en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender, de pronto, que lo que nunca llega
nos entristece menos que lo que llega tarde.
Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años...
Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella...
Y al no decir: «¡es ella!» como diría ahora
seguiré mi camino, murmurando: «era ella...»
Poema "canción de la búsqueda" de José Ángel Buesa
-- de José Ángel Buesa --
Se fue mi niñez...
Batiendo sus alas de rosa partió...
Le rogué, llorando: «¡vuelve a mí otra vez!»
volveré me dijo... Pero no volvió...
Después, mi inocencia, cual mística flor,
se mustió entre las
llamaradas locas del pagano amor,
y a mi alma su aroma no tornó jamás...
Y, al llegar mis dudas, se marchó mi fe...
«¿Volverás?» le dije... No sé si me oyó:
hizo un gesto vago me miró y se fue.
Luego, acurrucada, sufrió mi ilusión
de los desengaños el flagelo cruel:
me miró con húmedos ojos de lebrel
y se fue en silencio de mi corazón...
Y yo sé que un día también tú te irás,
sin que mis caricias puedan retenerte,
pues ya hacia otros brazos, o ya hacia la muerte,
no te detendrás...
Porque sé que un día llegará el olvido,
y sé que ese día te me irás, mujer,
como tantas cosas que ya se me han ido:
¡para no volver!...
Poema "la fuga infinita" de José Ángel Buesa
-- de Juan de Arguijo --
Yo vi del rojo sol la luz serena
Turbarse, y que en un punto desparece
Su alegre faz, y en torno se oscurece
El cielo con tiniebla de horror llena.
El austro proceloso airado suena,
Crece su furia, y la tormenta crece,
Y en los hombres de Atlante se estremece
El algo olimpo y con espanto truena;
Mas luego vi romperse el negro velo
Deshecho en agua, y á su luz primera
Restituirse alegre el claro dia,
Y de nuevo esplendor ornado el cielo
Miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
Igual mudanza á la fortuna mia?
Poema "La tempestad y la calma" de Juan de Arguijo
-- de Gustavo Adolfo Bécquer --
Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
mas guardábamos entrambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? ni aun entonces
pude saberlo;
sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.
Creación de dante era el libro,
era su infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
¿comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
y ella respondió encendida:
¡ya lo comprendo!
Poema "rima xxix" de Gustavo Adolfo Bécquer
-- de Gustavo Adolfo Bécquer --
Primera voz
las ondas tienen vaga armonía,
las violetas suave olor,
brumas de plata la noche fría,
luz y oro el día;
yo algo mejor:
¡yo tengo amor!
segunda voz
aura de aplausos, nube rabiosa,
ola de envidia que besa el pie.
Isla de sueños donde reposa
el alma ansiosa.
¡Dulce embriaguez
la gloria es!
tercera voz
ascua encendida es el tesoro,
sombra que huye la vanidad,
todo es mentira: la gloria, el oro.
Lo que yo adoro
sólo es verdad:
¡la libertad!
así los barqueros pasaban cantando
la eterna canción,
y al golpe del remo saltaba la espuma
y heríala el sol.
¿Te embarcas? , gritaban, y yo sonriendo
les dije al pasar:
ha tiempo lo hice, por cierto que aun tengo
la ropa en la playa tendida a secar.
Poema "rima lxxii" de Gustavo Adolfo Bécquer
-- de Gutierre de Cetina --
Después de haber con la paciencia larga
faltado la virtud, que el mal se alarga,
la rabia y el dolor hace impaciente;
y como cuando afloja el accidente,
la lengua el pesar la culpa carga,
la conciencia se duele, el alma amarga,
y de cuanto ha hablado se arrepiente.
Así en la furia yo de aquel tormento
que me causáis, me quejo y me maldigo,
y ruego a dios que cual me veis os vea.
Después me reconozco y arrepiento,
mas no puedo hacer, por más que digo,
que lo que dije ya, dicho no sea.
Poema "como al que grave mal tiene doliente" de Gutierre de Cetina
-- de Idea Vilariño --
Me moriré y él seguirá cantando
bueno
digo
carlitos
y jorge seguirá haciendo el amor
como si se muriera
y seguirá sin mí este mundo mago
¿este mundo podrido?
tanto árbol que planté
cosa que dije
y versos que escribí en la madrugada
y andarán por ahí como basura
como restos de un alma
de alguien que estuvo aquí
y ya no más
no más.
Lo triste lo peor fue haber vivido
como si eso importara
vivido como un pobre adolescente
que tropezó y cayó y no supo
y lloró y se quejó
y todo lo demás
y creyó que importaba.
Poema "y seguirás sin mí" de Idea Vilariño
-- de Salvador Díaz Mirón --
Si en tus jardines, cuando yo muera,
cuando yo muera, brota una flor;
si en un celaje ves un lucero,
ves un lucero que nadie vio;
y llega un ave que te murmura,
que te murmura con dulce voz,
abriendo el pico sobre tus labios,
lo que en tu tiempo te dije yo:
aquel celaje y el ave aquella,
y aquel lucero y aquella flor
serán mi vida que ha transformado,
que ha transformado la ley de Dios.
Serán mis fibras con otro aspecto,
ala y corola y ascua y vapor;
mis pensamientos transfigurados:
perfume y éter y arrullo y sol.
Soy un cadáver, ¿cuándo me entierran?
Soy un viajero, ¿cuándo me voy?
Soy una larva que se transforma.
¿Cuándo se cumple la ley de Dios,
y soy, entonces, mi blanca niña,
celaje y ave, lucero y flor?
Poema "Mística" de Salvador Díaz Mirón
-- de San Juan de la Cruz --
Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
1. Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino
que de vista me perdiese;
y, con todo, en este trance
en el vuelo quedé falto;
mas el amor fue tan alto,
que le di a la caza alcance.
2. Cuanto más alto subía
deslumbróseme la vista,
y la más fuerte conquista
en oscuro se hacía;
mas, por ser de amor el lance
di un ciego y oscuro salto,
y fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
3. Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido,
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba;
dije: ¡No habrá quien alcance!
y abatíme tanto, tanto,
que fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
4. Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera;
esperé solo este lance,
y en esperar no fui falto,
pues fui tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance.
Poema "Otras del mismo a lo divino" de San Juan de la Cruz
-- de Vicenta Castro Cambón --
POR salvar de la seca a tres rosales,
aunque estaba cansada y era noche,
olvidéme un instante de mis males
y “agua —dije— he de darles a derroche”.
Y busqué los rosales. Busqué en vano:
del cantero, esa vez, todas las plantas
parecieron rosales a mi mano;
¡y las plantas regadas fueron tantas!
En tallos que jamás dieron espinas
tocó mi mano espinas enconosas
y mi mano halló rosas peregrinas
en ramas donde nadie verá rosas.
Si alguien mi confusión adivinara
tal vez, creyéndome a1 dolor ajena,
ebria de poesía me juzgara.
Tú lo sabes: yo estaba ebria de pena...
Poema "Releyendo tus páginas" de Vicenta Castro Cambón
-- de Vicenta Castro Cambón --
TENGO mil amigos,
sus nombres ignoro;
yo quiero ignorarlos, nadie me los diga
que Olvido es mi dueño y Olvido es celoso.
Mil amigos tengo;
di con un camino,
di con un camino que saben los pájaros,
camino que lleva del alma a lo íntimo.
Mil amigos tengo;
jamás a mi vera
pasaron algunos y otros aun pasando
no me reconocen y libre me dejan.
Si algunos rozando
mi mano dijeron
su nombre, al instante creí haber soñado
y a mi dueño dije: “No temas, fué el viento.”
Y es dicha de veras
tener mil amigos,
ser ave en la selva y desde la selva
música silvestre dar al peregrino...
Tengo mil amigos,
sus nombres ignoro
y es dicha ignorarlos; nadie me los diga,
nadie me los diga: mi dueño es celoso...
Poema "Tengo mil amigos" de Vicenta Castro Cambón
-- de Vicente Ruiz Llamas --
Contemplando sentado en la plata
el azul transparente del mar,
la veloz sucesión de las olas
con su triste y eterno bramar.
Así fluyen, me dije, en el alma,
y refluyen y vienen y van.
Alegría, tormento, ventura,
sentimiento, placer y pesar.
Poema "En la playa" de Vicente Ruiz Llamas
-- de Angel González --
Breves acotaciones para una biografía
cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte esta es la puerta:
se llama ángel y conduce al llanto.
Poema "breves acotaciones para una biografía" de Angel González
-- de Antonio Machado --
Como atento no más a mi quimera
no reparaba en torno mío, un día
me sorprendió la fértil primavera
que en todo el ancho campo sonreía.
Brotaban verdes hojas
de las hinchadas yemas del ramaje,
y flores amarillas, blancas, rojas,
alegraban la mancha del paisaje.
Y era una lluvia de saetas de oro
el sol sobre las frondas juveniles;
del amplio río en el caudal sonoro
se miraban los álamos gentiles.
—Tras de tanto camino es la primera
vez que miro brotar la primavera—,
dije, y después, declamatoriamente:
—¡Cuán tarde ya para la dicha mía!—
Y luego, al caminar, como quien siente
alas de otra ilusión: —Y todavía
¡yo alcanzaré mi juventud un día!
Poema "Acaso" de Antonio Machado
-- de Antonio-Plaza-Llamas --
Toma niña, este búcaro de flores;
tiene azucenas de gentil blancura
lirios fragantes y claveles rojos,
tiene también camelias, amaranto
y rosas sin abrojos,
rosas de raso, cuyo seno ofrecen
urnas de almíbar con esencia pura,
que en sus broches de oro se estremecen.
Admítelas, amor de mis amores,
admítelas, mi encanto;
las cristalinas gotas de mi llanto,
tibio llanto que brota
del alma de una madre que en ti piensa,
y por eso hallarás en cada gota
emblema santo de ternura inmensa.
Una tarde de abril, así decía,
mi esposa sollozante, mi esposa infortunada,
a mi hija indiferente que dormía
en su lecho de tablas reclinada;
y como herminia, ¡nada!;
nada en su egoísmo respondía
a esa voz que me estaba asesinando.
La madre entonces se alejó llorando,
y ella en la tumba continuó durmiendo.
Déjala dije, -tu dolor comprendo. . .
Poema "¡déjala!" de Antonio-Plaza-Llamas
-- de Antonio Ros de Olano --
Al nacer el día
de la Anunciación,
despierta la niña
de un beso al calor.
Con ser de su madre,
la niña tembló.
-¡Madre! madre mía
de mi corazón;
por si hace ya tiempo,
¿Te acuerdas que yo,
tras la primer noche
de mi comunión,
te dije aquel sueño
en que un ruiseñor,
sobre una azucena
parado cantó
la oración del Alba;
y al nacer el sol
sonreí mirándole
volar hacia Dios?-
Hoy he vuelto a oírle;
no en la misma flor,
ni es el que decía
aquella oración:
cantaba entre flores,
y oyendo su voz,
lloré... -Madre mía...
Los sueños ¿qué son?
-No cuentes tus sueños,
hija de mi amor...-
Cuando tu primera
santa comunión,
cumplías diez años...
¡Quince cumples hoy!
Poema "Doloridas" de Antonio Ros de Olano
-- de Manuel María Flores --
A rosario p.
En su curso voluble la fortuna
todo cuanto me diera me quitó;
y la miseria pálida y hambrienta
el umbral de mi puerta se sentó.
Y llegó la amistad la que en un día
el festín de mis dichas presidió-
y aunque le dije ven, ella, espantada
al ver aquel espectro, se alejó.
Amor llegó también... Sellé mi labio,
porque temí que se alejara amor;
pero él sin vacilar, bañado en lágrimas,
vino a mi presuroso... Y me abrazó.
Y la miseria pálida y hambrienta
que al umbral de mi puerta se sentó
a la luz de aquel ángel que lloraba,
ella... ¡La horible harpía!... Se embelleció.
Poema "la fortuna" de Manuel María Flores
-- de Manuel Reina --
En el verde jardín, al pie de un árbol,
hallé una lira rota y destemplada:
y en tal estado al verla
sentí rota mi alma.
Las cristalinas gotas de rocío
que en sus hilos metálicos brillaban,
no sé por qué misterio
me parecieron lágrimas.
Al ver a un ruiseñor triste y callado
que en ella se posaba,
dije: el ave es el alma de su dueño
que viene a visitarla.
¡Ay! en aquellas cuerdas yo veía
de un corazón las fibras delicadas
heridas mortalmente
por sin igual desgracia.
Cuando el viento al pasar, aquellas cuerdas
con invisibles dedos agitaba,
gemidos y lamentos
de la lira brotaban.
Poema "La lira rota" de Manuel Reina
-- de Mariano Melgar --
Figurarme solía un magistrado
que hoy sostuviese a la nación entera:
¡qué luces, qué virtudes no exigiera
un empeño tan grande y elevado!
Sólo el poder de un Dios a tanto grado
las prendas de un mortal llevar pudiera;
mas ya en nuestras desdichas ¿quién espera
un prodigio tan raro y acabado?
Dije: y «miradlo aquí», contesta ufano,
señalándome el gran Vista - Florida,
el genio tutelar del pueblo indiano;
la América no más será oprimida
con este Consejero, y el hispano
a este patricio deberá la vida.
Poema "Figurarme solía un magistrado" de Mariano Melgar
-- de Rosalía de Castro --
Ya que me abandonaste, ¡oh tú, esperanza!,
«volved a mí», les dije a mis recuerdos;
mas mi voz resonó hueca y profunda
en un sepulcro abierto.
Cuando me veas pensativo y triste,
no indagues en qué pienso;
del ángel de las tumbas,
tú, ángel de luz, ¿pudieras tener celos?
ella alzó entonces los rasgados ojos
y preguntó con miedo:
«¿será verdad que alguna vez, bien mío,
resucitan los muertos?»
Poema "a" de Rosalía de Castro
-- de Rosalía de Castro --
Ya que me abandonaste, ¡oh tú, esperanza!,
«volved a mí», les dije a mis recuerdos;
mas mi voz resonó hueca y profunda
en un sepulcro abierto.
Cuando me veas pensativo y triste,
no indagues en qué pienso;
del ángel de las tumbas,
tú, ángel de luz, ¿pudieras tener celos?
Ella alzó entonces los rasgados ojos
y preguntó con miedo:
«¿Será verdad que alguna vez, bien mío,
resucitan los muertos?»
Poema "A *** (Rosalía de Castro)" de Rosalía de Castro
-- de Medardo Ángel Silva --
Abril canta en mi oído con sus rosas y brisas,
con fresca boca ríen las rosadas auroras,
la primavera esparce su guirnalda de risas...
¿Por qué obstinadamente melancólico lloras?
Cipris ofrece el vino de sus púrpureas viñas,
Leda y el Cisne ensayan el dulce simulacro,
y son rubias manzanas los senos de las niñas
en cuyos labios tiernos palpita el himno sacro.
¡Bien sé yo —dije— cuánto dura la primavera,
comparable a la vida de la pompa ligera
de tules erizados que desvanece el viento!
Yo esperaré a la Esposa que no falta a la cita,
en cuyos labios mora la verdad infinita
que rebusca mi espíritu de eternidad sediento.
Poema "Diálogo (Silva)" de Medardo Ángel Silva
-- de Medardo Ángel Silva --
Vimos los laberínticos senderos interiores
—ideas como larvas y monstruos roedores—:
toda la fauna y flora que nutren el Espanto
y la Locura...
El aire sabía a sangre y llanto.
Y llegamos al círculo postrer de condenados,
y yo dije:
—Maestro: ¿y esos puños crispados?
¡Y esos ojos de vértigo cuya mirada brilla
como la del felino que guarda su caverna?
¿Y aquella faz exangüe de fiebre y pesadilla?...
Y Él: —Es un buscador de la Verdad Eterna.
Poema "Fragmento inédito de La divina comedia" de Medardo Ángel Silva
-- de Meira Delmar --
palabras al mar
mar de mi infancia. Caracolas,
arena de oro, velas blancas.
Si alguien cantaba entre la noche
a las sirenas recordaba.
Simbad venía en cada ola
sobre la barca de mi sueño,
y me nombraba capitana
de su fantástico velero.
El viento izaba las gaviotas
alto más alto de sus mástiles.
Y por las nubes entreabiertas
pasaba el cielo con sus ángeles.
Los compañeros no sabían
yo nunca dije mi destino
que en el anillo de la ronda
iba la novia del marino.
Poema "palabras al mar. memoria" de Meira Delmar
-- de Nicolás Guillén --
¿cuándo fue?
no lo sé.
Agua del recuerdo
voy a navegar.
Pasó una mulata de oro,
y yo la miré al pasar:
moño de seda en la nuca,
bata de cristal,
niña de espalda reciente,
tacón de reciente andar.
Caña
(febril le dije en mí mismo),
caña
temblando sobre el abismo,
¿quién te empujará?
¿qué cortador con su mocha
te cortará?
¿qué ingenio con su trapiche
te molerá?
el tiempo corrió después,
corrió el tiempo sin cesar,
yo para allá, para aquí,
yo para aquí, para allá,
para allá, para aquí,
para aquí, para allá...
Nada sé, nada se sabe,
ni nada sabré jamás,
nada han dicho los periódicos,
nada pude averiguar,
de aquella mulata de oro
que una vez miré al pasar,
moño de seda en la nuca,
bata de cristal,
niña de espalda reciente,
tacón de reciente andar.
Poema "agua del recuerdo" de Nicolás Guillén
-- de Juan Gelman --
Tomé mi amor que asombraba a los astros
y le dije: señor amor,
usted crece de tarde, noche y día,
de costado, hacia abajo, entre las cejas,
sus ruidos no me dejan dormir perdí todo apetito
y ella ni nos saluda, es inútil, inútil.
De modo que tomé a mi amor,
le corté un brazo, un pie, sus adminículos,
hice un mazo de naipes
y ante la palidez de los planetas
me lo jugué una noche lentamente
mientras mi corazón silbaba, el distraído.
Poema "en la carpeta" de Juan Gelman
-- de Juan Gelman --
Al alba es que me levanté con tu nombre y lo repetí
como una buena noticia y lo dije entre los peces y
los tigres y lo canté o mostré su resplandor contra
los rostros del país y lo guardé como una espada
piedritas sol rehenes de tu nombre
que se me haga paladar
Poema "ocupaciones" de Juan Gelman
-- de Juana de Ibarbourou --
Como una ala negra tendí mis cabellos
sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste,
dicendome luego:
-¿duermes sobre piedras cubiertas de musgos?
¿con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿ tu almohada es de trébol? ¿las tienes tan negras
porque acaso en ella exprimiste un zumo
retinto y espeso de moras silvestres?
¡qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Que perfume usas? y riendo te dije:
-¡nintuno, ninguno!
te amo y soy joven, huelo a primavera.
Este olor que sientes es de carne firme,
de mejillas claras y de sangre nueva.
¡Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
las mismas fragancias de la primavera!
Poema "como la primavera" de Juana de Ibarbourou
-- de Julio Arboleda --
Yo vi del rojo sol la luz serena
turbarse y que en un punto desparece
su alegre faz, y en torno se oscurece
el cielo, con tiniebla de horror llena.
El Austro proceloso airado suena,
crece su furia, y la tormenta crece,
y en los hombros d e Atlante se estremece
el alto Olimpo, y con espanto truena.
Mas luego vi romperse el negro velo
deshecho en agua, y a su luz primera
restituirse alegre el claro día.
Y de nuevo esplendor ornado el cielo
miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
igual mudanza a la fortuna mía?
Poema "A la mudanza de la fortuna" de Julio Arboleda
-- de Julio Flórez --
Poem
En tu melena, do la noche habita, temblaba una opulenta margarita como un astro fragante entre la sombra; de pronto, con tristeza, doblaste la cabeza y rodó la la alta flor sobre la alfombra.
Sin verla, diste un paso y la flor destrozaste blandamente con tu escarpín de refulgente raso.
Yo, que aquello miraba, de repente con angustia infinita, al ver que la tortura deliciosa se alargaba de aquella flor hermosa, con voz que estrangulaba mi garganta
dije a la flor ya exánime y marchita: «¡Quién fuera tú... Dichosa margarita, para morir así... Bajo su planta!»
Poema "En el salón" de Julio Flórez
-- de Julio Flórez --
Poem
Lloró cuando la dije: adiós mi vida; y al través de las gotas de su llanto, sus inquietas pupilas parecían dos góndolas azules naufragando.
Poema "Naufragio" de Julio Flórez
-- de Fernando de Herrera --
Ardía, en varios cercos recogido,
del crispante cabello en torno, el oro,
que en bellos lazos coronado adoro,
dichoso en el dolor del mal sufrido.
Vibraba el esplendor esclarecido
y dulces rayos, del amor tesoro,
por quien en pérdida busco fiel y lloro
la gloria de mi daño consentido.
Veste negra, descuido recatado,
suave voz de angélica armonía
era, mesura y trato soberano.
Yo, que tal no esperaba, transportado,
dije, en la pura luz que me encendía:
«No encierra tal valor semblante humano».
Poema "Ardía, en varios cercos recogido" de Fernando de Herrera
-- de Fernando de Herrera --
Del mar las ondas quebrantarse vía
en las desnudas peñas, desde el puerto;
y en conflicto las naves que el desierto
Bóreas, bramando con furor, batía,
cuando gozoso de la suerte mía,
aunque afligido del naufragio cierto,
dije: no cortará del Ponto incierto
jamás mi nave la temida vía.
¡Mas, ay triste, que apena se presenta
de mi fingido bien una esperanza
cuando las velas tiendo sin recelo!
Vuelo cual rayo, y súbita tormenta
me niega la salud y la bonanza,
y en negra sombra cubre todo el cielo.
Poema "Del mar las ondas quebrantarse vía" de Fernando de Herrera
-- de Francisco de Quevedo --
Bostezó Floris, y su mano hermosa,
Cortésmente tirana y religiosa,
Tres cruces de sus dedos celestiales
Engastó en perlas y cerró en corales,
Crucificando en labios carmesíes,
O en puertas de rubíes,
Sus dedos de jazmín y casta rosa.
Yo, que alumbradas de sus vivas luces
Sobre claveles rojos vi tres Cruces,
Hurtar quise el engaste de una de ellas,
Por ver si mi delito o mi fortuna,
Por mal o buen Ladrón, me diera una;
Y fuera buen Ladrón, robando Estrellas.
Mas no pudiendo hurtarlas,
Y mereciendo apenas adorarlas,
Divino Humilladero
De toda libertad, dije, «Yo muero,
Si no en Cruces, por ellas, donde veo
Morir virgen y mártir mi deseo».
Poema "A un bostezo de Floris. Madrigal" de Francisco de Quevedo
-- de Francisco Villaespesa --
iv. Láujar
mientras la fuente su canción moruna
desgarra, y el azul su luz destella
sobre el jardín un rayo de la luna
la sombra dibujó de aben-humeya.
Entre el astral fulgor de la armadura
flotaban sobre su perfil estoico
harapos de la regia vestidura
como jirones de su sueño heroico.
¡Héroe!le dije. ¡Nuestro afán fue vano!
¡vino la muerte cuando ya tendida
a coger el laurel iba la mano!...
Igual estrella nos brindó la suerte,
pues si un amor te arrebató la vida,
¡también a mí otro amor me da la muerte!
Poema "por tierras de sol y sangre iv. láujar" de Francisco Villaespesa
-- de Francisco Villaespesa --
Ante la virgen que adorabas tanto
rezaba con tan ciega idolatría,
que entre mis labios la oración moría
estrangulada por mi propio llanto.
La imagen, impasible a mi quebranto,
con sus labios pintados sonreía
a un niño que en los brazos sosteía
medio oculto en los pliegues de su manto.
¡Mi vida en cambio de la suya!dije.
Ciego de pena y de terror, maldije;
y al salir de la brusca pesadailla,
vi en la faz de la imagen, con espanto,
algunas gotas trémulas de llanto
rodar sobre el carmín de su mejilla.
Poema "canción del recuerdo IV" de Francisco Villaespesa
-- de Francisco Villaespesa --
¿eres tú el justo que a los justos premia?
clamó mi labio, y de dolor maldijo,
y ante la sorda voz de mi blasfemia
palideció la faz del crucifijo.
Cegó mis ojos un raudal de llanto...
Quise luchar aún contra la suerte,
¡y sentí entre mis brazos, con espanto,
crujir el esqueleto de la muerte!
¡nadie la toque!dije. Y abrazado
como loco a su cuerpo inanimado,
intenté con mis besos darle vida.
¡Despiertale grité, mi amor despierta!
¡y era mi voz tan honda y dolorida,
que vi llorar los ojos de la muerta!
Poema "canción del recuerdo VI" de Francisco Villaespesa
-- de José Joaquín de Mora --
Díjome Fabio que en el monte Hibleo
nacen como carneros las perdices,
y que Dido llevaba en las narices,
como gafas, montado un rey pigmeo.
Que casada Cenobia con Orfeo,
después de muchos cuentos y deslices,
estudiaron en Londres de aprendices,
y a todo respondí: Fabio, lo creo.
Que hay un mono en Berlín que con el rabo
sabe escribir en la pared su nombre,
y con grande primor saca una muela.
Dije, Fabio, lo creo: Mas al cabo
me contó que Damón era un gran hombre,
y entonces dijo: Fabio eso no cuela.
Poema "Díjome Fabio que en el monte Hibleo" de José Joaquín de Mora
-- de José Martí --
¡no, música tenaz, me hables del cielo!
es morir, es temblar, es desgarrarme
sin compasión el pecho! si no vivo
donde como una flor al aire puro
abre su cáliz verde la palmera,
si del día penoso a casa vuelvo...
¿Casa dije? ¡no hay casa en tierra ajena!...
Roto vuelvo en pedazos encendidos!
me recojo del suelo: alzo y amaso
los restos de mí mismo; ávido y triste
como un estatuador un cristo roto:
trabajo, siempre en pie, por fuera un hombre
¡venid a ver, venid a ver por dentro!
pero tomad a que virgilio os guíe...
Si no, estáos afuera: el fuego rueda
por la cueva humeante: como flores
de un jardín infernal se abren las llagas:
y boqueantes por la tierra seca
queman los pies los escaldados leños!
¡toda fue flor la aterradora tumba!
no, música tenaz, me hables del cielo!
Poema "¡no, música tenaz...!" de José Martí
-- de José Martí --
Dígame mi labriego
¿cómo es que ha andado
en esta noche lóbrega
este hondo campo?
dígame de qué flores
untó el arado,
que la tierra olorosa
trasciende a nardos?
dígame de qué ríos
regó ese prado,
que era un valle muy negro
y ora es lozano?
otros, con dagas grandes
mi pecho araron:
pues ¿qué hierro es el tuyo
que no hace daño?
y esto dije y el niño
riendo me trajo
en sus dos manos blancas
un beso casto.
Poema "valle lozano" de José Martí
-- de Baltasar del Alcázar --
Mostróme Inés, por retrato
de su belleza los pies;
yo la dije: --Eso es, Inés,
buscar cinco pies al gato.
Rióse, y como eran bellos,
y ella por extremo bella,
arremetí por cogella,
y escapóseme por ellos
Poema "Salir por pies" de Baltasar del Alcázar
-- de Blanca Andreu --
He aquí la gesta de la noche,
su fortuna de estrellas y de lenguas de ahorcados,
su corazón de mercurio que tanto pesa y hace llorar,
sus intrigas y sus caballeros.
He aquí la noche como un nudo, amor mío, en un nudo.
Extraño, ya lo dije, cuando la tarde tiene un amor dual que
se desmaya y cae sobre los ojos de la lombriz,
o al cofre de la yerba y reposa.
Extraña el ara de la noche y la sábana que arde ydecapita.
Extraño el grito de los chacales mártires
y los pequeños búhos en santidad,
el amor y su óxido y el pato que se escapa del estanque,
la oca ebria con su aureola de alcohol,
lo que inexiste,
san tarsicio o el ánade príncipe que destroza su cetro yse
lobebe a sorbos sospechosos,
la acción del oro en licuación,
acto y obra y suma suicida del oro,
o el ánsar nival que aún solloza contemplando los poemas
patíbulos.
Poema "he aquí la gesta de la noche" de Blanca Andreu
-- de Blanca Andreu --
Los muertos odian el número dos.
F. G. Lorca
yo te di huesos de palomas rojas
de palomas que alientan dentro de los rasguños
desdeñoso licor de herida
pequeño peldaño de muerte
atrapé las palomas que habitaban en la sangre alterada de los niños perversos
robé vuelos morados
vuelos de adelfa y alarido
vuelos de arteria y arañazo
espejos
fiestas
del jacinto del sur
yo te di huesos de palomas muy pequeñas
astrolabios de tierno esqueleto
guías luciérnagas y otras luces nerviosas
para que oyeras cómo el fósforo declama los viejos versos del número par
para anclarte a mi noche
para anclarte a mi noche con la cal delicada
yo te di huesos
anclas pequeñitas
para que te encallaras en la sal de las puertas
y dije las palabras que así existen
filtros de melibea
brujas líquidas
o la voz fuerte de rilke el poeta:
retenle
sí retenle.
Poema "yo te di huesos de palomas rojas" de Blanca Andreu
-- de Blanca Andreu --
El día tiene el don de la alta seda,
pétalos desandados por el pie de la noche,
monedas en corolas, eso dije.
Pero se izó la nube de magnolia hasta llegar al núcleoahogado,
estambre eléctrico y pistilo triturado de amor,
monedas deshojadas por el terrible cheque templario,
o bien las brujas vírgenes prudentes
y la plomiza nada milenaria.
El día tuvo el don de la alta seda,
amor mío, amor mío, y por eso aún escúchame,
por eso te repito el perdido poema,
amor mío, amor mío, tu voz que amé y que cruza
las pupilas moradas de los puentes.
Y tu olor habitado, azul, y todo
lo que ahora abandono y abandonas
no sé con qué propósito,
ni sé de qué manera clandestina,
ahora, mientras yo rompo
la idea de tu rostro
y continúo ignorando
qué invierno,
qué arteria barroca del diciembre aquél,
qué orden despierto es el tuyo
mientras yo vivo sola, y duermo, y te detesto.
Poema "el día tiene el don de la alta seda" de Blanca Andreu
-- de Carolina Coronado --
Brillaba el sol aquel día
con luz clara, pura, hermosa;
yo no sé qué presentía,
pero estaba el alma mía
agitada y recelosa.
Antes de ver la tormenta
el alción la pronostica:
así una emoción violenta
que se siente y no se explica
a veces nos amedrenta.
¡Tempestad!... Y recia que era
la que aguardaba a mi vida,
cuando por la vez primera
tu mirada placentera
vino a anunciar su venida.
«Alma noble, dije al verte,
corazón osado y fuerte
en amor y odio extremado,
has de ser muy estimado
de la que llegue a quererte».
Harto bien lo presagiaba,
¡mas, por dios, no sospechaba
aquélla que lo decía
que la idólatra sería
del corazón que juzgaba!
¿por qué tu mirada era
tan dulce? ¿por qué tu ruego
quisiste una vez que oyera?...
Con una chispa de fuego
se enciende una inmensa hoguera.
Dice alguno en su porfía
que es mi alma dura roca;
mas, por la virgen maría,
que a un acento de tu boca
se ha deshecho el alma mía.
Poema "se ha deshecho el alma mía" de Carolina Coronado
-- de Clemente Althaus --
«Ni a la Fortuna sus tesoros pido,
ni ya codicio el mando peligroso,
ni de la Gloria el resplandor hermoso
ni el aura vana y popular ruido;
Ni de insigne beldad, de gracias nido,
ser el feliz enamorado esposo:
sólo anhelo las playas del reposo
y el agua soñolienta del olvido».
Así dije, y eterna despedida
dar a dichas y pompas de este suelo
mi alma creyó, del desengaño herida:
mas ya sacudo de la tumba el hielo,
y ya me torna a alucinar la vida,
¡y amor, fausto y poder y gloria anhelo!
Poema "Mudanza (Clemente Althaus)" de Clemente Althaus
-- de Ramón de Campoamor --
Después de días de tormentas llenos
te vi en misa rezar con santa calma,
y dije para mí:-¡Del mal el menos:
da el cuerpo al diablo, pero a Dios el alma!
Poema "Las buenas pecadoras" de Ramón de Campoamor
-- de Rubén Darío --
Tenía una cifra
tu blanco pañuelo,
roja cifra de un nombre que no era
el tuyo, mi dueño.
La fina batista
crujía en tus dedos,
-¡qué bien luce en la albura la sangre!...-
Te dije riendo.
Te pusiste pálida,
me tuviste miedo...
¿Qué miraste? ¿conoces acaso
la risa de otelo?
Poema "rima ix" de Rubén Darío
-- de Rubén Darío --
Cuando iba yo a montar ese caballo rudo
y tembloroso, dije: «La vida es pura y bella».
Entre sus cejas vivas vi brillar una estrella.
El cielo estaba azul y yo estaba desnudo.
Sobre mi frente Apolo hizo brillar su escudo
y de Belerofonte logré seguir la huella.
-- de Rubén Darío --
Tenía una cifra
tu blanco pañuelo,
roja cifra de un nombre que no era
el tuyo, mi dueño.
La fina batista
crujía en tus dedos,
-¡Qué bien luce en la albura la sangre!...-
Te dije riendo.
Te pusiste pálida,
Me tuviste miedo...
¿Qué miraste? ¿Conoces acaso
la risa de Otelo?
Poema "Rima IX (Rubén Darío)" de Rubén Darío