Ejemplos con vería

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ya no lo vería más: un beso otro.
¿Está aquí Ponoski? Con gusto le vería, pero me voy mañana.
Como el cuarto era principal, desde aquel sitio se vería muy bien pasar gente en caso de que la gente quisiese pasar por allí.
Después se vería, y el humilde hogar iría creciendo y embelleciéndose gradualmente.
Tú te quedas aquí y yo te mandaré lo que vayas necesitando Pero lo que es allá no me pongas los pies porque si lo hicieras, tu se vería en el caso de cogerte ya sabes que tengo mucho carácter de cogerte y mandarte para acá por tránsitos de la Guardia civil.
Una de dos, o matarle o dejarle, y como no le hemos de matar Al fin convenimos en que yo vería hoy a esa cabra loca.
Si alguno de los molidos músicos de la cencerrada se atreviese a asomar la cabeza y mirar hacia las ventanas del cacique, vería que, por fanfarronada o por descuido, no estaban cerradas las maderas, y podría distinguir, al través de los visillos y destacándose sobre el fondo de la habitación alumbrada por el quinqué, las cabezas del abogado y de su feroz defensor y seide.
A no ser por la oscuridad, vería Julián chispear los ojos del marqués de Ulloa.
Al salir cogían aparte a Sabel, y si el capellán no estuviese tan distraído con su rebelde alumno, vería algún trozo de tocino, pan o rápidamente escondido en un justillo, o algún chorizo cortado con prontitud de las ristras pendientes en la chimenea, que no menos velozmente pasaba a las faltriqueras.
En fin, en llegando al crucero vería los Pazos de Ulloa.
No dijo más Anselmo, pero bastó lo que había dicho para dejar corrido y confuso a Lotario, el cual, casi como tomando por punto de honra el haber sido hallado en mentira, juró a Anselmo que desde aquel momento tomaba tan a su cargo el contentalle y no mentille, cual lo vería si con curiosidad lo espiaba, cuanto más, que no sería menester usar de ninguna diligencia, porque la que él pensaba poner en satisfacelle le quitaría de toda sospecha.
No era diablo replicó la sobrina, sino un encantador que vino sobre una nube una noche, después del día que vuestra merced de aquí se partió, y, apeándose de una sierpe en que venía caballero, entró en el aposento, y no sé lo que se hizo dentro, que a cabo de poca pieza salió volando por el tejado, y dejó la casa llena de humo, y, cuando acordamos a mirar lo que dejaba hecho, no vimos libro ni aposento alguno, sólo se nos acuerda muy bien a mí y al ama que, al tiempo del partirse aquel mal viejo, dijo en altas voces que, por enemistad secreta que tenía al dueño de aquellos libros y aposento, dejaba hecho el daño en aquella casa que después se vería.

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